Enmendando un error - 6
Por si con María no tuviese ya suficientes problemas, a Daniel parece que le persiga un gafe dándole palmaditas en la espalda
Enmendando un error - 6
La situación no dejaba de verla realmente problemática. Si la cosa no variaba, aun me quedaba por follar con María dos veces más. Debía de reconocerme a mí mismo, que una cosa era saber que si Amanda finalmente entraba en razón y no quería que volviese a pasar, no lo haría, y otra distinta, el que por otro lado, no pudiese evitar desear volvérmela a follar de nuevo muchísimas más veces de dos, por cierto.
Lo peor es que Amanda no dejaba parar el tema quieto, lo sacaba a la luz cada día, de forma indirecta, eso sí, pero cada día, como si haciéndolo de ese modo, y pasándolo mal por ello, también ayudase a que expiase sus culpas por haberme engañado. Intente hablar con ella en un par de ocasiones, pero no había forma, estaba empecinada en que debía de ser así, y no había manera de que variase su decisión ni un ápice.
El siguiente problema vino unas dos semanas después, cuando ya parecía que todo volvía a ir encarrilado de nuevo entre Amanda y yo. Estaba en el trabajo, cuando recibí en mi móvil la llamada de un número que desconocía. Al contestar me lleve una sorpresa de aúpa, ya que yo no le había facilitado nunca mi número a María...
¿Dígame? -respondí.
Hola Daniel, soy María, ¿qué tal todo... di...? -su voz me sonó muy melosa y un poco rara.
Bien, muy bien, ¿y tú que tal andas?, te noto la voz un poco tomada, ¿no tendrás mal la garganta? -repliqué.
No... la garganta está bien... y lo demás... esta genial... -dijo con voz enronquecida.
Entonces estas bien, no te pasa nada, ¿verdad?, todo bien.
Pues mira, sí, estoy genial, estoy realmente bien. Te llamaba porque el miércoles tengo que ir por Madrid por unos asuntillos. ¿De trabajo como iras desde ese día hasta el viernes? -oí un resoplido por el teléfono un tanto extraño.
Pues la verdad que bien, como ahora trabajo menos que antes, tengo más tiempo libre, ¿por qué? -pregunte temiendo la respuesta.
Pues para quedar una de las noches y continuar por donde lo dejamos en la fiesta. Te voy a confesar una cosita... ¿te imaginas que puede ser? -dijo con voz maliciosa.
Pues no, sinceramente... ¿algo de tu marido quizá? -dije intentando cortar cualquier cosa rara al meter al marido por medio, ya que su forma de hablar me mosqueaba.
Pues no, lo que tengo que confesarte, es que ... aghhhh... buffffff... estoy metiéndome dos dedos en el coño mientras hablo contigo... imaginando que me estas follando... estoy empapada..., creo que si entrase alguien ahora mismo en mi despacho... me lo follarìa pensando en que eres tu... así me tienes de perra... aghhhhhhhh... diossssssss... me corroooooooo... ahhhhhhhhhghhhhgggghhhhh... -jadeó.
Tras eso por el teléfono pude oír su respiración jadeante, sus gemidos, y desde luego, salvo que fuese fingido, María se acababa de correr mientras hablábamos. Me dejo de piedra, aunque no solo a mí, ya que la polla se me puso como un mástil de dura. Intente serenarme y recuperar el control, porque os aseguro que estaba bastante excitado con esto. Seguí hablando con ella, intentando aparentar que no me había afectado.
Mira María, no creo que sea una buena idea, yo quiero a Amanda, sé que me engaño y todo eso, pero no por ello me agrada... -me cortó.
Daniel, te recuerdo que tu novia está de acuerdo en esto y que quiere que lo hagamos a modo de enmendar un poco el error que cometió con mi marido -replicó.
Ya lo sé, pero no me encuentro cómodo, no soy de los que se acuestan con otras teniendo pareja -intente dar una explicación válida para no aceptar.
