Enmendando un error - 7
A Daniel le quedaba por pasar unos días interesantes, María, Amanda, la puñetera de Elena, y por supuesto, su madre
Enmendando un error - 7
La situación no dejaba de verla realmente problemática. Si la cosa no variaba, aun me quedaba por follar con María dos veces más. Debía de reconocerme a mí mismo, que una cosa era saber que si Amanda finalmente entraba en razón y no quería que volviese a pasar, no lo haría, y otra distinta, el que por otro lado, no pudiese evitar desear volvérmela a follar de nuevo. Pese a todo lo que pueda parecer, me había costado lo mío tragar con la infidelidad de Amanda, como para querer correr riesgos de estropearlo todo a estas alturas por un polvo con María, dijese Amanda lo que dijese, estaba muy claro que lo pasaba mal solo con pensar en ello.
Lo que decidí fue quedar el jueves de esa semana con María para hablar con ella y aclarar las cosas entre los dos. Lo cierto es que no necesite decir nada, ya que fue la propia María la que directamente me preguntó sobre mis intenciones…
No piensas hacerme compañía esta noche, ¿verdad? –preguntó María mirándome fijamente.
No, lo cierto es que no, no tengo intención de acostarme contigo.
Creo recordar que llegamos a un acuerdo al respecto –dijo dando un sorbito al vino y dejando la copa con calma mientras no separaba los ojos de los míos.
Y yo creo recordar que eso lo decidisteis entre mi novia y tú, yo solo admití estar aquel día contigo.
Entonces dime, ¿voy a tener que hablar con tu novia para conseguir que me vuelvas a follar, o directamente subimos ya a mi habitación y la ahorramos el trago?
He dicho que no pasara María, pero toma, si la quieres llamar, ya tienes puesto el número y todo, solo tienes que marcar la llamada –dije poniendo mi móvil sobre la mesa.
¿Crees que no lo hare? –dijo muy seria.
Vi como pulsaba el botón verde de llamada y se llevaba el teléfono al oído. Me mantuve tranquilo en apariencia, esperando a ver qué ocurría, sabiendo que si de verdad hablaba con Amanda y esta seguía empeñada en que me la follase, como por otra parte estaba más que seguro que querría aunque lo pasase mal, me iban a colocar en una posición muy incómoda. Cuando empezó a hablar me tensé, aunque intentando que no se notase…
¿Amanda?... Hola, soy María, estoy aquí con tu chico cenando… -dijo mirándome fijamente.
Si claro, no, no, te llamaba solo para decirte que llegara un poquito más tarde, tengo muchísimas ganas de follar con él y hasta que no le escurra bien no le voy a dejar marchar… solo para que no te preocupases si tardaba en regresar… -solo podía escuchar lo que hablaba María, y no sabía exactamente que le estaba preguntando Amanda o como se lo estaba tomando, lo que me preocupó un poco.
Si, adiós, nos vamos ya a la habitación, si… vale… yo se lo digo… chao –se despidió, dándome de nuevo el teléfono.
¿Por qué no la has dicho que no quiero acostarme contigo? ¿Por qué le has dejado creer que sigo con lo que ella quiere? Sabes que me lo hubiese pedido –indagué.
Porque te entiendo, y de este modo te dejo a ti la opción de contarle que no ha pasado nada o dejarla creer que sí. Mira Daniel, aunque no te lo creas, yo quiero a mi marido por muy cabrón que sea, y el acostarme con otra persona nunca entró en mis planes. Ya le perdone anteriormente una infidelidad, la de tu novia era la segunda y tenía que vengarme, por eso en un momento de calentón cuando tu novia se me puso delante, viendo que también a ella la jodía, me acosté contigo
Entiendo, entonces también has venido como yo a esta cita, para aclarar las cosas y dejarlo estar, ¿no? –dije aliviado.
Jajajajajajaja, no, lo cierto es que no, he venido con ganas de volver a follar contigo de nuevo –dijo riéndose-, me gusto lo de la vez anterior, que quieres... –se encogió de hombros-. Ademas, esta como te he dicho es la segunda que le pillo, y desde ese mismo momento, yo me considero en libertad de acostarme con quien me dé la gana
Pero si has dicho… -levantó una mano para que la dejase seguir.
Se lo que he dicho, su castigo es que no volveré a serle fiel. Lo que no me esperaba es lo tuyo, entiéndeme Daniel, cuando tomé la decisión de devolverles la pelota a los dos, créeme que no pensé nunca en encontrarme con alguien como tú. Tu novia te dio permiso y aun así casi te tuvo que empujar a follar conmigo esa noche, lo que tras lo sucedido entre nuestras parejas, que pasase eso contigo me pareció un poco surrealista. Luego… bueno, realmente aun siendo solo un polvo por la situación, no lo sentí como tal, sentí que me hacías el amor, no solo que me follases… ¿entiendes lo que digo?, lo sentí muy especial por tu parte…
Creo que sí o eso pienso, pero créeme que solo fue un polvo y nada más María.
