Enseñando a mi sobrina, disfrutando de mi cuñada.
Mi cuñada y mi sobrina me piden un favor, y la cosa se complica, o no. Espero que lo disfruten.
Buenos días, son las 04:40 de la madrugada del 19 de Julio. Llevo un par de noches en las que apenas duermo, cierro los ojos y todo se vuelve real, me despierto sudando, intranquilo, excitado…
No puedo comentarlo con nadie, bueno con casi nadie… Y necesito soltarlo, liberarme de este yugo, verlo en perspectiva, y lo único que me queda es compartirlo, de manera anónima, con nocturnidad y cobardía, mientras en casa reina el silencio de la noche y todo el mundo duerme.
Empezaré presentándome, me llamo Emilio, tengo 37 años y trabajo de profesor de primaria en un colegio privado. Además, soy el TIC de mi etapa. Ahora que está tan de moda ponerle nombre a todo, me podría definir como fofisano , me entusiasma el deporte, lo practico mucho, pero de igual manera me encanta comer y tomarme alguna cerveza, con lo que estando en buena forma física, no tengo un físico acorde a todo el ejercicio que hago, tampoco me importa. Debo medir sobre el 1’78 y os mentiría si os dijera que mi polla es enorme, creo que es una polla normal. En definitiva, soy un tipo normal, con una vida normal.
Estoy casado con el amor de mi vida, Sofía, llevamos juntos casi media vida. Ella tiene 35 años, ojazos verdes, pelo anaranjado, buenas curvas y un par de tetas que quitan el hipo. Forma de pera grandes, pezones grandes. Están bastante firmes, sobre todo después de 2 hijos. Es más pequeña que yo, sobre el 1’65.
La familita la completan nuestros 2 retoños de 8 y 4 años. Son la alegría de la casa, y afortunadamente , han salido a la madre… Y como con 2 ya teníamos suficiente, ya que vinieron a las primeras de cambio, tras el nacimiento del 2º, decidimos que lo mejor sería hacerme la vasectomía, evitar futuros problemas y poder follar sin preocupaciones.
Mi mujer tiene un hermano 15 años mayor que ella, evidentemente mi mujer fue un despiste por parte de mis suegros. Claro, con esta diferencia de edad, casi son 2 hijos únicos.
Mi cuñado, Borja, está casado con Gemma, léase con acento catalán, aunque en realidad es Gema, siempre le gustó ser más cool , y viviendo en Madrid, Gemma le da ese toque que ella considera especial. Llevan casados 20 años y tienen 2 hijas, Sara y Tamara.
Borja tiene los ojos de mi mujer, y de mi suegra, es más alto que yo, no mucho más, sobre el 1’82. Moreno, barba cerrada y bien cuidado.
Gemma, de la misma edad que Borja es también bastante alta, más que yo incluso, debe medir el 1’80. Ojos marrones, pelo rizado moreno y cuerpo de pera, es decir, caderas y culo ancho (sin ser exagerados) y tetas pequeñas.
Las niñas son clones de su madre, menos talla, aunque aún les queda por crecer. Sara, de 19 años y sobre el 1’74 y Tamara de 17 y sobre el 1’72. Mismos ojos, mismo pelo y mismo cuerpo de pera que Gemma. Lo único que tienen diferente a su madre es el carácter. Gemma, sin ser el alma de la fiesta, es una mujer con la que se puede mantener una conversación, aunque ella siempre tenga la razón… agradable, correcta y simpática. Por el contrario, sus 2 hijas son muy introvertidas. Apenas tienen amig@s, solo tratan entre ellas o con sus padres. Son raritas , algo antisociales.
Uf! Me he extendido más de la cuenta, pero quería poneros un poco en precedentes para que os podáis situar. No me quiero enrollar más y os voy a contar el motivo de mis desvelos.
Como os comentaba soy el TIC de mi etapa en el colegio, lo que para la familia significa que soy el experto informático y tecnológico . Es decir, cada problema con cada aparato que tenga cables, me lo como yo. Con este panorama, es normal que me llamen para que les configure el móvil, el ordenador, la rumba o que les arregle la lavadora.
El pasado lunes, recibo un WhatsApp de Gemma en el que me pregunta si puedo revisar el portátil de Sara, que un lleva tiempo haciendo cosas raras , y ahora que ya ha terminado la universidad, lo quiere dejar preparado para el próximo curso. Le contesto que sin problemas, mientras pienso porque coño no me escribe Sara… Total, quedamos para el miércoles, porque entre recoger a los niños del campamento de verano y cuadrar horarios era el único día.
Llegado el miércoles, tras terminar de trabajar… ¡Si! Trabajo en un colegio y en julio seguimos preparando la planificación del próximo curso… para que digan que los profesores vivimos bien. Perdón que me salgo del tema. Como decía, tras salir del trabajo, recoger a los niños, dejarlos en casa con Sofía, me voy a casa de mis cuñados.
Llamo al telefonillo y contesta Gemma.
- Si?
- Soy yo, Emilio, abre .
- Te abro, sube . Contesta Gemma, mientras oigo algo de ruido de fondo.
Sin más subo a casa donde Gemma me espera en la puerta, le doy los 2 besos de rigor y pregunto por las niñas, siendo consciente de que Borja llegaba por la noche.
- Sara está por ahí dentro, en la ducha, y Tamara acaba de marcharse a la academia, al intensivo de inglés. Venga pasa. ¿Quieres algo de beber? , me dice mientras se mente al interior de la casa.
