Enloquecido con la madre y con la hija

Una historia extraordinaria de un hombre comun cuando a su oficina le llegan dos diablillas a enloquecer su vida. Y se encuentra con la experiencia insólita de entregar el ano al marido de su empleada

Enloquecido con la madre y con la hija

Para mi suerte, el ordenanza de mi oficina se tomó unas largas vacaciones y apareció al trabajo, una mañana cualquiera, una morocha casi esquelética; sus dientes perfectos cargando aparatosamente un montón de elementos de limpieza. Se paró en la puerta de mi oficina, pidiéndome permiso con los ojos para entrar, bastante  discreta y silenciosa y apenas me di cuenta que necesitaba ayuda con las escobas, trapos y balde, me apuré en sostenerlos para que no se le cayeran. Me agradeció inclinándose un poco, con una reverencia  a la antigua y pasó por mi lado hacia el fondo del lugar dejando a su paso un exquisito olor a lavanda con que había impregnado su impecable pelo negro hasta la cintura. No tenía mas de 35 años.

Se aspecto humilde lo delataba la ropa barata y unos pequeños rollos en la cintura producto seguramente de lo que no se cuidaba para nada la figura.

-¡Al fín…! grité despacio con entusiasmo. Nos mandan de regalo a esta oficina un poco de belleza, alegría y juventud, deberé agradecer que se enfermó Carlitos. Espero que se demore mucho en volver.

La morocha tenía unos ojos vivaces pero era muy discreta. Yo estaba acompañado por otros empleados y ella nada contestó aunque imperceptiblemente noté o me pareció, que se ruborizaba un poco. Ordenó mis cosas con delicadeza y pulcritud, limpió y antes de retirarse me dijo en voz baja.

-Muchas gracias por su trato.

Notó otra vez sus mejillas sonrojadas dejando el ambiente impregnado a lavanda.

Quedé emocionado con la personalidad de la “negrita” pequeña, pero para nada insignificante. En realidad, esperé con impaciencia la llegada del siguiente día hasta que vuelva al trabajo.

La mañana siguiente, cosas del destino, faltó ella y llegó el fin de semana de modo que se hizo mayor mi ansiedad. No quise preguntar nada por Julia para no dejar sospechas de mi curiosidad pero de casualidad oí a unos de los chismosos, decir que Julia no vino porque dijo haber tenido un accidente casero –luego supe que el marido le pegaba-

Apareció el lunes con un diminuto parche en la ceja y un ligero morado en el ojo izquierdo  asegurando que se había golpeado con una ventana. Apenas la vi, sentí su mirada eludiéndome en señal de alguna vergüenza y casi imaginé cómo la golpeó el marido. Me apuré a decirle que si tuviera a mano “la ventana” que la hirió, yo la haría añicos.

-Mirá que venir a tocar tu rostro de princesa india, me salió del adentro. Y volvió a ponerse colorada. Había gente y me hice el desentendido leyendo algo, dejándola trabajar en la limpieza.

Cada dia que vino después cambio ropa, una vez se hizo unas trenzas, se puso un aro distinto, después una bella cola de caballo; más adelante una vincha fucsia en medio de un impecable pelo renegrido. Preciosa, impactante. La hice sentir cada día mejor y pareció que se arreglaba para mi. Me hablaba de una hijita y de un marido irascible; que venir a trabajar era una alivio porque se asfixiaba en su casa. Yo le contaba a su vez de mis frustraciones (exageraba) con mi mujer porque no nos entendíamos en casi nada.

-Disculpá, son cosas que seguramente no debo contarte..

Bajaba los ojos.

-No señor, no creo que usted tenga la obligación de contarme nada. Con descargarse un poco conmigo es suficiente, sabre entenderlo. Espero que yo no le moleste a Ud. con mis historias.

-

-Para nada Julita (entre en confianza). Me perdonarás entonces que no te ofrezca a llevarte a tu casa en mi auto para no comprometerte con tu marido.

-Bueno no es para tanto, sí puede alguna vez acercarme unas cuadras antes, será suficiente, me lanzó a modo de invitación a que la lleve. Me inquietó mucho esa expresión.