Jajajajaja –soltó una cristalina carcajada-, no cuela, puede que de verdad creas eso, pero créeme que no fue así, vi la cara de tu novia cuando salimos de la habitación. Había estado fuera con mi marido escuchándonos follar, te diré por si no te diste cuenta por su cara, que ella también sabía que no me habías follado y nada más. Estoy segura que en algún momento en estos días te habrá dejado caer que me hiciste el amor en lugar de solo follarme –dijo mirándome fijamente con ojos ardientes, me estaba dando un poco de miedo verla mirarme así.
Si, lo cierto es que sí, es como estas diciendo –admití-. Mira María, quiero que me intentes entender, no es que no me gustes que me gustas muchísimo, pero quiero a mi novia, y lo está pasando peor de lo que puedas creer con todo esto. También piensa que yo… -me interrumpió.
Lo entiendo mejor de lo que crees. La has perdonado, has tenido que tragar bilis para ello, supongo también que ahora mismo no estás dispuesto a arriesgar la relación por follar conmigo tras todo lo que has tenido que pasar por culpa de ella y mi marido, ¿no? –dijo sonriendo, luego se puso seria-. Como ya te dije, yo pase ya por esto una vez... no creas que no sé lo que estás pasando ahora, lo que ocurre es que en mi caso, mi marido, me da igual, no le he perdonado, solo sigo con él, pero como te he dicho, haré lo que me plazca y con quien me plazca.
Si, básicamente, en mi caso así es, justo como dices –dije obviando lo referente a ella-. Me ha costado mucho, no perdonarla como dices, porque no lo he hecho, no me es posible hacerlo, siento decepcionarte con ello María, no soy tan bueno como me pintas. Solo estoy dándonos una nueva oportunidad, la quiero, quiero que esto se solucione y no creo que el estar follando contigo sabiendo el daño que la hace, lo que a mí me encanta hacerlo junto con la forma en que te deseo, porque te admito que te deseo, sea muy bueno que digamos para conseguirlo.
¿Sabes?, creo que Amanda tiene mucha suerte contigo, y espero por su bien que te cuide o se tendrá que arrepentir toda su vida de haberte perdido. De todas formas no creas que por esto doy por perdido volver a poder follar contigo, que ni muchísimo menos –sonrió, con una sonrisita que me dio grima.
No entiendo… -dije.
Tú no, pero yo sí que me entiendo –me cortó-, y eso es lo importante. Ahora dejemos el tema, disfrutemos de la cena y hablemos de nosotros –dijo haciendo un gracioso mohín.
Os aseguro que pese a que a partir de ese momento la conversación fue de lo más amena y distendida, no pude abandonar del todo seguir pensando en que fue lo que pretendía decir María con aquello último de que aún no había dado por perdido volver a poder acostarse conmigo de nuevo. Lo peor de todo es que a medida que hablaba con ella, cada vez me parecía más una mujer que cuando decía algo, no lo decía por decir.
Después de cenar se empeñó en irnos por ahí a bailar, algo que no tuve otra que aceptar, habida cuenta de que ella había admitido mi intención de que no pasase nada sin complicarme la vida con Amanda, terminamos francamente tarde. Después de dejarla de nuevo en su hotel me marche para casa con intención de dormir un rato antes de irme a trabajar, era lo malo de haber quedado un jueves.
Cuando llegué a casa me fui directo a la cama, metiéndome desnudo en ella, abrazando a Amanda por la espalda y pegándome a ella, le di un beso en la mejilla disponiéndome a dormir aspirando su aroma. Amanda se dio la vuelta, en la penumbra que creaba la luz de la calle que entraba por la ventana, puede ver brillar sus ojos, fijos en mí…
¿Te lo has pasado bien follando con ella? –preguntó con un serio punto de celos en la voz.
Me lo he pasado bien cenando con ella y yéndonos después a bailar, no ha ocurrido nada más entre los dos –dije manteniendo sus ojos.
¿Por qué no?, te dije que quería que lo hicieses, ¿tenía la regla o algo? –preguntó.
No, no tenía la regla. Amanda quiero que entiendas que me ha costado mucho tragar con lo que hiciste y no quiero arriesgar esta oportunidad por follarme a otra, aunque te merezcas que lo hiciese, que no te estoy diciendo que no lo sea, porque soy el primero que te digo que si mereces que lo hiciese, pero no quiero perderte Amanda, te quiero demasiado como para arriesgarme a ello.
Eso no pasara, soy yo quien quiere que lo hagas, precisamente por lo que has dicho, porque es algo que me merezco y tú tienes derecho a hacer –vi como sus ojos se desviaban de mi cara.
Amanda, por favor, mírate, cada vez estas más celosa, algo que jamás había visto en ti desde que empezamos a salir, y no me gusta verte así, es como si desconfiaras de mi porque yo te diese motivos para ello. Todo esto además, por una situación que tú misma has creado, y doblemente al querer que lo haga con María. No vuelvas a presionarme más para ello, créeme que María no ha dado su brazo a torcer con este asunto, no quiero tener que volver a acostarme con ella, pero para eso es necesario que tú no me presiones en esa dirección o cederé y desde ya te digo que lo haré encantado porque lo disfruté cuando lo hicimos, no te voy a mentir, así que… ¿por favor?
