Engaños e Intercambios 6

A veces tener la certeza de lo sucedido, no es mas que un aliciente para la imaginación...


Estoy enamorada de él, estoy loca por él, tanto que no me importa compartirlo con otra, tanto que incluso estuve presente mientras poseía a mi amiga... Viéndolos follar, entregados al placer, sentí su placer, el de ella, el mío y vi como se transformó en el nuestro.


No podía asegurar si escuche o no lo que creí oír, lo que realmente me hacía sentir un poco sin piso, así con un estado de ánimo cambiante pasaron los días en un ambiente algo tenso, tal vez Carla no lo recordaba o solamente lo quería hacer pasar sin emitir comentarios, o simplemente no sucedió, pero al fin de cuentas no comentamos del asunto. El viernes se acercaba por lo que también me apresuré a entablar mi cita con una de las amigas de mi esposa, llamé inicialmente a Lorena y me dijo que no podía ser, que tenía con su esposo una reunión en la escuela de sus niños y le iba a ser imposible escaparse de ella el viernes, que mejor el sábado, realmente no creí mucho, tal vez ella también estaba pasando por el mismo problema existencial que nosotros, así que no confirmé nada y llamé a Sofía quien también se excusó algo contrariada diciéndome que estaba indispuesta, por lo que supuse su verdadero motivo...

El viernes no podría ser, así que confirmé con Lorena salir a almorzar el día sábado, después veríamos que sucede. Mi esposa estaba cada vez mas amorosa e intensa conmigo; no dejaba de seducirme, excitarme y enamorarme; sus palabras sus gestos y todo lo que ella hacía estaba enfocado en gustarme y hacerme sentir lo mucho que me amaba, pero también me contaba todo lo que sucedía con su ex, en ese punto la veía sin vacilaciones, sin ocultarme nada pero sin decirme abiertamente lo que iba a hacer, tal vez como una forma para no humillarme o hacerme sentir mal; de manera que era un poco de cal y otra de arena y eso era lo que nos generaba cierta tensión en el ambiente.

De igual forma yo trataba de comportarme lo mas cariñoso, amoroso y pendiente de ella y sus cosas y lo que le gustaba; nos tratábamos como enamorados y de esta forma expresábamos nuestro amor en todas las formas. Carla llegaba unos días un poco mas cariñosa que de costumbre, por lo que mis preguntas se referían siempre a como había estado el día y principalmente su relación con su ex.

Carla: Hoy hemos estado muy copados... el trabajo nos empieza a sobrepasar y es posible que necesitemos contratar a alguien más para que podamos ir saliendo...

Yo: Espero no estés gastando tu tiempo de almuerzo en el trabajo... Yo te conozco y cuando te enganchas en algo, es muy complicado salirte de eso.

Carla: ... No, no, hoy hemos salido a almorzar con Sofía... y Santiago... Pero la muy mustia de mi amiga nos ha dejado solos apenas empezar, por lo que realmente he almorzado solo con él.

Yo: Y?... De que conversaron?

Carla: Bueno... Charlamos un poco del proyecto, de su estadía aquí y principalmente de ti...

Me quedé con la boca abierta, no pensé nunca que mi esposa y su ex hubiesen dedicado una plática acerca de mí. La incertidumbre me picó y recuperándome tras mi cara de asombro puse todo mi interés en las cosas que en mi ausencia mi esposa había hablado con su ex. Carla inmediatamente se dio cuenta de lo que sucedía y se sentó en el sillón junto a mí, arrodillándose de costado a mi lado y pasando su mano por mi nuca y hombros; para así poder quedar muy juntos y no necesitar decir las cosas demasiado fuerte.

Carla: Hablamos de la relación que llevamos entre tú y yo... me preguntó si estaba enamorada de ti, de si estaba feliz a tu lado y cosas de ese estilo...

Yo: Y tú que respondiste...

Carla: Pues la verdad, que nosotros nos llevábamos muy bien, que vivía muy bien a tu lado y que estaba completamente enamorada de ti... Y con estas respuestas es que la cosa se complicó un poco, ya que me preguntó que entonces porque me había acostado con él...

Mi cara debía parecer la de un condenado a muerte que ve a lo lejos el pelotón de fusilamiento, sin saber si contento porque la incertidumbre terminó y temeroso al ver los fusiles acercarse. Tal vez ya conocía la respuesta, pero oírla de la boca de mi esposa era lo que más angustia me causaba.

Carla: ... le respondí que realmente no lo sabía... que suponía que era porque realmente él me gustaba mucho y que el fuego entre nosotros aún estaba vivo...

Yo: En realidad esa fue la razón?

Carla: Si, no tengo otra razón... Tal vez no lo quise verlo al principio, pero después de nuestra separación todo ha resultado completamente claro... Santiago únicamente me calienta, me enciente y me excita... Pero solo eso, no podría pasar ni una semana de convivencia con él, creo que acabaría matándolo, pero en la cama es otra cosa.

Yo: Y que te ha contestado?

Carla: Que se alegraba por mí, que tenía un marido que me ama y que yo lo amo... Después me preguntó que como éramos nosotros en la cama... De igual forma le contesté que estábamos muy bien y que nos habíamos llegado a compenetrar increíblemente.

Sus palabras eran seguras, no había rastro de duda o incertidumbre... No me engañaba y con eso era suficiente para mí...

Yo: Y... han cambiado algo los planes del viernes?

Carla: No mi amor, quedamos en salir a tomar algo y... bueno espero estar de regreso antes de las 12:00 ya que le he dicho a Santiago que no puedo llegar a casa de madrugado puesto que puedes "sospechar algo".

Yo: Pues yo voy a quedarme aquí... no he logrado quedar con tus socias para ir a cenar, por lo que voy a almorzar con Lorena el sábado, si no te importa claro...