Me contó que le tenia mucho miedo y ya estaba acostumbrada al mal trato pero que no podía huir porque su familia vivía lejos en el campo y tenía una hija adolescente todavía que estaba terminando la escuela.

-Cómo, le dije, entonces no es un bebé el que tenías.

-No, ella tiene 17 añitos. Es decir, le faltan algunos dias para cumplirlos.

-Mi amor (apuré la confianza) si vos misma parecés una nena de veinte. No puedo creértelo.

-No, señor, tengo casi 40 y ya me siento vieja.

-Faltaba más,  vos sos una joyita y primorosa, yo te trataría como una reina si te tuviera en casa, pero mi mujer es muy celosa y no deja entrar a nadie.

-Y como la trataría a usted a mi hijita si la traigo conmigo a verme trabajar, para que no la maltrate el padre.

-Las trataría a las dos como unos cristales. Yo te ayudaría a educarla a la nena.

-Sí, se lo agradecería, es que tiene mucho miedo a los hombres, casi no sale de casa, culpa de su padre.

-Pero que le hace... le pega.

-No por suerte pero yo sé que la manosea cuando yo no estoy, pero al parecer no paso a mayores, pues la nena no me cuenta nada extraño. Si pasó, no me lo dice…

-Por qué no lo denuncias.

-No tengo pruebas, la nena niega que le haya hecho daño. Dijo que ella se cuidará sola que no quiere que nos separemos. Dice que la mocosa sabe tranquilizarlo.

Ya mi imaginación volaba a mil por hora.

Al dia siguiente vino con  la nena.

-Pero, si parecen dos hermanitas, les dije. Julia se puso roja como un tomate por el rubor. Y agradeció los halagos. La piba miraba con miedo y curiosidad.

-Tengo un regalo para Julita, dije y saqué un libro para adolescentes con imágenes muy sobrias y bellas de parejas tomándose las manos, otras besándose, con texto textos grandes, para tomar mutua confianza.

-Lo vamos a leer aquí, para que preguntes, les dije.

Tomé confianza con la mocosa durante los siguientes días de tal forma que Julia empezó a demorarse con la limpieza de mi oficina y las otras, para que me dedique a la chiquita.  Me preguntó unos días después si cómo me llevaba con la hija porque era muy reservada y nada contaba tampoco de mi relación con ella y tenían muy poco dialogo entre las dos.  Le dije a Julia que también la ayudaría con eso Y así establecimos un triángulo de confidencias que se concentraron en la educación de Julita.

Logré que la valore  a la madre, que se esforzaba mucho trabajando. Las noté en poco tiempo, más amigas. Le pregunté a Julia si estaban mejor las dos y me dijo que muchísimo mejor.

-Ah… entonces me debes una… le dije para que no se olvide por si tengo que pedirle un favor.

-Claro patrón, y le voy a pagar porque usted se lo merece…

-No, no me llames patrón. Sólo quiero ser tu amigo y lo del pago, no me lo insistas porque tal vez me lo cobre…je..! le dije cariñosamente.

Un par de días después, parecía empezar a llegarme “el pago” prometido…O lo imaginé. Llegó la nena vestida con la ropa de la madre con su hermoso cabello negro lacio y una cola de caballo que la hacia más grande.

-Estás idéntica a tu mamá, estás más mujercita, Julita…. Y le toqué la cabecita hasta el final de la cola del pelo de modo que mis dedos rozaron su cinturita y apoyé la mano arriba de la colita que ya la había parado bien, como una mina grande. La nena se sonrojo y allí intuí que ella quería que yo la tocase.

Me imagino que ya le perdiste el miedo a los hombres, le dije.

-Mas o menos, no tanto.

-Bueno a tu papá le tenés miedo.

-Sí, me dijo, pero yo sé traquilizarlo…

-Cómo lo hacés... Y si yo me enojara que me harías para calmarme.

Y la nena miró de repente para debajo de mi cintura, miró mi bulto todavía no estaba del todo erguido pero se notaba algo.

-Qué querés decirme con la mirada, Julita...

-Que si usted se enoja yo le tocó allí abajo y tal vez le gustaría como a mi papá.

Desesperado le llevé una manito a mi bragueta. Ella la sacó enseguida.

