Enseñándolo todo II

Julián ha despertado en el baño luego de ser vencido y humillado por su compañera, completamente desnudo deberá recuperar su ropa pero no sin sufrir nuevos contratiempos.

Julián había despertado en medio de un verdadero infierno, por un lado estaba completamente desnudo en el baño de chicas y por el otro tenía un horrible dolor viniendo de sus testículos.

-¿¿Dónde…cómo…pero qué es esto??- Pensaba mientras miraba horrorizado como solo tenía uno de sus huevos afuera, desesperado hurgó en su ingle y encontró el otro alojado un poco más arriba de lo normal. Las patadas de Liana habían sido realmente descomunales, para una niña tan frágil.

Con mucho dolor el chico logró sacar su pelotilla de donde estaba, de sus ojos salían lágrimas por el dolor y por la humillación de haber sido vencido de esa forma por una niña. Pero ahora debía salir de allí y llegar al primer piso dónde Liana había dejado su ropa, en un cesto de basura.

Sus huevos estaban en un penoso estado, inflamados y enrojecidos gracias al “tratamiento” de la chica. Liana estaba sentada en su salón, ya habían iniciado las clases de la tarde y la maestra no había notado la ausencia de Julián. La niña estaba muy deseosa de que el rufián fuera encontrado en pelotas por alguna chica y todas pudieran ver su pequeño y ridículo pene. Ella sonreía feliz solo de pensarlo.

Julián se asomó fuera de la letrina, el baño estaba vacío, así que se aventuró a salir pero entonces oyó voces femeninas que se acercaban. Rápidamente se escondió de nuevo donde estaba. Cuatro adolescentes de unos catorce años entraron en ropa deportiva al baño, las chicas eran de una escuela secundaria cercana que al no tener un campo deportivo propio usaba el de la escuela primaria para las clases de gimnasia. Las chicas habían terminado y ahora se cambiarían la ropa en el baño.

Julián se maldecía para adentro, si esa chicas le pillaban sería su fin. No solo eran 4 sino que todas eran mayores y más fuertes que el pobre chico. Tendría que esperar a que terminaran y que no lo encontrarán.

-Esa perra de Tifany venía desde hace tiempo coqueteando con mi ex.- Decía una de ellas  a sus amigas.

-Sí, es una zorra y una enferma, dicen que ha follado en la escuela después de clases.- No te lo puedo creer.- Las alumnas conversaban entre ellas sobre sus asuntos mientras se desvestían. Una de ellas se acercó al grifo del lavamanos para refrescarse pues estaba muy sudada luego de las clases. Julián miraba con la puerta de la letrina entreabierta, la chica se refrescaba en el espejo y para asearse correctamente se quitó el sujetador.

Fue entonces que Julián vio por primera vez un par de tetas, eran muy blancas y redonditas, ninguna había notado la presencia del chico, pero él sintió la necesidad de acariciar su miembro mientras miraba aquel par de senos.

Hacía pocos minutos había descubierto un gran placer cuando Liana manoseo su pilila a lo que le siguió un inmenso dolor pero ahora en serio quería darle placer a su pene que se iba poniendo tieso a medida que miraba y se tocaba.

De repente la puerta de su letrina se abrió y quedó totalmente expuesto ante las cuatro muchachas que quedaron perplejas cuando una de ellas tuvo que ir a orinar y encontró un chico completamente desnudo y tocándose el pene.

Julián se puso blanco del pánico, las chicas gritaron un segundo y él rápidamente quiso salir de allí corriendo hacia la puerta, al llegar solo tenía que darle la vuelta al pomo y salir pero apenas un metro antes las chicas le agarraron entre todas.

La que estaba con las tetas al aire se apresuró a vestirse, mientras las otras tres le inmovilizaban.

-¿Pero qué te crees tío? ¿Pensaste que podías entrar aquí a hacerte una pajilla? ¡Eres un enfermo!- Dijo una chica pelirroja.