Vale, no lo hare más, ¿entonces no te has acostado con ella según tú, no? –dijo con voz maliciosa, a la vez sentí su mano sobre mi polla, que se puso rígida en el acto con su contacto.
¿Qué haces Amanda? –dije apartando la mano-, cielo que hay que dormir al menos un par de horas, y si nos liamos veras tu mañana…
Vaya, pues si –dijo riéndose-, que reacción tan rápida, está claro que es verdad que no habéis follado –dijo risueña.
Que pasa, ¿que no me has creído cuando te lo he dicho?, bueno pues ya comprobaste que no te mentí, ¿satisfecha ya? –dije enfadado dándome la vuelta, dándole la espalda.
Sentí como se abrazaba a mi besándome en el cuello y pidiéndome perdón por lo que según ella había sido solo una broma, mi única respuesta fue un gruñido, quedándome dormido al poco tiempo, y bastante enfadado con ella por cierto. Admití que lo de tocarme la polla y decir luego que solo comprobaba que no había follado fuese solo una broma, pero desde luego fue una broma que no me hizo la menor gracia. Había sido la típica broma hecha en el momento menos adecuado y con la situación menos adecuada para hacerla, vamos, una metedura de pata en toda regla.
El viernes tal y como supuse fue un día duro, excepcionalmente duro de echo. Como suele pasar, si vas completamente despejado y relajado tienes un día tranquilo, si vas muerto de sueño y algo enfadado, encima el día será un día de mierda, complicado y nada agradable, como así pasó. No me caía encima un problema, terminaba de resolverlo, cuando enseguida tenía otro nuevo y más complejo que el anterior… Fue un viernes para olvidar, porque además de todo esto, no podía dejar de pensar tampoco en la cena con María o en la conversación con Amanda cuando llegué, una u otra siempre estaba dándome vueltas por la cabeza, lo que tampoco ayudaba en nada a mejorar la jornada.
Ese fin de semana fue apoteósico, Amanda estuvo follàndome, porque realmente fue ella quien me folló a mi hasta reventarnos físicamente, el domingo ninguno de los dos podíamos ya con nuestra alma. Esa noche dormimos abrazados como hacíamos desde el principio de nuestra relación, cuando empezamos a salir, riéndonos y acariciándonos sin necesidad de nada mas, algo que ciertamente ya echaba de menos, puesto que no lo hacíamos así desde que ocurrió lo de Barcelona.
La semana siguiente fue extraña, por un lado estaba mosca con María, me parecía que había cedido excesivamente rápido con lo de no follar los dos, más cuando dejo claro que no se daba por vencida en lo más mínimo. Para terminar de arreglarlo desde el mismo lunes cuando regresó de trabajar, Amanda estaba rara, excesivamente rara para mi gusto. Debo de confesar que se empezaron a despertar los fantasmas, por lo que el jueves por la noche decidí no dejarlo pasar más y hablarlo con ella...
¿Que pasa Amanda? -pregunté muy serio durante la cena.
Nada, todo está bien, ¿por qué lo dices?
Porque no es así, mira, no me gusta tener que admitirlo, pero estas muy rara, igual que cuando regresaste de Barcelona la primera vez, no me gusta decirlo, pero se están despertando ciertos fantasmas y no quiero estropear esto que intentamos sacar adelante... Te quiero Amanda, por eso mismo, repito, ¿qué pasa? -dije aún más serio que antes.
Mañana te llevo yo al trabajo y me vienes a buscar a la salida, confía en mí, no pasa nada de lo que te debas preocupar. Te aseguro que lo entenderás todo -dijo mirándome.
Amanda, esto no es ningún juego…
Lo sé, lo sé, confía en mí, mañana lo entenderás, por favor… ¿sí?
Vale, de acuerdo, iré a buscarte y nos venimos los dos juntos -admití un tanto dubitativo- pero mañana me dices que pasa.
¡¡Muy bien!! –dijo contenta-, te prometo que mañana lo entenderás.
Lo cierto es que estuve en un tris de negarme a ello, por un momento pensé en preguntarla si iba a dejar en su casa a su amiga Elena, porque de ser así, creedme que prefería no ir a buscarla, no quería volver a tener una pelea por eso o estrangular a su amiga si empezaba otra vez... Decidí darla un voto de confianza, y si se daba el caso de que de nuevo la llevábamos a su casa..., bueno, intentaría no dar otra vez la nota, no hacer caso de sus más que seguras provocaciones e intentar comportarme todo lo educadamente que pudiese, solo esperaba que de producirse Amanda tomara nota de ello, reaccionando en consecuencia... por el bien de ambos.
