Enseñando a Michael (Parte 3)

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Han pasado dos semanas desde la fiesta y no consigo quitarme a Michael de la cabeza. He perdido la cuenta de las veces que me he corrido pensando en él. Intenté quedar con aquel chico de clase en plan cita pero no funcionó. Acabamos como amigos y punto.

Michael no parece acordarse muy bien de lo que pasó aquella noche y se lo expliqué. Cuando me contó que se había despertado en ropa interior le dije que el mismo se había desnudado y que no se acordaría. Lo dejó pasar rápidamente.

Nuestra tensión sexual iba en aumento. Hoy estábamos haciendo estiramientos antes de salir a correr y Michael me estaba ayudando con uno que consistía en abrir las piernas estando de pie y estirando tu cuerpo de cintura para arriba hacia un lado. Se colocó detrás de mí, situó sus manos en mi costado y mi brazo izquierdo respectivamente y me rozó en el culo con su paquete, que juraría que se había endurecido un poco. Ninguno dijo nada y corrimos ese día como cualquier otro, pero al volver a casa y quitarme las bragas vi que estaban un tanto húmedas, y no era sudor.

El único momento en el que no pensaba en él era durante mis clases. El resto del tiempo era un no parar de fantasías eróticas.

Los días y semanas pasan y el frío empieza a aumentar. Mis padres decidieron irse de nuevo a Virginia dejándonos a mi hermana y a mí solas. Gracias a Dios habíamos hecho un buen trabajo limpiando la anterior vez y no quedaron casi rastros.

En esta ocasión mi hermana aprende de sus errores y decide hacer otro tipo de fiesta, esta vez con menos gente y más relajada, con música bajita y más de hablar y beber que de frotarse y bailar.

Mientras Vero lo prepara todo se me ocurre preguntarla algo:

-       Oye Vero, este chico Michael, ¿es de los populares o qué?

-       Bueno, dado a que está buenísimo y es bueno en los deportes pues tiene muchos amigos. Pero no suele salir mucho. Al parecer, sus padres son un poco conservadores. La otra vez en la fiesta fue la primera vez que se emborrachó.

-       ¿Y no acabó con ninguna chica?

-       No. No está mucho con chicas. Tuvo una novia en su momento pero lo dejaron. Es un chico muy tímido en realidad.

Asentí pensativa.

-       ¿Qué pasa, que ya le has echado al lazo a otro hombre? ¿No es un poco joven para ti?

Le saco la lengua y ella se ríe. Ay, si tu supieras hermanita.

-       Por cierto, tu novio Michael viene esta noche.

Los chavales empiezan a llegar y esta vez si que son pocos, no más de catorce, entre ellos Michael.

Ha venido llevando una camisa entreabierta por arriba, por donde se puede adivinar su musculatura y unos pantalones chinos que le sientan como un guante. Está guapísimo. Me saluda desde lejos. Una chica, creo que es Ashley, la amiga de Vero, empieza a hablar con él muy coqueta jugueteando con su pelo.

“Te falta ponerte en cártel de “Quiero sentarme en tu cara y que me lo comas todo”, so guarra”, pienso. Me sorprendo a mí misma de este ataque de celos.

La noche pasa y dado a que hay menos gente esta vez decido quedarme en uno de los taburetes de la barra de la cocina mientras ellos están en el salón.

-       ¿Y si jugamos a la botella?- suelta uno.

-       ¿No podemos jugar a otra cosa?- pregunta Michael.

-       Anda, no seas maricón. Parece que eres alérgico a las mujeres, tío.

“Sí que es tímido”, pienso. Esta vez decido asomarme un poco y cotillear.

Un chaval, el noviete de Vero, gira una botella de cerveza que acaba apuntándole a él. Cuando la gira de nuevo, la botella apunta a Vero. Todo el mundo se ríe y empieza a hacer bromitas. Los dos se pegan un señor morreo. Vaya, vaya.

Después de girarla un par de veces y de unos cuantos besitos en las mejillas ya que nadie se atreve a besarse, es el turno de Ashley y Michael. Ella se lanza y los dos se dan un breve beso en los labios. La gente empieza a corear y el rubor de Michael es más que evidente.

Al final se acaban aburriendo y deciden empezar a beber en serio. Michael dice que se tiene que ir y yo me ofrezco a acompañarle. Nadie se extraña con esto, ni siquiera Ashley que está ocupada con una botella de Vodka.