Ni yo tampoco soy de las que engañan, pero te recuerdo que no fuimos nosotros los que lo hicimos, piensa que solo estamos poniendo las cosas en un empate.
Pese a lo que dices, que no renegare cierta razón, no creo que seguir sea buena idea María, de verdad.
Mira Daniel, la situación está muy clara, tienes dos opciones: eliges un día y lo hablas con tu novia, o bien, llamo yo a tu novia para arreglarlo entre nosotras y que sea ella quien te diga el día en que tienes que verme. Eso sí, posiblemente si yo se lo tengo que decir, sea más duro para ella, no pienso cortarme en explicarle lo que quiero hacerte y luego lo que quiero que me hagas tu a mí, de modo que elige.
De acuerdo, yo se lo explicare. Te llamare cuando sepa algo y quedamos donde vernos -acepté.
Vale, no te olvides de ello, sino lo haces llamare directamente a tu novia para aclararlo todo, adiós guapo -se despidió.
Me recosté en mi silla, pensativo, tenía un bonito papelón encima. No me iba a resultar nada fácil de explicárselo, más aún sabiendo que Amanda no llevaba nada bien todo esto, pese a ser en un principio idea suya. El segundo problema es que de verdad le era fiel a mi novia, pero tampoco podía evitar el desear a María, además de querer volver a follàrmela otra vez, con más calma y con más tiempo para nosotros, disfrutándola aún más, era todo un señor papelón, especialmente porque dudaba que fuese capaz de ocultárselo del todo a Amanda. Pensé en llamarla al trabajo para decirla que había llamado María, ya que por la mañana me había dicho que tenían una reunión con un cliente, y luego como siempre solían hacer, se quedarían un rato en una cafetería cercana, tomando algo mientras hablaban un poco más relajados del asunto. Que nadie piense mal, porque esto siempre lo habían echo así incluso desde antes de trabajar allí Amanda.
El caso es que yo iba a salir de trabajar bastante antes que ella, podía llamarla calculando la hora para que se fuese a casa nada más salir, o podía irme a casa, dejar allí mi coche y coger el autobús para esperarla a la salida. Con la primera se preocuparía por si pasaba algo y no me quedaría otra que decirle de la llamada de María, lo que prefería no hacer sin estar yo presente, con la segunda, bueno, solo sería un detallito con ella. Alguna vez en el pasado lo había hecho así también, e incluso me había quedado con ellos tomando una cerveza para luego irnos juntos. Como comprenderéis, la segunda me pareció la mejor opción.
Normalmente, cuando había ido a esperarla, lo hacía con tiempo de sobra ya que ese día por lo general, ella me dejaba en el trabajo y yo no llevaba coche. Cuando ella salía yo ya llevaba casi una hora de espera, por lo que me veía nada mas atravesar la puerta, sin embargo ese día llegue pegado y fue a aparecer por detrás del grupo según iban caminando hacia la cafetería. Esta distaba unos diez, doce minutos andando, hice intención de apresurarme para alcanzarlos cuando me detuve en seco, dándoles tiempo a que se alejasen algo mas, luego me fui tras de ellos pero por la acera contraria, cuidando de que no me viesen seguirles… algo que antes de lo que pasó, jamás me hubiese planteado si quiera hacer.
Desde allí pude ver dos cosas en Amanda que no me gustaron ni un pelo: la primera por un puntito de celos míos, vi un tío a su lado dándole la brasa y clarísimamente intentando ligársela, también observe que no le permitió la menor confianza, y que a los dos o tres minutos le terminó medio mandando a paseo, ya que hizo que se adelantara con los demás, dejándola tranquila. En ningún momento me preocupó que se pudiese liar con él, eso pese al puntito que digo lo tuve muy claro, pero quería ver como actuaba en esa situación, y francamente me agrado ver que ahora no permitía estupideces.
