Enmendando un error - 1
Cuando el comportamiento de la pareja cambia de forma extraña es que algo ocurre y eso fue justo lo que detecto Daniel en su novia
Enmendando un error - 1
Me llamo Daniel, me encontraba en esos momentos preparando la cena, nada complicado, una simple ensalada de pasta, cuando sentí abrirse la puerta del piso y volver a cerrarse a los pocos segundos. Hice lo mismo que cualquier otro en mi lugar, hacer la pregunta obvia y tonta de si quien había entrado era la persona que se suponía que lo iba a hacer, en este caso Amanda, mi novia.
¿Eres tu cariño?
Si cielo, ya llegué…
Su respuesta fue también lo mismo de obvia que mi pregunta. Después de eso seguí tranquilamente preparándolo todo mientras escuchaba a los pocos minutos como empezaba a sonar la ducha. Calcule el tiempo para que todo estuviese preparado al terminar ella con su ducha. Como siempre cenamos los dos juntos comentando las cosas que nos habían pasado durante la semana, ya que Amanda había estado en Barcelona desde el Martes hasta ese mismo día, viernes, momento en que había tomado el puente aéreo a medio día, ido a la oficina a trabajar por la tarde, recogido el coche y luego como siempre que tenia uno de esos viajes, había regresado a casa muy cansada.
El fin de semana estuvimos también como siempre en estos casos los dos juntitos en casa relajados, haciendo cualquier cosita tranquila los dos del estilo de ver alguna peli o algo así, pero nada de salir por ahí debido al cansancio acumulado que Amanda llevaba encima… El resto de la semana normal también, los dos trabajando, en estos casos ella siempre llegaba antes que yo, ya que yo hacía varias horas extra con proyectos de la empresa. Aunque esto no signifique que no nos viésemos lo suficiente, que no era eso tampoco, normalmente a las siete y media u ocho de la tarde ya estábamos ambos juntos en casita. Esa semana, el domingo por la tarde sin embargo ya era consciente de que algo iba mal con Amanda. Desde el viernes que llegó del viaje, hasta ese mismo día, hasta ese mismo momento y a lo largo de toda la semana, habían sucedido ciertas pequeñas cosas o más bien, se habían dado ciertos pequeños detalles que por separado quizá no tuviesen importancia y pudiesen ser considerados como una tontería, pero que todos juntos me preocuparon.
En primer lugar cuando llegaba de uno de esos viajes nunca me había hecho falta preguntar quién era, ya que ella misma en voz alta me soltaba un “Cari ya llegueeeeeeeee…”, y lo primero que hacía era cobrarse un besazo mío. No le eche cuentas al asunto de no hacerlo así, aunque me extraño ciertamente, pero no dije nada y no le di mayor importancia porque bueno, con lo hecha polvo que solía llegar siempre lo que de verdad me extrañaba cuando lo hacía es que siempre llegara tan “vivaz”. Ese mismo fin de semana no quiso tener jueguecitos conmigo argumentando su cansancio, que como digo tampoco di más importancia porque ciertamente sabia como llegaba y era consciente de que era algo que alguna vez solía pasar cuando hacia algún viaje de trabajo de estos largos.
Sin embargo hubo dos detalles que no, que esos ciertamente no eran nada normales y sí que me preocuparon. La primera y quizá menos importante su móvil, el comportamiento con él. Nuestros dos teléfonos son idénticos, llevamos tres años viviendo juntos y en todo este tiempo siempre hemos funcionado igual con ello. Cuando un móvil emite el sonido de recepción de un mensaje, una llamada, un correo, un whatsapp o cualquier otra cosa, dado que por costumbre los dos móviles los dejábamos juntos en el mismo sitio, el más cercano a ellos miraba cual de ambos era el que sonaba. Lo único distinto entre ambos era el tono de llamada que esta personalizado, el resto era el que venía por defecto, es decir, idénticos en ambos. Pero pese a eso, aun siendo el móvil del otro el que sonaba, este se cogía, se miraba, luego decías quien llamaba, mandaba el mensaje, el whatsapp, etc, y lo normal, preguntabas que hacías, si lo recibías, lo leías o lo dejabas sonar hasta que el otro pudiese atenderlo.
