Enmendando un error - 5

Parece que la genial idea de Amanda de que Daniel se liase con María en un intento de compensarle en cierto modo, no ha funcionado como ella esperaba

Enmendando un error - 5

Después de ponerme en forma, empezamos de nuevo a follar, consiguiendo que de nuevo María se corriese, al poco alcance yo el clímax. Quedé tendido junto a ella, jadeante, luego me moví para quedar tendido de lado y poder acariciarla los pechos. Seguíamos escuchando como su marido la llamaba sin parar, con voz apagada y soltando por su boquita de todo. Hubo un momento en que nos miramos los dos y no pudimos evitar echarnos a reír a carcajadas por lo patético que se sentía eso. Después de esto estuvimos los dos hablando unos minutos, para luego levantarnos y vestirnos, por petición expresa de María, me dijo que permaneciese sin que se me viese, quería enfrentar a su marido a “solas”. Cuando abrió la puerta para salir, allí de pie, ante ella, estaba el tal Juan, con los ojos completamente rojos, inyectados en sangre, aunque más sangre hizo su esposa según se abrió la puerta y se encontró con él.

  • Que pasa, no podías dejar de dar golpes y montar el numerito como un payaso. Si querías que todo el mundo supiese que ahora eres un cornudo, enhorabuena, seguro que lo has conseguido -dijo María con dureza.

  • Como has podido comportarte así...

-Del mismo modo que lo hiciste tu. Me engañaste con esa -dijo señalando con la cabeza a Amanda que estaba a un lado del pasillo, con los brazos cruzados y apoyada contra la pared-, poniéndome los cuernos, de modo, que ahora, he sido yo quien te los ha puesto con él -me señalo, asomándome yo en ese momento.

  • Hola amigo, bienvenido al club de los cornudos, tranquilo que solo duele cuando salen. Sabes, me ha encantado devolverte los que me pusiste. Por cierto, que he de decirte que tu mujercita folla como los ángeles, es toda una putita en la cama -dije mirando fijamente a Amanda, que bajó los ojos.

  • ¡¡¡Tú!!! ¡¡¡tú te has follado a mi mujer!!! -gritó.

  • Si, exactamente igual que tú te follaste a mi novia, creo que ahora estamos en paz -dije dando por terminada la discusión.

  • De eso nada -exclamo por sorpresa María-, estos dos follaron juntos en tres ocasiones, a nosotros, todavía nos quedan dos veces más, ¿O no, Amanda? -preguntó para mi sorpresa, con voz dura a mi novia, mientras que a su marido parecía que le fuese a dar una apoplejía de cómo se puso.

  • Si, así es, tal y como dices, nosotros lo hicimos tres veces -aceptó, aunque vi como apretaba las mandíbulas y le rechinaban los dientes.

  • ¿Sabes una cosa querida? -dijo muy seria María a Amanda mientras miraba a su marido con evidente desprecio-. Realmente no sé cómo pudiste cambiar a un hombre como tu novio, por el idiota de mi marido, no me lo explico… pero creo que te lo voy a agradecer durante bastante tiempo…

  • Ni yo tampoco, solo fue un estúpido error que ahora trato de enmendar -repuso Amanda.

  • Te diré una cosa más, después de esta tarde, ahora que he probado la mercancía –me sobo la polla por encima del pantalón ante los ojos cada vez más “incendiados” de Amanda-, si quieres hacemos un trato, tú te acuestas cuando quieras con mi marido, y yo a mi vez, tengo acceso libre a tu novio cuando quiera, ¿te parece bien lo que te propongo? -dijo para sorpresa de todos.

  • ¡¡¡PERO QUE COÑO DICES!!! ¡¡¡Y DEJA DE SOBARLE LA POLLA SO PUTAAAAAA!!! -chilló su marido.