- Un vaso de agua, que vengo asfixiado, hace un calor fuera… le contesto mientras entro en casa y mi mirada sigue el culo de Gemma al interior de la cocina.
Mientras hablamos un poco en la cocina sobre banalidades, aparece Sara, con su largo pelo moreno mojado, una camiseta blanca y unos pantalones cortitos grises.
- Hola tío, no te había oído , me saluda para posteriormente darme 2 besos y quedarse mirando a su madre.
- Sara ves a por el portátil, que vamos al salón . Le indica Gemma.
Nos dirigimos al salón, yo me siento en el sofá, con el portátil en las piernas, mientras madre e hija se sientan en el otro sofá. Reviso el ordenador, el cual está en bastantes buenas condiciones, miro navegadores para comprobar que no hay nada raro, antivirus actualizado, sin actualizaciones del sistema… ¡joder! Digo para mí, con todas las cosas que tengo por hacer y a ver que pijada dicen que le pasa.
Tras unos minutos en los que no sabía que le podría pasar, puesto que no veía ningún problema, le devuelvo el ordenador a Sara, y le indico que me muestre el problema.
- Espera Emilio , me dice Gemma mientras Sara coge el ordenador. En realidad, al ordenador no le pasa nada, pero necesitaba una excusa para que vinieras, ya que tengo, tenemos que pedirte un favor.
- Pero no necesitáis una excusa para pedirme un favor , dije más por educación que por otra cosa.
- Bueno es algo complicado , prosiguió Gemma , y no sabíamos cómo plantearlo. Antes de nada, debes prometer que no se lo vas a contar a nadie.
- Sí, claro, sin problema . Ya tenía curiosidad.
- A NADIE, tampoco a Sofía , espetó Gemma.
- Si, tranquila. Le dije , aunque no era verdad.
En todo el rato, Sara estuvo callada, sin participar en la conversación, y ahora que Gemma iba a revelar el favor, se la veía nerviosa, agitada.
- Mira , comenzó explicando Gemma. Sara está conociendo a un chico, Pablo, de su clase de la universidad. Han quedado un par de veces. A pasear, a ir al cine. A Sara, Pablo le gusta mucho, pero ella… Y mirando hacia donde se encontraba Sara, roja a más no poder , pero ella nunca ha estado con un chico.
Fui a comentar algo, pero Gemma no me dejo y siguió hablando.
- Lleva un par de días posponiendo otra quedada porque la da vergüenza… no saber que hacer… uf! Que difícil, digamos que yo la he intentado enseñar cosas… pero hay cosas que yo no la puedo enseñar, y este tema a Borja ni de coña .
- Gemma, no entiendo, ¿qué favor me queréis pedir?, con 19 años ya sabrá algunas cosas , dije mirando a Sara, la cual me apartó rápidamente la mirada. Y lo que no sepa, se aprende poco a poco, como nos ha pasado a todos.
- Ese el problema, a Sara le gusta mucho Pablo y le da miedo que por no tener ninguna experiencia, no la vuelva a llamar .
- Sara , le dije girándome a ella, que es lo que quieres saber . Le pregunté.
- Saber, saber, la teoría la conoce , volvió a contestar Gemma, que no permitía que Sara se expresara. El problema es la práctica. ¡Joder! Estos días… ella y yo… bueno he intentado enseñarla a besar, creo que lo ha aprendido bien, pero hay cosas que yo no se las puedo enseñar, más allá de explicar o mostrar en video.
Yo ya empezaba a alucinar un poco con la conversación, mi cuñada, el ser superior, pidiendo ayuda y reconociendo que le había comido la boca a su hija. Y mi sobrina, más parada que un palo, sin decir nada y muerta de vergüenza. Tuve que preguntar lo inevitable.
- Entonces, ¿Cuál es el favor?
Gemma dudo, miró hacia Sara, y en el momento que iba a hablar, y por primera vez desde que empezó esto, Sara se pronunció.
- ¡Que me enseñes a satisfacer a un hombre! Si jamás he besado a un chico… no se ni por donde empezar con una polla.
Joder con mi sobrina, que duro ha tenido que ser para ella decir cada una de las palabras que ha dicho. Evidentemente yo estaba flipando, y ahora entendía todo el secretismo. Las dos me miraban expectantes, algo debía decir.
- Es muy heavy esto que me decís, no sé si yo soy la persona más adecuada para esto , aunque en el fondo me estaba empezando a excitar.
- Eres la UNICA persona a la que se lo podemos pedir , suplico Gemma.
Miré a Gemma, miré a Sara, valoré lo que pedían, que tampoco lo habían definido, y pensé que como poco, una paja me llevaba de allí.
- Está bien, y evidentemente esto no sale de aquí, que tampoco me interesa que Sofía se entere. ¿Cómo lo hacemos? ¿Dónde lo hacemos?... comenté nervioso.
- Vamos a mi habitación, que es la más grande , dijo Gemma, no menos nerviosa.
Nos levantamos los 3, y las dejé ir delante, para poder contemplar sus cuerpos, ahora me parecían hasta atractivos. A Gemma se le marcaban las bragas en los laterales del culo y debajo del fino pantalón verde, y a Sara no la veía marcas de bragas y el culo se movía con más libertad, con lo que imaginé que iría con tanga.