La segunda cosa y esta sí que me molesto muchísimo, fue una de sus compañeras también situada a su lado. Si el tío resultaba obvio, esta chica, a la que reconocí como una tal Elena, una amiga que ya me habían presentado con anterioridad, desde luego en principio no me dio que pensar, pero a medida que el otro perdía terreno a ojos vista, y Amanda estaba cada vez más decidida a decirle las cosas claras, la chica poco a poco iba avanzando en sus movimientos con ella. En los cinco minutos restantes hasta que llegaron al restaurante, las dos fueron en un plan de lo mas cómplice, sin duda riéndose del pobre tipo, pero si observé como esa mujer no hacía otra cosa, que lo que me pareció un manoseo continuo sobre Amanda.
Desde luego no estaba soñando y tenia meridianamente claro lo que había visto. Cuando los vi entrar, espere hasta ver como pedían una mesa, en la que sobraban un par de asientos, estos quedaban justo enfrente de donde se sentó Amanda con esa chica al lado. Aproveché el momento para hacer mi entrada, acercándome por detrás de mi novia, y como saludo darle un beso en el cuello. La chica me puso mala cara, y Amanda se giró con cara de muy poquitos amigos hasta que me vio tras ella sonriente, entonces se puso de pie, se abrazo a mí, y nos besamos los dos.
Cuando nos separamos intervino Elena con rapidez…
Venga Amanda, di a tu novio que se siente en una de las sillas libres, y pedimos algo para él –mientras hablaba se metió en medio de los dos.
Si Daniel, venga, siéntate con nosotros y tomamos algo –dijo Amanda evitando a Elena y dándome un nuevo beso.
De acuerdo –dije.
Elena volvió a maniobrar como una autentica experta, logró que Amanda volviese a ocupar su sitio y que yo me moviese hacia uno de los dos sitios libres. Por la cara que puso, creo que se lo tomo como una lucha entre ambos por Amanda, con su cara de superioridad y sonrisita cínica al mirarme, debía de pensar que me había vencido, ya que Amanda seguía junto a ella. Yo no estaba compitiendo con ella en ningún momento, hasta ese instante solo me había limitado a saludar a mi novia, pero el movimiento de esa chica, me dejo muy clara la situación y que no había visto visiones. La cosa es que nadie parecía darse cuenta de nada en absoluto entre los dos. Nada más sentarme…
Amanda, ¿Por qué no te vienes aquí a mi lado?, hay un sitio libre… -dije sonriendo mientras señalaba la silla vacía.
Jajajajajajajaja, vale, vale, venga ya voy, no sea que te me vayas a perder –dijo Amanda de guasa.
Todos se rieron con la contestación de Amanda, que se levantó de donde estaba sentada para venirse junto a mí y volver a darme un beso en los labios. Elena no se rio y cuando vio que Amanda se venía a mi lado su cara cambio, incluso me miro con odio. No hice el menor gesto que pudiese indicarla que había captado su juego y lo que intentaba. Evidentemente pensaba hablarlo con Amanda, y desde luego ese, ni era el lugar, ni era el momento para ello. Tenía decidido hacerlo de camino hacia casa.
Cuando un par de horas después la gente empezó a irse, también nos levantamos para hacerlo Amanda y yo, para sorpresa mia, Elena no había desistido aún, se las apañó para que Amanda se ofreciese a llevarla a su casa. Camino del coche que estaba cerca de la oficina, Elena intento ponerse entre Amanda y yo un par de veces, cosa que impedí, desistiendo de seguir intentándolo. La verdad es que la niña estaba empezando a cabrearme de lo lindo.
Lo más surrealista de todo pasó cuando llegamos al coche de Amanda, este estaba aparcado de modo que nos acercamos a el por el costado izquierdo del mismo, el del conductor. Amanda cuando estábamos cerca, hizo como casi todos, pulsar el mando a distancia desde lejos para ir abriéndolo, pues nada más ver eso, Elena acelero un poco adelantándonos, ni corta ni perezosa rodeo el coche y abriendo la puerta ocupo el asiento del copiloto ante mi atónita mirada. Amanda al ver la cara que puse…
Anda por favor, siéntate tú atrás por hoy, no vayas a discutir con ella –me rogó.