-Ves que no me querés tanto...la apuré. De qué tenés medo que me negás la manito…

Ya mi pija estaba desatada y ella se dio cuenta. Empecé a transpirar muy caliente.

-Se puso usted rojo, me dijo.

-Si necesito calmarme.

-En serio quiere que le haga lo que me pide mi papás.

-Nada me haría mas feliz, Julita. Querida

.

Las dos manitos de la pendeja empezaron a manosearme por afuera la pija.

-Mi papá me enseñó hacerlo asi, despacio, tocarlo despacio por afuera del pantalón un rato muy largo. Y cuando está grande, muy grande, debo sacarlo, limpiarlo con un pañuelo y llevármelo a la boca, me dijo con ojos de inocencia absoluta.

No habia nada lujurioso ni violento. Ya con la pija en la mano me dijo:

-Es mas chica que la de papá.

-Y es fea, le pregunté.

-Me da lo mismo si usted esta contento me dijo la mocosa.

Y Julita se arrodilló entre mis piernas y empezó a  pasarle la lengua por la cabeza y el tronco como una experta. Lamió las bolas casi 15 minutos. Me estaba matando de deseo pero no apuré los tiempos. Tal vez sería ésta la única oportunidad de la vida de estar con la piba.

-Mi papá me lo enseñó pero también a veces espío lo que le hace mamá. Ella le chupa la cabeza muy fuerte, se lo traga todo y le toma toda el liquido.

-Y vos lo haces igual.

-Si claro. Pero no puedo tragármelo completo. Me atraganto y no puedo seguir.

Entonces te gusta la lechita, sabes que se llama leche.

-Si ya se todo. No me gusta cuando cae en los ojos porque me arden pero a mamá sí, porque se pasa toda la leche por la cara hasta que se le seca en la piel y le queda la cara brillosa. Ella se queda muy feliz cuando le toma la lechita a mi papá. Mi papá larga muchísimo liquido y me gusta, es rico. Me gusta tragarlo porque es como un yogur bebible.

-Y que más te hace papá.

-El me va tocando despacio la cabeza y la  cara mientras voy recibiendo toda la leche. Se lo hago todos los dias cuando mamá no está y a veces él me pide que no saque la boca hasta que se le para de nuevo el pito y otra vez larga toda la lechita. Pero a mi me cansa mucho tener tanto tiempo la boca abierta. Me toca muy suave aquí abajo y me mete un dedo bien profundo y me dice que yo me mueva y que debo cabalgar sobre el dedo como si estuviera en la hamaca.

-Y te gusta o te molesta…

Sí me gusta, el lo deja quietito hasta que empieza gustarme mucho. Me viene un calor fuerte y el me aprieta después adelante con otro dedo y me mueve su mano muy rápido. Me viene como una electricidad y luego me mete dos dedos hasta que me calma un poco el calor. Después empieza a chuparme la colita.

-Y no te duele.

-No porque me lo moja con mucha saliva, luego se acuesta y me sienta en la boca y me chupa más la colita y aquí adelante.

-Se llama concha, no lo digas, pero es la conchita.

-Si, me la chupa muy lindo despacio. Jugamos mucho tiempo, hasta que otra vez me pide que le trague la leche. Luego se duerme  y yo sigo jugando con el perrito. Lo veo dormir desde lejos, ya descansando y cuando se le para el pito, me acerco y se lo vuelvo a chupar un rato hasta tragarle la lechita y él no se despierta en ningún momento.

-Sabés que se llama mamarla, además de chuparla.

-Si,  el papá me dice muchas veces. “Asi, si seguí mamámela bien, seguí mamando Julita. Y yo se la mojo bien y le trago la cabezota y se la chupo y se la mamo muy bien hasta que me llena la gargantita. Una vez el chorro salió fuerte, me atragante y escupí todo, pero el perrito se puso a comer la lechita del piso.