  • ¡¡¡TU TE CALLAS CORNUDO DE MIERDA!!! ¡¡¡UNA VOZ MAS Y TE DEJO EN LA CALLE CON UNA MANO DELANTE Y OTRA DETRÁS, O TE OLVIDAS DE LAS FOTOS TUYAS CON ESA MAS TODO LO QUE TE ENSEÑÉ QUE CONSEGUÍ POR MIS PROPIOS MEDIOS!!! ¡¡¡CORNUDO!!! ¡¡¡CABRÓN!!! –le grito María a su marido, para mi asombro vi como este se achantaba, los ojos de Amanda mientras, parecían echar cada vez más fuego, aunque no dijo nada.

  • No, le tienes a tu disposición dos veces más, las mismas que nosotros os engañamos, luego se terminó –dijo Amanda intentando serenarse, haciendo esfuerzos por ignorar lo sucedido-. Esto, una vez que pasen las tres veces, no volverá a ocurrir mas -dijo pasando por mi lado y empujándome de nuevo dentro de la habitación.

Antes de que Amanda cerrase la puerta, y aunque no la entendí bien del todo, creí escuchar a María decir entre dientes algo así como: "eso ya lo veremos, si ahora no te gusta te jodes, no haber sido tan zorra". No le di mucha importancia, ya que me concentre exclusivamente en Amanda y la cara que tenía, suponía que en gran parte por el sobeteo que le permití a María dar a mi polla ante sus narices. Se había sentado en un extremo del borde inferior de la cama, con las piernas y brazos cruzados, mirando con ojos llameantes la cama desecha donde solo unos minutos antes había estado follando con otra mujer.

Viendo como lo miraba todo, pensé que mi madre podría decir todo lo que quisiese de ella, y todo eso que también le quedaba de que diferenciaba perfectamente lo que era sexo, de lo que era amor, la cara que tenía desde luego no decía eso en absoluto. Dudaba mucho de que no fuese más o menos la misma cara que tuve que poner yo cuando vi que me estaba engañando con otro. Recordé que me había dicho que guardase fuerzas para luego poder ocuparme de ella, así que intente romper la situación con eso..., ¡¡en que hora!!.

  • No te preocupes Amanda, que hice lo que me pediste, aún tengo cuerda de sobra para poder hacerlo contigo si quieres… no estará nada mal, follarme a dos mujeres distintas el mismo día -dije poniendo un tono lascivo, hablando en broma y con una sonrisa en la cara.

  • ¡¡¡¡Sabes que te digo a tu propuesta...!!!! –saltó levantándose, me miro como si estuviese mirando a una cucaracha, luego se mordió los labios y cambio de expresión al ver como cambio mi cara al escuchar su tono de voz, se volvió a sentar, continuando con voz neutra-. Mejor me voy a dar una ducha, estoy sudando, después nos podemos ir a casa, la fiesta ya se terminó prácticamente -remató metiéndose en el servicio.

Me quedé en la puerta del baño con cara seria, mirando hacia ella mientras la cerraba. Luego escuche abrirse la ducha, y como el sonido del agua cambiaba, sin duda al meterse dentro Amanda. También escuche algo mas, escuche unos sollozos ahogados venir del baño, no había duda de que estaba llorando, sin embargo no entendía bien el porqué de ello, todo esto había sido idea única y exclusivamente suya… Además, se suponía que era muy liberal y distinguía sexo de amor, ¿o no?...

En cierto modo, se me había pasado buena parte del “enfado” con ella y lo sucedido con el tal Juan, tras acostarme con María, cosa que no terminaba de entender tampoco, aunque fijaos que digo “buena parte”, que no todo… Pero ahora me preocupaba más otra cosa porque tras esto tenía un problema, y es que me conocía bien, tras lo sucedido, tenía claro que María me atraía… Sinceramente debo de admitir también, que nunca hubiese ocurrido nada de esto de no haberme empujado Amanda a ello, nunca se me hubiese ocurrió acostarme con otra estando con ella. Ahora, bueno, no es que no siguiese enamorado de Amanda, la quería muchísimo y seguía muy enamorado de ella, de hecho ese es el principal motivo para aguantar todo lo que estoy aguantando haciéndome sangre para tragar con lo intragable, pero María era… no se… creo que para mí era como un cigarro para alguien que acaba de dejar de fumar… una tentación de aspecto irresistible…