-¡Y encima va desnudo el cabrón! ¿Será cerdo?- Gruño la que se había refrescado. – ¡No por favor, soltadme, tengo que…!- Julián no podía decir la verdad, después de todo él era el culpable de estar allí y no quería que nadie se enterara lo que la pequeña Liana le había hecho.

-Lo que tienes es que aprender una lección y nosotras te la vamos a dar. - Dijo otra chica alta con aspecto de porrista.-Venga chicas tomad cada una una pierna y estirad.- Le indicó a dos de sus amigas, la pelirroja y la cuarta niña, una mulata con un gran trasero.

La que había sido espiada por Julián sostuvo al chico por ambos brazos y la porrista se colocó entre sus piernas. -¿Qué tenemos aquí, habíais visto algo tan pequeño chicas?- Dijo ella señalando el miembro del niño. –Es como una judía jajaja.- Rio la mulata. El chico se sonrojó, por segunda vez en el día una chica se burlaba de su pene pero ahora eran cuatro y no podía hacer nada para liberarse.

-Creo que puedo ayudarte.- dijo la alta y tomo su pene con dos dedos estirándolo con fuerza. Julián gritó al sentir su pequeño miembro ser estirado con tanta crueldad como si fuera de goma. Las chicas no sentían ninguna compasión por él y reían a carcajadas. – ¿Habéis visto lo hinchadas que tiene las pelotas?- Dijo la pelirroja. -¿Qué habrá estado haciendo? tal vez ya alguien le dio una lección antes que nosotras.- Exclamó la nalguda mulata.

-Bien pero como aún no ha aprendido nosotras debemos terminarla.-Dijo la chica que le sujetaba los brazos. La mulata y la pelirroja se acercaron a sus bolas sosteniendo aun sus muslos  por detrás y cada una tomo un huevo en su mano libre. Julián estaba aterrado, ahora sabía lo horrible de tener huevos y lo frágiles que eran ante los golpes.

Las chicas apretaron los testículos sin medirse, como si quisieran exprimir un par de limones, Julián gritó en agonía y si ellas no hubieran liberado inmediatamente la presión de sus gónadas él seguramente se habría desmayado o algo peor. Él pobre comenzó a llorar y a suplicar, pero su castigo aún no había acabado.

Le soltaron y cayó al suelo agarrando sus patéticos testículos llenos de golpes y más hinchados que nunca, entonces la chica a la que había visto se paró entra sus piernas diciendo: Es mi turno, después de todo has visto mis tetas y debo cobrar el precio. Le tomó de los tobillos y con su pie descalzo machuco los inflamados huevos una y otra vez, sintiendo como el paquete escrotal se deformaba entre sus blancos dedos.

Las chicas se estaban divirtiendo mucho con él, tanto que no notaron en qué momento perdió la conciencia. –Bueno, recuerdo que tenía ganas de ir al baño antes de todo esto.- Dijo la porrista. –Bien pues no desaproveches esta oportunidad.-Contestó la pelirroja. La muchacha bajo sus bragas y se puso de cuclillas sobre la cara del chico que despertó al sentir el líquido caliente mojando todo su rostro y al abrir los ojo vio estupefacto el enorme y blanco culo de la chica y su vagina virgen y totalmente depilada.

Casi ahogado en aquella lluvia dorada, tomo fuerzas para empujar a su verduga por las nalgas y líbrese de ella, para luego como un rayo incorporarse y salir corriendo del baño, sin mirar atrás. -¡Cogedle! ¡Ese enano me ha tocado el culo!- Dijo la porrista muy enojada. Las alumnas salieron del baño para atraparlo pero el ya corría escaleras abajo hacia el primer piso, los pasillos estaban vacíos para suerte suya.

Pasó del segundo piso hacia el primero y solo la pelirroja y la mulata habían seguido ido tras él pues sus amigas estaban a medio vestir. Julián sabía exactamente donde estaba su ropa, en un gran cesto de basura que estaba a la entrada del colegio en el pasillo principal.

