¡Enséñame Jessica!

Rocío abrió la boca del asombro, cerró los ojos y se agarró fuertemente a las sábanas de mi cama. Mmmm, no sé si todos los conejitos adolescente sabrían igual pero… éste sabía exquisito, el mejor que había probado.

¡Enséñame Jessica!

"De cómo Jessica enseña a la joven Rocío, aparte de informática, la manera que debe estar con un hombre en la intimidad, cuando en realidad le enseñaba a estar con una mujer"

Ayy… mi vecinita, una niña que se está convirtiendo en una hermosa mujer, en una mujer irresistible, muy provocativa y que está para comérsela ummmmmmm… Cada vez que puedo, me asomo a verla gracias a las escaleras, disimulando que estaba limpiando o pintando la fachada que nos separaba. Sobretodo la observaba cuando sospechaba que se estaba cambiando de ropa; ella no tenía costumbre de echar las cortinas, parecía que lo hacía cosa hecha para que yo la mirase, y cada vez que la miraba… uffff, madre mía, que cachonda me ponía, me mojaba de tal manera, que debía cambiarme de bragas a diario (y siempre después de verla) De sólo describirla… me excitaba: Rocío es una chica de 14 años, y a ésta edad todavía se estaba desarrollando como mujer, pero yo ya la veía como una mujer, con ése cuerpazo que poseía, siempre con falditas que dejaban ver sus preciosas piernas, y con ése culito pequeño y respingón, unos escotes que dejaba entrever sus pequeñas tetitas, con ésa cara de angelito, típico de no haber roto un plato y con algunas pequitas muy monas, de pelo largo y rizado, de color castaño tirando a pelirrojo, de ojos grandes y oscuros, cubiertas con unas gafas y con una pequeña nariz que me recordaba a cualquier dibujo animado. Yo, en cambio, tengo 19 años, alta de cuerpo atlético (solía hacer deporte por las mañanas) De pelo moreno y rizado, al igual que Rocío, con algunas mechas rubias que me hacían un peinado muy molón, de ojos verdes y almendrados, con unos labios carnosos (y, por qué no decirlo) apetecibles. Así soy yo y así es Rocío. Me había vuelto loca por ella desde que se mudó casi a mi lado, hace unos meses. Yo fuí la primera en hacerme su amiga cuando llegó aquí, bueno no éramos amigas de salir por ahí a divertirse porque para eso prefiero a chicas de mi edad en adelante pero… ella podía contar conmigo para lo que quisiera y lo que necesitara, ya que somos vecinas.

Un día que estaba yo pintando la fachada de mi patio (y miraba con disimulo a Rocío) oí decirle a la madre de ésta que ella necesitaba ir a clases de informática para que "el día de mañana estuviese más preparada, y que de ésa manera nunca le faltaría trabajo" No seguí escuchando el gran sermón que le echaba a la pobre Rocío; en ése momento se me ocurrió una gran idea para pasar más tiempo con ésa niña linda y conquistarla poco a poco hasta que cayese en mis redes: ofrecerme yo para impartirle clases particulares de informática. Menos mal que tenía conocimiento sobre ése terreno que si no… ¿Qué clase de "profe" sería yo para ella? Rocío asentía sin parar, parece que estaba deacuerdo con su madre con todo lo que decía. ¡Menudo angelito era! Ella es tan inocente, tan dulce, tan buena… que no era capaz de discutir con su madre cuando no estaba conforme con algo. Eso me excitaba aún más; saber que Rocío era la típica niña que ni siquiera sabía lo que era un orgasmo o que nunca se había masturbado, me daba la oportunidad de enseñarle algo más que… informática jeje.

