Enseñame sobre sexo
¿Qué harías si tu hermana te proboca?
Karina y su hermano habían crecido sanamente, en un ambiente tranquilo de un pueblo de San Cristóbal, su madre había fallecido cuando Daniel tenía doce años, y él fue prácticamente el protector de su hermana menor. Su padre había emprendido un negocio de pipas de agua, por lo general solía llevar agua a algunos ranchos para el riego de las cosechas… Karina ahora tenía dieciséis, era esbelta y alta, con piernas delgadas, largas y torneadas, de cabello castaño claro, y ojos amielados, era la consentida, aunque de un tiempo para acá, se había interesado mucho en tocarse… Y en el sexo. El pueblo era tranquilo, esa misma mañana su padre había salido tan pronto como pudo para continuar su trabajo, se levantó para hacer el desayuno, aunque lo que más le sorprendía era que Daniel seguía en la cama, sin hacer ruido. Preocupada, entró a su habitación, el hombre seguía dormido, solo en calzoncillo, y se notaba que estaba soñando algo muy placentero. No pudo evitar reírse en silencio, aunque le dio curiosidad el tacto de un pene… Y verlo en vivo, y en directo. Sin vacilar, se sentó en la cama, a un lado de él…
Sintió un pequeño masaje en su polla, lo que la despertó más poniéndola más dura y despertándolo a él mismo. Abrió los ojos para encontrarse con Karina, su hermana menor que acariciaba su bulto.
-¿Qué crees que estás haciendo?-preguntó, entre excitación y molestia
-Solo quería saber lo que te ocurría-se encogió de hombros, sin darle mucha importancia
-Más vale que dejes de hacerlo-le retó. Ni si quiera logró intimidarla, le sonrió traviesamente, parecía que no lo haría
-¿O si no, qué?-retó ella de vuelta.-¿Me vas a castigar con eso?
Paró de hacerlo, se levantó y salió de su habitación. Vaya que lo había dejado más caliente de costumbre, y más al ver su trasero moverse sensualmente mientras caminaba hacia la cocina. Admiraba las piernas largas que tenía, eso y el parecido con su madre. Su verga estaba dura, cerró la puerta con seguro, y bajó sus calzoncillos… Entonces, le dedicó una buena paja a su hermana, que llevaba dos años excitándolo sin piedad.
Comenzó a masajearse su palo, de arriba abajo, lentamente, pensando en los pechos de su hermana… Aumentó su ritmo, hasta que por fin descargó toda su leche. Se cambió para salir.
Karina había preparado el desayuno, hacía mucho calor esa mañana, por lo que solo traía unas braguitas blancas de algodón, y una blusa holgada.
-Al fin… ¿Piensas desayunar?-preguntó ella con sarcasmo, no le hizo caso, y se sentó en el comedor. Ella se acercó para servirle el desayuno.
-¿No piensas desayunar?-preguntó él
-Sí, claro-sonrió, aunque aún no entendía el por qué.-¿Y papá? ¿A qué hora regresa?
-Hasta la tarde, dijo que iría a la primavera-recordó
Karina había descubierto que la causa de la excitación había sido ella… ¿Entonces su hermano podría enseñarle sobre sexo? ¿Y quién mejor que alguien conocido? Se sentó en la silla al lado de él, intentando tocar su rodilla para ver su reacción.
-¿Por qué estás jodiendo?-preguntó Daniel nervioso.-¡Basta! No estoy para juegos…
-Estás excitado-notó ella, de nuevo
-No está bien, Karina-respondió, concentrándose en el desayuno
Karina no iba a estar dispuesta a que la ignorara, se puso de pie, caminando hasta quedar frente a su hermano, así que se quitó la blusa, dejando a la vista el par de senos que le quitaban el sueño a Daniel.
-¿Enserio lo crees?-preguntó, con voz sensual.
Daniel alzó la mirada, y se encontró con los pechos de su hermana, suaves, de pezones cafés y aureola grande, apetecibles. Su verga se puso dura al instante, de nuevo, y ardía. Necesitaba quitarse esa necesidad, ese pensamiento.
-¡Cúbrete!-le ordenó nervioso
-Sé que te excito-le sonrió ella con malicia.-Sé que estás duro…
-No está bien, Karina-gimoteó
Karina se acercó a la silla de Daniel, la recorrió para que no le estorbara la mesa, y se sentó en sus piernas, dejando sus tetas a la altura de su pecho.