Las chicas le perdieron de vista por un segundo, Julián llegó al pasillo del primer piso sin ser visto. Vio el cesto al final, eran 60 metros a recorrer para conservar lo que le quedaba de dignidad. Corrió a toda velocidad pero las dos chicas no tardaron en verle y entonces a la pelirroja se le ocurrió una idea. Julián estaba ya a mitad del pasillo cuando sonó la alarma de incendio, ya no quedaba tiempo, el cerró los ojos y siguió corriendo a toda velocidad.

Las puertas de los salones empezaron a abrirse y todos los alumnos a salir a gran velocidad como si se tratara de un incendio real. Pronto oyó los chiflidos, los gritos y las risas, decenas de alumnos y alumnas le veían correr desnudo por el pasillo. Llego al gran cesto y allí estaba su ropa, la sacó pero no pudo vestirse.

De inmediato una profesora lo agarro de la oreja y completamente desnudo lo llevó hacia atrás camino a la dirección, caminando entre las burlas de una gran muchedumbre. Las niñas lo miraban intrigadísimas tratando de ver un pene por primera vez.

Pero se sentían muy decepcionadas al ver lo diminuto que era, los chicos también reían y lo humillaban. Muchos tomaron fotos con sus móviles pero no pudieron fotografiar los genitales porque Julián alcanzó a cubrirse con sus ropas, de todas formas su pálido trasero no escapó de los lentes y de incluso una nalgada que una atrevida niña le dio.

Esa tarde sus padres tuvieron que irlo a buscar al colegio luego de ser regañado severamente por sus profesores por aquella travesura de andar desnudo por la escuela. Sin embargo el resultado no fue tan humillante. Algunos alumnos y alumnas vieron aquello como un acto de rebeldía contra el colegio y sentían un poco de admiración por Julián.

Pero las fotos si eran humillantes y fueron el tema principal de conversación por semanas. Julián aguantó las burlas mientras aquello pasaba, todos los días tenía que soportar la cara de satisfacción de Liana cuando los chicos se burlaban de él llamándolo “nalgas de cera”. Julián ya no se quedaba a solas con Liana, no quería ni verla, pero en secreto planeaba su venganza. Esperaba la oportunidad de devolverle el favor.

Un día la escuela otorgó un premio a la mejor clase que resultó ser la de Julián y Liana, el premio era un día en una piscina, estarían todos los chicos y chicas del aula y además podían llevar a un acompañante mayor de 15 años, ese era el requisito.

Julián llevaría a su primo Carlos de dieciséis y Liana a su hermana Laura de la misma edad que Carlos. Carlos era un chico atlético de 1.75 m, pelo castaño, y abdomen marcado, su defecto era su personalidad, todo un machito engreído. Había ido a la piscina solo a ver chicas en bikini pues esperaba que entre las acompañantes de los chicos asistiera una madre buenorra o una prima como él.

Sin embargo los únicos adolescentes eran él y la hermana de Liana, que para fortuna de Carlos no tenía nada que envidiarle a una modelo de trajes de baño. Al igual que su hermana tenía una cara angelical, pelo negro y largo hasta la mitad de la espalda, unas peras grandes y carnosas ajustadas por un bikini rojo muy apretado y un par de nalgotas que casi hacían parecer a la parte inferior del traje de baño como una tanga.

Julián no tenía cabeza para andar de caliente como su primo, él solo quería desnudar a Liana frente a todos como ella le había hecho y estando acompañada de su hermana solo unos años mayor, se sentía mejor para hacerlo. Liana había ido usando un traje de baño de dos partes justo como su hermana pero de color blanco, dejaba ver el cuerpo de una niña, pero con indicios de que se trasformaría en una bella y sensual mujer pronto.

La hora de la venganza se acerca.

Continuará…