Comenzamos a caminar por el frío y nada más llegar a su verja, se gira y me mira fijamente.

-       Eso ha sido terrible y embarazoso.

-       Tranquilo, sólo ha sido un besito.- digo riéndome.

-       Ya, pero lo mío con las chicas es… complicado. Sólo he tenido una novia a la que quise mucho y las cosas acabaron mal. Desde entonces soy muy tímido y especialito entre mujeres. Además de mis padres siendo como son… Sobre todo, Ashley no me gusta. Es una niñata engreída y malcriada que se cree que puede conseguir lo que quiera. Yo busco algo diferente, busco una chica inteligente y madura, alguien con quien tenga cosas en común, alguien como…

A medida que iba diciendo esto, se empezaba a acercar a mí con decisión y hasta enfado. Estábamos a escasos centímetros de distancia. El vaho de nuestros alientos se entremezclaba. Nos quedamos en silencio cerca de un minuto.

No sé quién empezó, pero antes de que me diera cuenta tenía sus manos en mi cintura y yo le estaba rodeando el cuello con los brazos, y nuestros labios estaban tocándose.

Pronto empezó a ser más de eso y se convirtió en un morreo apasionado. Sus manos bajaron a mi culo y lo manoseó, las mías se entrelazaron en su pelo.

Tras medio minuto de morreo nos separamos y el dice con voz entrecortada:

-       ¿Quieres pasar?

Suelto una carcajada y dejándome llevar por el deseo tiro de él hasta la puerta. Le quito la llave de las manos y abrí la puerta con dedos temblorosos, ya sea por el frío o por lo cachonda que estoy.

Llegamos a su cuarto y volvemos a besarnos. Esta vez soy yo la que manosea al quitarnos los abrigos y prácticamente le arranco la camisa.

-       Quítate todo menos la ropa interior.- le ordeno al separarme de él.

Rápida y torpemente se quita todo y se queda en calzoncillos. Lleva los mismos bóxers pequeños y ajustados de color gris que tan bien le quedan y que llevaba la noche que le hice la foto, aquellos con los que tantas veces me había corrido. Me paso la lengua por el labio superior y me acerco lentamente. Poso mis manos en sus perfectos pectorales. Michael da un respingo.

-       Están frías.- me dice.

-       Pues voy a tener que calentarlas.

Empiezo a lamer su cuello y el me acaricia el culo. Le doy una torta cariñosa en la mano.

-       Déjate hacer.- susurro en su oído, después le doy un mordisquito a la oreja. Mientras le acaricio los perfectos abdominales con una mano, le sobo el paquete con la otra.

El no para de gemir y de verdad se nota que está haciendo un esfuerzo por no tocarme. Me gusta resultarle irresistible.

Continúo mi travesía a través de su cuerpo lamiendo y sobando cuanto puedo. Cuando muerdo y lamo en el pezón siento como un escalofrío le recorre el cuerpo.

Acabo de rodillas en frente de su paquete, que está a punto de estallar desde que empecé a tocarle.

Dedico tiempo a succionar su polla por encima de la tela y masajear sus prietas nalgas.

-       ¿Alguna vez te la han chupado?- digo mirando hacia arriba.

-       No, nunca.- se le nota en la mirada y en los jadeos que da que está cachondo perdido.

Sonrío. Es tan inexperto.

Meto los dedos por la goma del calzoncillo y lo bajo hasta sus pies.

Una pedazo de polla de por lo menos diecinueve centímetros, gruesa y circuncidada me golpea en la cara totalmente dura. Dios santo, me lo voy a pasar bien.

Debajo hay dos preciosos y grandes huevos nada colgantes en un escroto rasurado. Parece de un actor porno.

Agarro la polla con mi mano derecha y la masturbo suavemente mientras me colocó sus dos huevos en la boca y succiono. Michael está que no cabe de gozo.

Después de pegarles suficientes lametones a sus cojones, recorro el pene en su total longitud con la lengua, y termino poniéndome en capullo en la boca.

Poco a poco, comienzo a meterme su enorme polla en la boca y pronto la tengo introducida en su totalidad, hasta que me da alguna arcada. Le miro a los ojos desde esa posición y el está entre excitado y perplejo.

Empiezo a bombear despacito, sin terminar de sacarme la polla por completo de la boca. Pasó la lengua repetidamente por su circuncidado capullo. Él mismo está empujando con sus caderas y termina poniendo su mano en mi cabeza. Aumento el ritmo y él empieza a empujar de verdad, follándome la boca propiamente.