¿A ti eso te parece normal? –le pregunté.
No, pero no te preocupes, ya hablare con ella mañana en el trabajo, por favor Daniel –dijo Amanda.
Muy bien, te hare caso, pero no estoy nada contento –dije.
Le di un beso en los labios, y sin decir nada más, pero con cara de pocos amigos me senté en el asiento trasero del coche. Amanda arranco y se dirigió directamente a casa de Elena, durante casi todo el trayecto estuvieron las dos hablando animadamente mientras yo permanecía callado, Elena había sacado un tema de conversación sobre su trabajo, el cual me dejaba aparte por completo ya que no sabía nada del asunto.
Elena estaba con su cabeza girada hacia Amanda para hablar, con lo que al estar yo tras mi novia, podía verla perfectamente. Nuevamente como en el restaurante su cara cada vez que me miraba mostraba ese aire de superioridad, como de haberme ganado la mano de nuevo, creedme que cada vez estaba enfadándome más, aunque intentaba no hacer nada por Amanda. Durante todo este tiempo, la tal Elenita estuvo de lo mas sobona, no paraba de pasar la mano sobre Amanda, que no parecía ver nada raro en ello, intente seguir impasible pero al final no pude evitarlo y estallé…
Oye guapa, ¿por qué no dejas las manitas quietas y no eres tan sobona con ella? –dije con dureza.
¡¡¡¡¡Daniel!!!!! –grito Amanda.
¡¡Oh!! perdona si te he molestado… no pretendía… -dijo con tono de mosquita muerta.
De eso nada Elena, él es quien se tiene que disculpar –replico Amanda furiosa-,¿a qué esperas? –me espetó mirándome por el retrovisor.
A que se hiele el infierno, a eso espero –dije a mi vez.
Por fortuna llegamos en ese mismo momento, teniéndose que bajar Elena cuando parecía estar saboreando las mieles de su triunfo sobre mí. Pero antes de bajarse, se despidió de Amanda con dos besos, aprovechando para darla un pequeño abrazo al que esta correspondió en plan amiga, aunque mirándome a mí con una cara de cabreo que no os cuento. Cuando Elena se fue me baje del asiento trasero para ponerme delante junto a Amanda, que arrancó enseguida.
¿Se pude saber qué coño te pasa? ¿A que ha venido eso? –preguntó enfadada.
A mi nada, lo único que me pasa es que me molesta que esa tía me intente levantar a mi novia en mis morros, eso me pasa –dije seco.
Pero tú estás loco, ¿o qué?, ¿ahora vas a acusar a Elena de ser lesbiana e intentar ligarme? –dijo cada vez mas cabreada.
Yo no acuso a nadie, solo digo lo que he visto, y es a esa tía intentando liarse contigo delante de mis narices, manosearte a conciencia, sin olvidar el querer restregármelo encima por los morros, cosa que no voy a permitirle a nadie, sea quien sea y del sexo que sea.
Bueno, ya basta de gilipolleces, Elena no es lesbiana, ¡¡¡me has entendido!!! ¡¡Y ahora escúchame bien…!! -corté en seco a una, ahora ya, completamente enfurecida Amanda.
¡¡No, escúchame tú a mí!! Se lo que he visto, y es, a esa tía detrás de ti como una perra en celo. Me da igual si es bollera, hetero, bisexual o zoofilica, tengo muy claro que está detrás de ti, haz lo que te dé la gana, yo ya te he advertido. Vuelve a jugar con fuego otra vez y quémate de nuevo, pero esta vez no habrá solución ni aunque recurras al Papa, así que tú misma –dije enfurecido.
Eso ha sido un golpe bajo por tu parte –me respondió Amanda.