Al llegar a la habitación, Gemma bajó las persianas, puso el ventilador del techo, porque con todo cerrado pasaríamos mucho calor y se sentó en una silla en la esquina de la habitación.
- Yo me quedo a “vigilar”, dijo al ver mi cara de extrañado al verla sentarse.
- Me parece lógico, pero antes de sentarte, ven y muéstrame lo que le has enseñado a Sara. Quería recrearme, no en el hecho de ver a mi cuñada besando a su hija, que también, sino en verla en una posición de inferioridad, haciendo lo que la decimos sin que pudiera negarse.
Ambas se sentaron en la cama, mientras yo me quedaba de pie. Se pusieron de rodillas, se fueron acercando poco a poco hasta que sus labios se juntaron. ¡Joder que morbazo! Se dieron un beso corto, salvo sus bocas abiertas e imagino que sus lenguas, no hubo más contacto de sus cuerpos. Al terminar de besarse Gemma quiso volver a su sitio, con lo que la interrumpí.
- El beso, aun siendo corto, ha sido aséptico, impersonal. ¿Gemma, de verdad así besas a Borja? , me recreaba en el momento . Por favor, volver a la posición del beso, las manos no pueden estar al lado de vuestros cuerpos y no tocaros, no acariciaros, se besa con los labios, pero se usa todo el cuerpo… soy un poeta nato, pensé.
Volvieron a besarse, Gemma paso sus manos y comenzó a acariciar la espalda de Sara, está más tímida simplemente puso sus manos en las caderas de su madre. Mientras yo las animaba a que siguieran, cogí las manos de Sara y las puse sobre el culo de Gemma, y sobre éstas apreté el culo de mi cuñada. Tras un par de veces, Sara ya movía las manos ella sola, sobaba y apretaba el culo de Gemma. Como vi que el beso continuaba y cada vez era más acalorado, repetí la acción anterior, esta vez con las manos de Gemma, pero no sobre el culo, sino que las posé sobre las tetas de Sara, las cuales aproveché a palpar yo también. Gemma rápidamente entendió lo que tenía que hacer y empezó a magrearle las tetas a su hija.
Este beso duro varios minutos, y fue mucho más caliente que el otro. Si yo estaba excitado solamente de verlas, ellas tenían que estar muy calientes. Cuando pararon, claramente se podían notar los pezones de las dos, incluso llevando sujetador, se marcaban erectos. Estaban rojas y con la respiración acelerada.
- ¡Joder mamá! ¡¿Esto es un beso de verdad?! Que de cosas me he perdido . Soltó Sara cuando pudo recuperar el aliento. Y los tres comenzamos a reírnos.
Gemma volvió a ocupar su posición en la silla, se la veía algo turbada, bien por la sensación de comerle la boca a su hija, por lo que vendría a continuación, o por la calentura que le empezaba a humedecer el coño.
- Sara, ¿qué te ha parecido?, le pregunte al tiempo que subía a la cama.
- ¡Uf! Una pasada, cuando habéis puestos vuestras manos en mis tetas… ¡Joder! tengo el tanga como si me hubiera meado. Estaba claro que a Sara la calentura la soltaba la boca, porque jamás me la imaginé hablando así.
- Es normal, y eso que el beso ha sido con tu madre…
- Ya… contesto Sara con una mezcla de sentimientos
- Me refiero, que con el chico que te gusta, será aún mejor, y créeme, que si puede no solo te tocará las tetas… y de igual forma, tu no solo le tocarás el culo . Y sus ojos se iluminaron.
- Venga, dejar de hablar y besaros ahora vosotros , dijo Gemma desde la silla.
Con una mezcla de sentimientos me acerqué a Sara, mi sobrina de 19 años, que hasta hace 30 minutos era un bicho raro, y ahora me disponía a comerla la boca. Me acerqué, la acaricié la mejilla y poco a poco nuestras bocas se acercaron. Al juntarse abrí un poco más mi boca para introducir la lengua en la suya. Sara atrapó mi lengua y poco a poco fue introduciendo la suya.
Con una mano la sujetaba la cabeza, y la otra bajó por la espalda hasta comenzar a acariciar su culo. La intensidad del beso iba subiendo, y con ella la temperatura. La mano que estaba en el culo dejó de saltar de lado a lado, y fue centrándose en intentar acariciar el coño desde atrás. Mientras la mano que estaba en la cabeza bajó por la espalda para colarse debajo de la camiseta y en un rápido movimiento, desabrochar los corchetes del sujetador, para posteriormente y tras aflojar un poco el sujetador, comenzar a acariciar las tetas de Sara directamente sobre su piel. Viendo el beso que se habían dado Gemma y Sara, yo iba a aprovechar lo que pudiera.
Ella no se quedó atrás, y mientras con una mano me sobaba el culo, la otra empezó a frotar mi más que notorio bulto. Al llevar pantalones cortos de verano, la erección era más que evidente, y el acceso a ella desde fuera, Sara no se atrevió a meter la mano, era sencillo.
Tras más de cinco minutos de besos y magreos, miro hacia donde estaba mi cuñada, tenía la boca abierta, los pezones apuntando hacia nosotros, y las piernas muy muy juntas, haciendo fuerza y relajándolas, imagino que tan cachonda como nosotros.
Cuando nos separamos, yo tenía la polla que me dolía de estar atrapada en los pantalones, Sara ya con las tetas libres tras sacarse el sujetador por el lateral de la camiseta, marcaba unos pezones de tamaño considerable, y una mancha de humedad más que visible en sus pantalones grises. Por su parte Gemma, estaba como ida, posiblemente excitada y arrepentida por lo que estaba pasando.