-La mocosa empezó a mamarme la verga muy hermoso aunque no conseguía tragarla totalmente. Le acabé fuerte y se asustó, me tiró toda la leche en el pantalón y se puso roja de vergüenza. Le dije que no se preocupara y que siguiéramos jugando. Entonces le pedí que me muestre como el padre le chupaba la conchita y se subió a mi escritorio y se sentó, puso las piernas en los brazos del sillón y me dio la conchita en la boca. Se la comí con mucho hambre. Estaba muy contenta, mientras yo le prometía muchos regalos si no le contaba nada a la madre. Luego me dejó que la pusiera parada en los brazos del sillon y se sentó en mi cara totalmente hasta que le calcé toda la lengua en el hoyito. Se enloqueció de placer y empecé a abrirlo mucho.

No aguanté más y con la garcha totalmente parada la abrace y empecé a sentarla en la cabeza de mi tranca. Se puso muy nerviosa.

-Qué te pasa, le dije.

-Es que tengo miedo, una vez mi papá intento que yo me sentara y me dolió muchísimo, sentí como una aguja que me lastimaba adentro.

-Tranqui, le dije, yo tengo el pito mucho mas chico, no te haré doler nada. y le calcé bien la cabeza, me quedé quieto y dejé que ella sola se fuera sentando.

-Te gusta Julita….

-Si pero tengo mucho miedo, me dijo.

-Pero hijita si ya tenés la mitad adentro, tranquila, confiá en  mi.

-Bueno, pero que no duela….

-La abracé muy fuerte, la besé en la carita y en el momento que le besé los ojos, la apreté contra mi pecho y la ensarté totalmente. Le puse en la mano en la boca por precaución y acerté, porque dio un alarido ahogado y al no salir en grito, se le agrandaron terriblemente los ojitos del susto cuando sintió mi corta, pero gruesa verga. Las lágrimas le saltaron y empezó a transpirar mucho. Pero no la dejé gritar, la apreté mas y le pedi por favor que no lo hiciera, que ya le pasaria todo el dolor. Las lágrimas le corrían a borbotones. La tenia clavada totalmente esa conchita de ensueño. Y empecé a moverla y se le lubricó hermoso. Resultó un acierto la forma en que me la estaba culeando de sentado, porque enseguida se tranquilizó al tenerla abrazada y empezó a gozar de mi pija

-Ahora si te va gustando.

Sí, si, si muchísimo, me dijo.

Le saque la mano de la boquita. La besé otra vez y seguí culeándola una media hora, fue increíble que no haya acabado hasta ese momento. Le agarré el culito con  las dos manos y le empecé a urgar, empecé a puentearle el anillito; le fui metiendo despacio el dedo chico en el hoyo.. Me dejo jugar. No se imaginaba que yo iba a penetrarla en pocos segundos.

Le apretaba el cuerpo con cariño y me la culeaba. Le sacaba un poco la pija y se la volvia a ensartar al fondo. Mis 14 centímetros, que parecen no existir en mi vida sexual con las mujeres, era un trozo poderoso, ante la minúscula rajita. Fueron totalmente deglutidos por la bellísima conchita pelada de Julita.

Le empecé a meter el dedo mayor en el orto y se lo aguantó. Ya lo tenia muy dilatado. Cuando le entró todo el dedo volvió a asustarse porque se lo moví fuerte adentro.

-Tranquila mi amor, esto te va a gustar mucho más, le dije.

Y a medida que me la iba culeando, le pedí que me relatara cómo el padre se la cogía a la madre.

-Le dije. Julita querida, contame que más le hace tu papá a tu mamá con el pito.

-Se lo mete por la conchita y le agarra la cabeza y la besa mucho. Ella se le sienta y le pone sus tetas en la boca y el gruñe y transpira. Yo de lejos le veo como el pito entra y sale. Es muy grande y muy grueso . Mi mamá tiene una concha muy grande. Una vez vi que el papá le metió el pito por la cola y la mamá se metió un  pepino muy grande por la concha. Asi estuvieron pegados mucho tiempo. Lo del pepino me lo acuerdo bien, porque siempre me dejan ver cuando están haciendo cochinadas, pero esa vez no querian que yo viera le pepino y corrieron la cortina y me dijeron que vaya a jugar a fuera. No fui nada me quede espiando.

Había pasado mas de media hora y siguió contándome muy hermoso la mocosa, mientras me la ensartaba con fuerza.