Un día sonó un aviso de correo entrante, como estaba más cerca fui quien miro en que móvil había sonado, fue concretamente en el mío, un compañero de trabajo para quedar conmigo al día siguiente para comentarme unas cosas. Sin embargo lo que me extraño fue el comportamiento de Amanda, que salió de la ducha a toda velocidad para coger su teléfono cuando sabiendo que lo cogería el otro ni nos inmutábamos, menos aun cuando alguno estábamos en su situación, en la ducha… Cuando salió me pregunto quién era, cuando se lo dije regreso al baño. Pero me resulto muy extraño eso de que saliese así, mas aun que la vi algo nerviosa. Al día siguiente pasó lo mismo pero esta vez fue su teléfono, sin embargo no me dio tiempo a llegar a él, llego ella mucho antes pese a que estaba haciendo la cena en la cocina y yo poniendo la mesa, por tanto prácticamente al lado de los móviles.
Fue un Whassap lo que se recibió según me dijo. Esta vez aparte de su comportamiento, el tono del aviso no era el de siempre, indudablemente lo había cambiado. Como sin darle importancia le pregunté por ello, su respuesta fue que lo hizo porque estaba esperando que le mandaran algunos mensajes por lo del proyecto que tenía entre manos y quería saberlo de inmediato… Me pareció una pobre excusa y además igual que el día anterior, de nuevo la vi nerviosa. Estuve, mientras ella seguía con la cena y yo me encargaba de la mesa, pensando despacio en todo lo que me pudiese sonar a extraño en los últimos días de su comportamiento, intentando recordar todo lo que habíamos hecho. Fue entonces cuando me di cuenta de otro detalle que me había pasado desapercibido hasta que lo pensé detenidamente, y aun así era tan extraño, que incluso creí que esto, este recuerdo debía de ser algo influenciado por lo extraño de su comportamiento porque era imposible.
Una cosa que me gustó de siempre de Amanda, es que te mira a los ojos cuando hablas con ella. Entendámonos con esto, si estás viendo la tele y comentamos algo obviamente no es así, pero cuando estamos por ejemplo cenando como esa misma noche y nos ponemos a hablar del día, Amanda por naturaleza, salvo cuando mira al plato para tomar alimento o coge el vaso para beber, sistemáticamente sus ojos permanecen fijos en los tuyos cuando te habla. Desde que empezamos a salir hacia tres años y medio, pero sobre todo desde que tres años antes empezamos a vivir juntos, esto era algo que siempre ocurría, y creedme que me encantaba eso de que al hablar me mirara a los ojos y no hacía ningún otro sitio.
Esa noche por primera vez estuve pendiente de ella, yo en todo este tiempo me había acostumbrado tanto a esta particularidad suya, como para ser influenciado a hacer lo mismo a mi vez, a mirarla directamente a sus preciosos ojos pardos. Por primera vez me di cuenta de forma consciente que Amanda ya no lo hacía, cuando levantaba la vista del plato por inercia los fijaba en los míos como siempre, encontrándose cuando yo los levantaba con los míos clavándose automáticamente en los suyos, pero entonces, solo un par de segundos después como mucho, dejaba de hacerlo. No es que los retirara o bajara, no, era mucho más sutil que eso, simplemente me miraba a la cara, pero no a los ojos, me di cuenta de que estos me los esquivaba cuidadosamente… Para mí este hecho sí que resulto muy, muy preocupante.
En medio de una conversación irrelevante, le pregunté de sopetón, pillándola por sorpresa, sin advertencia previa, aunque aparentando cierta indiferencia para que no me viese con la mosca tras la oreja, si estaba bien porque la notaba algo nerviosa. Me respondió que sí, que estaba nerviosa ciertamente, pero que estaba así por el proyecto, era muy importante para su carrera y quería que todo fuese perfecto, que no me preocupase, que solo era eso. Algo que me hubiese resultado perfectamente creíble si en ese instante me hubiese mirado como siempre directamente a los ojos, sin embargo los retiró durante unos segundos, para después con un esfuerzo que también le noté, volver a fijarlos de nuevo en mi cara, aunque no en mis ojos, me resulto obvio que estos continuaba evitándolos.