Después de esa gran charla entre madre e hija, Rocío se dirigió a su habitación, se quitó su ropa y se quedó sólo en bikini. ¿Qué pensaba hacer ahora? Estaba absorta en ése único pensamiento, que se me olvidó totalmente lo que estaba haciendo. Seguidamente, Rocío salió de su habitación y se apareció por su patio, mostrando su cuerpo envuelto en ese bikini rosa pastel (el típico color de las niñas buenas) y enseñando partes de su cuerpo que jamás había visto, como sus muslos, sus pies descalzos, sus lunares y sus tatuajes (de pega) ocultos… Aquellas cosas que hubiera preferido descubrir yo en el momento dado. Pero ella se adelantó a enseñarme todo su lindo cuerpo (sin ánimo de ponerme cachonda) Uff… ¡¡no!! Debo terminar de pintar ésta fachada de una vez, no puedo dejarla así, con lo asquerosita que está… Pero el cuerpecito de Rocío me distraía totalmente de mis quehaceres. Y más ahora que empezó a mojar su cuerpo con la manguera (no sin antes quitarse las gafas) Uyy… de qué manera lo hacía, como cualquier chica del playboy para un posado. Dirigió el chorro de agua encima de su cabeza, de manera que el agua recorriera todo su cuerpo, sin dejarse nada atrás. Yo presté atención a su cuerpo desnudito y a sus reacciones típicas por estar el agua fría; el agua caía en sus tetitas, y al ser casi transparente su bikini, pude ver sus pezones, pequeños, totalmente de punta, tal vez sean rosados o marrones, no se podía distinguir bien pero… igual de tentadores. Me quedaba embobada viendo a aquella Diosa dándose un bañito sensual que parecía dedicado a mí. El chorro de agua seguía bajando por su estómago hasta sus partes bajas.

¡Madre mía! Que mala me estaba poniendo aquella chiquilla que hacía ésas cosas sin ninguna intención sexual, con toda la inocencia del mundo. Rocío todavía no se percató de que yo estaba observándola y pude aprovechar ésa ignorancia para masturbarme a la vez que la veía así… tan sensual, tan provocadora, tan irresistible… Pasaba disimuladamente mi mano por mi sexo, porque tampoco era plan de ponerme allí y que todo el mundo viera como me pajeaba. Me tapé un poco con el cubo de pintura y con la otra mano acariciaba mi sexo lentamente. Ummm, que bien… al fin me masturbaba con la imagen de Rocío ante mis ojos y encima semi-desnuda. Y ahora que me encontraba tan cachonda, no me era nada difícil imaginármela totalmente desnuda… y más con ese bikini que se le transparentaba todo. Seguía masajeando mi conejito a la vez que el chorro de agua bajaba por el estómago de ella hasta llegar al sitio más oculto y más apetitoso de su cuerpo: su coñito. Me lo imaginaba con escaso bello púbico y de color claro, con un botoncito pequeñito y rosado… que con sólo verlo era capaz de chuparlo, de devorarlo, de sorberlo… y tragarme todo lo que soltaba de su vagina. Tal vez he acertado con la descripción de su sexo, porque a través de la parte baja de su bikini, se podía ver su rajita nítidamente y sin apenas pelillos. Eso me ponía a tono, tanto que empecé a acelerar el ritmo de mi mano sobre mi clítoris para correrme de una vez y seguir corriéndome una y otra vez hasta que Rocío desapareciera de mi vista.

Y justo cuando iba a tener la mejor corrida del día, Rocío miró hacia arriba y se dió cuenta de que yo estaba ahí. ¡¡Menudo panorama!! Yo con los ojos entornados y a punto de correrme y ella mirándome. Menos mal que pude reaccionar; deje de pajearme, cogí la brocha y me puse a pintar… (controlé mi respiración, me centré en lo que estaba haciendo y pensé en otras cosas para no seguir excitada) Rocío dejó la manguera a un lado, se puso sus gafas y sonrió. ¿Me habrá pillado?

-¡¡Hola Jessica!! –me saludó con voz dulce.

-Ho… hola Rocío –saludé tartamudeando, recuperando el aliento todavía.

-¿Estás pintando?

-Si, falta le hacía jeje. Y tú por lo que veo refrescándote ¿no?

-Si –sonrió como una niña tímida- Tenía mucho calor. Nada mejor que el patio de tu casa para refrescarte.

