Ensartada por dos viejas espadas samurai

Aquellas dos viejas espadas niponas, dieron cuenta de mi y mis agujeros con una sabiduria de expertos samurai

Se había marchado mi consuegro a Italia después de una semana de sexo desenfrenado, dejando a una dilatada y medio dolorida pero muy agradecida  por la cantidad y calidad de lo recibido, esperando ambos reanudar los encuentros en Italia en breve..

Estaba ordenando mis ideas nuevamente y me decidí trasladarme a Gran Canaria, y allí tener un encuentro con una pareja que cohabitan con el suegro o padre según se mire el lado, el cual hace las delicias de su nuera, a la que satisface con su buen plátano canario, y que tras contactar con ellos decidimos conocernos y si encarta probar esa fruto exótico del que también hablan.

Pero había quedado para dentro de dos días, pues andaba el fuera de viaje, por lo que me dedique a tomar el sol y salir a comer y relajarme.

Fui a comer a un Japonés que me habían recomendado por la zona  y decidí aconsejarme por el metre para comer, haciendo uso también de los famosos palillos, y como yo no soy una experta en ellos, provoque las risas  en la mesa de al lado, que con disimulo intentaban no reírse mucho de la comicidad de mis gestos con ellos.

Me fije y eran dos elegantes ejecutivos de origen japonés, entrados en años pues quizás rozaran ya cerca los sesenta y alguno, aunque de buen aspecto, delgados y ciertamente altos para como son ellos.

Los mire y me reí haciendo un gesto como que no  era capaz de comer con los dichosos palillos, lo que amablemente uno de ellos se levantó y me indico en un aceptable castellano como cogerlos con los dedos y la correcta posición para sujetar la comida.

No había forma y me trababa cada vez que lo intentaba, acercándose el otro que cómicamente me ofreció un tenedor y dijo deje esto para otra ocasión si no, no va a poder comer nada, riendo los tres por tan grata ocurrencia.

Me hicieron un gesto si quería comer con ellos pues estaban empezando también y estaban solos, por lo que se lo dije al camarero y me desplace a su mesa, donde un buen rato la conversación fluyo sobre los dichosos palillos y la forma de usarlos, también nos presentamos y dijeron que estaban allí por tema laboral pues estaban gestionando una ruta de gente de su país con un hotel de la zona para conocer las islas, y como hablaban bien el español eran ellos los encargados de organizar los eventos.

La comida duro cerca dos horas, pues al final se alargó tomando un licor típico de su país, que por cierto se me había subido algo a la cabeza, y a ellos creo que también.

Se ofrecieron acompañarme a dar una vuelta pues tenían la tarde libre y acepte gustosamente pues eran muy agradables y ciertamente atractivos, pues sus cuerpos delgados y bien cuidados y con su exquisita educación me tenían atolondrada.

Se acababa la tarde y les dije que tenía que ir al Hotel a cambiarme y ducharme para luego cenar, ofreciéndose ellos a invitarme a la cena, así como acompañarme, y lo cierto es que llegaron con la fluida conversación que teníamos hasta la misma puerta de mi habitación, sin darnos cuenta, quedándose ellos un poco cortados, por lo que les dije, si quieren esperen en el halls o pasen un momento, pues la habitación tenía un pequeño recibidor y luego otra sala con la cama y el cuarto de baño.

Entraron y en ese momento me sentí un poco violenta pues no  sabía que iba a hacer, cuando el más mayor se quitó la chaqueta  y acercándose por atrás me cogió elegantemente y me beso el cuello, continuando por todo el hasta mordisquear mis orejas tras retirar mi pelo con sus manos de una forma delicada.

No me lo esperaba, pero me encanto  y se me fueron uno suspiros que hizo que sus manos me abrazaran y me acariciara mi vientre mientras me pegaba hacia el…mire al otro y ahora el se estaba despojando la chaqueta y camisa para mostrarme su blanco y delgado pecho pero muy definido para su edad, acercándose de frente para besarme sin decir nada..

