Enmendando un error - 4

Dicen que la venganza es un plato que se sirve frio, aunque algunas veces, viene en bandejita de plata, cuando y donde menos se lo espera uno

Enmendando un error - 4

Tenía que reconocerme a mí mismo que Amanda me había sorprendido ese fin de semana al presentarse como se presentó, en pie de guerra, y no digamos ya con el numerito del cine, tanto con su mamada como con la forma en que se entregó cuando follamos en los servicios. Era algo que nunca conseguí de ella antes de ahora, que se desmelenase y se lanzase de vez en cuando a hacer alguna locura, no es que yo sea muy dado a según qué cosas muy expuestas tampoco, pero leñe... También me sorprendió con la conversación posterior que mantuvimos, aunque había algunas cosas que no entendía mucho, especialmente lo de los celos en su caso siendo como supuestamente se suponía que era...

Si en un principio pensé que terminaría por dejarme, dada nuestra diferencia social y económica en esos momentos, empezaba a darme cuenta de que eso no iba a resultar tan simple como yo había percibido. Amanda parecía dispuesta a todo por conseguir que regresase con ella antes o después, y creedme que la veía muy capaz de conseguirlo, porque tenía mis dudas de que fuese a cejar en su empeño por mucho tiempo que me resistiese. Mi principal problema no es que ya no la quisiese, eso no es un interruptor de lo acciono y ahora sí, lo acciono de nuevo y ahora no, el problema era la indecisión que tenía sumado a los sentimientos que tiraban de mí constantemente en direcciones opuestas.

Pero lo primero que tenía que hacer era hablar muy seriamente con mi madre para que dejase de meterse por medio, antes de que terminásemos los dos muy, pero que muy mal, y por favor, que nadie piense que no la quiero o que no apreciase sus buenas intenciones, pero os juro que no se no como me aguantaba ya cada vez que hablaba de esto. Estaba saturándome la paciencia a marchas forzadas, me faltaba el canto de una pestaña para mandarla más allá del fin del mundo.

Por otro lado mi hermana que era el extremo opuesto, cuando se enteró simplemente me pregunto qué pensaba hacer, con franqueza le dije que no sabía, por toda respuesta, Paula me abrazó y me dijo que aunque como mi madre, quisiese muchísimo también a Amanda, aceptaría mi decisión puesto que era mi vida la que tenía que solucionar, y que contaría con todo su apoyo para lo que necesitase. Tras esto sabía que mi hermana no volvería a preguntarme nada si yo no sacaba antes el tema. También estuvimos hablando de sus “gustos”, y fue muy sincera conmigo, en algunos momentos de la conversación, os aseguro que hubiese deseado que no lo fuese “tanto”, también me comento que lo de Amanda no le había sorprendido cuando se lo dije, me refiero a haber sido Swinger, me comentó que lo sospechaba por ciertas cosas que alguna que otra vez se habían escapado en conversaciones entre ellas con mi madre, y situaciones así.

Obviamente, mi pregunta de porque motivo nunca me dijo nada al respecto, salió enseguida de mi boca, y con no muy buen gesto, debo de reconocer también. Paula me dejo muy claro, que primero no era cosa de ella como llevásemos nuestra relación, puesto que yo tenía tendencia a ser bastante reservado en esos asuntos y que en segundo lugar, podría sospechar lo que quisiese, pero en Amanda, jamás vio nada, ningún interés de ningún tipo fuera de mi persona. Paula a una pregunta mía, me dijo muy seria, que sin ningún género de dudas Amanda me quería por encima de cualquier otra cosa, hubiese pasado lo que hubiese pasado con ese otro tío con el que indudablemente me traiciono con todas las letras.

La conversación con Paula fue muy instructiva para mí. Sabía que ella y Amanda era buenas amigas, también que ambas habían hablado después de lo sucedido, y por lo que me dijo mi hermana, había sido muy dura con ella, aunque no me quiso explicar que había pasado. Lo único que conseguí arrancarla, es que la relación que mantenía con Amanda, estaba en una especie de Stand By a la espera de que yo decidiese que hacer con nuestra relación definitivamente. Diré para que entendáis mejor, que mi hermana es de las que se dejan llevar normalmente, pero que cuando se satura con algo, es como un tanque arrollándolo todo y a todos a su paso, por la conversación, me dio la sensación de que con Amanda estuvo en plan Panzer. También me “insinuó” de forma bastante tajante… que no hiciese caso omiso de lo que dijera mi madre porque fuese una metomentodo, pero que, le parara los pies si veía que se “excedía” en sus buenas intenciones, porque era mi vida y no la suya de lo que se trataba…

Nada más llegar a casa tras la charla con mi hermana, me pegue una buena ducha, después espere a que mi madre regresase para poder hablar con ella.