-(Y nada mejor que masturbarse viendo a la chica que te pone medio en pelotas) –pensé- Claro, claro.

-Uyy… y ahora empiezo a tener frío –dijo tiritando, a la vez que se abrazaba a sí misma- Tanto, que se me han puesto los pezoncillos duros ¿te has fijado?

-¿El… qué? –fingí- ¡Ah! Que va, que va, yo estoy muy pendiente de esto.

-Bueno

-Y también sin querer he estado pendiente de la conversación con tu madre jeje. ¿De verdad necesitas aprender informática?

-Sí, mi madre se empeña en que aprenda, dice que será muy útil el día de mañana.

-Puede que tu madre tenga razón ésta vez. Necesitas aprender informática. Y ¿sabes qué? Tienes ante tí a una gran conocedora del Windows 2000 jeje.

-¿2000 qué?

-Uff… veo que necesitarás mucha ayuda al respecto. Vente después a mi casa, que te enseñare todo lo necesario para la informática.

Uyy… éste dulce angelito necesitara mucha ayuda para aprender informática porque… ¡¡no tiene ni idea del tema!! Y lo mejor de todo es que no se ha negado y así podré tenerla lo más cerca de ella y ganármela poco a poco hasta que un día se deje hacer por mí.

Rocío era más inteligente de lo que pensaba. En estas dos semanas que llevaba enseñándole informática, ya ha aprendido a manejar el Word, el Publisher, PowerPoint… incluso ya navegaba por Internet con mucha soltura, casi sin mi ayuda. Y yo… ganaba un buen calentón en los días en la que ella y yo estábamos solas, en mi habitación, sentadas en mi cama y no sólo hablando de informática. Nos conocimos a fondo y ella tuvo tanta confianza en mí, que hasta me empezaba a hablar de sus amores inalcanzables, de sus amores platónicos, de los amores de su vida… pero nunca de sexo. Yo la escuchaba atenta, y cuando ella dirigía su mirada hacia otro lado, observaba su cuerpo, la acariciaba con la mirada, la sentía con el roce del aire. Diariamente después de las clases, me masturbaba pensando en ella, oliendo su aroma que dejaba en mi cama, imaginando cómo serían sus caricias y sus besos. Lo único que había conseguido de ella era notar la calidez de sus manos cuando la enseñaba de qué manera poner las manos sobre el teclado, o cuando yo posaba mi mano encima de la suya cuando manejaba el ratón. Tumbarme junto a ella en mi cama cuando tomábamos un descanso, y le acariciaba sin venir a cuento su pelo, su vientre… enredando mi mano en la suya… Actos que a ella le parecían muy inocentes y que para mí era la vela que encendía mi excitación. La de veces que he tenido que aguantar mis ganas de ponerme encima de ella, de rozar mis labios en su cuello, sin llegar a besarlo, mientras que su aroma me envolvía. De acariciarla por encima de su ropa sin llegar a tocar y apreciar la calidez de su piel. De notar cómo sus braguitas se humedecían por mis caricias, y que al querer descubrirlo, ver que estaba todo mojadito y listo para ser lamido

¡Ya no aguantaba más! Ésa linda niña me estaba volviendo loca (ya no sentía los dedos de tanto masturbarme pensando en ella) Hoy Rocío verá por primera vez a una hembra totalmente en celo deseando que alguien (ella) la devore enterita, sin dejarse nada. Y por supuesto, yo también estaba deseando comerme a ella, era tan apetecible como una nube de caramelo. Ya sé que no debo precipitarme pero… conociendo su inocencia, su ignorancia y su dulzura, creerá que todo lo que le haga es normal y corriente entre amigas o… ¿tal vez no? Puede que me precipite también en creer que Rocío es muy inocente, a lo mejor no es tan tonta como parece.

