Enseñándolo todo III parte 2
Con Julian en el hopital, Liana debe ir a disculparce pero ella tiene un plan distinto en mente.
Laura no se equivocaba cuando dijo que ambas chicas tendrían problemas por lo que habían hecho. La familia de Carlos y Julián demandaron a las niñas por el daño causado a los genitales de los muchachos, Laura fue enviada a un centro de detención para menores por lesiones graves, su hermana pequeña corrió con más suerte pues las chicas de la clase sirvieron como testigo de que Julián intentó violarla así que esta incidencia quedó como un caso de defensa propia. Aunque eso no evitó que la familia de Liana tuviera que pagar una buena suma de dinero como indemnización.
La madre de las chicas estaba algo orgullosa de que sus hijas se defendieran de esos dos abusones pero también muy furiosa por el problema en que la habían metido. Con Laura en el reformatorio y Liana suspendida del colegio, la madre llevó a rastras a Liana hasta el hospital donde se recuperaba Julián. Sentía que debían pedir perdón por lo que Liana había hecho y podía que eso aliviara un poco la demanda.
Pero Liana no estaba de acuerdo con esa exigencia de su madre, se sentía orgullosa de haber cascado los huevos de Julián, aun así fue de mala gana al hospital. Al llegar a la recepción hablaron con una enfermera que allí estaba:
-Hola estamos buscando a un chico que fue ingresado hace un par de días, por traumas en…- Dijo la madre sin terminar.
-Oh, si ya se a quien se refiere.- Respondió la joven enfermera.
-Es el chico que fue castrado por una niña.- Respondió con altanería Liana antes de que su madre le diera una colleja para callarla.
-Oh bueno él está en la sección de urología, pero no fue castrado.- Respondió la enfermera.
-¿Ah no?- Respondió alegre la madre.
-No, los doctores lograron recomponer sus testículos, yo lo vi y nunca había visto algo como eso en un niño.-
Liana se sentía decepcionada por lo que acababa de oír, estaba segura de haber logrado castrar a Julián pero la realidad era que había fallado, ni siquiera el oír que el trauma que le causó fue muy grande la hiso sentir mejor.
-¿Ustedes son familia del chico?- Pregunto la bella mujer. A lo que la madre de Liana respondió tontamente que eran amigas de la familia.
-Entonces ¿Dos pases de visita?-
-No solo uno, mi hija subirá sola.-
-¿Qué, tengo que ir sola?- Protesto Liana, no le hacia ninguna gracia.
-¡Por supuesto que sí!- Dijo la madre de Liana tomando el pase y alejándose del mostrador para que la enfermera no la escuchase.
-¡No quiero ir!- Insistía Liana.
-¡Vas a ir jovencita, si eres tan valiente para andar castrando chicos, tendrás que enfrentar a esa familia tu solita y les pedirás encarecidas disculpas!- Dijo la madre sintiéndose muy aliviada de que el chico aun conservara sus testículos por lo que la demanda no sería tan grave.
Liana partió sola hacia la habitación con muy malas pulgas, luego de todo aquello su venganza no había servido de nada. Ahora tendría que pedir disculpas a aquel desgraciado que tanto la había humillado y acosado por tanto tiempo.
Llegó a la puerta que buscaba, suspiró profundamente y llamó a la puerta pero nadie contestó. Entonces giró el pomo y se introdujo en el cuarto.
Una vez adentro encontró una escena nada usual, allí se encontraba Julián en la peor de las situaciones, estaba en una especie de camastro como el usado en ginecología con las piernas levantadas y abiertas como una mujer dando a luz. Estaba dormido y no había nadie más en la habitación.
Una bolsa de hielo reposaba junto al chico, evidentemente era parte de su tratamiento. Pero decididamente lo más llamativo de aquella visión eran los testículos de Julián, como un enorme par de rojos tomates colgaban muy estirados bajo su ahora más que nunca diminuto penecillo.
