Enseñando a Michael (Parte 2)
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Han pasado tres semanas desde que he empezado las clases y la verdad es que lo estoy disfrutando muchísimo. Mis compañeros son geniales y ya he entablado amistad con alguno, y por primera vez en mucho tiempo siento verdadera pasión por lo que hago.
Creo que le gusto a uno de los de mi clase y la verdad es que es muy mono. Pero me da miedo que quiera algo más que “pasarlo bien”. Estoy empezando a replantearme aceptar su invitación de tomar café porque ya son casi dos meses sin sexo y mis sesiones de vibrador no son suficientes. Tampoco ayuda el encontrarme algunos días con Michael para correr y os juro que me parece más sexy cada vez que le veo.
Finalmente llega el fin de semana y decido tomármelo con calma. Llego a casa de la ciudad y me encuentro a mi hermana con un grupo de amigas sacando botellas y más botellas de alcohol de muchas bolsas de la compra.
- ¿Qué coño estás haciendo?- pregunto en español al entrar para que no me entiendan sus amigas.
- Vamos a hacer una fiesta aprovechando que Mamá y Papá se han ido a Virginia este finde. ¿Te vas a chivar?- pregunta con preocupación también en español. Sus amigas nos miran sin entender
- ¿Estás de coña? Les daría un infarto. No deberías hacer esto, sólo tienes diecisiete y te puedes meter en un buen lío.
- Relaja, que aquí hacen estas cosas continuamente. No va a pasar nada.
- Bueno vale, pero yo me desentiendo. Si rompes algo es tu problema.
- Una cosa, la madre de Ashley sólo la ha dejado venir porque la hemos dicho que íbamos a estar con un adulto. Cree que vamos a tener una fiesta de pijamas o algo así.
- ¿Quieres que me quede aquí viendo como os emborracháis?
- No hace falta. Sólo con que salgas con ella cuando su madre venga a recogerla mañana y le hagas la pelota es suficiente.
- Joder. Vale. Me voy a mi cuarto.
Mi hermana es una artista en liármela parda. Se ve que a Doña Perfecta le va la fiesta.
Nada más entrar me pongo los cascos y me tumbo en la cama. No más de media hora después oigo ruidos debajo de gente y la música empieza a sonar. “Como no bajen el volumen algún vecino se va a quejar y ahí si que la hemos jodido”.
Bajo al piso de abajo para avisarles y nada más entrar en el salón me parece que me he transportado a la película American Pie. Lleno de gente con vasos de plástico rojos, hablando, riendo, gritando y bailando. Joder, van a dejarlo todo hecho un asco.
Me acerco al sistema de sonido y lo bajo un poco. Me doy cuenta que todavía llevo unos shorts y una camiseta que me había puesto para dormir. Lo ignoro y busco entre la gente a mi hermana. Joder, ya hay muchos borrachos.
La encuentro hablando con un chaval altote y rubio que podría formar parte del equipo de fútbol americano. Está muy pegadito a mi hermana, que ríe y bebe largos tragos de su vaso.
Le doy al maromo ese en el hombro indicando que se aparte y le chillo a mi hermana:
- Esto es demasiada gente, Vero. ¿Quién va a limpiarlo todo?
- Yo que sé, ya veremos.- responde claramente molesta.- Vístete y bájate con nosotros.
- Paso, demasiados niñatos. Mañana te voy a levantar para que lo limpies todo, me da igual la resaca que tengas.
Me giro para subir a mi cuarto y me doy de bruces con Michael.
Lleva puesta una camiseta blanca ajustada debajo de una chupa de cuero y unos vaqueros. Sexy de cojones.
- ¡Michael! ¿Cómo tú por aquí?- de repente me avergüenzo un poco de mi vestimenta.
- Me invitó tu hermana.- su mirada inevitablemente baja por todo mi cuerpo y la vuelve a fijar en mi cara. Se ruboriza un poco. Joder, que mono se pone cuando se sonroja.
- Pásalo bien y no hagas tonterías.- le acaricio la barbilla suavemente. Tiene la piel un poco rasposa por una incipiente barba. El color vuelve a sus mejillas.
Me arrepiento automáticamente y sonriéndole, me alejo a mi cuarto a descansar, o más bien a intentar quitarme de la cabeza lo que acaba de pasar. Este chiquillo me tiene loca.
Unas horas después, alrededor de las dos, oigo como alguien sube las escaleras. Cabreada porque algún borracho me ha despertado salgo al pasillo y me encuentro con Michael un tanto borracho.
- ¿Cuánto has bebido, Michael?- pregunto con los brazos cruzados.
Sonríe al verme y responde:
- Un poquito sólo. Estás muy guapa así vestida.
Sólo llevo unas bragas y otra camiseta de tirantes.
- Espérate aquí que me cambio y te llevo a casa. Así como estás eres capaz de caerte en el Hudson.
Me visto con un vaquero, un jersey y unas deportivas y vuelvo al pasillo donde Michael espera tambaleante.
- Vamos.- digo mientras le agarro del brazo. No lleva la chaqueta puesta y se pueden apreciar sus músculos fuertemente.
“Sara, para. Está borracho y tiene 16 años.”
Encuentro su chaqueta en el sillón echa un bulto y me la echo al hombro. Le vuelvo a agarrar y le llevo hasta su casa.
- ¿Están tus padres en casa?
- No, se han ido a San Diego por una reunión familiar.
- Bien, porque no te pueden ver así o te matan.
En las últimas semanas mi familia y la de los Peebles se han estado viendo mucho y nuestros padres se llevan genial, y conociendo a los suyos les daría un infarto si vieran a su hijo así. Están orgullosos de él.
Entramos por la parte de atrás y el me conduce a duras penas hasta su habitación, que está llena de posters de béisbol, nadadores e incluso de algunas películas. Así que le gusta el cine. ¿eh?
Nada más llegar le empujo a la cama y se desploma. No le puedo dejar así, con lo cual decido quitarle los pantalones y la camiseta, dejándole sólo con unos bóxers grises muy pequeños y ajustados de Abercrombie & Fitch. Es la primera vez que le veo sin camiseta de cerca, y joder. Tiene unos pectorales prominentes y marcados, una tableta perfecta y unas piernas de muslos anchos y musculosos. Noto como el coño me empieza a babear y algunas locuras se me pasan por la cabeza. “Para antes de que hagas algo de lo que te arrepientas”, me digo. Pero está tan irresistible espatarrado boca arriba y de piernas abiertas en la cama que decido hacerle una foto con el móvil recortando la cara. Así parece que es uno de esos modelos de Calvin Klein.
- Michael, nos vemos mañana.
Vuelvo a casa y me voy a dormir, no sin antes correrme escandalosamente con el vibrador mirando la foto de Michael, imaginándome que le cabalgo salvajemente.