El viernes tal y como me temí, las dos juntitas hablando animadamente, se estaban dirigiendo directas al coche de Amanda, donde yo me encontraba apoyado con los brazos cruzados, mirándolas fijamente mientras se acercaban. Tal y como me esperaba, Elena nada más verme allí torció el gesto, poniendo una cara que no me hizo la menor gracia, y mirándome de una forma que me hizo aún menos, respire profundamente, intentando controlar el cabreo en toda regla que empezaba a embargarme junto con unas poderosas ganas de engancharla por el pescuezo y retorcérselo como a una gallina. Me reincorpore y directamente, tras dar las buenas tardes con educación a Elena, me puse a saludar a mi novia con un beso de tornillo que ella no solo no rechazó, sino que colaboro haciéndolo aún más espectacular ante los morros de Elena y para mi sorpresa, que no me lo esperaba. Tal y como ocurrió la vez anterior en cuanto Amanda abrió las puertas la “tipa”, ocupo el asiento de copiloto sin inmutarse, pero esta vez no dije ni media, me limite a sentarme en el asiento de atrás apretando un poco los dientes para evitar saltar, mientras Amanda ocupaba el del conductor, entonces...
Elena, tu pásate atrás, ese asiento es para Daniel, no para ti -dijo Amanda, sorprendiéndonos a ambos.
Pero... -Amanda la interrumpió.
Sin peros, no me importa llevarte a casa, lo sabes, pero no voy a discutir con mi pareja porque a ti se te antoje sentarte ahí.
Por mí no lo hagas, me da igual -dije muy serio, no me gustó como lo había dicho.
Pero a mí no, tú te sientas a mi lado y ella atrás, sino le gusta puede tomar el autobús -dijo Amanda mirando a Elena.
No te entiendo, sabes, después de que te dejó y todo el daño que te hizo, aún le sigues el juego -dijo Elena para mi sorpresa.
Pero que... -Amanda me hizo callar, me pidió que por favor le dejase a ella.
Mira, creo que la culpa de todo este mal entendido es mío, por dejarte creer lo que quisiste. Él no fue quien me hizo daño, yo le hice daño a él..., le engañe y me pilló, por eso me quiso dejar, no por nada más, si alguien hizo daño a alguien, esa fui yo, no él. Ahora simplemente estoy intentando ganarme una nueva oportunidad, y no sabes lo que me está costando que me la de, no pienso perderla por nada ni por nadie, así que por favor, cambiaros de asiento -dijo.
Lo cierto es que ninguno de los dos dijimos nada de nada, simplemente nos cambiamos de sitio, eso sí, yo di la vuelta por la parte delantera del coche y ella por la trasera, únicamente con el fin de no cruzarnos y tener la fiesta en paz. Durante todo el camino Elena no abrió la boca para nada, pese a mi aparente victoria sobre ella, me ocurría lo mismo que con María, no creía que todo fuese a quedar simplemente así. Sin embargo y pese a seguir pensando que Elena estaba completamente pillada con Amanda, decidí no decirle nada y darla el voto de confianza que me pidió en su día con todo esto... aunque no me hizo falta decir nada.
Lo siento -dijo Amanda.
Lo siento, ¿por qué? -dije sorprendido sin entender.
Por no creerte con lo de Elena pensando que solo veías fantasmas por estar celoso tras lo mío, pero en estos días me he dado cuenta de que tenías razón..., y yo no. Supongo que estaba tan preocupada y pendiente de ti que no lo vi venir de ella… solo me pareció que se acercaba más para intentar ayudarme como amiga que es…
Ya, ¿y qué vas a hacer?
Mantenerme lejos de ella y guardar las distancias, aún con todo es buena amiga mía, y no quisiera hacerle daño, ojala todo fuese más fácil para estas cosas.
Ya, si yo fuese de otro modo, esto sería más simple, ¿no?, solo sería sexo -dije malinterpretándola.
Daniel, creo que no entendiste nada de lo que te explicó tu madre. Aun siendo "liberales", Elena nunca entraría en nuestra pareja, ella está enamorada de uno de los dos, da igual de quien, eso la excluye de forma automática. Los intercambios, tríos o lo que se haga, solo deben de ser con gente con la que no tienes interés y que ellos tampoco quieren nada más que sexo ocasional, sin connotaciones sentimentales de por medio -me dijo muy seria.
Entonces María también podría entrar en esa categoría, ¿no crees?, lo digo porque parece un poco obsesionada con su venganza, ¿no?, sería un peligro para la pareja -dije pensativo.
No, no entraría en la categoría de excluidos por eso, sino porque creo que esta pillada contigo –se mordió los labios al decirlo-. No sé qué ocurriría exactamente en aquella habitación, pero créeme cuando te digo que lo de acostarse contigo ya no es solo por venganza -dijo apretando el volante con las manos hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
Creo que posiblemente tengas razón...
¿Estás de acuerdo con lo que he dicho? -me miro sorprendida-, ¿quieres decir que crees que esta tras de ti? -su voz dejo escapar un tono de celos, de unos celos bastante considerables además.
Si, lo cierto es que si, cuando le dije que no lo haríamos más, para mi sorpresa entendió perfectamente mis motivos, aunque no me pareció que se diese por satisfecha con mi decisión, y todo me pareció un tanto personal de ella hacia mí, y no por lo que hicisteis vosotros.
Posiblemente no lo haga, no creo que ahora se dé por satisfecha, y sinceramente la entiendo. No me gusta, y como bien dices, me muero de celos por ello, pero lo cierto es que la entiendo. También sé que no quieres, pero me gustaría que lo hicieses, debo de enmendar mi error, y una de las mejores formas creo que es esta, sufrir y pasar por todo lo que tu pasaste, con la diferencia de que yo me lo merezco y tú no te merecías que te hiciese lo que te hice -dijo muy, muy, muy seria.