-Por mí, lo está-admitió.-Tócame, soy tuya…
Daniel ya no pudo aguantar más, y su lado salvaje salió a flote. Besó la boca de Karina, que no dudó en corresponder, abriéndose ligeramente para dejar pasar su lengua, la cual comenzó a jugar apasionadamente.
-Mmm-gimió Karina.-Hazme tuya, por favor…
-¿Estás segura?-preguntó en un momento de cordura
En vez de responder, bajó sus manos para bajar el cierre, y acariciar su verga por encima de su ropa interior.
-Hazme tuya-pidió de nuevo
Daniel besó el cuello de Karina, bajó a sus pechos, donde inmediatamente se apoderó de uno, para absorberlo. Su lengua jugaba con su pezón, y eso la volvía loca, sus gemidos hacían que su palo creciera, al igual que la caricia de su hermana.
-Mmm…-gimió ella de nuevo, arqueando la espalda para darle mejor acceso a sus tetas hinchadas.
-Son tan suaves-alagó Daniel
-Son tuyas-gimoteó Karina
Daniel hizo a un lado el plato del desayuno, sentó a su hermana en la mesa, para mayor libertad, y la terminó por acostar contra el frío vidrio, aunque no les importó, si quiera. Daniel besó sus pechos de nuevo, y dejó un reguero de besos húmedos siguiendo el camino hacia su vagina. Lamió sus muslos interiores, mientras que ella rogaba que la hiciera suya. Lamió su braguita, ya mojada, era obvio que pronto se correría, hizo a un lado la prenda con dos dedos, y la penetró con ambos, estaba mojadita y caliente.
-Ammm…-gimió de nuevo, con la respiración alterada. Bajó lo único que le impedía el paso, y enterró su cabeza entre las piernas. Sus labios estaban hinchaditos, rosados y ricos. Con su lengua, comenzó a explorar su interior
-Ahhh… Ahhh-gimió llena de gusto.-¡Así! Ammm….
-Sabes tan rica-comentó Daniel
-Ahhh-gimió de nuevo, volviéndose loca de placer.-Ammmm…. Aggg…
-Vente para mí-ordenó Daniel, metiendo también dos dedos para acariciarla, lamiendo, succionando, y entonces ella comenzó a tensarse, y absorbió los jugos de su primer orgasmo.-Picosito… Mmmm
La ayudó a sentarse, ella enroscó sus piernas en las caderas de Daniel, al punto de que sentía su polla apuntar al centro de su ser. Gimió, y Daniel la abrazó para llevarla a su cuarto, donde la puso en su cama, para quitarse el pantalón y su ropa. Karina sonrió con malicia al ver que su verga estaba tan dura, se puso en cuatro patas, y se acercó a él, a comérsela toda. Lamió primero el glande, y después recorrió su longitud, al menos de veinte centímetros, después la engulló toda. La vista de su hermana haciéndole sexo oral, le llenaba de morbo y se sentía a punto de estallar. Quería follarla.
-Basta-ordenó, ella sabía que iba a venirse, por el cargamento de sus testículos
Karina se acostó, y se abrió de piernas, con la mano Daniel guió la punta de su polla a la endidura de su hermana, y se sintió tan placentero.
-No me lastimes-pidió ella
Entonces, empujó un poco, y sintió como se iba abriendo paso en su vagina, apretadita y húmeda
-Ah… Du…ele…-Gimoteó ella, pero siguió moviéndose hasta estar seguro de que lo disfrutaba.-Ahh… Así, Daniel…
Bombeaba lentamente, su hermana gemía como loca, y era placentero el calor. Sus tetas se bamboleaban, y ella las sobaba placenteramente en cada embestida.
-Ahhh… Más… Ahhh… Fóllame más-pidió llena de placer
Sus bombeadas aumentaron, y sintió que su verga iba a estallar, se iba a venir… Gimió y descargó su semen dentro de su hermana, a la vez que ella se corrió.
Karina estaba satisfecha, pero prefirió sacar la verga de su hermano, y bajó de nuevo su boca hasta ella, llena de semen, sangre y sus propios fluidos, la engulló de nuevo, limpiándola.
-Mmmm… Se siente rico-admitió Daniel, con la polla parada de nuevo.