Esa semana tenía que volver a Barcelona por el proyecto, primero iría a la oficina, dejaría en el parking el coche y desde allí un taxi al aeropuerto para coger el puente aéreo Madrid-Barcelona. Esa mañana cuando nos despedimos, como siempre con una ración de besos, se me abrazo mimosa, con mucha fuerza, como si me fuese a escapar o algo así, luego mirándome fijamente a los ojos, fijándolos en los míos con mucha intensidad, sus pupilas sobre las mías por primera vez en esa semana, me dijo que me amaba, que estaba ya deseando estar de vuelta conmigo aun cuando no se había marchado todavía y me pego un besazo de impresión, me temblaron hasta las canillas con su intensidad y pasión. Os aseguro que me dejo un tanto descolocado.
Después de eso no sabía bien que pensar, era una Amanda muy, muy intensa, incluso para ella. En otras circunstancias no hubiese sido tampoco algo que me extrañase, de hecho si hubiésemos estado más de una semana separados incluso era algo que me hubiese esperado que hiciese… pero… en esta ocasión, no sabía bien a qué atenerme, aunque sí que reconozco que en cierto modo me desarmo, haciéndome incluso sentir mal por mis sospechas de que algo pasaba con ella. Me fui al trabajo saliendo inmediatamente tras ella, cada uno en su dirección. Decidí dejarlo todo tranquilo y sin darle más vueltas, echándole cuentas a que quizá de verdad lo que pasaba es que estuviese medio histérica por la responsabilidad del proyecto que tenía entre manos.
Amanda trabaja en una agencia de publicidad, y le encargaron la campaña de un cliente importantísimo, una de las principales cuentas de la empresa, algo que podía darle mucho prestigio o todo lo contrario si la jodìa. Por eso mismo no sabía muy bien a qué carta quedarme con ella, su comportamiento había sido muy extraño todo el tiempo, pero la situación tampoco era normal, no era igual que las anteriores en estos casos, su presión y responsabilidad aquí se había multiplicado por mil… Además llevaban ya mucho tiempo con este trabajo concreto, como digo, no sabía muy bien cómo manejarlo y como tomarme mis sospechas de que algo sucedía. Por ese motivo decidí dejarlo aparcado y darle margen a ver qué pasaba.
Cuando regresó lo primero que me dijo fue que la semana siguiente tendría que volver a irse a Barcelona el martes, y que a la otra seria el miércoles, que estaban ya en la recta final con todo el proyecto. La situación no mejoro en lo absoluto, seguía ignorando mis ojos, solo que esta vez ya ni por inercia siquiera era capaz de fijarlos en los míos para luego retirarlos. Cuando el sábado intente tener relaciones con ella lo impidió diciéndome que estaba en esos días suyos. Amanda es una de esas mujeres que tienen un periodo doloroso, por lo que en esos días las relaciones como que no. Me hizo para mi sorpresa toda una señora mamada en lugar de una simple paja. Y cuando pasaba eso era solo si me daba por insistir un poquito o me veía que de verdad me iba a quedar con muchas ganas, sino tampoco sino había polvo por medio… La situación se volvió extraña incluso hasta en esto.
La siguiente semana tras su regreso fue cuando me explotó la realidad en la cara y empecé a asumir la verdad de lo que estaba sucediendo, lo que me estaban indicando todas las pistas y me negaba a creer sistemáticamente. El Sábado se empeño en que nos fuésemos por ahí como hacía mucho que no íbamos, eso es volver a las tantas y mas que tantas, me jodìa porque eso también significaba quedarme sin polvete y llevábamos bastante si follar en condiciones. Algún polvo rapidito y sin muchas florituras entre semana si, pero nada serio o con tiempo para hacernos disfrutar mutuamente hasta hacernos llegar uno a otro al límite desde hacía bastante, pero bueno, decidí darle el gusto de salir para que se relajara un poquito, pese a que lo que me apetecía de verdad era comérmela enterita y con muchísima calma.