Dentro de un rato, como todos los días, vendrá Rocío para que yo siga impartiendo clases de informática. Hoy debía enseñarla a cómo sacarle buen provecho a los buscadores de Internet, como el Google y Yahoo. Sospecho que esto lo aprenderá en seguida y eso significa que nos sobrará bastante tiempo libre para hacer otras cosas. Y sé la manera de aprovecharlo al máximo. Hoy opté mejor por ir con mis mejores atuendos, lo que solía ponerme cuando iba de marcha con mis amigas los fines de semana; una camiseta blanca, muy escotada con un dibujito sexy, mini falda vaquera con algunas pedrería de adorno, y ropa interior oscura, tanto que se me podía entrever el color por la camiseta.

Oí el timbre de mi puerta y sabía que era Rocío la que llamaba (y la casualidad de la vida… no estaban mis padres jeje) Parecía que ella me había leído el pensamiento porque al abrir la puerta… me la encontré toda deslumbrante (al menos para mí) Iba con una camiseta rosa con el dibujito de un gatito, una faldita corta negra que se le podía ver sus piernas cortas pero hermosas y al darle un beso en la cara, pude oler en su ropa un frescor aroma a mora. No me corté en decirle que estaba guapísima y nos fuimos a mi habitación.

Al llegar, nos sentamos en mi cama, encendí el ordenador y esperamos a que se conectara del todo. Para matar el tiempo, ella ojeaba algunas revistas que tenía en mi escritorio, que contenía las típicas fotos de tíos buenos, como Orlando Bloom, los protas de la serie Rebelde Way y de la novela Pasión de Gavilanes… Tíos que a mí no me llamaban la atención la verdad, como le pasaba a ella que no dejaba de decir: "Madre mía, está como un tren" o "está como un queso" Para qué fijarme en esos "machitos" cuando delante de mis narices se encontraba un angelito con boquita de fresa, ojitos graciosos y llenos de alegría, de expresión dulce e ingenua… y aparte de eso, con un cuerpazo perfecto, con curvas, sugerente, sensual… Motivos más que suficientes para que ahora yo esté con cara de empaná sin dejar de mirarla de arriba a abajo. Fué ella la que me hizo despertar de mis sueños eróticos con ella de protagonista.

-¡Jessica! Esto ya se ha cargado –me comentó, dejando las revistas a un lado- ¿Qué me enseñaras hoy?

-Lo que tú quieras –le dije, mirándola a los ojos y con doble intención que ella no captó- Qui… quiero decir que… te enseñaré a usar el Google. Verás que interesante te parece y que útil te será.

Uff… debo controlar mis hormonas, porque por poco iba a cometer una locura, esa gran locura que noche tras noche deseo que se haga realidad. Respiré hondo y me concentré en lo que estábamos. Al igual que ella, que se sentó mejor en mi cama y miró directamente al monitor, preparada para recibir mis lecciones diarias.

Al pasar unas horas (que para mí se me pasaron volando) Rocío ya estaba preparada para usar Internet sin problemas en cualquier ciber de nuestro barrio. Y por lo que veo, le ha gustado mucho descubrir ése gran universo llamado "Google" en el que puedes buscar cualquier cosa, ya sea información, fotos… de sus actores favoritos. También me contó que le gustaba mucho los dibujos de ángeles y de ninfas (eso es normal, proveniente de alguien como ella) Así que le hice el favor de buscarle unas cuántas fotillos y luego sacárselas yo con la impresora. Al poner la palabra "ninfa" en el buscador, apareció ante nosotras miles de fotos referidas a ésa palabra, sobretodo tipo "manga" Y al avanzar más adelante para ver las fotos, ya no salían dibujillos de ninfas, eran mujeres desnudas y muy atractivas; solas, acompañadas de otras mujeres o acompañadas de hombres desnudos con pollas descomunales… Vi por un momento la cara de Rocío; estaba roja como un tomate. Le daba vergüenza ver esas cosas tan normales. Yo seguí adelante, ya que me estaba poniendo caliente (más aún) y por otra parte también quería enseñarle éste universo erótico que ella desconocía. Entré en varias páginas Web eróticas y me descargué varias fotos y videos X. Yo los visionaba mientras que Rocío miraba hacia otro lado. ¡Qué videos tan morbosos! Hubo momentos en que casi dirijo mi mano a mi sexo para masturbarme pero… me contuve. Claramente aquella situación le molestaba, por eso decidí dejar todo aquello y desconecté el ordenador.