Cuando salió de la ducha, en tono seco me indicó que lo mejor que podía hacer era ducharme yo también, sobre todo después de haber follado, ya que tenía un olor encima muy particular. Al escuchar eso endurecí mi rostro apretando los dientes, mi respiración también se alteró, y creo que entonces se debió de dar cuenta de que estaba empezando a tensar la cuerda mucho con tanta idiotez, porque se calló en el acto y se limito a sentarse de nuevo en la esquina de la cama a esperar a que yo terminase.

Cuando me metí bajo la ducha fue cuando me di cuenta de un detalle al notar el escozor, tenía los labios un poco hinchados. Me los toqué, recordando que María durante la última parte del primer polvo, justo instantes antes de alcanzar el orgasmo me los mordió, aunque más correcto sería decir que nos los mordimos, porque solo un poco después, fui yo quien lo hizo con ella al correrme. Recordé que también ella llevaba algunas marcas tanto en el cuello como en los labios de mis dientes. Me eche a reír por lo bajo, pensando en el capullo de su marido cuando viese las marcas de su mujercita... si no lo mataban de un infarto… Cuando use el gel de baño fue cuando descubrí, que también tenía algunos arañazos en mi espalda, y un par de señales de dientes en uno de mis hombros, lo curioso es que en el momento del polvo, ni me había dado cuenta de nada de ello.

Esto sí que me preocupo un poco más, el que el capullo de Juan viese lo que yo le había hecho a su mujer me hizo gracia, pero el que ahora Amanda pudiese ver lo que María me había hecho a mí, ni la más mínima… no es que le debiese nada de nada, es más, quizá incluso se lo mereciese, pero aun así, no me gustaba, no iba con mi forma de ser. Agradecí por lo bajo el que no quisiese haberse puesto a follar conmigo, ahora ya vería de intentar evitarlo en lo que quedaba de fin de semana, suponía que para el siguiente todas las marcas habrían desaparecido. Estaba terminando de ponerme la camisa y el pantalón de nuevo allí adentro, para evitar que me pudiese ver desnudo, cuando escuche murmullos fuera, en la habitación. Pegue la oreja a la puerta, literalmente, para escuchar, y por lo poco que entendí, Amanda estaba hablando en voz baja por teléfono, me pareció que era con mi madre, y parecía bastante alterada… Pensé en el acto que ya estábamos como siempre, mi madre metiéndose otra vez por medio…

Salí de sorpresa, por toda respuesta Amanda se despidió diciendo el nombre  de su interlocutora, lo que confirmo que era mi madre y levantándose se acerco a mí, me dio un suave beso en los labios, puso mejor cara, aunque se notaba que estaba forzándolo e indico que era hora de irnos ya. Para mi sorpresa no fuimos a su casa, sino que paro delante de la mia, no dije nada y me baje, cuando me pare en la acera volviéndome, para esperar a que aparcase y se bajara del coche, simplemente muy seria, hizo un gesto de despedida con la mano y se marchó, dejándome allí, de una pieza.

Cuando llegué a mi casa, un pequeño apartamento al que me había mudado solo un par de días antes, para poder estar solo tranquilo y sin interferencias, lo primero que hice mientras le daba vueltas a todo lo ocurrido, fue hacerme alguna cura sobre mis "marcas". No entendía bien de que iba todo aquello con Amanda, obviamente era por haber follado con María, pero como dije, todo había sido idea de ella, de hecho me había llevado a la fiesta precisamente con esa intención fija en mente, que a modo de compensación, le devolviera al tal Juan con su mujer, los cuernos que ella me puso a mí con él. Para terminar de arreglarme la cabeza con la situación, a la media hora llamó mi madre, invitándome a comer, si o si, al día siguiente en su casa, además su tono de voz no me pareció tampoco muy simpático que dijéramos… Pero sin embargo, esta vez, por algún motivo, me alegre e incluso me resulto divertido que según me pareció pudiese estar enfadada conmigo…