Estaba duchándose para irnos por ahí con los amigos y tuve que entrar al servicio a coger una cosa mientras lo hacía, algo nada anormal entre nosotros. Normalmente no lo hacíamos por respeto al otro, pero si no teníamos más remedio por cualquier cosa entrabamos sin problema… hasta ese instante. Cuando entré estaba con la mampara entreabierta, por casualidad me fije en uno de sus muslos y vi un cardenal casi a la altura del pubis, inmediatamente y sin pensar nada raro abrí de golpe la mampara interesándome por ello en el acto ya que me pareció algo serio, y creedme que por mi cabeza no pensó nada más que su bienestar en esos instantes. Me explico que en Barcelona se la habían llevado por delante con una bici, se cruzó delante y la golpeo con fuerza. Me aseguro que no pasó del susto, unos pocos arañazos en los brazos al caer, que también me enseño, y el cardenal del muslo. Me sonrió y me dio un beso agradeciéndome la preocupación.
Salí del servicio sonriéndola mientras me aseguraba que no era nada, que no me lo había dicho porque no había tenido importancia y que me fuese a seguir arreglándome que se nos iba a hacer tarde. La sonrisa me duró lo que tarde en cerrar la puerta tras de mí, luego me senté en el sofá, me quede mirando al techo e intente asumir lo que de verdad podía más que probablemente estar sucediendo con Amanda, que me estuviese engañando con alguien en sus viajes a Barcelona. Sabía que el proyecto era verdad, pero también que cuando le mire el cardenal también me di cuenta de otro detalle, tenía el coño irritado, sus labios también estaban un pelín inflamados. De ese modo solo se lo había visto antes cuando habíamos tenido los dos un sexo muy intenso, brusco, pasional y durante bastante tiempo, luego las marcas de nuestra pasión le duraban también tres o cuatro días, como a mí. También vi sobre la repisita de la ducha el tubito de crema que se daba para la piel cuando esto sucedía. Lo de la Bici quizá hubiese sido verdad, por el cardenal más los arañazos era muy posible que sí, que eso hubiese sucedido tal como lo contó, pero desde luego el estado de su sexo no era por eso de ninguna manera, como digo, todo apuntaba en una sola dirección. Tragué saliva y procure comportarme desde ese momento con toda normalidad, pese a la procesión que llevaba por dentro.
El miércoles Amanda nuevamente salió para Barcelona, solo que en esta ocasión yo también lo hice, mientras ella se marchaba a la oficina para repetir una vez más el ritual de dejar el coche, tomar un taxi y coger el puente aéreo después, yo me ponía en ruta con el coche en dirección al mismo destino, temeroso y rezando para que mis sospechas no se pudiesen confirmar o estuviese equivocado con ello, aunque en el fondo íntimamente convencido de que no sería de ese modo. Desgraciadamente no tuve que esperar mucho en Barcelona para conseguir la confirmación a mis temores.
Sabia donde celebraba sus reuniones porque me lo había contado cien veces al menos, por lo que me situé allí como primer paso para seguirla y ver que ocurría. El mismo miércoles nada más llegar sabia que por la tarde tendría una pequeña y corta, de modo que cuando termino la seguí al hotel donde se alojaba, ella en taxi y yo evidentemente en mi coche, procurando cuidadosamente que no me viese a mi o al coche, a cualquiera de ambos nos hubiese reconocido en el acto, lo que complicaba bastante mi seguimiento. La vi entrar en el hotel por lo que aparque cerca de él, aunque en un sitio desde donde no se viese el coche ni por casualidad.
Amanda había entrado hacia dos horas, eran las diez y me llamo por teléfono como hacía siempre antes de acostarse, conteste tras meterme rápido en el coche para evitar ruidos. Tras despedirse de mí, salí de nuevo del coche con el móvil en la mano y me quedé controlando la puerta del hotel. Casi cuarenta minutos después, cuando ya estaba a punto de regresar al coche para buscarme alguna pensión la vi salir, dándome un vuelco el corazón al verla. Vi como se acercaba a un hombre muy elegante y le daba dos besos, por la forma de saludarse pensé que quizá saliese para una cena de negocios nada más…
Me di cuenta que se apartaban de la puerta del hotel y parecían discutir los dos, no sé de qué seria, pero Amanda por los gestos y lo que la conocía estaba en plan de ultimátum total. Eso me ratifico en me creencia, ya que el comportamiento de ambos fue lo que me pareció una discusión de trabajo en toda regla, tranquilizándome bastante en mis sospechas iniciales y haciéndome sentir un poco estúpido, la verdad. La ilusión estalló como una pompa de jabón cuando tras terminar de discutir ella preguntó algo y él como respuesta la abrazó, besándola en los labios, y para mí total desolación ella le correspondió por unos instantes, aunque luego fue ella misma la que rompió el contacto empujándole con cierta fuerza. No sé qué pasaría exactamente por mi mente en esos instantes, pero lo cierto es que hasta cierto punto de forma inconsciente, cuando vi que se besaban saque el móvil e hice una foto de ambos… la tire justo antes de su empujón.