El color era entre rojo y violeta, con las venas muy marcadas y estaban muy inflamados, realmente Liana nunca había visto nada como aquello, la posición del Julián tenía sentido ahora sus muslos estaban alejados de sus huevos ya que el más mínimo rose con la piel del escroto causaba un indescriptible dolor al pobre chico.
Liana entonces analizó la situación, aún estaba a tiempo de cumplir su deseo inicial. La posición de aquellos enormes cojones era ideal para recibir un buen puntapié, si hacia eso seguramente los testículos no tendían oportunidad y serían destruidos definitivamente. Solo tomaría un momento, ella volvió a la puerta y la cerró por dentro, así nadie los molestaría.
Se paró frente al dormido niño que nada sospechaba sobre el destino de su entrepierna, Liana decidió que aquella debía ser la mejor patada de su vida, una alta y poderosa patada con sus zapatillas deportivas que lograra finalmente luego de tantos intentos hacer papilla las bolas de Julián.
Así que tomo impulso haciéndose cada vez más hacia atrás se alejó al menos 4 metros cuando sintió que chocó con algo metálico, al voltearse se encontró con una mesa auxiliar con instrumental médico encima. Gasa, rollos de cinta, jeringuillas, tijeras, una botella de desinfectante y un bisturí armado con su mango.
Liana al principio no le prestó atención a la mesa pero luego pensó que tal vez no fuera suficiente una patada para acabar con aquel maldito y sus huevos, si fallaba y no le daba con suficiente fuerza perdería su oportunidad. Así que acercó la mesa con los instrumentos a la cama.
-Supongo que será igual a diseccionar ranas como en la clase de biología, solo hay que abrir la bolsa por el medio, sacar ambos huevos y cortar con las tijeras.- Pensó en silencio la chica tomando el bisturí en su mano.
Ahora ya sabía qué hacer, no solo podría acabar con la masculinidad de aquel patán sino que podría conservar ambos testículos de recuerdo.
-Voy a ponerlos en un frasco en mi cuarto o quizá pueda hacerme una pulsera sumergiéndolos en silicona trasparente para que se conserven como he visto hacer con abejas y otros insectos y enseñárselo a las chicas en el colegio.- Dijo analizando el asunto.
Si exhibía las joyas arrebatadas a su rival seguramente ya nunca ningún chico se atrevería a molestarla nunca más.
Liana no estaba para nada pensando con sensatez, pero aun así le parecía una buena idea. Tomó la botella con desinfectante y la vertió sobre el enrojecido escroto del inocente chico. Acercó el bisturí a la base del pene y justo en ese momento Julián despertó por el horrendo ardor que le había causado Liana con aquel desinfectante de alcohol sobre sus molidos huevos.
-¡AAAAAAA!- Chilló el niño, Liana se sobre saltó y alejó el bisturí, al ver a la chica con la cuchilla tan cerca de sus huevos y estando completamente solos a Julián casi se le para el corazón.
-¡Si dices algo te juro que los cortaré de un solo tajo!- Amenazó la niña pinchando ligeramente el escroto del aterrado Julián.
-¡No por favor! ¿No has tenido suficiente? ¿Qué más quieres de mí?- Dijo entre sollozos el joven.
-Si no te castro definitivamente no quedaré satisfecha, así que hoy me llevaré tus huevos como recuerdo, así nunca molestaras a ninguna chica. Esta es una lección que no podrás olvidar jajaja.- Rio la chica sabiéndose poderosa y tomando el huevo derecho en su mano y haciendo una pequeña presión.
-¡Nooo! ¡Agggg! ¡Te lo ruego!- Gemía de dolor el chico con el suave tacto de los deditos de la niña apretando su testículo.
La chica agarro con fuerza el bisturí y hubiera rebanado el escroto de Julián si no fuera porque alzó sus ojos al pene del chico.
Sin explicación alguna el pequeño falo estaba completamente erecto, se veía un poco más pequeño que otra de las tantas veces que Liana había visto la minúscula pija de su rival, esto debido a la comparación con sus enormes huevos.