Sin pedir ni esperar aquello ahora andaba en medio de los dos senior japoneses que me trataban como una reina, pues las prisas en ellos no iban, ya que todo lo hacían con parsimonia y tacto.

Les dije que no esperaba aquello y tanta atención, y me dijeron que las cosas buenas son las que surgen de improviso y que yo les había puesto locos pues me decían eran muy sexy y guapa.

Me retiraron el vestido y la ropa interior con sumo cuidado mientras sus bocas iban besando cada centímetro de mi cuerpo, haciéndome estremecer de gusto, y más cuando se recreaban en las inmediaciones de mi sexo, al que trataban aun si cabe con más cariño.

Estaba como loca por verlos desnudos y como pude me puse a la labor de quitarles los pantalones y los slip, llevándome una gratísima sorpresa pues aunque la dotación no era del  grosor del que yo estaba acostumbrada, sí que la longitud de ambas era apreciable, y aunque de aspecto fino, lo que más me dejo atónita era que ambas eran muy similares y acababan en una gorda y hermosa cabeza que destacaba con creces sobre la punta de aquellos hermosos falos.

Me agache y agarrando los dos uno con cada mano  y siguiendo la delicadeza de ellos comencé a besarlas, notando al instante que esas hermosas cabezas su brillo no era casual, pues la finura de su piel hacia al tacto como la piel de un bebe, haciéndolas tremendamente apetecibles a la boca como un manjar al que hay que cuidar antes de comer, degustando lentamente con mi experta lengua.

Les puso esto como locos, pues palpitaban entre mis manos  a cada acometida en mi boca, a la vez les acariciaba los huevos, que sin ser de grandes, si estaban proporcionados a aquellos dos finos sables de samurái.

Me llevaron a la cama y allí empezó un cortejo entre los dos que me tenían anonadada, pues ahora si dieron cuenta de mi sexo y mis pechos con una exquisitez que me hizo correrme y desmelenarme por completo.

Les pedí que me penetraran pero ellos seguían en el juego del preludio , masajeándome con sus dos duros rabos casi todo el cuerpo, llegándome a correr nuevamente cuando los dos al unísono frotaban aquellas dos delicadas cabezas sobre mis duros y gordos pezones, dándome un placer indescriptible.

Ahora uno delicadamente se fue hacia mi sexo y abriéndome las piernas con mucho cariño y tacto, fue posicionándose para empezar a jugar con su cabezón en mi puerta, haciendo que mis caderas se levantaran intentando cazarlo y tenerlo ya dentro, mientras el otro delicadamente se había puesto de rodillas junto a mi cara, ofreciéndome su sable para que se lo comiera.

Lo hice con pasión y por su punta ya afloraba líquido que denotaba estaba muy excitado, mientras el otro samurái, se dejó caer lentamente sobre mi ensartando su majestuosa  espada en mi interior, produciéndome un rico placer al deslizar aquella finura y delicada cabeza por las mojadas paredes de mi sexo.

Se movía como una maestría  que me hacía explotar una y otra vez, agarrando cada vez más fuerte el otro hermoso miembro al que degustaba con lujuria.

Me besaba sin importarle que la otra cabeza anduviera por mi boca incluso llegamos  besarla entre los dos, aunque era una la que se la tragaba.

Pensé se iban a correr así, cuando pararon y el que me tenía clavada, se puso debajo de mi para volver a ensarta su fino y largo sable dentro de mí, dejándome abierta boca arriba, para que ante mi asombro, el otro acercara agarrado por su mano su espada y empujando lentamente me hieran una doble penetración por mi mojado y dilatado conejito.

El placer en ese momento era supremo, pues lo que aquellos dos delicados miembros hacían en mi interior era divino, no tardando nada una en volver a correrse como una loba desenfrenada que espera la monten una y otra vez.

Me besaba dulcemente metiendo su lengua hasta casi mi garganta mientras cabalgaba lentamente sacando y metiendo su largo y duro falo que a la vez frotaba y acompañaba con ritmo el que por abajo me la tenía clavada.