  • Mamá, tenemos que hablar los dos muy seriamente.

  • Claro hijo, dime –me respondió dedicándome toda su atención.

  • Bien, pero antes que nada, ¿se puede saber de qué has estado hablando con Amanda?

  • Nada concreto cariño, solo le dije que esperabas que te dejara cuando se diese cuenta de la diferencia de dinero que ganáis y la vida que puede llevar sin ti. Por cierto que se enfado bastante contigo. Sabes, comento algo así como que te ibas a enterar por idiota -me dijo mientras yo me quedaba con la boca abierta.

  • ¿Y dices que no le has dicho nada en concreto? -pregunte asombrado.

  • Claro cielo, no le dije que te diese dos guantazos según te viese por ser un memo, en eso no me meto cariño, después de todo eres mi hijo y te quiero -dijo risueña.

  • ¡¡¡¡Mamá no me jodas!!!!

  • ¡Que!, ¿me vas a decir ahora que no eres idiota?. Te guste o no, quieras o no quieras, lo pases mal o bien, lo cierto es que esa chica te quiere con toda su alma cariño, y lo único que estás haciendo es que lo pase mal, porque como arreglar, así desde luego no vas a arreglar nada.

  • Mira mamá, se que Amanda te cae muy bien y que te gusta mucho como nuera, pero me engañó. Te lo recuerdo por si se te ha olvidado ese pequeño detalle.

  • Cariño, eso lo sé, créeme que lo tengo muy presente cada vez que hablo con los dos. Pero sinceramente, creo que no te estás dando cuenta de algo en todo este asunto, y es que tomando cierta perspectiva, verías que Amanda lo está pasando tan mal o puede que incluso peor que tú con todo esto.

  • No, si al final resultara que la culpa es mia y todo -dije sarcástico.

  • No cielo, no es eso, la culpa es enteramente de ella por engañarte. Pero también deberías de darte cuenta de que no lo está pasando nada bien. Creo que no te das cuenta de ello, pero tiene muchísimo miedo a perderte, mucho más de lo que te puedas suponer hijo. Te quiere posiblemente tanto como yo quería a tu padre.

  • Quizá debió de pensar en eso antes de engañarme como hizo, un poco tarde para que me afecte su sufrimiento, ¿no?.

  • ¿Tu nunca has deseado a otra mujer en estos años que has estado con Amanda?, ¿nunca jamás? -pregunto mi madre muy seria.

  • ¿Y eso a que viene ahora? -no entendía donde quería llegar.

  • Contéstame, dime, ¿nunca? -reiteró.

  • Alguna vez, como todo el mundo, pero no entiendo a que viene esto -dije.

  • Viene a que ella también sintió ese deseo, igual que tú lo has sentido alguna vez, solo que ella se puso a jugar con fuego y se quemó las manos. Y no me digas ahora que debió de habértelo dicho en su momento la primera vez nada más llegar, ¿lo habrías echo tú de haber estado en su lugar, dime? -me preguntó muy seria.

  • Lo hizo más veces, no solo fue esa vez -me defendí.

  • Cierto también, pero ten encuentra que lo dejó por ti, porque te quería, y créeme que te dijo la verdad, esa era la última. Piensa en ello hijo, un día antes y nunca lo hubieses sabido. Seguirías con la misma Amanda que es ahora, ¿dime qué diferencia hay?. Solo un hecho concreto y que para ella no significó nada más que problemas y miedo... -le interrumpí.

  • Mamá... -me cortó ella a mí.