Luego el papá le metió el pepino en la cola hasta la mitad y mamá gritaba muy dolorida. Entonces el papá le puso mucha crema en el culito y ella se calmó. El pepino entró todo y se lo dejó allí y entonces después empezó a meterle su pito por adelante. Mamá empezó a gritar muy fuerte y lloraba mucho. Yo me asusté. Papá le pegó una cachetada para que se callara y después le puso una almohada en la boca. Le metió otro pepino por delante y luego hizo que le chupara la cabeza del pito. Y así, llena de pepinos, el le tiró toda su leche en la boca y mamá se calmo y empezó a tragarle la leche. Al final lloraba pero estaba muy alegre y reía. Mi papá quiso sacarle los dos pepinos pero ella le pidió que no se los quitara por un buen rato. Después le sacó uno del culito y empezó a meterle el pito pero más tarde, le metió una goma mas gruesa y mamá empezó a gritar que quería otra mucho más grande.

-Quiere decir que le gustaba, no le dolía nada.

-No, si le gustaba mucho. Dame más, dame más, le gritaba a mi papá. La sentó sobre una goma muy gruesa y empezó a chuparle al conchita un rato largo. Y luego volvió a tirarle toda su lechita en la boca mientras mamá se metía toda su mano en la parte de adelante. Luego lloró y le rogó que él mismo le metiera la mano. Y entonces mi papá le fue metiendo el puño completo y a empujarlo y alli mamá ya empezó a rogarle que le sacara la mano o el pepino porque no aguantaba el dolor. Le sacó el pepino y vi que le salía sangre de la cola a mi mama. Me asuste muchísimo.

-A vos no te va a pasar mi amor, yo te voy a cuidar mucho, le dije. Ahora dejame que te chupe la colita a ver si podemos jugar un rato con ella. Me dejo hacer. Tenia algún temor de que le doliera y gritara o me escuchara la madre. Pero no fue asi, el hoyo lo tenia muy dilatado. Actuaba por reflejo condicionado. Era en definitiva una mujer a punto de ser penetrada. Cuando lo tuvo totalmente abierto, volví a sentarla sobre la cabeza de mi chota y fue increíble porque entro totalmente la pija sin esfuerzo y ella empezó a reír y a decirme que le gustaba muchísimo, que no le saque el pito. Y así empecé a culearla con fuerza hasta más de media hora en que le acabe todo adentro.

-Que sentís queridita, le dije.

Que me cae un chorro de liquido caliente en el estomago.

-Es la lechita que esta regando los intestinos. Eso te ayudara muchismo para que nunca te enfermes  mi amor. La lechita es salud.

-Pero a mi me gusta tragarla, me dijo. Bueno, trataré de dejarte un poco para la boquita. .

Le saqué la pija y me la limpié como pude para ponérsela en los labios. Empezó a chupármela hermoso. Unos diez minutos mas o menos y le acabe una gran cantidad. Fue hermoso verle los ojitos a medida que iba tragando la leche: Logré culearla casi dos horas y la madre nunca entró a la oficina.. Sin embargo, en varias ocasiones  me pareció ver alguna sombra sobre una de las ventanas. No quise imaginarme que Julia estaba mirando todo y le encantaba que me la cogiera a la hijita.

Me recompuse. La besé, me acomodé la ropa, le di plata para que se compre helados y la senté en una silla de adelante. Vamos a esperar que vuelva tu mama,  te parece.

-Si claro, dijo la jovencita.

-Te sentís bien,

Sí, algo cansada.

Te duele la colita.

Si un poco.

Pero ya te vas a sentir muy bien cuando salgas a caminar.

Se calló. Mágicamente apareció la madre con  una sonrisa.

-Y cómo les fue, nos dijo…. Muy bien le relaté varios episodios del libro y le hice un regalito para helados y caramelos. Julia estaba muy feliz y a medida que abrazaba a la nena y la acomodaba para irse, miraba de reojo mi pija o me pareció que lo hacia. Recién me di cuenta que estaba encantada con que le culearan la hijita. Evidentemente, Julia –tal vez- estaba preparando el terreno para sacarme guita, que obviamente le daria, si también me dejaba meterle la pija. Y acabarle en la boca.

Al otro dia llegó a trabajar y me besó la mano en señal de agradecimiento.