-       Dios, Sara, me voy a correr.- gime

Le miro a los ojos y no hago gesto de disminuir la velocidad.

Él termina dejándose ir en una corrida increíble, cubriendo mi boca con salada y deliciosa lefa.

Limpio los restos de semen de mis labios y me incorporo.

-       ¿Qué te ha parecido?

-       Joder, ha sido… Joder, Sara.- está sin palabras y recuperándose del orgasmo.

-       Esto es sólo el principio.

Me doy cuenta de que yo sigo vestida. Me quito todo menos el sujetador y el tanga. Quiero darle un poco de espectáculo.

Me acercó un poco a él, que ya se ha quitado los calzoncillos y está completamente desnudo, con el rabo un poco morcillón.

Me quito lentamente el sujetador y lo dejo caer. Me doy la vuelta, y agachándome muy exageradamente me quito el tanga para que pueda ver mi culo perfectamente. Gracias al cielo estoy totalmente depilada.

Me giro y puedo observar el deseo en sus ojos, además de que ya tiene la polla dura y hacia al techo, solo con mirarme.

Le empujo suavemente y cae en la cama. Me siento a horcajadas sobre él y me agacho a besarle. Empiezo a ascender por su cuerpo y sin decirle nada, me siento lentamente en su cara.

Suelta un gruñido de sorpresa, pero al comprender lo que pasa empieza a lamer mi coño con ganas. Se me escapan suspiros de placer e incluso pego un gritito cuando me lame el clítoris. Quizás no es tan inexperto como yo pensaba.

Su lengua recorre sin piedad todos los rincones de mi sexo y cuando atrapa mi clítoris entre sus dientes suavemente, me corro escandalosamente en su cara, dejándola llena de flujos.

-       Joder, ¿le hiciste eso a tu novia?

-       Qué va, es la primera vez que lo hago. ¿Lo he hecho bien?

-       Ha sido genial. ¿Nadie te ha enseñado a hacer eso?

-       Bueno, he visto mucho porno.- al decir esto se sonroja. Está irresistible con esa cara de niño bueno.

Me agacho y le beso, saboreando mis propios flujos en sus labios. Empiezo a masturbarle suavemente y me coloco justo encima de su polla, la cual restriego por mis labios vaginales. Estoy a punto de sentarme en su rabo cuando me doy cuenta.

-       Mierda, ¿tienes condones?- pregunto esperanzada.

-       Sí, en la cartera en el bolsillo derecho del pantalón.

-       ¿Ya sabías que ibas a pillar cacho o qué?- pregunto, divertida.

Él se encoge de hombros, sonríe y se sonroja un poco. Me río y cojo uno de los condones rápidamente y se me ocurre una idea.

Me arrodillo entre sus piernas, abro el envoltorio plateado del condón, coloco la gomita en mi boca y empiezo a cubrir lentamente su pene con el preservativo. El ríe, sorprendido.

-       Te voy a dar un rodeo de verdad, vaquero.

Me siento a horcajadas y comienzo a introducirme su polla poco a poco. El cierra los ojos y mira hacia arriba suspirando.

Cuando ya está entera dentro, me apoyo en sus pectorales y comienzo a botar suavemente. Él coloca sus manos en mis nalgas y comienza a aumentar el ritmo. Los dos estamos excitados y llevábamos mucho tiempo esperando a esto, con lo cual no hay gentilezas que valgan. Comienzo a ir tan rápido que más que cabalgándole estoy botando sobre su polla. Me tomo unos segundos para mirar hacia abajo y me encuentro con unas vistas increíbles. Tiene los ojos cerrados y suspira fuertemente con cada penetración. Sus músculos están más marcados que nunca y cubiertos de sudor, y está gimiendo palabras ininteligibles. Esto es una fantasía erótica hecha realidad y lo demás son tonterías.

Después de un rato así, el decide incorporarse un poco hasta sentarse y me rodea con los brazos, enterrando su cara entre mis tetas. Yo le araño la espalda y le muerdo el cuello. Me mira y nos empezamos a morrear. Ver su cara de placer mientras suelta un gemido casi felino es demasiado y acabo corriéndome. El no ha terminado y, agarrándome de las caderas, empieza a bombear salvajemente hasta que me corro de nuevo, ahora a la vez que él. Rendido y sudoroso se tumba. Yo apoyo mi cabeza en su pecho y mientras me acaricia el pelo, termino cayendo en un profundo sueño.