Pero es que no entiendo ese afán tuyo porque me lie con ella cuando lo pasas tan mal, de verdad que no te comprendo. Estoy diciendo que no quiero, que no es necesario, que no merece la pena, pero sigues erre que erre…
Intenta entenderme Daniel, somos diferentes en esto, yo no estoy acostumbrada a ver el sexo como tú, para mí es algo que no tiene importancia sin sentimientos de por medio. Nunca me había planteado lo que la infidelidad o engañar a mi pareja de este modo fuese así, es decir, sabía que dolía evidentemente, pero no a que extremos. Después de aquella noche que pasaste con ella, créeme que sentí el dolor que tú sentiste y créeme también, que era algo que no me esperaba sentir de ese modo. Ahora necesito sentirlo del todo, todo lo que tú sentiste Daniel, todo... No pasara de nuevo porque no lo consentiré y sé lo que es para ti el sexo, por favor, créeme, pero pese a todo, quiero saber en mi propia piel el dolor que causa un error de esas características, necesito pasar por ello, necesito ser consciente de muchas cosas que antes daba por supuestas y ahora sé que no son así.
Es muy difícil para mí lo que me pides, acostarme con otra sabiendo que te estoy destrozando... y además con María, en estas circunstancias. Me pides algo muy difícil Amanda, es jugar con fuego por mi parte también, por favor, entiéndeme tú a mí...
Lo entiendo cielo, sé que María en cierta forma te atrae, créeme que lo sé, así que no te preocupes, eso ya lo arreglaremos -dijo con un repentino gesto de decisión en su rostro.
Si dijese que no me mosqueo ese gesto mentiría como un bellaco. Me empecé a preocupar, conociendo a Amanda sabía que estaba tramando algo, que se incorporaría al problema añadido de María, que también sabia de sobra que alguna cosa intentaría, ni por un momento la di por derrotada o convencida de no volver a follar conmigo, aparte de que ella misma fue muy clara al respecto.
Para terminar de arreglarlo mi madre me invitó a comer el sábado, mientras que Amanda tenía una comida con unas amigas de la universidad, lo que me obligó a aceptar en cierta forma la invitación. Lo cierto es que muchas ganas no tenia de ir, sabía que me querría ver para enterarse de cómo iba todo, y aún estábamos un poco verdes en la relación... Al final paso lo que suponía, termine contándole casi todo a mi madre, no todo, todo, todo, pero si bastantes cosas, aunque sin entrar en detalles, claro.
Así que Amanda por fin ha descubierto que nadie es tan liberal como ella se creía, ¿no?, bien, bien, bien... -dijo sonriendo mi madre.
¿A qué te refieres? -pregunte perplejo.
A que Amanda no entendió nunca que todos somos liberales hasta cierto punto nada más, unos más lejos que otros, pero todos tenemos nuestros límites. Y en su caso, su límite eres tú, igual que el mío era con tu padre y par él era también conmigo.
No entiendo... -dije desconcertado.
Pues muy simple cariño, Amanda está descubriendo que ser liberal y sobrepasar los límites duele, y duele como demonios. Para mí esos límites eran ver a tu padre con otra mujer, no podía con ello, era superior a mí. Sin embargo, a tu padre no le importaba verme con otros, incluso le daba mucho morbo ver cómo me follaban, pero por estúpido que te parezca, para él ese límite estaba en que diera prioridad al otro sobre él cuando hacíamos un trio… A él si cada uno estábamos con alguien de forma independiente aunque viendo lo que hacia el otro le daba igual e incluso le motivaba, pero en un trio el que yo en algún instante me centrara más en nuestro invitado… Supongo que es algo que te sonara estúpido, pero es así como nos pasaba… y señal de que nos queríamos sobre los demás, es que jamás de los jamases, pedíamos hacer esas “cosas” al otro…
Quieres decir, que cuando tu pareja lo pasa mal...
Si, eso mismo, si a tu pareja le duele a ti te duele, si de verdad lo quieres no es nada divertido ver el daño que le has hecho. En tu caso fue ese sexo sin mayor importancia para ella, que no asimilaba del todo el daño que hacía, todo relativamente se entiende –se apresuró a aclarar al ver mi cara-. Eso a ti te hizo daño, y ella con esa tal María, está ahora sintiendo el mismo dolor que tú sufriste, y necesita sentirlo para ser consciente de ello. El miedo de Amanda, su límite es perderte, y más o menos por lo que me habéis contado, esa mujer, está claramente tras de ti, lo que enloquece a Amanda de celos…
Ya, pues yo creo que ya sufrió ese dolor bastante... -dije repentinamente malhumorado-, no pienso permitir que lo sigua sufriendo.
Jajajajaja, vale Tigre, vale. Por eso no te preocupes, que las cosas hay que verlas poco a poco, y no te olvides que a base de golpes es como mejor se aprende -dijo con una sonrisita enigmática que me mosqueó.
Oye, tú no sabrás nada de lo que yo debiese estar informado con respecto a Amanda, ¿verdad?.