  • No, tú querías que hablásemos, así que ahora escúchame. Desde el primer momento en que te engañó solo ha sentido miedo de que la descubrieses, miedo de que la dejases si te enterabas, miedo cuando la tocabas, miedo cuando le preguntabas, miedo cuando la mirabas, únicamente miedo y más miedo. Date cuenta que para ella una cosa es sexo y otra amor, no lo ve como tú por mucho que no lo quieras entender. Por amor hacia a ti es por lo que rompió esa aventura en la tercera ocasión que se veían como tal, y fíjate que te digo aventura que no error, ya que fueron tres las veces. Ahora mismo, esa mujer que tanto te quiere, esta aterrada de perderte, por mucho que creas ver que es muy fuerte por cómo se comporta, eso solo es una fachada hijo, Amanda es dura como el pedernal, pero no para ti y nada relacionado contigo.

  • Ya, seguro que está muy asustada.

  • Más de lo que tú te crees, hemos hablado mucho las dos en estos días cariño, puede que más que en todos los años que lleváis juntos. Daniel, quiero que entiendas que te quiero muchísimo, que se que te engañó por tres veces, que eso es una aventura no un error, y que aunque a ti ahora no te lo parezca, lo llevo francamente mal con ella por ese hecho concreto. Pero también soy consciente de hasta qué punto te quiere y lo lamenta, créeme que está dispuesta a lo que sea que quieras hacer. Te voy a dar un consejo Daniel, intenta pasar página, que no digo perdonarla porque también sé que ahora mismo eso te será imposible, y regresa con ella, antes de que pueda hacer alguna estupidez que lo empeore todo aún más.

  • ¿A qué te refieres con eso? -dije preocupado de repente.

  • Si la escuchases con calma, sin limitarte a prejuzgarla por lo que pasó y procurando recordar cómo es ella en realidad, lo sabrías. Hijo, cuando hables con ella escúchala, no te limites solo a oírla, no es lo mismo aunque te lo pueda parecer…

  • ¿Y tú crees que podrías dejar de meterte en medio cada dos por tres?

  • Si, lo cierto es que sí, sí que podría, si –me dijo muy seria.

Decidí dejar esto aquí, no estaba entendiendo casi nada y sabia que al final mi madre me iba a terminar llevando a su terreno como hacia siempre. Mi madre nunca había estado así de encoñada con ninguna de mis anteriores parejas, es más, puede que con la única que se hubiese llevado bien fuese con Amanda y tampoco nunca se había metido en medio de ninguna de mis relaciones, tampoco con Amanda hasta que pasó todo eso, lo que también por otra parte me desconcertaba, porque no terminaba de entenderlo. Desde luego en una cosa sí que había tenido razón mi madre en todo esto, no escuchaba a Amanda cuando me hablaba, únicamente oía lo que me decía, que reconozco que no es lo mismo, pero es que lo otro... os aseguro que me costaba horrores…

Esa semana, el jueves, me dio por ir a buscarla a la salida de su trabajo, encontrándome con que salía con varios de sus compañeros y compañeras riéndose muy alegre. No me moví de mi sitio apoyado en su coche, deje que se acercasen hasta que ella misma se diese cuenta de mi presencia, quería ver su reacción, por lo que permanecía con mis ojos clavados fijamente en ella tras los cristales negros de mis gafas de sol. Lo cierto es que su reacción no me desagradó en absoluto, fue verme y venir corriendo para saltarme a los brazos pero sin hacer o intentar disimular para nada que venía con esa gente con buen ambiente entre ellos. Salto sobre mí, pegándonos los dos un morreo de campeonato delante de sus compañeros que nos aplaudieron, dando también algunos silbidos. Nos montamos en el coche tras saludarles a todos y despedirnos.

  • ¿Que tal el día?, te he visto muy contenta.

  • Si, el proyecto va viento en popa, ya solo nos quedan los últimos retoques y se terminara. Estoy deseando ir a Barcelona a terminar de una vez con todo esto, no sabes que ganas tengo de ir ya... -me miró de repente-. Daniel, solo es por el proyecto no va ha... -le corté.

  • Ya vale, déjalo, lo entendí perfectamente y créeme que no he pensado nada raro al respecto. Lo tengo en mente, no te voy a mentir -vi como apretaba el volante con fuerza-, pero sé que ahora mismo no me vas a volver a engañar, sino todo esto que estas pasando por recuperarme no tendría ningún sentido -vi cómo se relajó al final, porque cuando dije el “ahora mismo” pensé que se rompería la mandíbula de como apretó los dientes.

  • Gracias, pero de todas formas no debí haberlo dicho de ese modo -se disculpó.