-Pero, yo que hice...

-Y… no se que habrá hecho pero la nena me dijo que usted la trató muy bien y le dio regalos. Dice que lo adora y que quiere venir muy pronto a leer con usted.

-La verdad querida – le dije- que es muy hermosa y muy inteligente. Me hubiera gustado mucho ser su padre

-Pero, para eso debió haberse casado  conmigo, dijo Julia...muy picara.

-Bueno, recién apareces en mi vida y los dos estamos muy comprometidos. Pero si en algo nos podemos ayudar, creo que no debemos perder tiempo, te parece – me le lance.

-Y si usted lo dice, podríamos, pero yo no quiero problemas con mi marido y creo que usted tampoco con su mujer, me salto la muy viva.

-Mirá Julia, somos dos personas adultas y sabemos lo que queremos de nuestras vidas y sabemos el tiempo que tenemos cada uno por dia o por semana, para poder divertirnos. Tracemos una estrategia y lo hagamos, te parece.

-Me parece bárbaro. Antes que nada, me encantaría que cuando vengas a trabajar te pongas un uniforme que yo te regalaría. Para que parezcas muy nena. Y vení con  la cola de caballo. Es que no solo eres joven, eres muy hermosa.  La tomé de la mano, ella me la besó. La abracé despacio y me la llevé por delante con decisión. La besé suave y ella prefirió besarme muy fuerte y me metió la lengua.

Después de dejarme al palo unos dos minutos le dije que era una experta.

-Me parece que tendrás enloquecido a tu marido de la forma como sabes besar...

-No al contrario, vive borracho y no me toca ni quiero que me toque.

-Entonces estas necesitando que alguien te valore por lo que sos y lo que tenés. Si por supuesto. Dejame que chupe las tetitas mi amor.

Se puso roja, se las comí por arriba. Las tiene bellisimas. Bueno, ella no tiene mas de treinta años, esta buenísima. Fui bajándole despacio la remera y le chupe los pezones con emoción y se me notaba. Ella estaba fascinada porque hacia muchísimo tiempo nadie le mamaba las tetas . La senté en mis piernas y empecé a chuparle el cuello y a morderlo despacio. La sentí que vibraba, mi pija estaba terriblemente parada y me la acomodé para que ella sienta la poronga en el culo. Tiro el cuello hacia atrás y se dispuso a gozar. Transpiraba y le salia un olor muy fuerte a hembra caliente. Roncaba despacio de calentura y asi la senté en el escritorio con las piernas bien abiertas y apoyadas en los brazos del sillón. Me estiré y le besé los ojos al tiempo que dos dedos míos empezaron a buscar desesperadamente los bordes de la bombacha para bajársela.

Corri la tela en un segundo y estaba tan mojada su raja que los dedos entraron sin resistencia hasta el fondo. Ahuyó prácticamente de placer.

-Ah, ah.... hacémelo bien. Qué dedos maravillosos, pajeame mucho que me encanta. Haceme la paja primero un buen rato, me rogó.

Le metí cuatro dedos y empecé a trabajarla con el dedo gordo en el clítoris. Desfallecía.

-Nunca te pajearon asi.

-Si, solamente una amiga cuando iba a la escuela hace muchos años. Después nunca culié con minas, siempre con machos.

-Son unos estúpidos ahora, ninguno te pajea como deben pajearte.

-Es divino, seguí,, seguí, mas fuerte… Cogí con varios patrones y uno de mis hermanos. Ninguno sabe hacerme la paja como vos me la haces.

-Cómo es eso, contame.

-Si claro, viviamos en apenas dos piezas y eramos varios hermanos. José me culeaba delante de dos hermanos varones y una de las hermanas. La fiesta solia terminar cuando ella se tomaba la leche de mi hermano mas grande.

-Y en tu casa no les decian nada.

-No, mamá era la prostituta más conocida del barrio y nosotros siempre mirábamos del cuarto de al lado, como se la culeaban entre dos y a veces tres tipos. Cuando llegaban tres, comíamos muy bien durante toda la semana. Mamá se sabia hacer valer cuando la culeaban entre tres.

