Enseñando el incesto

Tuvimos que enseñar a mi primo y su madre los placeres del incesto entre familiares.

Me llamo Eduardo, aunque casi todos me llaman Edu. Tengo diecisiete años recién cumplidos. Hace algún tiempo, desde los quince años más o menos, que mantengo relaciones incestuosas con mi madre. Ella se llama María, es una mujer de cuarenta y cinco años, morena, no tiene un cuerpo maravilloso, pero el morbo de follar con mi madre y la multitud de ocasiones que tenemos para hacerlo hacen que me ponga a cien con ella. Mi padre es camionero y viaja muchas veces, estando fuera varios días en sus numerosos viajes.

La historia que os quiero contar ocurrió hace apenas unos días. Estuve en casa de mi primo Raúl. Quedé con él para jugar a la consola. Mi primo tiene dos años menos que yo. Estábamos en su salón y mi tía Marta pasó con una camiseta bastante corta, dejando entrever su hermoso culo que cubría unas bragas negras. Aquella fue la primera vez que pensé en follar con mi tía. Mi polla se levantó con una extraña excitación.

Aquella noche mi padre volvió a salir de viaje. Mi madre había follado con él, así que no tenía ganas de jugar conmigo. Nos acostamos juntos y comenzamos a hablar. Al poco tiempo le comenté la excitación que había tenido con Marta y lo que me gustaría follarla.

-¡Así que ya no sólo te conformas con follar a tu madre! ¡También quieres follar a tu tía! – me dijo mi madre calentándose un poco con la conversación. – Tendré que chupártela para que no te olvides de mí.

Mi madre bajó su mano por mi barriga hasta meterla por mis calzoncillos, acarició un poco mi polla y la sacó fuera. La tengo bastante grande, de unos veintidós centímetros y la verdad es que no es que esté muy orgulloso de su tamaño pues pienso que no todas las que vayan a follar conmigo les gustará este tamaño, pero lo que sí es verdad es que a mi madre le encanta. La veía como trabajaba mi polla dándome mucho placer. Yo imaginaba que mi tía era la que me la chupaba y en poco tiempo me corrí en la boca de mi madre.

-¿Has pensado en tu tía mientras te chupaba? – preguntó ella.

-Sí.

-Se nota que te excita, hoy la has tenido más dura y la corrida ha sido más abundante. – dijo, después de varios años conocía mi polla a la perfección.

Pasaron varios días y mi madre, sin decirme nada, había invitado a mi tía y a mi primo a pasar unos días en la casa que tenemos en la playa. Mi tío Javier y mi otro primo Jesús no habían podido venir, Javier trabajaba y Jesús estaba de campamento. Mi madre y yo estábamos en la playa desde el jueves y el viernes por la tarde, sobre las cinco de la tarde, llegaron mi tía y mi primo.

Raúl y yo fuimos a la playa a bañarnos, mientras nuestras madres organizaban las cosas. Una hora después aparecieron por la playa, Se pusieron en bikini y se bañaron con nosotros. Estuvimos jugando en el agua y dándonos ahogadillas que aprovechaba para tocar a mi madre en sus partes y a mi tía donde podía con disimulo. Varias veces le pasé la polla, bastante erecta, por su trasero rozándoselo y ella llegó a volver la cara y mirarme, a lo que yo no hice el menor caso como si fuera la cosa más normal.

Ya por la noche, de vuelta a la casa, después de ducharnos nos dispusimos a comer. Había algo raro en el ambiente, mi madre se había puesto solo una camiseta y unas bragas, se notaba porque sus pezones, que siempre han sido enormes, se marcaban en la tela. Marta llevaba la camiseta que me había excitado tanto el otro día y volvía a ver su culo y el triángulo de su coño tapado por las bragas. Yo estaba empalmado y no podía disimularlo y ellas lo sabían pues todo el tiempo me llamaban para mirarme.

Tras comer y recogerlo todo, nos sentamos en el salón de la casa para ver la tele. Allí hay dos sofás de tres plazas cada uno formando una ele alrededor de una mesa y frente al televisor. Mi madre y mi tía estaban en el de enfrente y mi primo y yo en el otro. Raúl y yo estábamos callados y, con miradas furtivas, veíamos a nuestras madres ligeras de ropas. Él también se estaba excitando.

Mi madre comenzó a buscar entre los canales que se veían en aquella zona, había uno moro que no lo entendía nadie, varios locales con las adivinas o juegos típicos de la madrugada y de repente se escuchó en el salón...

-¡Ah, ah, sigue hijo! ¡Qué bien le comes el coño tu madre!