-¿Qué te pasa Rocío? ¿Por qué tienes esa cara después de haber visto a esos tíos tan "buenorros"? –esto último lo dije en un tono irónico.

-Es que… no estoy acostumbrada a ver eso –rió con timidez.

-Pero al menos te habrá… excitado viendo eso ¿no?

-¿Excitarme? –dudó- Pues… no lo sé… Es que no sé lo que se siente

-Tranquila –le dije porque la noté nerviosa- A ver ¿has sentido cosquillitas en tus partes?

-Eh… sí –afirmo casi susurrante.

-Y ¿notas tus braguitas un poco… húmedas?

-Pues… -Rocío levantó un poco su falda para observar sus braguitas, a la vez que yo la seguía con la mirada. Efectivamente, estaban ligeramente húmedas- …parece que sí.

-Y ¿sientes que… necesitas que alguien te abrace y acaricie tu piel? –le pregunte, acercándome a ella.

-Sí… -Rocío cerró los ojos y yo aproveché para acercarme más a ella. Iba a besar su cuello cuando pronunció… -Mmmm… Juanma.

-¡Qué! ¿Quién es ése? –le cuestioné molesta.

-Ayy… el chico que me gusta. Y creo que yo también… le gusto -comento ruborizándose, al mismo tiempo que yo asentía con sarcasmo- Lo que pasa es que… llegado el momento pues… no se cómo actuar con él.

-¿Qué momento te refieres?

-Cuando estemos solos… íntimamente. No sé cómo actuar, no lo he hecho nunca con un chico.

-¡Ah! ¿Es eso? Rocío, mi niña… -le dije acariciándole la mejilla- …ya tendrás tiempo de saber eso. Y te puedo asegurar que cuando llegue el momento, lo sabrás. Sólo debes guiarte por tu corazón.

-¿Saber qué? ¿Qué es lo que debo hacer? ¿Tú lo sabes?

-Recuerda que soy mayor que tú.

-¡Enséñame Jessica! ¡Enséñame lo que debo saber!

¡Nunca me había imaginado esto! Mi dulce niña se me estaba ofreciendo, como un dulce caramelo, como un exquisito chocolate… Y con esa carita tan angelical ¿cómo voy a negarme ante tan bella persona? Tal vez no la haya entendido bien pero… Rocío quería que le enseñase a estar íntimamente con un tío. Éste es mi momento de disfrutar y estar con la chica que me había vuelto loca durante estos meses. Pero no la enseñaré a estar con un tío precisamente.

-Vale, pero debes dejarte llevar. No debes alarmarte por nada de lo que te haga.

-Deacuerdo Jessica, yo estaré a tu total disposición.

-(Como me alegra oír eso) –pensé- Bueno… yo haré de tío

-¿De Juanma?

-Eh… sí, vale, de Juanma. Lo que debe hacer un hombre para excitarte es esto

Había llegado mi momento para enseñar a Rocío a cómo estar con un hombre, pero lo haré de tal manera, que no tendrá más remedio que desearme a mí, dejando de lado en sus pensamientos al maldito "Juanma" y abrirse a experiencias nuevas conmigo. Me acerqué a ella, y me puse a su lado, seguida de la mirada atenta de Rocío, que me miraba con un poquillo de miedo (de no saber lo que le esperaba) y nerviosismo.

-Cierra los ojos Rocío… y siénteme.

Me acerqué a su rostro y contemplé enteramente a ésa chiquilla que aparentemente parecía indefensa, algo que me producía mucho morbo. Bajé hasta su cuello para seguir deleitándome con ése dulce aroma a mora que tantas veces dejaba prendada en mi cama y que gracias a eso, podía masturbarme pensando en Rocío. Ahora no me servia de nada imaginármela… la tenía delante de mis ojos, y quería aprovechar cada segundo que pasara con ella en ésa habitación.