A  mamá le encantaba hacerse coger con el mayor de nuestros hermanos de 23 años, mientras ella le chupaba la pija a mi hermano de 21 años, nosotras hicimos el trabajo sucio. Después nos sentamos como en el cine a ver como el se la cogía por el culo  mientras mama se hacia la paja. Alli aprendí a pajearme. Luego de algún tiempo, mi hermano empezó a drogarse y no se detenía ante nada para conseguir plata. e inventó traer a tipos muy viejos que les gustaba ver el espectáculo. Eso si, hacia que a mamá le pagaran muy bien por la fiesta con todos los hijos. Allí comenzamos a vivir mejor, construimos un cuarto mas, pusimos piso y trajimos una heladera.

-Le dije, tenés experiencia en sexo con tus propios hijos. Y como te va con Julita. Ya tiene 17 años y creo que debe saber mucho de sexo, por vos.

-Si, ya le enseñé a hacerse la paja con un pequeño consolador que tengo, pero no se si la haría culear con alguien todavía.

-Bueno, la verdad es que estas algo atrasada, porque debo confesarte que Julita me chupo la pija mas de una hora y logré cogérmela despacio por la conchita, le gusto una barbaridad.

-No puedo creerlo y ella no me lo contó.

-Tampoco te cuenta que el padre se la coge.

-No, para nada, quedamos de acuerdo con mi marido, que solamente le chuparía la verga y tragaría la leche.

-No, ella ya se sienta en la pija y le encanta. En realidad tu marido la trata bien pero la piba no te cuenta para que no te enojes.  La verdad Julia  que yo quisiera que me ayudes a hacerle el hoyito.

-Pero no te parece que es muy chiquita para que te aguante.

-No, tiene mucha experiencia por la concha, dale, haceme el favor, traérmela  mañana para que pueda culearle el culito delante de tuyo, mi pija no es muy grande, le va a encantar y a vos también. Después te cojo a vos y ella te querrá mucho más por la confianza que demostrás a ella. Dale, traémela bien mojadito el culito asi no le hago sufrir.

-Al otro día, la hija ya me parecía toda una mujer, vino de la mano y muerta de vergúenza, la mamá ya le anticipó que sabia que yo me la había culeado. Pero ella le dijo que yo era bueno y que las dos pasarían una mañana genial y que las ayudaria con regalos para siempre. Julita se me sentó en las piernas mientras yo le metía la mano en la bombacha a la madre, charlamos nos besamos y nos prometimos mutuos regalos.

Cuando mi pija ya estuvo a mil, la madre se agachó y le mostró a la hija como debía comerme la garcha. La nena miraba con los ojos asombrados, porque la madre me la chupaba fascinada a centímetros de sus ojos. Era la primera vez que lo hacían juntas. Julia  me lo tragaba totalmente pues apenas tengo 14 centímetros y le iba enseñando a la hija como respirar por la nariz para que no se atragantara cuando tuviera la poronga hasta la garganta.

Le mostraba la medida aproximadamente hasta llegara  a la traquea y cuando se tragaba la bala, le llevaba las manitas de la nena a mis bolas. Ella le tocaba la carita a la piba mientras le miraba los ojos invitándola a chuparme también, se salió un momento y la hija empezó a trabajarme la  verga, pero no podia tragarla completa.

Yo no aguanté más y empecé a tirar leche a borbotones, pero Julia muy viva, recogió la leche con las dos manos y se la dio a beber a la chiquita, que le encanto. Después me la puse con la concha en la boca, arrodillada sobre el sillón, mientras la madre le mamaba el hoyo. Así la estuvimos chupando una media hora, la pendeja logró acabar no menos de dos veces, estaba enloquecida y no sabia lo que le pasaba.

Después Julia me fue ayudando a sentármela con el ano en la cabeza de mi choto. Cuando le entró la cabeza, ella la agarró fuerte para que tome confianza, la nena empezó a llorar terriblemente, le dolía mucho el culito. Le saqué la pija y le pusimos muchísimo gel lubricante, la madre le perdió dos dedos en el orto y empezó a trabajarla muy bien al tiempo que la tranquilizaba y nuevamente me la sentó en la pija.

-Asi mi amorcito, ya vas a ver como no te duele mas.