Yo ya no razonaba, pensaba con la polla, tenía a una niña de 19 años cachonda y a mi disposición, y para colmo a su madre, mi cuñada, presente y dando su consentimiento.
- Sara, ¿te haces pajas?
- ¿Cómo? Contesto entre sorprendida y vergonzosa.
- ¿Qué si te masturbas?
- Si, bueno… alguna vez. Dijo mientras miraba a su madre y se ponía aún más roja.
- Y cuando lo haces, ¿llegas al orgasmo? ¿te corres? Joder, como estaba disfrutando.
- Bueno, creo que si… ¡si!, dijo Sara dubitativa.
- Entonces no te has corrido , interrumpió Gemma desde su “atalaya”. Si has tenido un orgasmo no crees que lo has tenido, lo sabes.
- Sara, que tu madre me corrija si me equivoco , me gustaba hacer referencia a que eran madre e hija, me ponía mucho más. Para disfrutar del sexo con tu pareja, debes conocerte, debes masturbarte, conocer tu cuerpo, saber lo que te gusta, donde te gusta y como te gusta . Hablaba mientras Sara escuchaba como si estuviera en la facultad, y Gemma asentía con la cabeza. Estaba preparando el terreno, para el siguiente paso. Gemma, tengo razón ¿verdad?
- Si, contesto mi cuñada, llena de orgullo, sabiendo que ella era la que confirmaba toda la prerrogativa. Es importante conocer lo que te gusta, para poder disfrutar del sexo .
- Sara, desnúdate, enséñanos a tu madre y a mí como lo haces… Iba a por todas, si aquí no ponían pegas, quizá me podría llevarme algo más que una paja.
Sara dudó un poco, miró a Gemma, que dudó antes de afirmar con la cabeza, sin mediar palabra.
Se quitó la camiseta, ya sin sujetador y pude ver esas tetas que había sobado antes, eran unas tetas pequeñas, de aureola grande que ocupaba casi toda la punta del pecho, de color claro y unos pezones que mostraban su excitación.
Tras quitarse el pantalón pude ver su coño por primera vez, con poco pelo y cortito, en forma de triángulo invertido, se le veía cuidado. Cuando se recostó en la cama y abrió las piernas, pude ver que tenía los labios inflamados, y pude apreciar su humedad.
Algo dubitativa, se acomodó en la cama, recostada, con la espalda apoyada en el cabecero y abrió las piernas. Un olor a sexo embriagó mis sentidos, inundando la habitación y haciendo que mi polla reaccionara hinchándose aún más, si eso era posible.
Gemma y yo observábamos la escena, cada uno desde nuestra posición, Gemma desde la silla en la esquina de la habitación, y yo desde la cama, a escasa distancia de Sara, de rodillas y con la polla deseando salir la cárcel de tela.
Poco a poco comenzó a bajar la mano derecha, se acarició levemente el pecho izquierdo y siguió bajando por su tripa hasta alcanzar su objetivo. Introdujo el dedo corazón entre los inflamos labios, solo un poco, la primera falange, comenzó a moverlo en círculos hasta que dio con el clítoris, y entonces su gesto cambió, se relajó y comenzó a frotarlo a un ritmo más alto.
Yo estaba hipnotizado viendo como se masturbaba, me dolía la polla, necesitaba sacármela de los pantalones, y sin muchos preámbulos me desnudé, quedándome de rodillas, con la polla apuntando hacia Sara, empapada la punta de líquido preseminal. La acaricié un poco, despacio, no quería pajearme muy rápido y correrme aún. Sara tenía los ojos abiertos como platos, su mirada no se apartaba de mi polla. Comencé a pasar mi mano por toda su longitud, tirando bien de la piel para mostrar todo el glande, amoratado, húmedo, enorme.
Sara empezó a acelerar el ritmo, bajo, la otra mano hacia su encharcado coño, y mientras la mano derecha castigaba su inflamado clítoris, con la izquierda se metía 2 dedos a toda velocidad. Yo comencé a acelerar el ritmo de la paja, estaba caliente, muy caliente y sabía que de seguir así me correría pronto, y quién sabe, quizá se acabara el espectáculo.
Sin pensarlo me acerqué a Sara, me aproximé a su coño, al tiempo que dejaba de pajearme, me y retirando sus manos me lancé a comerle el coño. Esto pilló a Sara desprevenida y su primera reacción fue intentar cerrar las piernas, pero en cuando mi lengua pasó sobre su clítoris, un gemido de placer salió de su boca y aflojó las piernas. Comencé a lamer el abultado clítoris, lo rodeaba, lo golpeaba con la lengua… introducía la lengua dentro del agujero para recoger más líquido y lubricar más, si eso era posible, el coño de mi sobrina.