Tras decir eso Amanda, me cruce de brazos, mire hacia el frente y me mantuve en completo silencio sin volver a abrir la boca de nuevo. Amanda condujo el resto del camino con los labios apretados y rechinando los dientes de rabia, no me hacía falta ser ningún genio para saber que cuando llegásemos tendríamos bronca a colación de la puta de Elena. Efectivamente nada más entrar en casa y dejar las cosas Amanda se enfrentó a mí…
Ahora siéntate que vamos a hablar de esto –me dijo señalándome el sofá.
No tenemos nada de qué hablar sobre ese asunto, yo ya te advertí, luego, si te pillas los dedos no vengas a pedirme nada más, te concedí una oportunidad y sinceramente aún no se ni porque coño lo hice, pero lo único cierto es que es un hecho como has podido comprobar. Estoy poniendo todo de mi parte para que esto salga adelante, lo estas viendo, pero es la única que habrá, si la vuelves a joder en tan solo media vez más, se terminó definitivamente todo lo que pudiese haber entre los dos. Y ahora te explicare porque fui a buscarte a la oficina, me ha llamado María y quiere que quede con ella la semana que viene para volver a follar por segunda vez…, quería decírtelo yo mismo –dije con toda la dureza que fui capaz de imprimir a mi voz.
Una bomba no hubiese logrado un mayor impacto en Amanda. Su cara paso del rojo de la furia al pálido de los celos en un par de segundos, se olvido por completo del asunto de Elena para mirarme con los ojos muy abiertos, intentando digerir la noticia. Aprovechando la situación le solté toda la conversación con ella, sin omitir nada, incluido el hecho de que se había masturbado mientras hablábamos, lo cual por cierto, no veáis como le sentó de bien. El mosqueo por lo que le conté sobre mi conversación con María, se fue a sumar al mosqueo que tenia conmigo por lo sucedido con Elena.
Esa noche resulto de lo más entretenida, no volvimos a hablar de nada de esto, cuando lo intentaba Amanda por toda respuesta emitía un gruñido y un desagradable rechinar de dientes. Estuvimos preparando la cena entre los dos, y apenas hablamos nada que no tuviese que ver con lo que estábamos haciendo. Cenamos prácticamente en silencio, intente relajar el ambiente y entablar una conversación normal, pero Amanda no quiso entrar en ella, únicamente conseguí monosílabos por su parte. Tampoco os penséis que hizo nada por ocultar su enfado, que no, en todo momento lo dejo lo más claro que pudo. Tengo claro que podría haber conseguido lo que hubiese querido de ella con solo sacar el tema de su infidelidad, pero era consciente de que si de verdad quería darnos una oportunidad, por el bien de ambos, tenía que dejarlo aparcado y no andar blandiéndolo como un arma cuando algo no me conviniese.
Esa noche nos acostamos, enseguida me dio la espalda, ignorándome por completo. Intentando romper un poco con la situación, me incline sobre ella besándole el cuello, mientras pasaba una mano sobre su cintura, acariciando las líneas de su cuerpo con suavidad. Dio un leve tirón y se movió mas hacia el borde, escapando de mis caricias. No me desanime, me volví a arrimar y a empezar de nuevo con mis besos… entonces…
¡¡¡Ya vale coño!!! –me espetó.
¿Se puede saber qué te pasa? –dije reincorporándome para quedar medio sentado mirándola.
Que no quiero follar, eso me pasa, ¡¡¡así que déjame dormir en paz de una puta vez!!! –dijo mas que enfadada.
Vale, de acuerdo, como tú quieras, no te molestare, me aguantare las ganas, que remedio, venga anda, duérmete –dije intentando no enfadarla más.
Ya sé que no te importa, después de todo podrás volver a follar con esa puta de nuevo dentro de nada –la noté rabiosa.
¡¡Ya vale Amanda!! Ni la situación entre nosotros esta así por mi culpa, ni el que me la haya follado y aún tenga que hacerlo dos veces más fue idea mia tampoco, ¡¡¡de modo que evítame las escenitas!!! –dije también enfadado, tumbándome otra vez y dándole la espalda.