Todos miramos al televisor y estaba una escena de un chico joven comiendo el coño de una mujer madura. Era una película de incesto. Mi madre no cambió de canal, sólo miraba fijamente la escena. Mi tía la miró y veía como su cuñada metía la mano libre en sus propias bragas y comenzaba a tocarse el coño.

Mi primo no quitaba ojo de lo que hacía mi madre y sin pensarlo se sacó la polla y comenzó a masturbarse, tenía una polla de buen tamaño. Su madre lo miró y él dudo un poco, pero como mi madre no paraba el siguió excitado y masturbándose.

-Marta, has tu lo mismo que lo estás deseando. – le dijo su cuñada.

Yo me levanté y me senté en el brazo del sillón al lado mi madre, me saqué la polla y me masturbé. Mi tía nos miraba y no pudo aguantar mucho. Se apartó las bragas a un lado y comenzó a meterse los dedos en el coño mirándome la polla. Le había impresionado el tamaño que tenía.

Mi primo desde el otro sillón se la cascaba mirando el coño de mi madre y de la suya. En el televisor seguían follando madre e hijo, pero nosotros ya no los necesitábamos. Me arrodillé delante de mi madre y le ayudé a quitarle las bragas.

-Tu tía ya sabe que tú y yo follamos cada vez que podemos, ahora hay que iniciar a tu primo en el incesto... – dijo mi madre y miro hacía Raúl que se la cascaba sin dejar de mirarnos. – y parece que va por buen camino.

Me moví hasta estar a la altura de las piernas de mi tía, me acerqué como pidiendo permiso para poder tocarla. – Ayúdame. – Me dijo para que le quitara las bragas. Suavemente se las bajé y apareció ante mí un hermoso coño depilado. Mi madre tiró de mí y me hizo sentar en medio de ellas dos, me quité el pantalón del pijama y quedé totalmente desnudo, mi madre agarró mi polla con una mano y me masturbaba mientras le hablaba a Raúl.

-¿Qué coño es el que más te gusta? – le preguntó – El mío peludo o el de tu madre depilado.

Mi madre se arreglaba los pelos de su coño, pero siempre mantenía un buen matojo de pelos que era lo que le gustaba al cabrón de mi padre, a veces le gustaba coger varios pelos con su boca y tirar para arrancárselos y escuchar como mi madre daba grititos y es que ella era algo masoca y ese juego le gustaba, le gustaba por parte de mi padre pues a mí nunca me dejó hacérselo.

Raúl desde el otro sillón nos miraba y no sabía que hacer. Yo alargué las dos manos y empecé a tocar los dos coños. Por primera vez sentí el calor del coño de Marta al hundir mis dedos en sus labios y buscar su clítoris. Noté su bultito crecer al tocarlo, me miró y pidió que siguiera abriendo más las piernas. Mi dedo se mojó rápidamente con los flujos de ella.

Mi primo se acercó a nosotros y mi madre soltó mi polla y se aproximó a él. Lo tomó por la cintura y lo hizo arrodillarse delante de su madre que tenía las piernas totalmente abiertas. Lo empujó por el culo para que se pegara más a la otra. Ya estaban sus genitales muy cerca y yo quité la mano para no estorbar. Mi madre agarró la polla de Raúl y la aproximó al coño de su madre, comenzó a frotarla por la raja rozando su clítoris y la entrada de su vagina. Salvo alguna paja, aquella era la primera experiencia sexual con una mujer de mi primo y no pudo aguantar mucho. Un minuto más tarde de su polla comenzó a salir chorros de semen que llenaron el coño de su madre por fuera, mientras la mía lo masturbó y se la chupó para que se corriera del todo.

Mi tía cogía la leche de su hijo con los dedos y se la llevaba a la boca para comérsela. Yo, junto a ella, me masturbaba viéndolos. Mi primo se sentó de nuevo en el sillón a descansar y descubrí una nueva faceta de mi madre. Se puso entre las piernas de Marta y se inclinó para comerle el coño y de paso los restos de leche de Raúl.

Marta en un principio opuso un poco de resistencia a que mi madre le comiera el coño, pero al sentir los primeros lengüetazos de su cuñada fue perdiendo las fuerzas para resistirse. Las veía a las dos en acto lésbico, Marta totalmente abierta de piernas y gimiendo por las mamadas que mi madre le daba en su coño y la otra a cuatro patas entre sus piernas y con el enorme culo en pompa.

No me pude aguantar, me coloqué de rodillas detrás de mi madre y tomé mi polla con una mano. La empecé a meter entre las dos piernas sin saber bien donde daría mi glande y ella abrió un poco más las piernas y con una mano la dirigió hasta su coño. Poco a poco la empujé y la fui penetrando. Mi madre daba pequeños gemidos con cada envestida que yo le daba.

