Enseñándoles música

Nunca pensé que se daría esta situación, todo comenzó en el aula y terminamos en el hotel

Como muchos saben, soy profesora de música en un conservatorio con alumnos de distintos niveles y edades. Y este hecho que les estoy narrando me ocurrió al final de una jornada de clases.

Era un martes, ya en la última clase del día y terminando la clase, todos los alumnos habían guardado sus instrumentos ya y se estaban retirando, pero uno de ellos, Luis, se había quedado como practicando un ejercicio nuevo que les había dado y que cuando me acerqué me pidió que le explicara, porque no lo había entendido y que creía que no lo podría practicar si no lo entendía. Junto también se había quedado Mario, otro compañero que siempre andaba junto con él, y que estaba esperándolo para irse juntos. La verdad que esa situación no me había resultado simpática porque yo ya quería irme a mi casa. Pero mientras terminaba de ordenar mis cosas antes de terminar de explicarle el ejercicio a Mario, también vino la secretaria a buscar las planillas de asistencias, porque como yo no le llevaba los papeles ella también quería guardar todo e irse.

Así que le entregué todo listo y le pedí que le dijera al encargado que cuando yo terminara le avisaba para que venga a cerrar todo, así ella se podía ir tranquila.

Cuando se retiró terminé de acomodar y guardar mis cosas en el bolso y me acerqué a explicarle el ejercicio a Luis. Le pedí el bajo y le demostré cómo debía hacer el ejercicio de digitación, le devolví el instrumento y le pedí que lo repitiera. Intentó hacerlo, pero como sucede siempre, en la primera vez tuvo muchos errores, pero vi que el problema mas grande era de postura. Por eso le pedí a Mario que me acercara una banqueta y que Luis se cambiara de la silla a la banqueta, y que volviera a repetir el ejercicio. Me puse detrás de él y mientras tocaba le enderecé la espalda. También tuve que levantarle y abrir los brazos para que sus hombros se levanten, pero esto le costaba mas. No sé si porque no estaba acostumbrado o porque se estaba aprovechando de que estuviera tan cerca de su espalda, es mas, cuando me apoyé, picarescamente me miró de reojo y se sonrió, y aunque yo estaba apurada porque quería ir a descansar, esa situación me causó algo de morbo, porque la verdad que Luis no estaba nada mal. Así que sin medir las consecuencias, como queriendo divertirme un ratito, me acerqué un poco mas y le puse las tetas apoyadas en su nuca. Inmediatamente sentí que se aceleró su ritmo de respiración, y como queriendo disimular giró su cabeza para hacerme una pregunta y sus ojos quedaron clavados en mi pecho, pero inmediatamente le corregí, para que prestara atención en el ejercicio, a lo que me contestó que le costaba mucho, porque le hacía doler los brazos. No le acepté las escusas y le exigí que continuara hasta que le saliera, y que el dolor era por su falta de costumbre.

Mientras tanto, no me había percatado que Mario se había acercado por detrás y me sorprendió cuando me tomó los brazos y me sugirió otra manera para sostenerle los brazos a Luis, pero no me costó mucho darme cuenta de qué era lo que quería en realidad. Porque me hizo acercarme mucho mas contra Luis, y en mi posición algo inclinada para ayudar a Luis, me di cuenta que había descuidado mi retaguardia. Claramente sentí su miembro apoyado  en mi cola. Pero pensé que sería sólo el aprovecharse de la situación, y la verdad que a mi no me desagrada ese morbo, así que me hice la distraída y lo dejé que se calentara, lo mismo que yo.

Lo que no estaba en mis planes era que se tomaran enserio la situación, porque en varias ocasiones me había ocurrido que alumnos se hicieran los desentendidos y aprovecharan de algún momento para tocarme, mirarme o apoyarme, pero no pasaba de ese instante hot, que obviamente siempre me ha gustado y me ha servido para mantener mi autoestima bien en alto.

Así que me hice la distraída y dejé que disfrutara de ese momento, lo mismo que yo. Sentí como su verga había crecido y que lejos de desalentarse o hacerse el distraído, soltó mis brazos, me tomó de la cintura, me apretó contra él, subió una de sus manos por mi frente, enderezándome para que me pegue contra su pecho. Suavemente acarició mis tetas por encima de la ropa y mientras sus labios buscaban mi cuello, me decía que se moría de ganas por cogerme junto con Luis.