  • ¿Y por qué no?, estas muy orgullosa de tu proyecto como es natural, -tomé una decisión rapida-, tampoco veo raro que  se lo cuentes tan contenta a tu novio, ¿no?

Casi suelta el volante para abrazarme y todo cuando le dije lo del novio. Al final, paró en un ladito y se abalanzo sobre mí besándome por todos sitios. Intentaba que se relajase y me dejase un poquito de aire, pero no había forma, además para más inri se puso a llorar como una madalena. Al final me tuve que imponer.

  • Vale, vale, vale... para por favor -intenté que razonase-, que no es nada del otro mundo, esto ya lo éramos desde que te concedí otra oportunidad, te dije que como al inicio de conocernos así que no sé a qué viene esto.

  • Es que estoy muy contenta -me dijo con lágrimas por sus mejillas.

  • Amanda, entiende que te quiero muchísimo porque no es algo que desaparezca así como así, que estoy aceptando… o quizá sea mejor decir, intentando aceptar que tú de verdad me quieres igual que yo a ti. Pero entiende también, que aun así y por mucho que yo pueda poner de mi parte, todavía existe una herida abierta entre los dos, queramos o no, ahí está supurando.

  • Lo sé, sé que eso llevara tiempo que podamos arreglarlo. Pero estoy segura que cuando volvamos a vivir juntos otra vez de nuevo todo esto pasara, todo se arreglara por su propio peso y... -tuve que frenarla.

  • Para, para, para, alto. Aquí nadie está hablando de vivir de nuevo juntos, ya has conseguido que se siga viendo como mi novia y mi pareja en muy poquito tiempo. Amanda, creo que has de reconocerlo, estoy tragando con mucho, no me fuerces, dame tiempo para seguir asimilando todo esto, por favor... o al final terminaras por saturarme de todo y me obligaras a romper la baraja definitivamente -le pedí.

  • Perdona -vi la decepción en sus ojos-, pensé que eso quería decir que volveríamos a estar juntos -dijo con la voz trabada.

  • Y lo estaremos, estaremos juntos aunque de momento no vivamos así. Amanda, cuando nos conocimos a los seis meses estábamos viviendo juntos, pero recuerda que tú querías ya desde el segundo mes y te costó cuatro más lograr que aceptase. Entonces no había nada que se interpusiese entre nosotros, ahora sí, mucho y ya sabes que es. No digo que tardemos mas, quizá la semana que viene llegué se me crucen los cables, te diga que quiero y lo hagamos, pero dame tiempo, no me presiones, por favor o conseguirás todo lo contrario -le pedí.

  • Pero yo pensaba que los fines de semana quizá... Pero bueno sino es posible nada -se recuperó.

  • Yo no he dicho que los fines de semana, no, he dicho vivir juntos, pero no te apresures. El que nos quedemos el viernes y el sábado en casa del otro no lo veo mal, pero en un tiempo prudencial, no me refería a eso, por mi no hay problema con ello... pero no será ahora mismo, Amanda, entiende que quiero y necesito tiempo…

Me saltó al cuello besándome de alegría. Después puso de nuevo el coche en marcha, me indico que como el fin de semana anterior había elegido yo en este le tocaba a ella organizarlo todo. La sonrisa radiante con que lo dijo y la alegría que desprendía hizo que casi pasase por alto el gesto que a su vez hizo con las manos de apretar con fuerza el volante. Ese gesto en la situación en que estábamos, en Amanda significaba que estaba pensando en algo concreto que no le alegraba para nada, es más, que la disgustaba sobre manera. Eso me hizo recordar lo que me dijo mi madre sobre hacer alguna estupidez.

Lo cierto es que a nivel personal la echaba muchísimo de menos, estaba acostumbrado a estar con ella todo el tiempo posible, a hablar los dos en la cama, a hacer el amor cuando nos apetecía que era casi en cualquier momento del día, aunque eso sí, en casa exclusivamente... por eso me sorprendió lo del cine. El viernes en el trabajo anduve todo el día preocupado por Amanda, aquel gesto unido a lo que mi madre me dijo no paraba de dar vueltas en mi cabeza, solo que no era capaz de ver de qué forma podría hacer una tontería cuando íbamos a estar juntos, salvo que quisiese hacer algo en plan exhibicionista de forma exagerada… Lo del cine no diré que no me gustase porque evidentemente si me gusto, pero vamos, que tampoco es cuestión de pasarse de “abiertos”…

Por la tarde me marché a mi casa, me pegué una buena ducha y me arregle con lo mejor que tenia para ir a su casa. Cuando llegué tal y como yo pensaba Amanda se había vestido de punta en blanco, llevaba un vestido que le quedaba que cortaba el hipo, estaba realmente espectacular. De hecho a su lado parecía el patito feo, pero que se le iba a hacer, era algo que ya sabía cuando acepté esta condición de un fin de semana cada uno organizando… y no pensaba salirme de mi nivel de vida.

