Enseñando a nuestra hija (ficción)

Mi hija descubre a su madre haciendo masajes a su padre y ante la sorpresa decide preguntar.

Tras tres meses de confinamiento en un barracón de estos prefabricados, de los que se instalan en las obras, por fin pude regresar a mi hogar para disfrutar de unas merecidas vacaciones.

Tras mi primera noche al lado de mi esposa, por la mañana, sin prisas para levantarnos, le dije que tenía las pelotas muy "cargadas", a ver si ella podía hacerme un "apaño" para aliviarme. Me dijo que si, pero que antes tenía que tomarse su cafelito, pues de lo contrario no tiene ánimos para nada recién levantada. Así que levantó la persiana del balcón y me dijo que la esperara, que enseguida regresaba.

Yo me espatarré en la cama, gozando del fresquito de la mañana y esperando la cálida mano de mi esposa acariciando mis recargados testículos. Nuestra alcoba da a una terraza, en la que solemos tender la ropa.

Nuestra hija de 18 años, al ver luz por debajo la puerta, supuso que no había nadie en la habitación y sin llamar, entró decididamente, encontrándose con su desparramado papá tendido en la cama, tal cual su madre le trajo al mundo: ¡¡¡desnudo y con todo al aire!!!

Mi hija, lejos de asustarse (yo estaba dormitando), pasó sigilosamente por el lado de la cama hacia la terraza, y sin apartar la mirada de "aquello", cogió las prendas que tenía secándose en la terraza y volvió hacia su cuarto, no sin quitarle la vista a mis atributos, que ante la inesperada visita de mi hija comenzaron a "animarse", aumentando de volumen y comenzando a palpitar animosamente.

Pero mi hija, temerosa de ser descubierta, cerró la habitación y regresó a su dormitorio. Al poco regresó mi esposa, tal como había prometido, y tras derramar una generosa ración de aceites esenciales en mi pene, comenzó un profesional masaje de testículos y pene, el cual se descapulló por sí solo ante la tremenda erección y comenzó a manar abundante líquido preseminal, lo cual facilitó la labor de mi esposa, que se afanaba en recorrer toda la extensión del tronco de mi pene, entreteniéndose afanosamente con el glande y su reborde, lo cual me estaba transportando al séptimo cielo.

Pero mi hija, a quien la curiosidad tenía embelesada, decidió que tenía que ir a por más ropa tendida (que había "olvidado" expresamente) y con la misma naturalidad que antes, entró en la alcoba, sin aviso alguno, encontrándose a su madre agarrando mi soberbia tranca entre sus manos, ante lo cual no pudo menos que lanzar una exclamación de asombro.

-Mamá!!! ¿Le ocurre algo a papá?

-No, hija mía; pero tu padre ha estado tres meses fuera y necesitaba un masaje para aliviarse de sus tensiones.

-¿Y porqué tiene el pene tan tieso? Mi hermanito lo tiene muy pequeñito.

-Verás hija: el pene de los hombres se pone así de duro para que pueda entrar fácilmente en el agujero de nuestra vagina.

-¿En el agujero de dónde? ¡¡¡Eso es imposible!!!

-Mira hija: ya vas siendo mayorcita y has de aprender esas cosas. Olvídate de la ropa y ayuda a tu mamá, que te enseñará como se hace.

-¿Y yo como puedo ayudarte?

-Mira hija, agarra el pene de tu papá con tus manitas, tal como lo estoy haciendo yo, y sostenlo tieso hacia arriba.

En este momento mi esposa se desnudó completamente y poniéndose de cluquillas sobre mi falo, se abrió los labios de su vagina, indicándole a nuestra hija que guiara el pene hacia la vagina de su madre.

Nuestra hija se afanó en apuntar bien hacia el agujerito, momento en el que soltó un "¡¡¡Ahora mamá!!!", y mi esposa descendió pausadamente sobre mi pene, el cual entre el aceite y el abundante líquido preseminal, no tuvo ninguna resistencia para avanzar hacia el interior de la cueva de mi esposa.

Mi hija no salía de su asombro al ver aquel pedazo de carne engullido por la vagina de su madre, quien al sentir semejante pollón dentro de sí no pudo resistirse a cabalgar durante unos instantes semejante falo, gozando de un impresionante orgasmo, que hizo que sus piernas no pudieran sostenerla y se derrumbó en la cama, a mi lado.

Entonces nuestra hija, toda preocupada, preguntó:

-¿Qué te ocurre maná, estás bien?

-Si hija, pero es que sentir un pene dentro de la vagina es algo tan indescriptible que no puedo contarte con palabras lo que se siente.