Al día siguiente al comer con mi madre, como no podía ser de otra forma, se metió como elefante en cacharrería. La comida fue de lo más entretenida una vez que empezó con lo que de verdad quería de mi. Me empezaba a resultar molesto, no ya el hecho en sí de que se metiese en mi relación, sino que sistemáticamente en apariencia, siempre se situase del lado de Amanda, además de molesto era algo cargante, por decirlo con delicadeza.

  • ¿Se puede saber que sucedió en la fiesta de anoche?, me llamó Amanda muy alterada -me pregunto a mitad de la comida.

  • Nada que ella misma no me impusiese a hacer, quiso que me follase a la mujer del tío con el que me engaño, y eso hice, nada mas -repuse.

  • ¿Estás seguro de que eso fue todo?, ¿seguro por completo hijo?

  • Vale mamá, no estoy como para adivinanzas, ni para estar dando vueltas, si tienes algo que decir, dilo… total, porque te metas más aún donde no te llaman…

  • Sabes que Amanda no termino anoche nada satisfecha con lo que paso, ¿verdad? –dijo, pasando por encima de mi comentario.

  • ¡¡Mamá!!, ve al grano, por favor.

  • Respóndeme -insistió.

  • De acuerdo -suspire-, lo haremos a tu modo. ¡Si mamá!, Amanda anoche parecía cabreada -dije poniendo tono de niño pequeño a mala leche.

  • Deja de hacer el idiota y contéstame bien, ¿quieres?, esto es serio Daniel.

  • De acuerdo, si, se que Amanda estaba cabreada anoche, cuando termine de follarme a la mujer de su amante no pareció contenta con ello. Pero sabes que te digo, que estoy harto ya, si no le gustó, que se joda. A mí tampoco me gusto, ni que se follase al capullo, ni la idea de lo de anoche, y no paró de dar por culo hasta que cedí a ello, ¡¡¡ahora que se joda como me jodí yo!!! -dije, dejando enfadado los cubiertos en la mesa, dispuesto a levantarme para marcharme.

  • Aún no hemos terminado Daniel, de modo que vuelve a sentarte, por favor -me pidió al ver que me levantaba.

  • Dime -dije volviendo a sentarme levantando los ojos al cielo-, ¿qué quieres en realidad?, sin rodeos o me largó.

  • Amanda está muy dolida, y con razón hijo, con toda la razón, aunque creo que sinceramente de verdad que no lo entiendes.

  • ¿Que no entiendo, que?, ¡¡explícate de una puñetera vez, por dios!! -exclamé ya harto.

  • Veras, mi opinión es que Amanda con toda la buena intención del mundo, anoche se pilló los dedos contigo. Ella te pidió que te follases a la mujer del hombre con el que te engañó, pero se olvido de un pequeño detalle.

  • ¿Cual? -no pude evitar preguntar, aun pareciéndome un poco surrealista el tratar estos temas tan privados con mi madre.

  • Que tú no sabes follar únicamente -dijo mi madre para mi sorpresa.

  • Bueno, esto ya es lo que me faltaba por escuchar, y más de mi propia madre, se terminó, esto defin... -me cortó.

  • No he terminado aún, no te embales. Digo que no sabes follar, y digo esto, porque por lo que me explicó Amanda, tú no te follaste a esa mujer, tu le hiciste el amor, muy fogosamente si quieres, pero el amor, que es muy diferente.

  • Bueno, vale. ¿Y que con eso? ¡¡¡Qué más da!!! –dije medio desesperado, sin entender a qué se refería o qué coño tenia ahora que ver aquello.