Sara no paraba de gemir, estaba desinhibida, cachonda y recibiendo su primera comida de coño. Como pude le cogí sus manos y las llevé a sus tetas, y haciendo unos toscos movimientos con ellas, le indiqué que se las manoseara. Rápidamente entendió lo que la decía y comenzó a sobarlas, a pellizcarse lo pezones… en ese momento la metí 2 dedos de la mano derecha en el coño, me esperaba algo de resistencia, pero era tal la humedad, que entraron de un solo golpe hasta casi lo nudillos. Comencé a penetrarla duro mientras seguía trabajando duro con la lengua. Tras unos minutos a un ritmo frenético, tenía la cara chorreando de fluidos, empezaba a notar el cansancio, pero no iba a parar hasta hacer explotar a mi sobrina, cosa que no tardó mucho en suceder. Su respiración empezó a ser entrecortada, cesó el movimiento de sus manos sobre sus tetas, arqueó la espalda y comenzó a chillar al tiempo que comenzaron los espasmos. Dejé mi cara entre sus piernas, aunque dejé de lamerla, sabía que tendría el clítoris súper sensible y no quería cortarla el rollo, eso sí, lo dedos que estaban dentro del coño, los apreté hasta el fondo, pudiendo notar cada espasmo de su monumental y primer orgasmo.
Sara comenzaba a recobrar el aliento y poco a poco fui liberando su coño de mi cara y de mis dedos, cuando oímos que Gemma empieza a gruñir, chillar, gemir, señal de un orgasmo brutal, tan concentrados estábamos en nosotros, que no habíamos olvidado de que Gemma estaba en la habitación. Cuando nos giramos buscando la procedencia de los gemidos, vimos a Gemma, sentada en la silla, con la camiseta aún puesta, pero subida y las tetas por fuera, unas tetas algo más grandes que las de Sara, algo más caídas, por el simple paso de los años, pero con la misma forma, aureolas grandes, pero en su caso, más oscuras. Estaba sin pantalones, abierta de piernas y con la mano metida en su coño. Un coño encharcado, con una tira de pelo coronando la parte superior y el resto completamente depilado. Una gran mancha en la silla indicaba la gran corrida que acababa de tener.
Un escalofrío recorrió mi espalda y llego hasta la polla en forma de espasmo, ver a mi cuñada así, recién corrida me devolvió a la realidad, bueno a mi realidad, y esa no era otra que yo aún no me había corrido. Llevé mi mano hasta la polla y la empecé a sobar, despacio, quería disfrutar el momento. Mientras me acariciaba la polla, Sara se puso junto a mí a ver como lo hacía, y mirando a los ojos de Gemma la hice un gesto para que viniera a la cama con nosotros.
Ella lo entendió de inmediato, se terminó de desnudar y se subió a la cama, sentándose al otro lado de Sara.
- Sara, cuando estés con un chicho, siempre que quieras hacerlo, es importante ser agradecida, y si te han comido el coño, lo mínimo es que le devuelvas el favor con una mamada. Dijo Gemma mientras se agachaba y sin miramiento se metía la cabeza de mi polla en la boca.
Comenzó a chupar despacio, primero recreándose en el babeante capullo, recogiendo todo el líquido transparente que de él salía, y poco a poco fue tragando más porción de carne. Yo estaba en la gloria, pero era consciente de que no iba a aguatar mucho, y Sara, con los ojos como platos, no se perdía detalle de lo que su madre hacía con la boca.
Gemma intentó tragarse la polla entera, imagino que para demostrar a su hija como se hacía, pero no fue capaz, cada vez que intentaba llegar al final la daban arcadas. No obstante, era una mamada profunda, ya que se tragaba más de tres cuartos de polla. Lo hacía despacio, recreándose en el momento. Sacándose la polla completa de la boca, y mientras se limpiaba la mezcla de babas y liquido preseminal se la ofreció a Sara.
- Ven, Sara, acércate y prueba a comerle la polla a tu tío .
Sara se acercó, hace ya mucho tiempo que la vergüenza y el lenguaje recatado se había acabado. Sara agarró mi polla por la base, e imitando a su madre empezó a lamer suavemente el capullo, deleitándose con su forma, con su tacto, con su saber. Empezó a engullirme la polla, poco a poco, centímetro a centímetro. Y como le pasara a su madre, tuvo varias arcadas al intentar ya no tragársela entera, sino igualar la marca de Gemma. Se quedó satisfecha tragándose la polla hasta la mitad.
Gemma le fue dando indicaciones, de cómo hacerlo, de cómo llevar el ritmo y sobre todo de que tuviera cuidado con los dientes. Siguiendo lo dicho por su madre, Sara comenzó a acelerar el ritmo, que si bien era algo torpe y desincronizado, no era malo para ser su primera mamada.
Yo no podría aguantar mucho más, pero no quería que acabara ya, y sobre todo, no quería dejar escapar la oportunidad de por lo menos, meterle mano a mi cuñada. Estirando un poco el brazo, cogí a Gemma del suyo y la aproximé un poco más a mí, para a continuación comenzar a acariciarla las tetas, al principio muy suave, apenas lo rozaba, poco a poco los roces fueron siendo caricias, y las caricias se convirtieron en un magreo. Gemma se dejaba hacer, mientras nos apartaba la vista de la boca de su hija tragando su primera polla.
Una mano bajó de sus tetas, por su tripa buscando un lugar más húmedo, en ese momento Gemma dejó de mirar a Sara, me miró, sonrió abriendo un poco las piernas, facilitándome el acceso a su coño. Lo palpé por encima, reconociendo el terreno, enredando los dedos en la ensortijada tira de pelo. Seguí acariciando un poco más la zona, y bajé mi mano hasta introducir un dedo. Momento en el que Sara, soltó la mano derecha de mis huevos, dejándolos huérfanos de sus caricias y comenzó a acariciar el pecho de su madre. Gemma se dejó hacer, emitió un leve suspiro de place y dejó caer la cabeza hacia atrás para disfrutar del momento.