A mí no me metas en vuestros problemas, si quieres hablamos de lo que te pueda preocupar y te aconsejo, pero no me metas, que ya sois mayorcitos los dos -dijo haciendo un gesto con la mano de que la dejase de eso.
-¡¡¡QUE NO TE META!!! ¡¡¡PERO SI NO HAS PARADO DE HACERLO DESDE EL PRINCIPIOOOOOO!!! –le grite exaltado tras escucharla.
- Lo se Daniel, sé que me he metido donde no me llamaban, pero era la única forma de que al menos te lo pensases tomando una opción con la cabeza en frio, ya lo has hecho y decidiste, ahora os toca a vosotros solucionarlo… solo los dos. Por cierto hijo, que te quede claro que si cuando hablamos la primera vez no hubiese visto dudas en ti sobre dejarla, no hubiese insistido ni una sola vez…
No os digo lo que me mosqueó esto que dijo mi madre. Por otro lado me empezó a dar la impresión de que Amanda estaba tramando alguna cosa y mi madre era más que consciente de ello, incluso posiblemente estuviese en el ajo también. No seré cínico, la verdad es que siempre me había encantado la gran relación que tenían mis padres con mi novia, aunque en algunas ocasiones me diese algo de pelusilla, porque era ella quien parecía su hija y no yo, tras la desaparición de mi padre, su relación con mi madre se estrechó, algo de lo que también me alegré, salvo en momentos como estos, que como digo no parecía que fuese yo su hijo, sino Amanda… lo que me ponía un poco de los nervios.
La semana siguiente fue todo miel sobre hojuelas, según parece por lo que Amanda me comentó, había tenido el mismo lunes una charla bastante seria con su amiga Elena, poniéndole claras muchas cosas, algo de lo que me alegre. También la vi "extraña", del mismo modo que al principio, estuvo otra vez excesivamente pendiente de su móvil, lo que me mosqueó, no pude evitarlo. Amanda se dio cuenta casi enseguida del detalle, para sorpresa mía me enfrentó por ello en lugar de dejarlo estar...
Cielo, se lo que estarás pensando de mi comportamiento, las sospechas que te despertaran. La verdad es que preferiría dejar el móvil tranquilo y que me prometieses que no lo tocarías si suena, pero no me quiero arriesgar a que lo mires e indagues, por eso no lo dejo a tu alcance-dijo, dándome un vuelco el corazón al escucharla.
Si sabes lo que estoy pensando, porque ya ocurrió una vez, no entiendo cómo me dices eso -dije serio.
Te aseguro que no es por nada malo, pregúntale a tu madre si no te fías, ella sabe porque es, se lo conté precisamente por si pasaba esto. Pero por favor te lo pido, no intentes mirar mi móvil para averiguar nada, sabes que no te volveré a engañar, así que estate tranquilo.
Amanda, ¿se puede saber que pretendes?, ¿volverme loco?.
No, solo pretendo darte una sorpresa como agradecimiento por haberme dado una nueva oportunidad y por rechazar a una amante como María por haber pensado en mí... pero entiéndeme, si metes las narices me la chafaras, con lo que me está costando, por eso te digo otra vez, tu madre lo sabe, ella te dirá que puedes estar tranquilo.
Acepté su palabra, pasando de estar mosqueado a temeroso de lo que se pudiese estar trayendo entre manos con mi madre, miedo me daban las dos juntas, las creía capaces de cualquier barrabasada. El jueves de nuevo me pidió que fuese a buscarla el viernes a la salida del trabajo, nuevamente accedí a ello, y de nuevo nos llevamos a su casa a su amiga Elena, solo que esta vez se fue directa al asiento de atrás y estuvo de lo más normal, incluso conmigo, lo que me sorprendió. Según me conto Amanda tras dejarla, había sido bastante dura con ella cuando hablaron, y según pareció, acepto la situación. Lo que me mosqueó, fue que después en lugar de irnos directos a casa me llevó a un Spa, donde pase con ella por un jacuzzi y unos masajes la mar de gratificantes, aunque no tenía nada claro a que podía venir todo esto.
Llegamos más o menos tarde a casa, tras cenar en un restaurante por deseo expreso de Amanda, lo único bueno de todo esto fue que tras abrir nuestra puerta, mi novia me salto al cuello para comerme a besos, parecía que se hubiese quedado con hambre y estuviese intentando devorarme vivo, menuda fiera que me estaba resultando ser la judía. Desde la puerta de entrada, hasta llegar a nuestra cama, todas nuestras prendas fueron quedando esparcidas por el suelo formando el camino de nuestra desbordada pasión...
Al llegar a nuestra cama Amanda me pego un empujón, derribándome sobre ella... entonces se montó sobre mí a horcajadas, se tumbó sobre mí, y al oído...
Quiero cabalgarte despacio... esta noche serás totalmente mío... te voy a hacer gritar de placer cariño... me tienes muy, muy, muy perra... -dijo con voz insinuante, lamiéndome los labios con delicadeza.
Soy todo tuyo -dije con voz ronca.