  • ¡¡Ay Daniel!!, ¡¡¡mira que eres bruto, de verdad!!! -respiró hondo tras la pequeña explosión de enfado-. Por lo que me dijo Amanda, cuando salisteis de la habitación, los dos teníais los labios un poco dañados de haberos mordido, ella tenía algunas marcas en el cuello, incluso le vio un par de chupetones en el nacimiento de los senos. Tú también estabas más o menos igual. Mira Daniel, vosotros dos, esa noche, hicisteis el amor, no follasteis.

  • Pero... -me cortó de nuevo.

  • Sin peros. Hijo, a ver si me entiendes lo que pretendo decirte. Amanda cuando te engañó, o cuando tu padre y yo nos íbamos con otras personas, solo y exclusivamente, fóllabamos, con más o menos intensidad, con más o menos pasión, pero solo era eso, sexo, única y exclusivamente sexo, no poníamos ni un solo ápice de nuestros sentimientos en ello. Eso no fue lo que Amanda vio en vosotros dos cuando salisteis de la habitación, vio una complicidad, mas allá del mero sexo, por decirlo de un modo que me entiendas, vio una complicidad de pareja con algunos sentimientos entre medias incluso.

  • Bueno, pero eso es normal, joder mamá, que acabábamos de follar los dos, creo que eso es normal. Algo de complicidad digo yo que se tendrá después de estar follando, ¿no?.

  • No hijo, no. A ver cómo te lo explico –quedo pensativa unos segundos-, veras, es normal que te rías, que tengas buen ambiente, pero ese tipo de complicidad que me dijo Amanda que teníais ambos, solo se reserva para tu pareja, sea novia, novio, esposa o esposo, y eso mismo es lo que vosotros dos, según me dijo Amanda, teníais.

  • Mira, de verdad que no lo entiendo y no sé qué pensar, porque aun sintiéndolo mucho, lo que decís solo me parecen chorradas, únicamente hice lo que siempre he hecho con cualquier chica. Realmente no hice nada del otro mundo, nada que no hubiese hecho antes, con Amanda, con cualquiera de mis anteriores novias o con cualquier amiga con la que me enrollase -dije intentando explicarme.

  • Tu mismo lo acabas de decir Daniel, lo mismo que con tus parejas... Cariño, esa mujer, no es tu pareja, solo es un polvo, alguien con quien follar, un coño donde meterla si lo quieres más bestia, pero nada más que eso, exclusivamente. Ella no es Amanda.

Me quede pensativo, no conteste nada a mi madre, simplemente continúe comiendo, rumiando la conversación. No podría decir, que con esto último que yo mismo había dicho, no entendiese lo que mi madre quería decirme, o por lo que Amanda debía de estar molesta conmigo, el problema, es que yo no sabía hacerlo de otro modo y no entendía que coño querían que hiciese para follar. Solo sabía hacerlo como lo hacía con Amanda, o como lo había hecho la noche anterior con María. Decidí que esa misma tarde ira a casa de Amanda para hablar con ella, aunque mandaba cojones toda la situación... ¡¡coño, me cago en la puta, que el engañado había sido yo… cojones!!

Cuando llegué al piso de Amanda, no tuve que llamar al telefonillo, salía uno de los vecinos que me saludo y me permitió entrar, al conocerme, por fortuna no se paró a preguntarme nada sobre porque ya no vivía allí, di gracias a que llevase prisa... Cuando estuve ante la puerta de Amanda llame al timbre, para mi sorpresa me abrió un hombre, vestido como de andar por casa, del interior de la vivienda, salió un:

  • ¿Quien es cielo? -preguntó la voz de Amanda.

  • Es Dani corazón -dijo dirigiéndose a Amanda, para luego decirme a mi-, pasa anda, la tienes de los nervios, entra, que me largo en un segundo y os dejo a los dos a solas, que si estalla la tormenta no quiero estar cerca por si salpica.