La imagen de mi sobrina comiéndome la polla, mientras le toca una teta a su madre a la vez que ya la meto los dedos en el coño, me superó.
- ¡Joder que bueno! ¡Me voy a correr ya! ¡Voy a explotar!
Sara en lugar de apartarse, se aferró a mi polla con los labios y comenzó a subir y bajar más rápido de lo que lo había hecho, a la vez que me masturbaba con la mano que le quedaba libre.
- Sara me corroooo, me corroooo ya, no aguanto más, ¡sácatela! Era lo que le decía a Sofía, mi mujer, nunca me dejó correrme en su boca.
Sara aumentó más el ritmo, hice el amago de sacarla de su boca, pero en realidad fue eso, un amago, no quería sacarla de ahí. Ya no pude aguantar más, en el momento que salió disparado el primero chorro contra el paladar de Sara, le metí el tercer dedo a Gemma en el coño y se los dejé clavados hasta el fondo. Sara al notar los disparos, bajó la intensidad, apretó aún más la teta de Gemma, y aguantó los 8 o 9 disparos que hice dentro de su boca. La leche le escurría por la comisura de los labios, y la pobre tragó todo lo que pudo, que no fue todo.
Yo estaba en la gloría, creo que era la corrida más bestia que me había pegado, encima dentro de la boca de mi sobrina, y ya no porque fuera mi sobrina la que la recibiera, que también, sino por no pasar de mamada a paja en el momento de correrme, como sucedía con mi mujer.
Cuando Sara se sacó la polla de la boca, estaba completamente pringada, entre sus propias babas y todo lo que se le había derramado estaba la mar de excitante. Gemma y yo nos quedamos mirando con cara de alucinados a Sara, su primera mamada, y se la había tragado casi entera.
- Queeeeee, me habeis dicho que sea agradecida …. Contesto Sara al ver nuestras caras.
Gemma se incorporó, sacándose mis dedos del coño, se acercó a Sara, y sacando la lengua le limpió todos los fluidos que le resbalaban por la cara, para acto seguido darle un beso en los morros, que nada tenía que ver con el primero que se dieron.
Nos quedamos los 3 en la cama, tumbados, satisfechos. Gemma en un lado, Sara en el medio y yo en el otro lado.
- Sara, la suerte que ahora tienes, es que los chavales jóvenes, se recuperan mucho antes , dije señalándome la polla, la cual descansaba morcillona.
- Es cierto, quizá aguantan menos, pero puedes echar 2 polvos seguidos … comentó Gemma divertida.
- ¿En serio? Preguntó Sara entusiasmada, ¿después de algo como esto se puede seguir?,porque estoy super cachonda.
- Yo también estoy muy caliente , contestó Gemma . Pero Sara, esto no es lo normal, o por lo menos a mí nunca me ha pasado…
- ¡Joder! Es que estoy… y sin terminar la frase, Sara se metió 2 dedos en el coño.
- Vamos, Gemma, no te quedes con las ganas, haz como tu hija , le dije a Gemma, deseando continuar con esa locura.
- ¡Qué coño! Pues sí, no me voy a quedar con las ganas, como habitualmente … me reí al escuchar el comentario, dejando claro que mi cuñado no la da todo lo que necesita.
Ahí estaba yo, en la cama con mi cuñada y mi sobrina mientras ellas se masturbaban. En mi juventud podía echar 2 y alguna vez hasta 3 polvos seguidos, pero hacía años que esas gestas quedaron atrás. Ahora con 2 mujeres a mi disposición, no quería perder la oportunidad, pero necesitaba aún un poco más de tiempo para poder recuperarme.
- Gemma, enséñale a Sara como lo haces . Dije al tiempo que cogía la mano de Gemma y la llevaba al coño de Sara.
Gemma dudó, y viendo sus dudas, cogí la mano de Sara y la llevé al coño de Gemma. Sara al momento comenzó a juguetear con los pelos del coño de su madre. Siendo más joven y estando cachonda, sabía que Sara no pensaría en las posibles consecuencias. Y notar la mano de Sara en su coño terminó de derrumbar los últimos muros de remordimiento que le podrían quedar a Gemma, y comenzó a masturbar a su hija mientras esta hacía lo propio.
Yo disfrutaba del espectáculo, era justo lo que necesitaba para tener la polla a reventar, hacía años que no me recuperaba tan pronto. Las chicas estaban disfrutando de sus caricias, con las piernas haciendo una W, una mano en el coño contrario y otra mano en la teta propia. Las miré, y sopesé a cuál se la iba a meter, porque tenía claro que a alguna me la iba a follar y llegados a este punto no creo que se fueran a negar.
Por un lado, estaba mi cuñada, 50 años, más guarra de lo que esperaba y con mejor cuerpo de lo que se la ve con ropa. Por el otro, mi sobrina, 19 años y virgen… no lo dudé, me pudo el morbo de la jovencita virgen que de la madura experimentada.
De rodillas me acerqué hasta Sara, me agaché a comerle las tetas, y con mi polla me fui aproximando.
- ¿Te las vas a follar? Preguntó Gemma
- Si, si ella quiere… la conteste
- Si, si, si . Gritaba Sara
A Gemma pareció tocarla el orgullo, que eligiera a una jovencita, a su hija antes que a ella, pareció dudar si parar todo aquello y ante su gesto le dije.