Comencé a culeármela hermoso y largo, mientras la agarraba de todo el cuerpo y la madre le besaba los ojitos y la carita.

-Te gusta mi nena buenita,

-Si mamá, ahora me encanta,

-Querés que el señor te siga metiendo el pitito amorcito.

-Si mama, me gusta mucho.

En pocos segundos ya le había metido los 14 centimetros en el orto y la nena respondía perfecto. Ya saltaba como una yegua buscando mas placer. Le meti tres dedos en la concha a la madre y le hice una paja hermosa mientras me cogía a la hija.

-Me imagino que no le van a contar a papá lo que nos estamos divirtiendo.

-No, por supuesto, dijo ella y la nena también.

-Julita, estas bien?, Querés seguir recibiendo el pito del señor..

-Si mamita, me gusta mucho la lechita que esta entrando en mi colita.

La madre se agacho a la altura de hoyo de la hija y espero pacientemente que yo terminara de acabarle. Después le dije a Julita, mira mi amorcito, si tenés ganas de largar la lechita del culito, como si hicieras caca, hacelo nomás

Cuando llegó a casa la nena estaba tan cansada que no pudo tranquilizar al padre y entonces fue Julia la que le entregó el orto al marido. Cuando se la estaba garchando, a ella se le escapó que su pija era mas grande que la mia. Y el tipo le exigió que le contara lo que estaba pasando. Al saber que yo me las culeaba la obligó a la mujer a que yo vaya a su casa a hablar del asunto.

Cuando llegué, el tipo estaba tomado y me encaró de frente.

-Mirá, yo puedo hacerte un juicio tremendo con solo la declaración de Juliita, tiene 17 pero es menor, de manera que ahora vas a hacer todo lo que yo quiera en el sexo.

Primero me exigió que me dejara chupar la pija con la mujer y que luego le hiciera el orto  mientras él se la cogia por la concha. La hija dormía, al lado de la cama. Se despertó con los gritos de Julia y a mi me dio vergüenza, pero el tipo exigió que la sigamos culeando a la madre. Le insinué que la nena estaba despierta, entonces paró todo y con la poronga enormemente grande, la llamó a la hija y se hizo chupar la pija delante de nosotros para que viéramos el espectáculo.

-Así sí, sí mi queridita, chupámela como sabes bien. Como siempre me la mamás. Ahora voy a acabarte en la boca mi amorcito le dijo y lanzó todo el chorro que a la joven le inundó la garganta y le salió por la nariz y por los los costados de la boca, como una cataratata,.

-Le dije, cómo podés aguantar tanto tiempo con la chota parada.

-Es que tomo viagra  todos los dias. Y vos.

-No yo nunca lo hice.

-Escuchame, me dijo, ya te hiciste culiar alguna vez..

Yo quede asombrado.

-No por supuesto, le dije y le menti.

-Pero que boludo sos, cómo no vas a disfrutar de esta verga de 20 centimetros que tengo, sos tarado, mamámela para que la vean las chicas y se estiro en la cama.

No aguanté un segundo la curiosidad y empecé a chuparle la descomunal verga. Julia se me unió en segundos y le chupaba las bolas. El tipo estaba encantado y no acababa para nada, la nena estaba como en el cine. Enseguida le rogué que me rompa el orto y las dos se sentaron a ver el espectáculo.

Me arrodillé en la cama, le presenté el orto florecido y el tipo casi de pie me dio una culeada extraordinaria hasta el fondo. Tenia casi 25 centimetros y me dejó sin respiración, pero me cogió media hora y la madre empezó a pajearla a la hija y ella a chuparle los pezones a la madre. Cómo me cogió ese tipo ese dia, la verdad era que yo no quería que terminara, pero el tipo  dijo que yo tenia el culo tan estrecho que le apretaba muchisimo y ya tenia ganas de acabar.

Entonces le rogué que me tire la leche en la boca y cuando la tuve llena, Julia se fue de cabeza a besarme y a perdirme que le diera un poco de leche que inmediatamente se agachó a darle un poco a la hija. Asi los tres comimos mi leche y la hija quedó encantada, hasta que vino lo mejor.

Una historia más fascinante que dejo para la próxima…

Joaquin

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