Haciéndole caso entré en el piso, dirigiéndome directamente al salón, donde parecía que los dos habían estado viendo una película mientras comían palomitas, y bebían unos refrescos. Si no me inmuté al verle allí de esa guisa, es porque era uno de los mejores amigos de Amanda, y Gay hasta los tuétanos para más señas, además, sabia de cierto que el que le gustaría de los dos para jugar era yo, no Amanda. Cuando se marchó yo mismo cerré la puerta tras él, dándole las gracias por acompañarla. Antes de salir me dijo en voz baja:

  • Dani, no seas tonto, te quiere muchísimo, nunca la vi tan pillada con nadie como lo está contigo.

  • Mir... -levantó la mano impidiéndome hablar.

  • Se lo que pasó, me lo conto todo, sabes que somos como hermanos y te aseguro que me despache a gusto con ella cuando me lo dijo. Es idiota perdida desde que nació, que le vamos a hacer, pero te quiere, házselo pagar un poquito -me guiño un ojo-, y luego intentar volver los dos a como estabais antes, no seáis tontos, estáis hechos el uno para el otro, te lo aseguro -me dijo sonriendo- pero déjala que sufra todavía para que se dé cuenta de lo que hizo.

Sinceramente era un tío que me caía bien. Igual que algunos de los nuevos amigos de Amanda, de cuando se encumbro, ni me gustaban, ni me fiaba ni un pelo de ellos, con Lorenzo, como se llamaba este chaval, era todo lo contrario. Quizá fuese, porque era alguien que hablaba muy clarito, y sabía que, aunque no en público o delante de mí, a Amanda no le bailaba el agua para nada, cuando le tenía que decir algo, se lo decía, por muy desagradable que fuese. Era un tío, de cuya opinión te podías fiar, ya que la daba con total sinceridad. Me senté en el sofá junto a ella, dejando un refresco encima de la mesa, mientras extendía la mano para coger palomitas del bol que Amanda tenía encima suyo.

  • ¿Que te ha dicho? -me pregunto Amanda sin mirarme.

  • Quien, ¿mi madre, o Lorenzo? -pregunté.

  • En realidad los dos.

  • Bueno, Lorenzo, que no te deje escapar y que nos reconciliemos, eso sí, que antes de eso te haga pagar un poquito el haber sido tan zorra -dije serio.

  • Mira que es cabròn -me miro también seria-, pero no puedo decir que no le falte razón en eso, de estar en su lugar lo más seguro es que hubiese dicho lo mismo. ¿Y tu madre? -preguntó volviendo a fijar la vista en la película.

  • Bueno, me dejo bastante claro el porqué te enfadaste anoche. Además, tras analizarlo creo que tienes razón en lo que dice, -me miró sorprendida-, sin embargo, lo cierto es que me la follé como se hacerlo, no fue nada intencionado por mi parte. Lo siento Amanda, te quiero a ti, lo sabes, pero también es verdad que no se follar de otra manera y que anoche tampoco es que me importase nada más que eso, follarme a María, incluso si quieres te admitiré que no pensé ni un solo momento en ti -dije.

No mire ni un solo instante hacia ella, aún pudiendo notar sus ojos fijos en mí, taladrándome, quería evitar discutir, porque no sabía por dónde podríamos terminar saliendo. Estuvimos en silencio durante unos veinte minutos hasta que ella se decidió a romper el muro que parecía haberse levantado entre los dos.

  • La culpa en realidad fue mia -dijo.

  • Bueno, no lo creo Amanda, no del todo, yo también pude haber dicho que no, y sin embargo admití follarme a María, también admito que en gran parte fue por rencor hacia lo que habías echo, en parte por lo que me pedias y en parte porque me hacia la posibilidad de follármela en tus mismísimas narices. No me voy a disculpar por ello, porque realmente no lo siento de ese modo, creo que no debería de haberlo hecho, pero no lo lamento ya que pienso que no hice nada malo o que tú no quisieses -sentí como le rechinaron los dientes-.