Vi como la cara de Marta cambiaba al sentir que se corría con la mamada de mi madre y empezó a pedir que una polla le entrara en su coño. Miramos para Raúl que en el otro sofá volvía a tener su polla erecta. Se levantó y mi madre tuvo que dejar de chupar su coño, se dirigió a su hijo y, abriendo sus piernas, se montó en la polla de él y se la metió hasta el fondo. Raúl gemía por el placer y mi madre, apoyada en el sofá, se corrió dando gritos de placer. La follé un poco más hasta que noté que quería descansar.

Saqué la polla del coño de mi madre y me dirigí al otro sofá donde follaban madre e hijo. Junto a ellos, me masturbaba viéndolos. Mi tía botaba sobre el rabo de su hijo y me pidió que me pusiera junto a ella para ofrecerle mi polla. Me senté en el respaldo del sillón al lado de ellos y mi tía se inclinó para chupármela. Sentía por primera vez la boca de Marta que se notaba que sabía lo que hacía. Mientras me mamaba, mantenía su culo parado para que su hijo con movimientos rápidos de pelvis la follara.

La veía mover su cabeza para tragarse mi polla y noté sus pezones erectos por encima de la camiseta. Acerqué la mano y le tocaba las tetas, notando sus pezones duros. Mi primo comenzó a chupar el que yo no tocaba por encima de la tela. Marta soltó mi polla y se quitó a toda velocidad la camiseta. Mi madre en el otro sillón comenzaba a masturbarse.

Ya sin camiseta, Marta siguió mamándome mientras su hijo la seguía follando, agarré su cabeza con mis dos manos y le follé la boca como si fuera su coño. En ocasiones me pasaba y le metía más polla de la que admitía su garganta, provocándoles arcadas. Su hijo la seguía follando y chupando las tetas y dando un gemido se empezó a correr en el coño de su madre. Mi tía al sentir que su hijo llegaba me dejó de lado y se dedico a follar a su primogénito. Los vi correrse a los dos a la vez y no pude aguantar.

Me fui al otro sillón donde mi madre estaba boca arriba con su coño peludo de par en par, agarré mi polla con una mano y, sin preámbulos, la penetré hasta el fondo. Ella no llegó a correrse, pero yo en pocas embestidas solté chorros de semen en la vagina de ella. Permanecí con mi polla dentro y sin bajarme de mi madre por un rato. Mi polla daba pequeños espasmos dentro de la vagina y acababa de soltar toda la leche que contenían mis huevos.

Sabíamos que ellas estaban operadas para no tener más hijos, por eso nos corrimos dentro de ellas con toda tranquilidad. Marta y su hijo estaban en un sillón abrazados y dándose caricias. Mi polla acabó de menguar y la saqué del coño de mi madre. En la tele seguían follando parejas incestuosas. Mi madre apagó la tele y comenzamos a charlar de lo bien que lo habíamos pasado. La otra pareja de madre e hijo nunca lo habían probado y les había gustado mucho la experiencia.

Mi madre, como anfitriona, propuso que nos ducháramos cada hijo con su madre y después en la cama los cuatro empezáramos por un intercambio de pareja y acabáramos en una orgía. Mi primo ponía cara de asustado, era su primera experiencia sexual y asimilar que fue con su madre fue duro, pero asimilar lo que su tía estaba proponiendo le resultaba más duro aún, pero la madre lo tranquilizó y todos aceptamos la proposición.

Después de una ducha donde madres e hijos se habían acariciado y besado a placer, las dos nos hicieron esperar desnudos en el salón mientras ellas se preparaban en el dormitorio. Raúl y yo hablamos de la experiencia. Él se había sentido en la gloria al sentir como su madre lo follaba. Le conté que mi madre y yo ya llevábamos varios años follando, que siempre que estábamos solos lo hacíamos. Él estaba un poco cortado pues ahora follaría con mi madre y no sabía que hacer. Le dije que no se preocupara, que se dejara llevar y mi madre le enseñaría muchas cosas.

Desde la habitación mi madre nos llamó. Entramos y nos quedamos de piedra. Mi madre estaba de lado con la cabeza apoyada en una mano y la otra sobre su muslo. Tenía puesto un portaligas con unas medias negras y un sujetador del mismo color y de copa baja, con lo que le levantaba sus hermosas y grandes tetas. Marta estaba de rodillas en la cama, con un camisón transparente que dejaba ver unas braguitas y un sujetador de copa baja. Se apreciaba las oscuras aureolas de sus pezones. Ambas estaban maquilladas con mucho gusto... las dos estaban hermosas y listas para ser folladas.