-¿Y yo no puedo probarlo, mamá?

-Pues claro hija: ya eres mayorcita y debes aprenderlo todo sobre los niños; anda, quítate la ropita y ponte como hice yo.

Entonces mi hija se apresuró a desvestirse y tras ponerse en posición, tal como había visto hacer a su madre, le pidió que la avisara cuando estuviera el pene frente a su vagina.

Para facilitar la tarea, mi esposa masajeó el abultado clítoris de nuestra hija con el glande de mi pene, lo cual hizo brotar abundante cantidad de flujo por la vagina de nuestra hija, para facilitar el desvirgamiento de la niña, que no paraba de suplicar una y otra vez "¡¡¡Ya mamá, yaaaaa!!!".

Cuando estuvo toda la zona bien lubricada, le dijo:

-Ya puedes ir bajando lentamente, hija.

-¿Así mamá, hasta cuando?

-Tu sigue bajando despacito, hasta que sientas que ya no puedes más.

Entonces mi pene se topó con el himen de mi hija, momento en el que ésta dijo:

-Mamá, yo quiero que me entre toda, como hiciste tu.

-Entonces aprieta un poquito más y acomódate todo el pene de papi en tu interior, dijo mi esposa con toda dulzura.

Tras esas palabras, nuestra hija se armó de valor y soltando sus muslos se dejó caer sobre mi rígido pene, hasta quedar literalmente sentada sobre mis hinchados testículos. Entonces dijo:

-Mami, ¡¡¡qué maravilla!!! ¿Y porqué no me contaste eso antes? ¡¡¡Yo quiero seguir jugando con papá!!!

Entonces yo le dije: hija, papi no se va a mover y tu juega todo lo que quieras con mi pene, que te aseguro no se va a escapar!!!

Entonces mi hija, siguiendo los pasos de su madre y ayudada por su instinto, que le pedía más y más placer, comenzó a cabalgar desesperadamente mi pene, gozando más y más a cada penetración, rogando al cielo que aquello no terminase nunca; pero tras unos inexplicables minutos de gozo, su cuerpo se quedó rígido y tembloroso, sin fuerzas para sostenerse y se derrumbó a mi lado, igual que hizo su madre minutos antes.

-Increíble mamá: ¡¡¡Qué gozada!!! ¿Y yo podré volver a jugar con papá?

-Claro hija, todas las veces que tu quieras, pero siempre que esté yo presente para supervisarte.

-¿Y porqué tiene papá estas pelotas tan hinchadas?

-Verás hijita: con tanto cabalgar a tu mami y a ti, papá ha ido generando una rica lechecita, que ahora deberemos sacársela, para que no sufra. Así que fíjate como lo hace mamá y tu luego sigues.

Mi esposa prosiguió donde se había quedado, tras la irrupción de nuestra hija en la alcoba y cuando vió que mi eyaculación estaba próxima, le dijo a nuestea hija:

-Ahora sigue tu, como hizo mamá, y no pares por nada del mundo, pase lo que pase!!!

Nuestra hija siguió obediente las instrucciones de su madre y con dulce parsimonia acariciaba el glande de mi pene con una mano y el tronco con la otra, mientras mi esposa, al haberse liberado del pene, se dedicaba a acariciar fuertemente mis testículos, momento en el que ya no pude aguantar más y descargué toda mi leche acumulada hacia el cielo, ante la atónita mirada de nuestra hija, quien siguiendo las instrucciones de su madre, no dejaba de darle y darle caña a mi tieso pene, consciente del placer que le estaba proporcionando a su papaíto.

Transcurridos varios segundos, mi esposa le dijo que ya podía parar y que debíamos "limpiar" toda la lechecita de papá, tras lo cual se pusieron las dos a lamerme mi pene y bajo vientre, hasta no dejar ni rastro de mi descomunal corrida.

-¡¡¡Qué rico, mami!!! ¿Y yo podré beber más lechecita de papi?

-Claro que si, hija: papá estará unos días de vacaciones y cada vez que tengas que tender o descolgar ropa, me avisas y vendremos las dos a darle un masajito a papá, para que puedas cabalgar de nuevo su tranca y beberte tu solita toda su leche, ¿vale?

Nuestra hija asintió con la cabeza, y satisfecha cual niña con una piruleta a la puerta del colegio, salió a la terraza a recoger su ropa, con la que se vistió inmediatamente ante nosotros, dándonos un fuerte abrazo y un gran beso: ¡¡¡GRACIAS PAPIS POR SER TAN BUENOS CONMIGO!!!