Cuando nos fuimos de su casa y le pregunté donde íbamos me respondió algo que preferí dejarlo pasar para no tenerla en ese mismo momento con ella, pero os garantizo que no estaba nada satisfecho con el plan, y eso que no me lo dijo todo, si lo llega a hacer me hubiese tirado del coche en marcha y terminado en ese mismo momento con la relación de forma definitiva. Según me contó íbamos a una fiesta organizada por su empresa, lo que me hizo una gracia que no os cuento. La parte que se le "olvido" comentarme es que era en honor a haber cerrado el proyecto de Barcelona y que los integrantes de la otra parte estarían también presentes allí.

Lo peor es que ver como estaba Amanda me mosqueó que no os hacéis una idea, estaba no nerviosa, sino con una más que evidente fría decisión y resolución con lo que fuese que preparara. Por un instante me temí que hiciese alguna tontería del estilo de dejar el trabajo o algo, pero me tranquilizo con una sonrisa tensa, diciéndome que no me preocupase, que no pasaba nada ni iba a hacer nada estúpido..., y yo la creí.

No creo que os hagáis una idea del cabreo que me pillé cuando tras llegar al hotel donde se celebraría la cena me enteré de que iba aquella fiesta. Lo de volver a encontrarme con el cabròn que se había follado a Amanda me hacia una gracia que no os imagináis, no dudéis ni un momento en que se lo solté a Amanda con todas sus letras y en plan desagradable. Por toda respuesta me dijo que tuviese paciencia, que ella me quería a mí y no al otro tipo con el que además no terminó muy bien.

Me empezaba a sentir como que además de un cornudo era un gilipollas por aguantar aquello y, ahora sí, no mandarla a tomar por culo de verdad. Pese a todo hice de tripas corazón y continúe a su lado, tragando bilis desde el mismo momento en que vi a ese hijo de puta, únicamente por no montar el espectáculo quedando por mas imbécil aun de lo que debía de parecer.

Para terminar de rematarme del todo Amanda me arrastró con ella presentándome como su novio, el cabròn se puso pálido al darse cuenta de quién era. Lo más sorprendente es que iba del brazo de una mujer rubia que ciertamente no estaba nada mal, se presento a sí misma como su esposa, ya que él se había quedado completamente callado ante la presencia de Amanda. Después de eso nos marchamos de su lado, evite que Amanda pudiese guiarme hacia el centro de la fiesta, arrastrándola hacia uno de los lados, buscando un sitio discreto donde poder discutir los dos. Porque si algo tenía claro es que íbamos a terminar discutiendo si o si por todo esto… Afortunadamente no lo hice, pero estuve en un tris de cogerla del cuello, literalmente, y empotrarla contra la pared, que era lo que me pedía el cuerpo, en lugar de eso, me limite a empujarla contra ella y poner mi cara a medio centímetro de la suya, mirándola fijamente a los ojos mientras mascaba las palabras de la cólera…

  • ¿Se puede saber de qué coño vas? ¿Qué quieres, cachondearte de mí? Primero me pones los cuernos y ahora me restriegas a tú amante en los morros, ¿esto es lo que me quieres? ¡¡Dime!! ¿Tan hija de puta eres? -exclamé rabioso.

  • No Dani, no es eso lo que quiero, ni muchísimo menos –dijo pasando claramente por alto el insulto-. Estoy segura de que su mujer se ha dado cuenta de que pasaba algo y como supongo que no es estúpida, al ver nuestras distintas reacciones habrá supuesto quienes somos. No te sorprendas –dijo al ver mi gesto-, ya me encargué yo de que lo supiese antes de viniesen aquí, aunque no creo que físicamente nos conozca… hasta ahora -dijo con voz fría.