Amanda se separó un poco y se estiro con destino al cajón de la semillita de noche, donde siempre habían estado los preservativos, aunque raramente solíamos usarlos, excepto para el sexo Anal, y solo anginas veces, lo que pese a todo me animo, ya que pensé que ese sería mi premio. Para decepción mía, resulto que lo que saco del cajón fue un buen número de grandes pañuelos, aparentemente de seda por su suavidad.
Para mi sorpresa me empezó a atar las manos y pies, aprovechando sus movimientos para ello, para pasar constantemente su sexo sobre el tronco de mi polla, dejándomela empapada y muerta de ganas de poder perforarla, pero se cuidaba mucho de colocarse en una posición en que pudiese metérsela aun por error... Cuando por fin termino, paso a vendarme los ojos para que no viese... Fue increíble, al poco de terminar de inmovilizarme y dejarme completamente indefenso, sentí como algo húmedo envolvía mi polla casi por completo, sentía como su lengua lamia el tallo cada vez que se la sacaba de la boca... estaba en la gloria.
Sus movimientos eran increíbles del todo, sentía sus labios y su lengua trabajármela de forma incansable, me costaba incluso razonar. Sentía su movimiento encima de la cama, sentía sus constantes cambios de posición, como se retiraba unos segundos de mi felación, para volver después aún con más intensidad que antes. Sentía como estaba jugando conmigo, me permitía llegar casi al clímax, para luego dejarme caer de golpe sin alcanzarlo. Estaba en un tris de forcejear con mis ataduras ya que no podía más. Sentí entonces como algo de tejido, por la forma y ligereza supuse que la sabana, caía sobre mi estómago y pecho, medio cubriéndome, pegándose justo por mis costados también...
No entendía a que venía eso, pero ciertamente me dio igual en cuanto sentí un peso sobre la cama, suponía que era Amanda de pies sobre mi cadera, cada uno a un lado de mí. No tarde en sentir lo que anhelaba desde que dejo la felación, sentir su sexo contra el mío, aunque no como a mí me hubiese gustado. Estuvo acariciándomele, pasando la punta por entre sus labios vaginales, permitiendo que se asomase levemente al interior de su sexo. Me estaba matante de ganas, por mucho que yo intentaba alzar mis caderas no lo conseguía, me resultaba imposible entrar en ella, en cuanto empezaba a entrar la cabeza ella se alzaba más allá de mi alcance, os aseguro que era desesperante del todo.
Por fin se encajó mi pene en su interior, era un locura, la posición de la sabana sobre mí y a mi lado, impedía el contacto de nuestra piel, únicamente teníamos contacto físico con nuestros sexos. Me estaba cabalgando lentamente, como saboreándolo, cuando lo que yo quería y necesitaba es que fuese deprisa, con brusquedad, necesitaba mi orgasmo como agua de mayo, estaba literalmente que explotaba. No diré que fue malo porque no, realmente fue increíble del todo, logro llevarme al clímax, llevarme a un orgasmo que hizo que mi cuerpo se tensara por completo al correrme dentro de ella, al punto que casi, casi la descabalgue, lanzándola contra mi mientras a su vez también se corría como una burra. Quizá fuese por eso el que pude desmontarla como lo hice... aunque eso trajo otra situación que no me hizo la menor gracia...
¡¡¡¡¡ME CAGO EN LA PUTA!!!! ¡¡¡¡DESATARME AHORA MISMO!!!! -grite colérico por completo en cuanto paso el orgasmo y pude razonar.
Cariño, tranquilo, tú déjame que... -intentó apaciguarme.
Ni tranquilo ni ostias, he dicho que me desatéis coño... -cada vez estaba más alterado.
No grites por favor, además no entiendo ese plural, aquí solo... -la corte en seco.
¿Pero tú me tomas por gilipollas, o qué? Qué crees Amanda, ¿que no se reconocerte cuando follamos y te corres? Me cago en la puta, ¡¡¡Que me desatéis las dos coño!!! -dije colérico.
Sentí como me desataban a la vez los pies, para luego pasar lentamente a las manos mientras Amanda me intentaba calmar, su voz se notaba cada vez más nerviosa y acelerada. Cuando mis manos quedaron libres también me incorpore como un rayo mientras me quitaba la venda de los ojos, encontrándome con lo que sospechaba, con Amanda y María a los pies de la cama completamente desnudas las dos, con los ojos reflejando una enorme tensión por mi reacción y lo que pudiese llegar a hacer, cada una con sus propios temores al respecto.
Lo cierto es que solo noté que no era Amanda quien me follaba justo cuando la descabalgue, sus pecho impactaron contra mi cara, y os puede sonar raro, pero una de las cosas que me encantaba de Amanda era sentir sus pechos en la cara cuando se corría, tenía por costumbre lamérselos, algo que cuando María se cayó sobre mi aproveche... pero el sabor de su piel era diferente, también su aroma, enseguida supe que no era Amanda quien acababa de follarme. No voy a ir de listo ahora, no sabía quién era esa persona, no reconocí a María, aunque me lo supuse en el acto, era la persona lógica para lo que sin duda pretendía hacer mi novia con todo esto.