  • Lo comprendo –permaneció callada unos minutos antes de seguir-. Tu madre me lo advirtió, y como siempre lo sé todo, no le hice ni caso.

  • ¡Que te advirtió!, ¿de qué? -pregunté perplejo.

  • Veras, cuando se me ocurrió lo de la mujer de Juan lo consulte con tu madre, ella me dijo que aunque era una buena idea porque eso podría hacerte sacar parte de la rabia que llevabas dentro contra mí y equilibrar un poco el daño que te hice, en este caso, al ser tu, en realidad se convertía en algo pésimo. Me dijo que eso era lo último que me convenía hacer, pero no le hice caso.

  • Sigo sin entender, la verdad -dije.

  • Me advirtió que tú no sabrías distinguir entre simple sexo y amor, que me pillaría las manos si hacia esto… pese a todo lo “liberal” que me suponía a mí misma. No la creí, hasta que os vi a los dos salir de aquella habitación, comprendí que no te la habías follado, sino que habías hecho el amor con ella, igual que cuando lo haces conmigo, haciendo con ella esas mismas cosas que conmigo, con el mismo sentimiento -dijo abrazándose a mí, dejando su cabeza sobre mi hombro.

  • Me gustaría poder decir que estáis equivocadas, pero no puedo. Sinceramente, no sé hacerlo de otro modo, y no solo eso, sino que tampoco entiendo lo que pretendéis que haga para tener solo sexo, o como debería de hacerlo según vosotras, no os entiendo a ninguna la verdad -dije poniendo en mi voz toda la sinceridad de que fui capaz.

  • Lo sé, y eso es lo que hace que tenga miedo, también lo que provoca que no me guste o me sienta cómoda con esto. Si te la hubieses follado no me habría importado tres pimientos, o al menos no me hubiese preocupado así, y por favor intenta entenderme con esto, a que me refiero. Por mi, siendo solo sexo como si quisieras volver a follártela durante todo un año, sería como con mi anterior novio, o como lo hacían tu padre y tu madre. Confieso que pese a todo, algo si me hubiese molestado, no lo negare ya que esa mujer nunca hubiese entrado de tener una relación liberal los dos, pero es que ahora... -se apretujó contra mí-, no quiero, no lo soporto, no puedo, ni siquiera soy capaz de imaginar en que te quedan dos veces más sin que me ponga mala.

  • A eso, en mi tierra, se le llama celos y quizá incluso celos enfermizos, aunque supongo que me dirás que no es eso, sino alguna otra cosa que no entenderé -dije.

  • No, en este caso no, tienes razón, son celos, pero no son solo celos, también es miedo. Miedo a perderte porque ella te guste más que yo, y celos de saber que va a tener algo que solo debería de ser para mi, ambas cosas, y las dos se llevan muy mal… yo… yo nunca había sentido algo así… nunca, jamás, con nadie antes de ahora…

  • No me acostare mas con ella y arreglado, con eso se soluciona –dije no muy convencido interiormente de querer eso.

  • No, debes de seguir. Te sonara estúpido, pero no entendía muy bien cuando me explicaba tu madre lo mal que lo estabas pasando con lo que te hice, aún sabiéndolo y te garantizo que lo sabía de sobra, sabía que te tenía que haber dolido muchísimo, ella me decía que no me hacia una idea real de cómo lo estabas pasando. Ahora tras esto, creo que tu madre tenía razón y que de verdad que no era capaz de comprenderlo por completo..., hasta ahora.

  • Déjalo, anda -la apreté contra mí en un gesto de cariño.

  • No, quiero decirlo. Aunque te suene a cínica, te confieso que pensé que quien peor lo estaba pasando de los dos era yo, solo porque tú no comprendieses que solo había sido sexo y que tenía una importancia solo relativa para nosotros, aun sabiendo que te había traicionado y que por eso era una cerda, eso no lo negare nunca. Pero ahora, tras lo de esa mujer, entiendo como lo pasaste, pero eso es ahora, llevo desde anoche sin poder casi pegar ojo, solo os veo salir de esa habitación y se me revuelven las tripas cada vez.