Empecé dándole besitos por su cuello, para que entrara en calor y para que se excitara poco a poco. No tenía prisa por que eso ocurriera… yo le daría todo el tiempo del mundo. Mientras seguía dando besos por su cuello, oí como Rocío soltaba alguna que otra sonrisilla, producto de las cosquillas que le proporcionaba. Dejé de dar besitos, y entró en juego mi lengua, que recorrió su cuello por completo, saboreando su piel (que por esa parte sabía a mora) tramo a tramo, de arriba abajo… ya Rocío no soltaba ninguna carcajada, ahora oía como respiraba con dificultad y observé que se agarraba a las sábanas de mi cama con fuerza, como si su cerebro le mandase irse, pero su cuerpo prefería quedarse conmigo, a pasar el mejor momento de su vida. Yo sonreí porque veía que poco a poco conseguiría mi objetivo. Agarré la cara de Rocío, y esperé a que abriera los ojos. No lo hizo, así que le quité sus gafas, las dejé a un lado, y le di tiernos besitos en sus ojos. Al fin los abrió y sus ojos risueños me miraron, lleno de sorpresa, de asombro y… me atrevería a decir que con cierta lujuria. Le dediqué una sonrisa y mis labios se dirigieron a otra parte de su anatomía; sus orejitas. Primero chupé su oreja derecha, con suavidad, con ternura, con delicadeza… Después su oreja izquierda, lo lamí como el anterior, pero me tentó también darle mordisquitos, sin llegar a hacerla daño. Mmmm, que ternito… Mientras más segundos pasaba, más cachonda me ponía… Mmmmmm, Rocío, mi niña

Tuvo un gran efecto en ella, porque me empezó a coger de la cabeza, a la vez que acariciaba mi pelo. Sin dejar de posar mi lengua sobre su piel, fuí encaminándome por los caminos de su rostro, hasta llegar a sus labios, que sé que ella deseaba que se los besara, pero ya no pensaba en su Juanma sino en mí, en su amiga Jessica, que la estaba enseñando a amar a otra mujer, no a otro hombre como Rocío pensaba. Saboreando su rostro paso a paso, llegué hasta mi objetivo; sus labios. Los besé, sin miedo de sentirme rechazada, de alguna manera sabía que no me rechazaría. La besé despacito, sin emplear toda mi experiencia en el arte de los besos, para que ella no sintiera que no estaba a mi altura. Rocío me correspondía, primero con un poco de torpeza; no tenia ni idea de qué hacer con su lengua. Yo la iba guiando, aunque en eso no la podía yo ayudar. Debía ser ella la que se guiara por su instintos, de qué manera debía besarme… Me gustaba igualmente, porque por fin probaba de aquellos labios juveniles que tanto añoraba. Sabían a fresa, tal vez de alguna golosina que probó anteriormente a llegar a mi casa. ¡Que rico sabía su saliva! Rocío ya cogió cierta habilidad para besarme, e incluso le gustaba, por los pequeños gemiditos que emitía en momentos cumbres… Paré un segundo para verla, tenía mi mano en su rostro, le acariciaba, acariciaba su pelo… con mis dedos repasé esos labios que tanto me había gustado probar… La recosté en mi cama, quedando boca arriba y me puse encima de ella. Rocío no decía nada, sólo me observaba, fijándose en todo lo que hacían mis manos. Su mirada perdida se encontró con los míos, la noté un poco insegura.

-¿Seguro que quieres seguir?