  • ¿Se pude saber de qué estás hablando Amanda? –pregunté un poco sobresaltado, temiendo que como me dijo mi madre, ya hubiese hecho alguna tontería.

  • Hablo de que voy a conseguir que te folles a su mujer, de eso estoy hablando. Te la voy a servir en bandeja de plata para que puedas devolverle a Juan los cuernos que te puso conmigo -dijo con voz neutra.

  • Amanda –suspiré medio enfadado-, ¿eres así de idiota de verdad, o es que realmente estas tan desesperada porque te perdone y todo vuelva a ser como antes?

  • No entiendo... -le corté.

  • Eso parece Amanda, que no entiendes nada. No te lo voy a negar, esa es una mujer impresionante, el follàrsela hasta reventarla debe de ser un placer de dioses -vi como apretaba la mandíbula con un pico de celos que me sorprendió-, pero a estas alturas ya deberías de saber que con la única mujer con la que quiero acostarme de verdad y follàrmela hasta reventar, eres y siempre has sido tú, solamente tú… Con esto solo me lo pones más difícil… no arreglas nada de nada -dije con voz cansada.

  • Cariño, yo..., lo siento, lo hice por... -volví a interrumpirla.

  • De verdad que déjalo Amanda y diviértete anda. Pásatelo bien y déjalo estar, por favor, eso no arreglaría nada de nada entre nosotros, creo que solo nos perjudicaría... yo no soy así… y deberías de saberlo…

  • Pero quiero que te la folles, de verdad que sí, es lo justo Daniel. Es una mujer atractiva, es su mujer y pienso que es perfecto para devolvérsela. Creo que sería importante, de verdad, sé que no es igual que lo mío y no pretendo decirlo así. Se que yo te engañe y en este caso tu lo harías con mi propia aquiescencia. También sé que esto no lo arreglara todo, pero quiero que lo hagas, en cierta forma creo que es un modo de devolverte parte de lo que te hice -dijo resuelta.

  • De acuerdo -decidí cambiar de táctica-, y tú estarás presente mientras me la follo, igual que yo tuve que ver cómo te lo follabas a él cuando os sorprendí, ¿de acuerdo? -dije serio.

  • No, yo no podría hacer eso, el que te la folles bueno, pero el verlo no, por favor no me hagas eso -dijo con la voz empezando a quebrarse.

  • Amanda, me puedes ahora explicar cómo me tengo que sentir yo después de lo que me has propuesto, ¿dime, como me tengo que sentir después de que me digas que me folle a otra mujer? Qué crees tú que debo de suponer ahora de ti, ¿qué me quieres o que te doy igual y solo tratas de salvar el culo?, dime -pregunté mirándola fijamente a los ojos.

  • Yo, pensé que te gustaría devolvérsela así, se que no me ibas a decir si estás de acuerdo para no hacerme daño y… -nuevamente interrumpí.

  • Y el daño que le hagas a ella no cuenta, ¿no Amanda?, ese no te importa, si él lo sufre y yo lo disfruto, el que otra persona inocente como lo era yo, lo sufra también no importa, ¿verdad?

  • No lo pensé, déjalo ya por favor, déjalo Daniel. Entiendo lo que me quieres decir, siento lo que propuse, hablare con ella de nuevo… ya había medio acordado algo –dijo aunque no la vi nada convencida, pese a sus palabras y preferí no decir nada de nada de las posibles implicaciones de lo que insinuaba.

Se marchó de mi lado a ponerse una copa, me preocupaba como la veía de nerviosa... También observe como un par de hombres se acercaban a ella, y por lo que vi a ninguno parecía importarle en lo más mínimo si alguien les gustaba el hecho de que pudiese tener pareja o no, iban claramente a la caza del polvo rápido. Ni me moví, no dice la menor intención de nada, permanecí estático mirando lo que ocurriese entre ellos, deje que Amanda actuase como quisiese. Para mi alegría Amanda departió con ellos como un minuto, pero llegado un momento se envaro, se puso muy seria, en un señaló hacia mí y se separo de los dos. Iba a acercarme hacia ella cuando me hizo una seña de que no me preocupase que no pasara nada. Entonces se me acercó la rubia, la mujer del cabròn que me los puso.

  • Perdone, ¿me recuerda? -preguntó muy simpática.

  • Claro que si, María, ¿no?, la esposa de Juan, de Barcelona si no recuerdo mal -le devolví la amable sonrisa.