Estaba loca y mis ráfagas orgásmicas aparecieron ante el asombro de aquellos dos viejos samuráis que notando mi agitada excitación aceleraron el ritmo para llegar a un colofón difícil de describir, pues primero uno, después una y luego el otro, nos corrimos los tres de forma consecutiva, haciendo de aquella habitación un coro donde retumbaban entres sus paredes los gemidos por aquel sublime final.

No se despegaron tras descargar sus abundantes jugos, aunque aflojaron de dureza y tamaño sus dos sables, pues continuaron con besos y caricias uno par de minutos, hasta que se fueron desenganchando de mi agradecido conejito.

Este empezó a supurar nata sobrante de aquella dos simultaneas descargas y uno cariñosamente recogió un poco con sus dedos para ofrecérmela, igualmente la probo el, y riendo dijo, está muy rica esta mezcla de tres jugos, bajando acto seguido hacia mi sexo y comenzar a comerlo y limpiarlo.

Me estremecía nuevamente de placer y busque como una loca el otro sable para limpiarlo y sacarle las últimas gotas de su interior.

Este bastando morcillón, no perdía el encanto de su gorda cabeza que ahora aun destacaba más por la flacidez de su largo cuerpo, haciéndolo apetecible a chuparlo y mordisquearlo, mientras exprimía sus últimas gotas a la vez que sobaba fuertemente sus huevos.

Acabo de comerme el sexo y limpiarlo por completo el mayor de ellos, acercando con envidia su espada también para que yo la comiera, intentando ponerme las dos en la boca, pero era imposible por la gordura de sus cabezas y no cabían ambas a la vez.

Se las comí un largo rato intercambiando cabeza,  y para mi asombro andaban ya tomando forma nuevamente, pues me había bajado también a chuparles los depósitos de combustible y esto al parecer les ponía locos.

Una pensaba estaba ya todo acabado y me iba a duchar y relajarme, cuando el más veterano , empezó a agasajar mi puerta trasera, introduciendo suavemente un dedo mojado en mis jugos y saliva.

Intuí iba a ser penetrada por atrás, y esto se hizo más evidente cuando comenzó a comérmelo sabiamente con su lengua mientras iba dilatándolo con los dedos.

Mire y busque al otro y andaba moviendo y pajeando su espada, para ponerla dura otra vez, tumbándose a mi lado mientras se le iba endureciendo su miembro.

Me dijo me sentara sobre él, y así lo hice para clavármela otra vez ya dura y rígida.

Me atrajo hacia su pecho, y mi culo quedo medio en pompa, a merced del más veterano que ya frotaba con saliva su cabezón sobre mi puerta trasera.

Flexionando sus piernas como si tuviese veinte años menos, acerco definidamente su viejo pero encantador sable y me penetro por atrás.

Ahora se movía más rápido haciendo con los movimientos que la otra se deslizara también con maestría por mi conejito, parecía un colibrí sobre una flor, pues la rapidez de sus penetraciones ahora me tenía sorprendida.

Ante mi sorpresa y sin poder parar tanto placer volví a correrme rápidamente una y otra vez, con pequeños pero intensos orgasmos hasta que el de arriba golpeo fuertemente y tras cinco o seis embestidas colosales volvió a regarme con su rico manjar, pero esta vez por la trastienda.

Pego los últimos coletazos y agotado se desengancho cayendo a nuestro lado rendido y sudando por el esfuerzo de la posición que tenía.

Puse mis manos sobre el fuerte pectoral del más joven al que ahora cabalgaba, y moviéndome como una experta amazonas sobre aquella fina hermosa y larga polla, le saque los últimos jugos de la noche, no sin antes regalarte mi último orgasmo.

Ahora si acabamos, una rendida, regada y  cosida por todos lados, y ellos con sus flácidos estiletes, los tres en la ducha.

Nos enjabonamos mutuamente regalándole yo algún que otro beso y  en esas hermosas terminaciones  que me tenían loca por tan agradable textura.

Nos vestimos y medio agotada me llevaron a cenar y a tomar unas copas.

La noche fue muy agradable, dejándome ya de madrugada en el Hotel, pero ya sola, si bien quedamos para la hora del café del día siguiente….