Me acerqué a mi madre y le di un beso en la boca comentándole que Raúl estaba algo nervioso. Ella se levantó y se dirigió a mi primo. Marta, con su pelo suelto y rizado estaba preciosa. Me dirigí a ella y ella me rodeó con sus brazos por la cintura.

-Me gusta esta polla tan hermosa.

-Pues es toda para ti. – le dije acariciando su pelo.

Me tumbó en la cama y se colocó sobre mí poniendo a la altura de mi cara su hermoso coño cubierto por las bragas de encaje. Se podía apreciar bajo la tela su raja y el gurruño que formaban los labios que eran grandes y estaban aprisionados por la tela. Sentí como mi polla era rodeada por el calor de la boca de ella y como chupaba con ganas sobre mi glande. Aparté la tela que cubría su coño con una mano y con la otra intenté separar los labios. Dos dedos de una de sus manos llegaron para ayudarme a separarlos mostrando una vagina rosada por la que empezaban a correr flujos de su interior. Empecé a escuchar a mi primo gemir por las cosas que le hacía mi madre cuando saqué mi lengua y la introduje en el coño de Marta. Sus flujos aumentaron y sentí su sabor en mi boca.

Mi madre había puesto a Raúl sobre la cama y lo había abierto totalmente de piernas para comerle la polla entera y después pasar a lamer sus huevos mientras acariciaba con un dedo su ano. A mí me lo había hecho alguna vez pero nunca me gustó, pero a mi primo aquello lo estaba volviendo loco de placer. Bajó con su lengua le chupó el ano para deleite de los dos. Mi madre se la meneaba a la vez que le pasaba la lengua por el ano.

Marta soltó mi polla al sentir que se corría con las chupadas que le daba en su coño. Sentí que sus flujos salían abundantemente y ella se separó para sentarse sobre mí. Abrió las piernas y se metió mi polla poco a poco hasta llegarle a lo más hondo. Mi primo se quitó a mi madre de encima y echó a su madre hacia delante mientras mi polla entraba y salía de su vagina. Abrió su culo y metió la cara para lamerle el ano como le habían hecho a él. Mi madre aprovechó que Raúl estaba en pompa y metió su cara en el culo para lamerle el ano a él y menearle la polla a la vez.

Madre e hijo gemían por el placer que estaban sintiendo. Mi madre se subió encima de Marta y colocó su culo en pompa para que Raúl le diera a ella placer. Él cambiaba de culo a ratos para darle placer a las dos. Yo casi no podía follar a Marta y me costaba trabajo moverme, chupaba sus hermosas tetas y, de vez en cuando, mi madre se estiraba para besarme en la boca.

Mi primo se colocó detrás de mi madre y buscó con su polla el coño para penetrarla. La metió entera y ella comenzó a gemir con las envestidas. Yo debajo hacía lo que podía. Mi madre se quitó a Raúl de encima y se tumbó a nuestro lado con las piernas abiertas para darle su coño de par en par. Raúl se colocó encima y ella dirigió la polla a su coño. Con una fuerte envestida la penetró y sus movimientos rápidos consiguieron que tuviera un primer orgasmo. Marta parecía que se excitaba al ver a su hijo follar y, con los gemidos de la otra y mi polla dentro de ella, también consiguió correrse.

Raúl la sacó y mi madre se quitó el sujetador para que él pusiera su polla entre las tetas. Él agarró cada teta con una mano, como ella le indicó y comenzó a follarla. Mi madre sacaba la lengua y la acercaba a la punta de la polla para chuparla. Poco a poco fue acelerando los movimientos de su polla hasta que no pudo más y soltó varios chorros de semen que cayeron en la garganta y cara de su tía. Tenía espasmos con cada descarga de leche que tenía y más al sentir la lengua sobre su glande.

Marta, con mi polla aún dentro de su vagina, los observaba. Se inclinó y comenzó a lamer el semen de su hijo. Aproveché la postura que tenía con su culo en pompa para follarla rápido. La penetraba y ella gimoteaba a la vez que saboreaba la polla algo erecta de su hijo. Sentí que me quedaba poco para correrme y se lo dije. Se quitó de encima y comenzó a masturbarme con su boca bien cerca de mi polla, esperando cada chorro de semen que saliera. Al momento se unió mi madre al banquete. No pude más, con un gran gruñido sentí como salieron chorros de leche que las dos aprovecharon, les habían caído por todas partes y ellas se lamían mutuamente para comerse toda.

Una vez acabado, descansamos todos juntos en la cama hasta quedar dormidos. Ya no había hijos ni madres, cada unos se agarraba al cuerpo de la mujer que tenía más cerca, fuera su madre o no. Al día siguiente hubo más, pero eso lo contaré en otra ocasión si es que les ha gustado este relato.