Tarde más de tres horas en poder conciliar el sueño, dándole vueltas a todo mientras la sentía sollozar al principio, aunque no me moví ni un centímetro hacia ella, sobre una hora después supongo que se debió de quedar dormida por fin. No me estaba resultando nada fácil el volver de nuevo con Amanda y desde luego estos cabreos no ayudaban precisamente a que todo se normalizase entre nosotros. Encima por si fuese poco, María me gustaba, y también admitía que tenía ganas de follar con ella, incluso que me había gustado hacerlo en la anterior ocasión, pero tenía muy claro que no al precio de perder a Amanda, eso no me lo compensarían ni mil mujeres, el problema es que ella no parecía entenderlo así y que esos rabotazos no ayudaban en nada.
Por la mañana cuando sonó su despertador me levante también, yo normalmente me quedaba siempre casi tres cuartos de hora más en la cama, ya que entraba algo mas tarde y tardaba mucho menos en prepararme. Mientras se duchaba prepare el desayuno para ambos con el fin de que nos diese tiempo a charlar un poco. Cuando se sentó conmigo en la mesa…
Amanda tenemos que hablar de todo esto –dije.
No quiero, por lo menos ahora no –dijo sin levantar la cabeza de su taza.
Mírame… por favor… -le pedí.
¿Qué quieres? –dijo mirándome con cara triste.
No quiero que discutamos por nadie ni por nada. Lo de María es muy simple de solucionar, te he dicho varias veces que yo no quiero, te empeñaste y me la follé una vez, sabes que ni necesitaba esa vez, ni necesito hacerlo más, te quiero a ti. Por esto es por lo que no quiero follàrmela más, de modo que la llamare y le diré que no –dije muy serio.
¡¡¡No!!! Quiero que lo hagas, esta y la siguiente vez, luego se termino. Pero estas dos ocasiones son de justicia con ambos.
Pero que dices, ¡¡¡mírate joder!!! –volví a intentar poner un tono razonable-, mira como estas Amanda, por favor, recapacita… cada vez que te pones conmigo como anoche me dan ganas de mandarlo todo a volar… entiende que para mí es duro estar haciendo esto –dije intentando hacerla entrar en razón.
Daniel, lo que más me ha jodido ha sido lo de mi amiga Elena, te admito que lo de María no me ha ayudado precisamente a calmarme, pero con lo de ella te has pasado –me dijo mirándome muy seria.
Mira, se lo que vi, te garantizo que no lo soñé o tuve alucinaciones. Te puedo admitir que posiblemente en otras circunstancias no me hubiese dado ni cuenta de ello. Pero cuando os estaba a punto de alcanzar vi a ese tío tirándote los tejos y me espere… -me cortó enfadada.
¡¡Me espiaste!! Y qué coño pensabas para hacer eso, ¿qué te iba a volver a engañar? –se levanto de un salto muy ofendida.
No, no pensé que me fueses a engañar, pero quería ver que es lo que hacías. Si me preguntas si desconfío de ti, te digo que en cierto modo no, pero entiende que por mucho que quiera, después de aquello ya no confío en ti ciegamente como hacía antes, que es muy diferente. Y lo siento Amanda, me duele en el alma no poder hacerlo como lo hacía, pero con el poco tiempo que ha pasado no puedes ser tan ingenua como para pretenderlo –dije.
¿Y por eso tienes que desconfiar de mi de ese modo? ¿Te vas a poner celoso hasta con mis amigas? ¿Por eso es toda la tontería sobre Elena? ¿Dime que más tengo que hacer?, ¡¡¡por favor, dímelo!!! porque yo ya no se que mas –dijo alterada de nuevo.