Les seguí, viendo cómo iban caminando por la acera despacio, hablando animadamente pero separados, sin contacto físico entre ambos, si no hubiese visto el beso os aseguro que no hubiese podido sospechar nada de nada, aunque el empujón aquel me hacia concebir esperanzas de que mis sospechas fuesen solo eso, sospechas. A los casi cuarenta minutos aproximadamente, entraron en un restaurante bastante elegante, indudablemente a cenar. Salieron del local sobre la una y media, aun les quedaba casi quince minutos de tranquilo paseo hasta llegar al hotel de Amanda… Con más cuidado que nunca les seguí desde lejos, y creedme que era difícil porque las calles estaban bastante desiertas a esas horas. A escasos trescientos metros del hotel vi como se paraban a hablar gesticulando, como discutiendo, en un momento vi como Amanda asintió con la cabeza, moviendo luego las manos en sentido lateral, como en un gesto de “se acabo”, o algo así. Después vi como él dijo algo, ella asintió, entonces vi como la tomó de la mano y la arrastró hacia un pequeño recodo que hacían los edificios saliendo de mi visión.
No dude, aun arriesgándome a ser descubierto me acerqué todo lo que pude para que el cielo me cayese encima por completo al ver la escena. Amanda con una pierna levantada y abrazándose fuerte a él estaba siendo follada con saña, su cara estaba con los ojos cerrados en un gesto que no sabría cómo definir exactamente, para mi verlo fue como una puñalada en las tripas… Nuevamente saqué mi móvil e hice una foto de la situación, luego otra de su cara, esta última me salió ciertamente oscura, pero aun así se apreciaban perfectamente sus rasgos con su cara de parecer estar gozando del polvo…
Me fui de allí incapaz de ver como Amanda follaba o era follada por otro, estaba destrozado del todo. Cuando llegué al coche me puse a repasar el móvil, cuando vi por primera vez como salió esa última foto de su cara, una cara que tenía una expresión de parecer estar gozando intensamente, no puede evitar pensar con dolor, que sin duda estaba disfrutando intensamente con mis cuernos…, sentí como el alma se me partía en pedazos.
Arranqué, únicamente paré a llenar el depósito y me volví para Madrid, para mi casa… o más bien como pensé en esos instantes, para la suya porque yo allí ya no tenía nada de nada en absoluto. Entre el cansancio, el sueño, las lágrimas de mis ojos y el estado de shock estuve a punto de tener un accidente en tres o cuatro ocasiones durante el viaje, si no lo tuve fue de pura suerte, era como un zombi conduciendo, no veía ni por donde iba… Estaba en eso que llaman conducción automática, sabes por dónde vas, haces todo lo que tienes que hacer, pero no eres realmente consciente de ello por estar pensando en otras cosas. Cuando llegué a casa fui directo al sofá, sentándome en él para intentar pensar en todo, pero solo logré terminar quedándome dormido.
Cuando desperté serian las dos de la tarde y tenía que decir que hacer con mi vida tras lo que había visto. Lo primero que decidí fue irme de allí, ya que era el piso de Amanda, yo jamás de los jamases me hubiese podido permitir esa casa. Amanda gana muchísimo más que yo, y eso aun haciendo yo horas extras como un cabròn e intentando sacarme todos los bonus posibles en la empresa en la que trabajo como programador, en forma de complementos económicos y demás. Lamentablemente solo tenía un sitio donde poder ir, a casa de mi madre.