-Vaya, parece que tu pilila sabe que vas a quedarte sin huevos y que nunca podrá entrar en un chocho como querías hacer conmigo en la piscina jaja, eso es muy gracioso. Mírala toda estirada rogando poder penetrar a alguien antes de tu castración.- Dijo Liana deleitándose con el sufrimiento del chico.
-Bueno en realidad no sé qué mujer podría estar interesada en ese pequeño pitillo, aunque no te corte las pelotas como voy a hacer ahora, nunca podrás darle placer a ninguna chica.- Continuo humillando Liana al pobre Julián que no podía estar mas acongojado.
-Siento un poco de pena por tu pequeñín, así que seré buena y le daré un último placer antes de llevarme tus bolas.-
Liana dejó el bisturí a un lado y comenzó a masturbar el pene de Julián suavemente, ya no era como la primera vez, ahora lo hacía como una experta, subía y bajaba su mano por todo el cilíndrico cuerpo que cada vez se tornaba más duro y venoso.
Julián ahora gemía de placer al ser ordeñado de aquella vigorosa forma por la bella chica. El placer que sentía le hizo olvidar de momento el intenso dolor de sus genitales. Liana disfrutaba también viendo como el miembro estaba a punto de estallar en su mano, el líquido pre seminal había lubricado todo y ahora la mano de la adolescente viajaba a toda velocidad.
-Vamos déjame ver que es lo que guardas en esos enormes huevos. ¿No era yo la chica a quien querías entregárselo? ¿Te gustó desnudarme y ver todo mi cuerpo verdad? ¿Querías venirte dentro de mí? Hazlo ahora y déjame ver cuánto quieres esto que tengo entre las piernas.- Terminando de decir eso la polla lazó chorros de semen como nunca antes.
Toda la leche de Julián cayó por doquier, en el piso, en la mesa, sobre él y sobre el bello pelo negro de Liana que estaba tan feliz y contenta que ni se molestó por ese detalle.
-¡Oh! No pensé que tuvieras tanto, quien lo diría estas dos bolas son un verdadera fábrica.- Dijo la chica soltando el falo ya agonizante luego de semejante paja.
Liana agarro ambos huevos, uno en cada mano, y el terror nuevamente se apoderó de Julián sabiendo lo que le esperaba a sus amados testículos.
-¿Qué me dices intentamos arrancarlos nuevamente? ¿O prefieres que los corte mejor?- Pregunto calmadamente Liana.
-¡Basta por favor, no me hagas esto, solo lo hice porque me gustas desde hace mucho, sé que hice mal cuando te acosaba en el salón, solo quería que te fijases en mí y te prometo que no volveré a molestarte, a ti ni a ninguna chica. No me castres por favor. Seré bueno, por favor!- Dijo él en un intento desesperado por salvar su masculinidad.
-Lo siento, es tarde para ti, hora de decir adiós a tus bolas.- Dijo la niña sonriendo.
-¡AGGGHH!- Gritó el chico al cerrar los ojos y casi sentir como sus huevos eran arrancados de un tirón… pero al abrir los ojos nuevamente Liana estaba parada junto a su rostro y ya no entre sus piernas. La chica puso sus manos en sus mejillas y lo besó en la boca, muy dulcemente.
Era el primer beso de ambos así que Liana se esmeró en hacerlo especial, y lo fue, ella secó las lágrimas con sus tiernas manos y le dijo que ya nadie lo volvería a lastimar. Julián no entendía nada pero se tranquilizó al oír esas palabras.
-Tú también me gustas, dijo la chica, y no te voy a hacer algo tan horrible, veo que ya aprendiste la lección y te disculpaste, eso era lo que quería que hicieras. Solo recuerda que puedo hacerte mucho daño si lo deseo pero también podemos hacer cosas que nos gusten a los dos y quiero que las hagamos cuando salgas de aquí- Dijo ella sonriendo.
-Yo siempre he estado solo en el colegio, tú eras mi única compañía, no quiero seguir estando solo.- Dijo el chico.
-Pues no estaremos nunca más solos, estaremos a partir de ahora con el otro pero yo seré la única que te diga cuando puedes andar enseñándolo todo.-
FIN