  • Si, veo que me recuerda. ¿Le importaría si le hago una pregunta un tanto particular? -dijo seria.

  • No, en absoluto, dígame.

  • No pretendo se grosera, pero entre su novia y mi marido ha pasado algo, ¿verdad?. He visto sus reacciones y no soy tonta, me gustaría que me dijese la verdad -me pidió muy seria.

  • Si, lo cierto es que si, se liaron tres veces durante las visitas de mi novia por el proyecto que llevan en conjunto -dije viendo como Amanda pálida se acercaba a nosotros.

  • De modo que nos engañaron a los dos -dijo mas para ella que para mí-, los muy hijos de puta aprovecharon bien el tiempo, ¿no?..., ya.

  • Eso parece que ocurrió. Lo siento, no quería que usted se enterase, no había necesidad de que lo pasase mal por ello.

  • Lo siento –dijo Amanda nada mas llegar-, sé que eso no va a arreglar nada, pero de verdad que lo siento, fue un tremendo error por mi parte permitir que pasase -se abrazo a mi-, no puedo decirle más, yo estoy pagando ahora por esa estupidez que permití que sucediese, por eso la llamé el otro día.

  • No creo que hayas pagado mucho por ello cuando le tienes todavía a tu lado -dijo con voz dura María-, pero a mí me debéis una los dos, y a tu novio también. De modo que haremos lo que hablamos las dos anteayer, nosotros dos vamos a coger una habitación, vamos a subir a ella y nos vamos a pasar todo el resto de la fiesta follando. Y ya que estamos y tu novio me gusta, veremos luego de quedar para recuperar los dos polvos restantes que nos debéis, ¿te parece bien? –le pregunto con extrema dureza a Amanda, dejando claro en su tono que le daba igual lo que le pareciese.

  • Eso se lo propuse también a él, pero no quiere hacerlo. Sé que debo de pagar y que ese cabròn debe de pagar también. Quiero que mi chico me pueda volver a mirar como lo hacía antes, y no como me mira ahora –dijo con voz triste-, pienso como usted, no me gusta, pero sé que es lo más justo. Y si a él –dijo señalando con un gesto al tal Juan- no le gusta si se entera, que se joda… y aprenda también el daño que hace…

  • ¡¡¡Ohhhh!!! Pero se enterara, ya os aseguro yo que se enterara… -sonrió con malicia-, cuando sea el momento adecuado. Tu novia te ha dado permiso, así que no seas idiota y aprovéchalo, te garantizo que pasaremos un buen rato los dos –me dijo sonriente María.

  • Toma Daniel –Amanda me puso una llave en la mano-, esta alquilada por toda la noche. Hazla disfrutar, y no te agotes, después de ella me tendrás que atender a mí –dijo una voz que transmitía seguridad… no así sus ojos.

Me quedé mirando la llave en silencio durante un minuto ante los inquisidores ojos de ambas mujeres, luego asentí y le dije a María que cuando ella quisiese, que por mi parte estaba dispuesto. Primero me fui yo y cinco minutos después me siguió María. Estaba en la habitación sin la chaqueta, únicamente el pantalón y la camisa, junto con un montón de dudas sobre lo que íbamos a hacer los dos, aun contando con el consentimiento de Amanda. Cuando llamaron a la puerta abrí sabiendo quien sería la que llamaba, pero aun así me encontré con una sorpresa.

Entrando en la habitación María me beso en los labios al pasar junto a mí, en una mano llevaba su móvil abierto y en la otra algo cerrado en su puño. Al pasar, tras besarme puso en mi mano una braguita que aprecie que estaba bastante húmeda justo por la parte que debía de haber estado en contacto con su coño, luego cerro el teléfono metiéndole en un bolsillo. Se paró junto a la cama mirándome fijamente mientras sin poderlo evitar llevaba su braguita a mi nariz aspirando el aroma a hembra en celo, sonriéndome se quitó el abrigo dejándolo sobre una silla, se situó justo delante de los pies de la cama y levantándose el vestido se abrió un poco de piernas mostrándome por completo su raja…

  • A que esperas, mira lo mojado que esta esperándote –dijo metiéndose un dedo para luego sacarlo y chupárselo con cara de salida.