-Sí, Jessica, no pares, por favor

Me equivoqué entonces, Rocío estaba 100% segura de querer seguir. Me alegré por completo, como nunca antes lo había estado. Al estar encima de ella (y como llevaba falda) mi sexo cubierto con mis braguitas, rozaba el suyo y casi sin querer, comencé un vaivén con mi cuerpo, restregando todo mi sexo en el suyo. ¡Cómo me encantaba aquello! Cerré los ojos para dejar que mis otros sentidos sintieran aquel maravilloso momento que estaba viviendo. Si seguía con ése movimiento-roce de nuestros cuerpos, tendría mi mejor orgasmo con ella… pero no, quería que fuera Rocío la que me lo proporcionara, ya sea con cualquier parte de su cuerpo, pero siempre que ella tuviera ésa intención… Dejé de hacer movimientos con mi cuerpo, porque deseaba mucho descubrir su cuerpo con mis manos. La besé nuevamente, con mucha más pasión que antes, y sin ninguna timidez e inexperiencia por parte de ella. Mi intención ahora era quitarle su camiseta, para descubrir con mis propios ojos aquellas tetitas que semanas antes visioné con apenas una telita mojada sobre ellas. Pero Rocío captó mi intención y sujetó su camiseta para que yo no se la quitara. Yo sonreí, y me acerqué a ella para susurrarle cositas bonitas, palabras que harían perder la vergüenza conmigo. Apartó las manos de su camiseta con lentitud, pero mereció esperar. Le quité por completo su camiseta y… allí estaban, sus tetas, sin ninguna protección, apetecibles, hermosas, redonditas, con pezones pequeñitos y rosados y algo erectos. No tardé nada en abalanzarme a ellas para probarlas. Con mi lengua rodeé sus aureolas, que enseguida se pusieron duritas al notar calidez (inexplicable para ella) sobre ellas. Mmmm, como gemía mi niña, no miraba con detenimiento todo lo que hacía pero… sé que lo sentía y le gustaba. Su respiración era más agitada que antes, sentía cosas que jamás creía que existían y gracias a mí, las estaba descubriendo todas juntas, una por una, sin dejarme nada atrás. Hoy Rocío disfrutará como una auténtica mujer, y yo me encargaré de eso.

No paraba de probar sus tetas, sus pezones… todo lo que para mi era apetitoso. Seguí chupando sin parar hasta que Roció suspiró fuertemente, claramente no quería que siguiera jugando con sus tetas. Sin saberlo, en su mente todavía infantil sabía lo que yo debía hacer con ella y yo capté en seguida el mensaje en sus ojos. Bajé hasta su falda, y se la levanté un poco hasta que delante de mí tenía sus braguitas rosas a juego con su camiseta del mismo color y que se encontraban muy húmedas, el resultado final de notar mi lengua en toda su piel y en todas sus partes sensibles. Al intentar quitárselas, de nuevo ella puso sus manos en sus bragas para que yo no se las quitara. ¡Será posible que alguien me haga sufrir más que ella! Pero vi su rostro y no era inseguridad; era la típica carita de una niña que quería jugar, con una sonrisita tímida además. Me acerqué a su rostro y la besé para que perdiera de una vez la vergüenza conmigo. Mientras la besaba, le fuí quitando sus braguitas despacio. Y al desprenderla de ésa prenda, me lo acerqué a mi cara para olerlas. Mmmmm… olían a hembra en celo, a pesar de su corta edad, se había excitado y mojado igual que una mujer de 20 años. Bajé hasta la altura de su sexo y me acomodé entre sus piernas. Su coñito no tenía apenas pelillos y de ésa forma pude apreciar su clítoris que estaba hinchadísimo. No quise hacerla esperar más y empecé chupar su botoncito como una loca. Rocío abrió la boca del asombro, cerró los ojos y se agarró fuertemente a las sábanas de mi cama. Mmmm, no sé si todos los conejitos adolescente sabrían igual pero… éste sabía exquisito, el mejor que había probado. Nada tenia que ver con el de mujeres casadas, cuarentonas… Los flujos de Rocío eran como un néctar divino que te concedía la inmortalidad y la vida eterna. Me hizo recordar mi juventud, cuando a la misma edad de ella, experimenté mi primera vez con una mujer. Mi dulce niña no paraba de gemir, sospechaba que jamás en su vida había experimentado nada igual, ni siquiera a sí misma. Movía mi lengua con movimientos rápidos y circulares sobre su clítoris. Saboreaba sin parar todo lo que desprendía de su vagina. A veces sustituía mi lengua por mis dedos, proporcionándole el mismo placer. Y todo porque quería ver bien su rostro, la cara de mi Rocío… ya no me parecía un angelito, sino un sexy demonio, con una mirada llena de lujuria y perversión. No paraba de decirme que siguiera, que no parara pase lo que pase. Por supuesto que no, mi niña, ahora entrará de nuevo en juego mi lengua, para que disfrutes de una buena corrida… y para que al fin conozcas el significado de la palabra "orgasmo" Por su respiración tan desesperada (al borde de una taquicardia) el gran tirón de pelo que noté por parte de ella y por los movimientos rápidos y seguidos de su coñito por mi boca… deducí que pronto se correría. Una gran lamida final será la guinda para este dulce pastel