Me levante sentándome a su lado, pasándole el brazo por los hombros y atrayéndola hacia mí. Le di un beso en la cabeza diciéndola que la quería, cuando me miro aproveche para hacerlo en sus labios, todo lo dulcemente que pude. Después de eso, clavando fijamente mis ojos en los suyos, intentando poner en ellos toda la sinceridad que pude…
Me conoces de sobra, nunca he sido celoso, ahora, después de aquello quizá no pueda evitarlo, quizá sea eso a lo que tu llamas desconfianza por mi parte y lo que realmente te molesta. Amanda mira, si quieres te admitiré que lo de tu amiga sean celos, y solo eso, que esos celos me hiciesen maltratarla de ese modo, incluso que quizá no debí de reaccionar así.
¿De verdad? –se retiro un poco para mirarme bien.
De verdad Amanda, te lo admito en serio, pero también me conoces de sobra, sabes que celoso o no, nunca hubiese reaccionado así si de verdad no hubiese visto algo –vi que se mordía los labios nerviosa-. Tú únicamente la miras como tu amiga, pero te aseguro que ella además de cómo su amiga, también te mira como mujer.
Pero no creo… ella no puede ser que… -empezó dubitativa y aproveche para ponerle un dedo en los labios y seguir.
Mira cielo, te diré lo que de verdad temo. Esa chica está decidida a conseguirte, y para eso yo le sobro –ante esto reaccionó mal.
Venga ya joder, ¿no pensaras que va a matarte?, ¡¡estás loco!! –se enfadó, al punto que tuve que sujetarla con fuerza para que no se levantase.
No he dicho eso, ¡¡siéntate…!! por favor –la mire fijamente hasta que se sentó, luego seguí-. Como te he dicho, evidentemente yo le molesto y no hace falta que me mate como tú dices –sonreí con tristeza-, piensa un poco Amanda. No le sería muy difícil…, mira, si sabe que hemos tenido problemas o lo que paso entre nosotros… no creo que le fuese muy complicado hacer algo del estilo de besarte de modo que os sorprenda y… -me interrumpió.
Sabe que tuvimos problemas y que querías dejarme, pero no le conté lo que pasó… es amiga mía, se dio cuenta de que algo me sucedía y me preguntó –me siguió la conversación pensativa.
Eres lista, eres objetiva y nada tonta Amanda. Eres consciente de lo que supondría para los dos que te sorprendiese en una aparentemente situación comprometida con quien sea, hombre, mujer o el espíritu santo, aunque tú realmente no tuvieses nada o muy poco que ver con ello –dije en el mejor tono razonable que pude poner.
Si, no sería nada bueno, si sucediese eso y aunque me creyeras, podría terminar por afectar muy seriamente nuestra relación –me miro muy seria-, hablare con ella y estaré pendiente, aunque no creo que sea como tú dices.
Yo solo te he contado lo que vi, y esa situación no es que fuese seria para los dos, es que te dejaría definitivamente en el acto, esto en la situación actual que tenemos… -menee la cabeza-. Mira, de verdad, esto para mí no es ninguna broma Amanda. No te digo nada más, tú haz lo que consideres mejor, pero al menos, ahora lo sabes y estarás atenta a las señales que pueda dar. Pero ándate con pies de plomo con ella, es un sano consejo de tu novio... no aguantaría pasar por esto que estoy pasando ahora dos veces, no podría, y desde ya te digo que no lo haré nunca más… esta es la única que habrá.
Amanda terminó de desayunar en silencio con la mirada perdida, pensando, dándole vueltas a todo en su cabeza. Sabía que ella se llevaba bien con esa chica, incluso que alguna vez era de las compañeras de trabajo con las que había salido de marcha, pero realmente no conocía que tan amigas eran las dos. De su trabajo solo tenía constancia de que tuviese dos intimas, y esa no era ninguna de ellas. Nos fuimos a trabajar cada uno por nuestro lado… y yo desde luego no iba nada tranquilo con todo lo que estaba pasando. Había hablado con total sinceridad, y era consciente de que Amanda lo sabía, como también sabía que no habría más oportunidades por mi parte, a la mínima que ocurriese… ni el Papa salvaría esta vez la relación... ya había tragado una vez con carros y carretas, no habría segunda…
CONTINUARA