Me acerque lentamente a ella en silencio quitándome la camisa y desabrochándome los pantalones, en los cinco metros que nos separaban me las apañé para quedarme desnudo ante ella con la polla en ristre. Nada más llegar junto a ella soltó el vestido y se lo desabrocho de los hombros quedando ante mi también completamente desnuda, mostrándome sus pequeños, erguidos y duros pechos, cuyos pezones parecían dos puntas de lanza. Luego alzo sus brazos rodeándome el cuello y besándome en los labios, beso al que correspondí.

Cuando dio por terminado el beso retiro sus brazos de mi cuello lentamente, acariciándome, pasando sus manos por mis hombros, bajándolas por mi pecho, entreteniéndose con mis pezones. Me los retorció con saña, mirándome con una cara de loba impresionante, pero ni un sonido escapo de mi garganta pese al dolor. Después de soltarlos siguió recorriendo mi estomago, bajando ambas sin dejar de acariciarme hasta llevarlas a mi polla. Cuando empezó a masturbarme con una y apretarme el culo con la otra fue cuando me puse en marcha.

La derribe por sorpresa sobre la cama, le abrí las piernas por completo pasándolas sobre mis hombros mientras metía mi cabeza entre sus piernas, pegando mis labios directamente sobre su coño, que estaba muy húmedo. Metiendo la lengua dentro durante unos segundos y moviéndola con rapidez, arrancando de su garganta un gemido prolongado. Saque la lengua y directamente aplique mis labios sobre su clítoris que parecía palpitar, aplique una leve succión sobre él mientras le daba golpecitos suaves con la punta de mi lengua que hizo que se tensase, sus piernas se apoyaron con fuerza sobre mis hombros, su pelvis intento alzarse mientras que yo hacía fuerza tirando de ella hacia abajo para evitarlo.

  • Argssshhhhhhrgggggggggggggggggggggggggggg…  Siiiiiiiiiiiiiiiiii –grito según alcanzaba el orgasmo.

Quedo relajada tras convulsionarse unos segundos. Con cuidado baje sus piernas y fui trepando hacia sus labios. Lentamente ascendí lamiendo su estomago, su ombligo, recreándome en sus pechos, jugando con ellos. Mordisquee sus pezones, tironeándolos con los dientes, arrancando nuevos jadeos, lamiéndoselos después, succionando de ellos como si fuese una niño pequeño, arrancándola también leves gemiditos. Por fin alcance su rostro, besándola las mejillas, mordiéndola la barbilla, juntando mis labios con los suyos, introduciendo mi lengua en lo más profundo de su boca mientras que mi polla se situaba sobre la entrada de su coño…. En ese momento empezaron a aporrear la puerta escuchando la voz del tal Juan gritando…

  • ¡¡¡ABREME MARÍA, SE QUE ESTAS CON UN TIO, HIJA DE PUTA, ABREMEEEEEEE!!!

  • Clávamela ahora mismo –jadeo María en mi oído.

  • Hasta dentro –respondí hundiéndola de un solo golpe toda ella en su interior…

  • ¡¡¡Aghhhhhhhhhhhhhhhhhhhh…!!!  Asiiiiiiiiiiiiiiii, follameeeeeeeeeeeeeeee, no paresssssssssssssssssssss –grito María cuando me sintió penetrarla y moverme de inmediato.

  • ¡¡¡¡HIJOS DE PUTAAAAAAAAAA!!! ¡¡¡OS MATARE!!! –grito el reciente cornudo sin que ni su mujer ni yo dejásemos de follar haciendo todo el escándalo posible.

Durante cinco apasionados minutos los dos seguimos follando como animales, gimiendo, jadeando y gritando sin cortarnos ni un pelo, mientras poco a poco dejábamos de oír gritos al otro lado de la puerta para escuchar sollozos, golpes a la puerta cada vez más flojos, con suplicas a María para que se detuviese y no siguiese follando con otro…

Tras alcanzar ambos el orgasmo casi a la par, decidimos tomárnoslo con más calma y disfrutar como se debía de la ocasión… Empezando por María, que se inclinó sobre mí, haciéndome una mamada para ponérmela en forma de nuevo… Terminamos montándonos los dos un 69, mientras se escuchaba medio sollozar en la puerta… pensar que era el tal Juan el que estaba allí, no os hacéis una idea de cómo me la ponía de gorda y dura… reconozco que ni me acordé de Amanda…

CONTINUARA