-¡¡Ahh!! ¡Dios… ! ¡¿Qué… me… pasa?! –gritaba entre jadeos.

No la pude entender bien, ya que habló entre gemidos y jadeos, pero no quise responderla, quería que ella disfrutara de su primer orgasmo, como ya hizo una vez conmigo aquella chica a su misma edad. Me recordó a mí, cuando pregunté exactamente lo mismo a la primera mujer que amé. En el tiempo que duró su orgasmo, no dejó de estar agarrada a las sábanas de mi cama, en vez de agarrarse a mi cabeza, que tampoco me hubiera importado, en esos momentos es normal jeje. Mi dulce angelito se quedó exhausta, todavía recuperando el aliento, seguía tumbada boca arriba y con las piernas abiertas, que parecía que me quería ofrecer de nuevo su concha (y que claro, yo no me negaría) Pero existía un problema; yo estaba súper mega caliente, después de tantas lamidas y chupeteos, mi coñito estaba muy necesitado de un buen polvo. Dejé descansar unos minutillos a mi Rocío, mientras que yo sentada encima de mi cama, me empecé a masturbar por encima de mi ropa interior, mirando el cuerpo desnudo de ella. Uff… la de noches que me había masturbado imaginando su cuerpo y ahora… lo tengo delante… ¡No podía más! Apresuradamente, me quité mis braguitas, sin llegar a quitarme la falda. La levanté delante de ella y contempló mi conejito con los vellos recortados y mojados por culpa de ésa chiquilla, por haberme excitado tanto con su body. Seguí masturbándome delante de ella, hasta que me recosté a su lado, boca arriba, tomé su mano y la puse en mi concha, para que la sintiera todo mojado y caliente. Ella empezó a masturbarme con un poco de torpeza, como le pasó antes con los besos. Yo la iba indicando de qué manera masturbarme… Uyy… siiiii, así, de ésa manera Rocío ¡Que delicia! Enseguida cogió ritmo y movió su mano rápidamente en mi coñito, que estaba a punto de reventar de placer. Yo no me quedé quieta y masturbé a Rocío con mi mano, de la misma manera que ella a mí. ¡Cómo gritábamos, cómo jadeábamos! Como dos perras cachondas. Las dos, al mismo tiempo, movíamos rápidamente nuestras manos, con tal de conseguir nuestros orgasmos rápidamente y al mismo tiempo. Yo estaba a punto de correrme, pero preferí esperarla, para que nuestros orgasmos fuera sólo uno. Y cuando ella alcanzó el clímax, pude al fin correrme yo, lo que tanto deseaba.

Uff… después de esta gran sesión de sexo, nos quedamos en mi cama durmiendo, descansando, desnudas, agarraditas las dos sin intención de separarnos nunca. Rocío seguía sorprendida por todo lo que le enseñé hoy (aparte de informática) y esto debe también tenerlo en cuenta el día de mañana, cuando encuentre a una chavalita que le guste y quiera estar con ella. Yo he sido su profesora en todos los aspectos, y estoy muy orgullosa de ella, por haberse aplicado especialmente hoy jeje.

-Jessica, gracias por haberme enseñado todo –me comentó, agarradita a mí.

-No hay de qué, mi dulce angelito… Ahora ya sabes lo que debes hacer cuando estés con una mujer.

-Y ¿con un hombre… ?

-¡Olvídate de los hombres y sé mi amante! –exclamé, finalizando con un beso en sus labios.

FIN