Cada uno teníamos nuestra propia cuenta y todos los gastos comunes se pagaban de una conjunta donde ingresábamos el dinero, era consciente de que ella aportaba mas económicamente a la pareja que yo, y ciertamente no me importaba, ya que yo hacia todo lo que podía poniendo casi todo lo que ganaba y podía ganar. Aclaro que nunca me sentí acomplejado o nada de ese estilo por ello, pero la realidad, es que ahora, en esos críticos momentos y hasta no cobrar al menos un par de nominas no me sería posible alquilar nada por muy barato que fuese, estaba sin blanca, la única opción era mi madre.
Por fortuna no estaría en casa, mi madre oficialmente estaba de viaje con unas amigas durante diez días. Había conseguido unos días y se había marchado… En realidad de viaje con un amigo, pero tanto mi hermana Paula como yo habíamos la vista gorda a esas pequeñas mentirijillas de ella sobre dónde y con quien iba. Hacía dos años que había muerto mi padre, se habían querido con locura, ambos nos alegramos muchísimo cuando ocho meses antes nos dimos cuenta de que nuestra madre estaba empezando a salir del caparazón en que se encerró tras su muerte, y del que tanto nos había costado hacerla salir. Supongo que no quería confesarnos la verdad por si acaso nos parecía mal que hiciese eso y que se fuese a solas con un hombre, desde luego ni mi hermana ni yo nos pensábamos dar por aludidos con esto.
Metí mis cosas, solo mis cosas, nada que hubiese tenido nada que ver con el dinero de ella o en lo que ella pudiese tener algún interés, prefería no dar motivo ninguno para tener que volver a verla, bastante duro me seria rehacerme de nuevo tras este palo que me estaba llevando. Como comprenderéis en esos momentos lo que menos deseaba era volver a tener nada que ver con Amanda, nada que me obligase o pudiese hacer que tuviese que hablar con ella y menos tenerla delante. Conecte mi móvil al Wifi de casa, encendí la impresora e imprimí las tres fotos que le hice con la máxima calidad y resolución que esta era capaz de proporcionar, también evidentemente al mayor tamaño posible sin que por ello se dejase de ver con claridad lo que en ellas se mostraba. Después de eso las deje encima de la mesa, y encima de ellas, todas mis llaves, tanto de la casa, del portal, puerta del garaje, así como cualquier cosa de valor que ella me hubiese regalado en algún momento y por el motivo que hubiese sido, como por ejemplo el reloj que llevaba hasta esos instantes y que me regalo por mi último cumpleaños. No es que fuese gran cosa pero procedía de ella, de modo que lo deje también… Eché un último vistazo al lugar en el que había sido tan feliz hasta el momento con Amanda y salí de allí, cerrando la puerta tras de mí.
Nada más llegar a casa de mi madre lo primero que hice fue llamarla por teléfono al hotel en que estaba, pillándola por pura casualidad, aunque sabía que no me había visto nadie llegar, también era consciente de que alguna vecina la terminaría llamando en cuanto viesen que estaba allí. Como no quería que se preocupase, porque la conocía y sabía que en cuanto le contase lo que pasaba pegaba media vuelta para estar conmigo, algo que desde luego no quería bajo ningún concepto. Como escusa le dije que habíamos tenido una avería en casa y que como Amanda estaba de viaje de trabajo, aprovechaba para quedarme allí y cuidarle la casa, ella riéndose me dijo que así de paso también me ahorraba las molestias de la obras, riéndome la di la razón, nada mas colgar quite el cable. No os hacéis una idea de lo que me costó fingir la risa al hablar con ella, o el tono alegre que empleé. Una característica de mi madre y mi padre desde siempre, es que cuando hacían una escapadita, dejaban siempre los móviles en la habitación, solo podíamos localizarlos cuando estaban en el hotel, decían siempre que ese tiempo era solo para ellos, y mi madre seguía con esa costumbre.