- Tranquila que luego te tocará a ti.
En ese momento retiró su mano del coño de Sara, y cuando Sara iba a hacer lo mismo, Gemma la sujeto y le pidió que continuara.
Me coloqué sobre Sara, apunté mi miembro hacia la entrada de su coño, cuando el capullo se apoyó dispuesto a hacer presión, a Sara le dio un escalofrío, poco a poco fui apretando, era más estrecho de lo que me había parecido cuando le metí los dedos. Metía un poco y esperaba a que se acostumbrara al tamaño, cm a cm fui entrando.
- ¡Uf! Molesta pero me gusta, así despacio pero no pares. Me pidió Sara, mientras seguía con 2 dedos dentro del coño de su madre, la cual no perdía detalle.
Seguí ejerciendo presión e introduciendo la polla hasta que al final los huevos hicieron de tope. Me quedé quito, no quería hacerla daño, Sara soltó una bocanada de aire y comenzó a mover las caderas, poco a poco. Yo permanecía inmóvil, que ella marcara el ritmo, ya me tocaría después a mí.
Gemma, aun gozando de las atenciones de su hija, cambió de postura, acercándose más para verlo, y puesto que Sara ya no llegaba a masturbarla fue ella la que siguió destrozando su ya enrojecido coño. La tenía tan cerca de mí, que no dudé en buscarla con la boca para darla un beso. Ya había besado a Sara, quería probar a su madre.
Nuestras lenguas se enlazaron, poco me importó que hubiera limpiado poco antes los restos de mi semen con esa misma lengua. Gemma aumentó el ritmo de la paja que se estaba haciendo debido a la excitación del beso, a mí me provocó lo mismo y empecé a mover las caderas y siendo yo el que marcara el ritmo de la penetración a Sara.
Sara, ya se dejaba hacer, hacía rato que no paraba de gritar, de sobarse las tetas, de sobarlas a su madre, siempre que la postura lo permitía. Sabía que ahora podría aguantar más que antes, por eso me estaba follando a Sara a un buen ritmo, con penetraciones profundas y rápidas. Gemma se masturbaba con furia, viendo la escena. Se había sentado junto a Sara y la acariciaba las tetas, la metía un dedo en la boca, y esta lo lamía como si de una polla se tratara. Estaban las 2 muy cachondas, y la pobre Sara no pudo aguantarse más, y entre alaridos de placer, comenzó a correrse.
En esta ocasión no bajé el ritmo, y seguí fallándomela con fuerza, las embestidas eran tremendas y se escuchaba el chapoteo que producía mi falo entrando en su encharcado coño. Sara debió empalmar dos orgasmos, porque cuando parecía que se calmaba e iba a bajar la intensidad volvía a temblar, lo que me daba fuerza para embestirla más fuerte.
Poco a poco fui bajando el ritmo y dejando que Sara se recuperara. Me salí de ella, tenía la polla algo mancha de sangre y ella un poco las piernas.
- Que quieres… era virgen . Dijo Gemma para quitarle importancia.
Yo tenía la polla a tope y Gemma seguía con los dedos metidos en el coño.
- Tío, creo que te está esperando . Dijo Sara con una sonrisa de satisfacción…
- Gemma, ¿Quieres que….?
- Si, necesito que me la metas , contesto Gemma sin poder terminar la pregunta . Estoy super caliente, necesito una polla, necesito tu polla.
Gemma estaba sentada en la cama, con las piernas abiertas y los dedos chapoteando en su coño. Me apetecía hacerlo sufrir, no es que me callera mal, es que siembre había ido de soberbia, y ahora era mi momento de disfrute.
Me acerqué a ella, y la pedí que por favor se tumbara boca abajo. Muy a regañadientes lo hizo, bajo la amenaza de que si no obedecía se quedaba sin polla. Me gustaba sentirme superior a ella. Sara se tumbó a su lado, quería verlo de cerca.
Con Gemma tumbada boca abajo, la hice abrir las piernas y me metí entre ellas. Me agaché para empezar a besarla la espalda, pequeños mordiscos en el cuello, la piel de gallina, la estaba calentando aún más. Cuando me agachaba mi polla rozaba en su culo, la restregaba. Volví a la carga, algún beso fugaz en la boca, mordiscos en el cuello, una mano que se cuela por debajo de ella y como malamente puede le acaricia un pecho. Gemma ronronea, esto ya no es el sexo salvaje que ella pedía antes.
La mano baja un poco más, la indico que suba el culo pero que deje la cabeza apoyada abajo. La mano que antes no podía maniobrar bien, ahora acaricia las tetas sin problemas, se despide de ella y busca el coño de Gemma, que en esa postura está muy expuesto. Intento no ser muy directo y no castigarla el clítoris, y paso directamente a meterle los dedos.
Con la mano izquierda bajo por su espalda, mientras Gemma disfruta del place que le estoy dando. Me aproximo y comienzo a darle besos por la espalda, voy a bajando, más besos por la cadera, continúo bajando, besos en los cachetes del culo. Con la mano que tengo libre, los separo, e introduzco la lengua, busco su ano. Gemma se queja, se mueve, lo cierra. Yo vuelvo a intentarlo y Gemma sigue en su negativa.
- Mamá no sea mojigata, disfruta , le dice Sara, que ya está otra vez jugando en la entrada de su coño, y viendo mis intenciones, desplazando un dedo a la entrada de su culo.