En ese intervalo de tiempo, Luis había dejado su bajo, se había puesto de pie y se acercó frente a mi, también puso sus manos en mi cintura, y mientras no sacaba sus ojos de mis tetas, intentó abrir mi camisa. Y hasta allí les dejé llegar, aunque me estaba por infartar de la calentura que sentía, la verga apoyada en mi cola, los labios y palabras que sonaban en mi cuello y los dos pares de manos que acariciaban todo mi cuerpo, aunque yo no quería, debía ponerle un fin a esa situación. Les pedí que olvidáramos esto y que nos fuéramos de allí, que podía ser muy peligroso porque en cualquier momento podía llegar el conserje y me comprometían y aunque no estaban de acuerdo y con todavía algunas insistencias, logré convencerlos. Les pedí que salieran primero y luego, unos minutos mas tarde salí yo.

Al salir a la calle, los vi que estaban juntos afuera y mientras iba a la cochera a buscar mi auto, percibí que a un poco de distancia me seguían y que certeramente intuí que eran ellos. Al entrar al estacionamiento e ir a mi coche, fue Luis el que me llamó y me pidió que los esperara un momentito. Se me acercaron y cuando estuvieron junto a mi, volvieron a decirme que estaban jugados a cogerme, que hacía un tiempo que lo habían planeado pero nunca había tenido la oportunidad y que después de lo que había sucedido en el aula, no podían seguir esperando, mientras Luis me hablaba, Mario ya estaba otra vez cerca mío. Me tomó la mano, la llevó a su verga y me dijo: Mirá como la has dejado. Realmente estaba bien dura, Luis tomó mi otra mano e hizo lo mismo. Como al soltar mis manos, como yo no soltaba sus miembros, Luis volvió a emprender la tarea que había quedado inconclusa, desabrochó algunos botones de mi blusa y metió su mano para acariciarme las tetas, que realmente me denunciaban la calentura. Mario levantó mi falta, acarició mi cola y con sus dedos fue buscando hasta encontrar, por encima de mi tanga, la humedad que denunciaba cual era mi estado real. Pero volví a cortarlos, muy a mi pesar, porque tenía miedo que en cualquier momento podría venir alguien y encontrarnos en esa situación, cosa que me daba algo de miedo.

Menos que antes estaban dispuestos a abandonar la tarea, se negaron e insistieron, cosa que comprendí, yo también deseaba mas que nadie ese polvo. No podía hacer un plan para volverme sola a casa. Entonces Mario me propuso que subiéramos al auto, que me llevarían a un lugar seguro. Así hicimos y me llevaron hasta un hotel, donde pensé que no nos dejarían entrar los tres, pero Mario conocía al recepcionista, así que se acercó le ofreció una buena propina y nos dejaron pasar a los tres. Dejamos el auto, y mientras íbamos a la habitación no paraban de abrazarme, acariciarme y besarme.

Cuando entramos, los dos me apretaron con sus cuerpos dejándome al medio y empezamos a besarnos descontroladamente, Luis terminó de abrir los botones que le faltaban y me sacó la camisa, acarició y apretó mis tetas y se dedicó por algunos minutos a besarme las tetas, primero sobre mi corpiño; luego lo fue corriendo hasta sacar mis tetas y comerlas, como un chico que desea su golosina.  Mientras tanto Mario apoyado en mi espalda, me regalaba un apasionado beso comiéndome la boca y todo mi cuello, sus manos levantaron mi pollera y me apretaron contra su pelvis.