  • Amanda, por favor, ya vale, déjalo.

  • No, quiero decírtelo. Esto es muy duro para mí, no pensé que lo seria tanto, pero quiero que sigas adelante, y que te acuestes con ella las otras dos veces, pero por favor, recuerda siempre que yo soy tu novia y no ella -me dijo mirándome con los ojos arrasados en lágrimas que pugnaban por escapar de ellos.

  • Cariño, solo te quiero a ti, nada más que a ti. Si de verdad lo deseas, volveré a quedar con ella, pero no es necesario, pienso que ya pagaste buena parte de tu precio, no diré que todo, porque aun sigue chirriándome lo que me hiciste. Si vuelvo a quedar pasara de nuevo igual, no sé hacerlo de otro modo y lo hare como sé hacerlo -expliqué intentando ser razonable.

  • Lo sé, no me gusta pero lo sé, es parte del precio que debo de pagar por mi error. Ahora, que te aparece si nos vamos a la cama, y me demuestras lo mucho que me quieres -me dijo Amanda besándome en los labios.

  • ¿Y a ti que te parece, que la semana que viene, diga que no quiero renovar mi alquiler, y me vuelva aquí contigo otra vez? -le dije con una sonrisa en los labios.

  • Jajajajaja -me abrazo aún mas fuerte riéndose-, ahora mismo te doy mi respuesta.

Para mi sorpresa se separo de mí, me bajo la bragueta y me saco la polla, metiéndosela en la boca, todo ello en un instante. Simplemente me deje llevar, recostándome cómodamente contra el sofá, dejando que Amanda se encargase de todo, cada vez podía controlar menos mis gemidos, su lengua pasando a lo largo de todo el tallo, para por unos segundos meterse los huevos en la boca y apretar suavemente, me estaba volviendo loco, a punto de explotar. Mi respiración se acelero, como pude le dije que se apartase que iba a explotar, en lugar de ello se metió la polla hasta la garganta, sin parar de acariciarme hasta que explote en su boca. Se trago casi todo la leche que solté, aunque algunos hilillos mezclados con saliva escaparon por las comisuras de sus labios.

No le permití limpiarse, con cuidado, fui pasando mi lengua por donde esos hilillos caían, recogiéndolo todo, para una vez terminado, meterle la lengua hasta las amígdalas, entregándole todo lo recogido de ese modo. Quiso levantarse para irnos a la cama pero no se lo permití, le hice sentarse en el sofá, le quite la ropa, dejándola con el culo en el borde del sofá mientras yo me metía entre sus piernas, usando la lengua sobre su coño, comiéndoselo sin parar. No tardo en pasar lo que conmigo, ella se agarro al cabecero del sofá mientras levantaba sus piernas por encima de mis hombros, quedando de ese modo su coño justo delante de mi boca. Empecé a meterle la lengua sin parar, follándoselo de esa forma. Estuvo ahogando sus gemidos tanto como pudo, hasta llegar al momento en que sus manos buscaron mi cabeza, intentando enterrarla en su interior. Solo unos pocos minutos después dando un grito se corrió en mi boca, aproveche para beberme todo el néctar que pude del que expulso su sexo.

Tras esto y recuperarnos un poco, nos fuimos a la cama, donde aún estuvimos un buen rato haciendo el amor los dos. Logró que me corriese un par de veces más, por otras dos de ella. Al final terminamos quedándonos dormidos abrazados... en mi caso, fue pensando si de verdad estaba haciendo lo correcto intentando pasar página tan rápido con lo que hizo Amanda y esto no nos pasaría factura más adelante por querer intentar… lo malo es que no se ni que narices se suponía que intentaba… tenía la cabeza hecha un lio…

CONTINUARA