Había pedido esos días libres para poder ir a Barcelona a ver qué pasaba con mi novia, por lo que hasta el lunes no tenía que volver a trabajar, de modo que apague el móvil para intentar relajarme, pensar en cómo reorganizar mi vida y claro, también para auto compadecerme y llorar un buen rato por lo que había pasado… De verdad, de verdad, que estaba destrozado por completo, amaba a esa mujer como nunca en mi vida pensé que lo haría con alguien. Ella tiene 28 años igual que yo, nos habíamos conocido hacia cuatro y cuando mi padre, al que estaba muy unido murió, ella fue mi principal apoyo mientras que mi hermana y yo éramos el de mi madre. Si no hubiese sido por ella y por su apoyo seguramente me hubiese terminado por venir abajo, ella fue con su cariño y amor quien me sostuvo… Después de contaros esto, creo que os haréis una idea de cómo estaba con la situación.
De verdad que pensé cuando deje las tres fotos en la mesa, que todo le quedaría de lo más claro a Amanda en cuanto las viese y se daría cuenta de la situación que había ya entre los dos tras ello, pero me equivoque por completo, o más bien quizá sería mejor decir que peque de ingenuo al pensar que con eso se terminaría todo y a otra cosa, por muy doloroso que fuese. Cuando el domingo por la mañana conecte de nuevo mi teléfono, ya que también lo apagué nada más llegar a casa de mi madre, ya que no quería ver ni hablar con nadie, no creo que os hagáis una idea del caos que había en el.
Desde el viernes por la tarde-noche, aproximadamente como media hora o así después de lo que ella acostumbraba a llegar y hasta ese mismo momento… no os hacéis una idea de la cantidad de llamadas perdidas, mensajes en el contestador, mensajes de texto, whatsapp e incluso correos electrónicos que tenia de ella. Entre todo, en solo un día y medio, sin exagerar además ni un ápice, os diré que pasaban con mucho de los 300 intentos de comunicación conmigo. Solo cometí un error al conectar mi teléfono, ya que en la pantalla solo aparecía que había llamadas perdidas, mensajes, whassap, etc, pero sin dar más información que su número total, y lo cierto es que tampoco preste atención a nada, no me fije realmente en la cantidad que tenia. Sin parar a pensar en lo más obvio sobre de quien podían ser dada la situación, llamé al buzón de voz para escuchar los mensajes sin detenerme a pensar un poco, supongo que aún seguía medio atontado y no me enteraba de nada.
Cuando empezó a reproducirse el primer mensaje sufrí un vuelco en el corazón, era la voz de Amanda preguntándome entre gemidos y gimoteos donde estaba, que regresara con ella, que no la dejara, que le diese otra oportunidad, que no quería perderme… que por favor la viera… Solo fueron treinta segundos escasos porque no aguante mas el oírla en ese estado, algo que solo me hizo más daño, porque pese a todo, evidentemente aún la quería muchísimo…
Después de esto lo primero que hice fue revisarlo bien todo, encontrándome entonces con el caos que os he dicho antes. Lo siguiente fue llamar a la compañía telefónica para que me desconectasen el buzón de voz y a continuación configurar el móvil para que no sonase ante cualquier intento de comunicación de cualquiera de los teléfonos desde los que Amanda me pudiese llamar, el de su casa, el del móvil o del de su oficina. Preferí no hacer que el teléfono rechazara sus números, ya que pensé que de ese modo lo único que conseguiría es que me llamase de un numero que no conociese y antes o después picaría cogiéndolo, como veréis una estupidez completa, pero en el estado en que me encontraba… en fin.
De este modo espere poder librarme de Amanda el tiempo suficiente como para poder rehacerme antes de verla y enfrentarla, algo que me di cuenta que sería inevitable tras lo visto en el teléfono. Por fortuna, pensaba que ella no sabía donde se alojaría mi madre en este viaje, con mis sospechas y el estado en que estaba cuando nos separamos no me dio por comentárselo, no por nada, sino que simplemente porque en esos instantes no estaba como para pensar en ello. Ahora mismo me alegraba de no haberlo hecho, sabía que Amanda la llamaría, de hecho cuando llegué y tras llamar a mi madre había desconectado el teléfono fijo ya que no quería hablar con nadie hasta rehacerme un poco, y mucho menos con mi madre o mi hermana. También sabía que Amanda no le dejaría ningún mensaje en el contestador si llamaba allí y no se lo cogía nadie, pero no calcule bien, no calcule lo que podría ser capaz de hacer, o incluso a donde sería capaz de llegar una Amanda desesperada…
CONTINUARA