Luis no paraba de comer mis tetas y cada tanto subía a pedirme que le coma la lengua, los dedos de Mario se habían dedicado a acariciar mi vagina, primero sobre mi, ya muy mojada, bombachita blanca. Y después me la corrió y como un dios, me hizo sentir unas cosquillas muy ricas que le devolvieron, a modo de agradecimiento, un suspiro profundo. Parece que esa era la señal que estaba esperando, porque sin sacar sus manos de mi conchita, bajó hasta mi cola y me la empezó a chupar apasionadamente. Su lengua me chupó toda la cola, hasta la metió en mi zanja y  lo que estaba mojado, mas lo mojó. Me acercó a la cama, me guió a abrir mis piernas, me inclinó para que apoyara mis manos a la cama y como si estaría muy caliente, se arrodilló, ahora de atrás, me corrió la bombachita y desde la concha hasta mi culo, me los chupó, acarició, mordió y todo lo que pudo, su cara estaba empapada porque se la había mojado entre mis piernas. Aprovechando este momento, Luis ya se había desnudado y se acostó sobre la cama, dejándome su verga servida para que empezara a chupársela. La verdad es que se me hacía agua la boca, y algo mas, por que me dieran sus vergas. Así que con muchas ganas y placer, empecé a pajearla y chuparla. Intenté meterla dentro de mi boca lo mas profundo posible, lamerla de punta a punta y dejársela bien mojadita, quería ponérsela bien dura, se la comí toda, hasta lo huevos, se la chupé y lamí… hasta que logré que la tenga a punto. Él tirado sobre la cama, con su pija bien apuntada al techo. No era justo dejar pasar el tiempo, y aunque me encantaba la atención que Mario me estaba dando, yo quería algo mas grande y duro que su lengua. Y Luis ya estaba listo. Así que me enderecé, me saqué la bombachita que ya tenía empapada, y con la pollera todavía puesta, pero recogida en mi cintura, me monté sobre Luis y suavemente, para que lo disfrutemos, me fui metiendo su verga de a poco, cada vez un poquito mas, y un poquito mas, hasta que llegué a sus huevos. Ahí me detuve y sin sacarla, empecé a mover mi cadera para adelante y para atrás, con su verga totalmente adentro mío y mi clítoris en contacto en el vaivén contra su cuerpo, era un momento muy caliente que como para que no se sintieran tanto mis gemidos Mario se paró sobre la cama y me dio bien rica su larga verga para que se la chupara, a lo que no rehusé sino que con todas las ganas le propiné algunas caricias y luego  me la metí en mi boca. La tomé con mi mano y le dediqué un lindo e inspirado tiempo a su cabeza, que me supongo le encantaba, porque cerraba sus ojos y me dejaba que le hiciera lo que quisiera.

Luis, con sus manos tomándome de la cintura, acompañándome con sus movimientos se encargaba de darme placer, obvio que también de recibirlo, mientras su pija me entraba y salía, siempre bien erguida y caliente mientras me decía cuánto soñaba coger mi concha, chupar mis tetas… completaba Mario con: desnudarte y hacerte la colita…, entre que sacaba su dura verga de mi boca y se ubicaba detrás mío bajándome la verga por mi espalda, una sensación riquísima, pasándomela en la cola y llegando hasta la puerta de mi culito, que mientras me comía la verga de Luis, sentí que Mario también quería entrar por mi colita (y aunque yo tenía muchas ganas), le corrí la cola, saqué la pija de Luis y le di lugar en mi concha. Lo miré con picardía y le dije que hoy solamente tendrían mi conchita.

Eso no le gustó nada a Mario, cosa que me encantó más todavía, porque como con bronca me empezó a dar verga con todo el ímpetu, metiendo y sacando como lanzazos y  Luis me metía su lengua bien adentro de la boca y  turnándose con Mario, cuando para no acabar, Mario me la sacaba y tomaba aire, Luis, de la misma manera me la daba desde abajo, con toda su intensidad también, de ese modo me hicieron acabar varias veces porque fueron como tres o cuatro series intensas cogiéndome a estocadas.

Y cuando no pude aguantar mas y caí rendida sobre Luis, me voltearon en la cama y los dos, pajeándose, apuntaron a mi boquita, la que les ofrecí a modo de agradecimiento, abriéndola para recibir sus leches calentitas.  Las que no se hicieron esperar y Mario fue el primero, con un gran chorro que metió en mi boca y salpicó mi cara y terminé lamiéndole la cabeza, hasta dejarla limpita y mientras se  la lamía Luis me acababa sobre mis tetas. Se notó que estaba caliente, porque la cantidad de leche fue muy abundante, y me la terminé desparramando sobre las tetas y el vientre.

Terminamos tirados en la cama, y ahí les pregunté si querían mi colita; Mario de inmediato dijo que si, y quiso acomodarse, a lo que me sonreí y le respondí que si la querían debían ganársela porque ya me tenía que ir (mi esposo me esperaba en casa). Así que si la querían tenían que ser los mejores alumnos en la clase. Pero ese es material para otro relato que en algún momento publicaré.