La verdad es que lo habían hecho muy bien las dos, al ponerme aquella sabana que evitaba que, salvo nuestros sexos, nuestra piel estuviese en contacto, al no dejarme besarla, todo ello, impedía que pudiese descubrir que no era Amanda. Todo les fue funcionando muy bien, hasta que como digo, al correrme y tensarme de aquel modo tan violento tiré a mi amazona contra mí, dejándola al alcance de mi boca.
Aunque muy, pero que muy enfadado, intente tranquilizarme por todos los medios antes de hablar con ellas, temía que si lo hacía en ese mismo instante podría llegar a decir algo que luego lamentaría. Inspire varias veces profundamente, de forma que ellas lo viesen y se pusieran aún más nerviosas, luego conté hasta mil, o por lo menos era mi intención, al llegar, creo que fue, a doscientos treinta más o menos considere que ya estaba bastante calmado para hablar...
Amanda, ¿se pude saber qué es esto? -intente ser razonable, o por lo menos, aparentarlo.
Pues ya lo ves, te dije que quería sentir lo que tú, pero no podía volver a lanzarte a sus brazos, no tal y como me lo pediste. Por eso pensé en esto, en hacer un trio, en que tú nos follases a las dos... pensaba habértelo descubierto más adelante, cuando ya no te fuese posible negarte a ello -dijo visiblemente nerviosa.
Mira Daniel, en lugar de enfadarte creo que deberías agradecer lo que tu novia está intentando hacer por ti. Hemos estado hablando las dos, y créeme que la envidio por cómo es capaz de entregarse a ti, pero sobre todo por como tú también te entregas a ella. Créeme si te digo que Amanda te quiere muchísimo...
Pues quién lo diría, le dije muy claro que no quería nada con ninguna otra, pero parece que la de igual...
No seas gilipollas -dijo María enfadada-, cuando te estaba follando le ha faltado poco para echarme de encima tuyo a ostias, tu no la has podido ver, pero yo sí, sus ojos eran un rio de lágrimas, no te haces idea de cómo estaba sufriendo al verte gozar así conmigo.
Bien, de acuerdo -decidí cambiar de táctica con ellas-, esto es lo que queréis, ¿verdad?, pues nada, es lo que tendréis las dos, sexo, vais a tener toda una noche de sexo las dos -dije mirándolas fijamente.
Intentaron dialogar, pero las corte a las dos con una orden tajante para Amanda, la "ordene" que se tumbase sobre la cama, como no pareció muy dispuesta me levante, cogiéndola por la fuerza y arrastrándola conmigo a la cama. Me senté como buenamente pude contra el cabecero, abrazándola contra mí por el estómago, con mis piernas entrelazadas en las suyas, logre abrírselas y controlarla. Después de esto mire fijamente a María que me miraba sin saber qué hacer, y de una saca orden, le dije que le comiese el coño a Amanda, algo a lo que se negó...
Mira María, te lo voy a poner muy facilito, o le comes el coño por las buenas, o te doy de ostias hasta que lo hagas por las malas... no estoy para tonterías… de modo… que come.
¿Pero sabes lo que dic...? -intentó defenderse.
¡¡¡Que se lo comas ya me cago en la putaaaaa!!!
Aunque sin terminar de creérmelo, el grito pareció sacarla de su estupefacción y lograr que me hiciese caso. Amanda en cuanto vio que María pensaba de verdad comérselo, intento forcejear sin conseguir nada de nada. Empezó a llorar cuando sintió la lengua de la otra mujer en su sexo, intentando zafarse aún, fue poco a poco calmándose y pasando a disfrutarlo, a medida que mi boca se entretenía en besarle el cuello, las orejas, e incluso entretenerme con su nuca. Mis manos también fueron lentamente abandonando su estómago para centrarse en sus pechos, concretamente para martirizarla los pezones, donde era la sensibilidad personificada. También supongo que ayudo sentir mi polla contra su espalda, dura como un ariete.
De sus labios empezaron a escaparse gemidos de placer, poco a poco se fue dejando llevar por los golosos labios de María, a quien por cierto, por lo que pude ver, no le desagrado para nada lo que poco menos que le había obligado a hacer. Vi como su mano se perdió en dirección a su entrepierna, sin que por eso dejase de lamerle el coño a mi novia como si le fuese la vida en ello. Porque hice esto os preguntareis algunos, bueno, pues lo cierto es que por lo poco que las deje hablar, estaba claro que ellas dos pensaban follar conmigo cuando organizaron todo esto, pero solo eso, follar por separado y sin juntarse.
María sabía que no le haría ascos a un trio real, con la otra mujer también participando activamente, el problema, o la duda la había tenido con Amanda. Sabía que en su pasado habían existido varios tríos, tanto con hombres como con mujeres, pero también que eso ahora mismo parecía pertenecer a su pasado, y poco a poco empezaba a entender que todo eso, todas esas experiencias las había relegado al olvido por mí, por mi forma de ser y de ver las cosas. No diré que estuviese preparado para entrar en ellas y participar de lo que a Amanda parecía gustarle en cuanto al sexo se refiere, pero..., no sé, el saber que ella hizo eso por mí, hacía que cuanto menos me lo plantease más o menos seriamente… aunque acribillado por las dudas…
CONTINUARA