- Ese agujero es virgen… nunca nada se ha aproximado ahí… replica Gemma entre suspiros mientras la sigo masturbando.
- También era virgen el coño de tu hija… y eso no te ha importado. Le contesto.
Gemma va a decir algo, pero parece que se lo piensa mejor y se queda dudando, momento que vuelvo a agacharme y a intentar alcanzar con mi lengua su agujero. Esta vez si llego, y aunque de primeras hace el amago de apartarse, me deja seguir haciendo. Es complicado porque con la mano derecha la estoy masturbando por delante y la izquierda le sujeto una nalga, pero incluso así me cuesta llegar bien a su ano. Es la propia Gemma la que separa la otra nalga con su mano, y en ese momento supe, que ese culo iba a ser mío.
Con la ayuda de Gemma, mi acceso a su ano era mucho más fácil, le lamía el contorno y el propio ano, la penetraba con la lengua. Mientras Sara estaba en la misma postura que su madre, es decir, con la cabeza apoyada en la cama, mirando hacia nosotros y el culo en pompa, de esa manera con una mano se masturbaba el coño y con la otra tenía acceso a su culo, donde ya tenía metida una falange.
Llegados a este punto, con Gemma empezando a emitir grandes gemidos, y temiendo que una vez que se corra no me dejara que se la metiera, decidí que era el momento. Me incorporé, apunté con la polla a la entrada de su culo, el cual estaba lubricado de sobra, y poco a poco comencé a ejercer presión… despacio, no quería hacerla daño y que me pidiera que parara.
Para relajarla un poco, ya que Gemma se quejaba un poco, la convencí que mientras, se masturbara ella. Si la tenía entretenida en su coño, me dejaría el culo sin problemas. Centímetro a centímetro el ano de Gemma se fue tragando toda mi polla hasta que se la metí entera.
- ¡Aaaaah! Despacio, despacio . Suplicaba Gemma
- Tranquila , le decía yo mientras comenzaba un suave mete saca
- Despacio, duele . Decía Gemma, pero sin convicción, ya que la polla entraba suave como la mantequilla y era ella la que empezaba a mover las caderas.
Dejando los quejidos a un lado, comenzó a gemir, empezó a masturbarse con más fuerza, estaba claro que estaba cerca de correrse. La agarré por las caderas y comencé a embestirla con fuerza. Tenía el culo muy prieto, mucho más que le coño de Sara, la cual seguía castigando sus 2 orificios con ambas manos. Fui cogiendo ritmo, y era consciente que no duraría mucho, pero quería correrme después de ella.
- ¡Plas!, le di un azote en el culo a Gemma, que lejos de molestarla pareció gustarla.
- ¡Plas, Plas! Más, mas, pedía Gemma cuando le di 2 azotes más.
Yo no podría más, acelere el ritmo y la avise.
- Gemma, me voy a correr, no aguanto más, te voy a llenar el culo de leche.
- Si, Emilio, córrete, córrete en mi culo, inúndalo, yo también me corro, yo también me corro.
- Te gusta que te folle el culo, ¿eh?, vaya zorra que estás hecha, tu y tu hija . Me sentía poderoso sodomizando a mi cuñada.
- Si, soy tu zorrita y me puedes follar el culo cuando quieras , y miró a Sara, con la cara descompuesta, penetrándose con varios dedos los 2 agujeros y al borde del orgasmo.
Eso debió ser mucho para ella y comenzó a correrse.
- ¡Jodeeeeer! ¡Me corrooooooo! Sigue, sigue, sigue, sigue, que placer!!!
Yo aceleré las embestidas, lo tenía a punto.
- Te voy a dejar el culo que no vas a poder sentarte en una semana . Le grite
- Me corro, me corro, me corr o, gritaba Sara tumbada a nuestro lado.
Apreté el culo fuerte, la di una embestida hasta que los huevos me dolieron y descargué toda mi simiente dentro del culo de mi cuñada.
- Gemma toma toda mi leche, toda tuya….. aaaaaah!!!!
- Joder! La noto, la noto, me corro otra vez, que buenoooooo
Cuando me salí del culo de Gemma, esta cayó rendida de lado, con las piernas jutas y la mano aún es su coño, de su culo comenzó a salir un hilillo de semen. Sara estaba agorada, feliz, satisfecha, pero agotada.
Me tumbé junto a ellas.
- ¡Joder! Ha sido increíble. Y les dí un beso en la boca a ambas.
Nos quedamos un rato tumbados, recuperando el aliento. Prometiendo que esto jamás saldría de aquí y que nunca se volvería a repetir.
Me di una ducha allí para quitar cualquier rastro u olor antes de ir a casa. Cuando me fui a despedir con 2 besos Sara me agarró del cuello y me demostró que había aprendido a besar en condiciones, dándome un morreo que levantaría a un muerto.
- Gracias, tío. Ha sido maravilloso .
Gemma no quiso ser menos que su hija, y se despidió de mi con otro beso, menos apasionado, pero más caliente.
- Gracias cuñado… y guiñándome un ojo me dio un apretón al paquete, que había crecido ya unos centímetros.
Salí camino de casa, cachondo, satisfecho y sabiendo que seguramente no sería la última vez que tendría algún encuentro con alguna de ellas.
Y justo esa sensación es la que me produce los remordimientos y me desvela por las noches. La culpable de que sean las 06:30 de un viernes y esté escribiendo estas palabras.