Vi el rostro de Carla recibir el golpe que acababa de escuchar, su rostro se enfocó directamente en mí y pude ver lo que hace años no había visto... Seguramente los celos estaban a flor de piel y pude sentir como sus ojos me miraban buscando cualquier signo de evidente impaciencia o deseo más de lo evidente...

Carla: Que mal que te quedes el viernes en casa... Pero seguro el sábado recuperas el tiempo perdido...

Yo: Tienes algún problema con eso? No te veo tan segura de eso.

Mi esposa me dio la espalda y se arregló sin necesidad su ropa. Estaba visiblemente afectada yo lo sabía y no quería que se sintiese mal. Pero era parte del trato, aunque realmente para mí no era algo esencial y si de ello dependía su felicidad incluso podía ser prescindible.

Carla: Creía que no me afectaría, pero realmente no contaba con que esto pudiese resultar tan difícil... Creía que sería fuerte y considerando que esto lo veía como un auto escarmiento que me infringía por haberte sido infiel, supuse que a pesar de dolerme no me debía sentir débil y debía seguir adelante... Me prometí a mi misma no rogarte para que no vayas... Y que no debía sentirme así, porque tú vas a estar con una de mis amigas así como yo estuve con Santiago...

Yo: Yo pensaba que ibas a tomar esto como algo para estar a mano y debido a que tú vas a volver a estar con tu ex... Nunca he buscado hacerte sentir mal a propósito y menos aún que nuestra relación tenga más complicaciones de las que ya tenemos.

Carla: Soy consciente de eso, y principalmente del error que cometí inicialmente con Santiago, pero me da un sentimiento de frustración el saber que vas a estar con otra mujer... aunque sepa que realmente no tenga de que enojarme porque en definitiva era mi culpa, eso no hace que me sienta mal.

Yo: Si quieres puedo cancelar...

Carla: No tiene sentido, será mejor así... No te preocupes que el sábado seré yo quien te espere en casa y tu tranquilo que no habrá reproches de mi parte... Te esperaré con los brazos abiertos...

Podía sentir que Carla estaba haciendo esto con muchos sentimientos cruzados, creía que por una parte ella se sentía culpable por su infidelidad y quería compensarme de alguna forma, pero por otra, esa misma compensación hacía que se llene de celos y enojo, que aunque aparentaba que no le afectaba se veía claramente que no era así. Por mi parte estaba muy ansioso, parecía que las cosas se estaban desbordando; por un lado me sentía celoso al saber que mi esposa iba a pasar por la cama de su ex, pero por otro el saber que posiblemente Lorena pase por la mía me hacía sentir con ganas de que ya ocurra, pero para ese momento tenía que pasar mi esposa con su ex y eso me hacía sentir enfermo.

En esa mezcla de sentidos y sentimientos tanto míos como de Carla, llegó el fatídico día viernes y por tanto la primera entrega de la serie. El día inició normalmente, tanto mi esposa como yo no dábamos muestras de que algo diferente podía estar sucediendo; mi esposa se había vestido como cualquier otro día con su uniforme normalmente, pero solo algo hizo que me percatara que algo era diferente; Carla apareció con una pequeña maletita de mano en el que me indicó llevaría algo para más tarde.

Carla: No es nada, es algo que llevo para poder cambiarme más tarde...

Yo: Y se puede saber qué es?

Carla: Nada, solo una ropita y algo de menesteres que necesitaré...

Yo: Pero me puedes indicar que lo que llevas?

Carla: Si insistes mi amor, claro tu puedes ver todo, pero siendo sincera no creo que te haga bien el hacerlo...

Yo: Y porque?

Carla: Porque son cosas propias de una mujer que sabe que... bueno ...

Yo: ... que sabe que se la van a follar?

Carla: ...Si,... justo por eso...

Tras confirmar mis sospechas tenía dos opciones, por una me torturaba aún más conociendo los pormenores que esa pequeña maleta llevaba o simplemente dejaba pasar las cosas y me enfocaba en otras cosas... Siempre la duda es más fuerte que la cordura, por lo que le pedí que me mostrara.

Carla: Estas seguro? Creo que puede resultar muy difícil para tí el ver esto... Aunque si es lo que quieres no voy a ocultarte nada... así era nuestro trato.

Yo: Creo que lo resistiré...

Carla: Bueno, entonces te cuento que estoy llevando un par de pantis, un negligé, unas medias nylon, mi neceser con maquillaje, perfume, pañitos y ... una caja de preservativos.

Mi esposa sacaba cada una de las cosas que llevaba mientras las iba dejando a un lado, yo por mi lado me quedé de piedra viendo la clara intención de tal previsor equipamiento; mi esposa estaba completamente segura de lo que iba a suceder, estaba plenamente consciente de que acabaría en la cama con su ex y aunque yo intentaba no pensar en ello, también en cierta forma estaba consciente de que aquello iba a pasar esa misma tarde y noche; mi esposa iba a ser follada por otro hombre con mi total consentimiento. Claro que al día siguiente yo tenía una cita con Lorena, y aunque habíamos ya acordado como iba a ser esta situación, a mí se me hacía terriblemente raro.

Una vez terminó de sacar otras pocas chucherías, se me quedó mirando ansiosa de ver mi respuesta, pero dejando de lado la pequeña maleta que llevaba me abrazó fuerte, supongo queriéndome transmitir la fortaleza necesaria para superar este evento.

Carla: No llenes tu mente de ratones mi amor, yo te amo sobre todas las cosas y eso no va a cambiar bajo ningún aspecto. Esto que nos ha llevado a tomar este camino solamente será pasajero y podremos seguir adelante... Quiero que trates de distraerte y que no te quedes pensando en lo que puede pasar...

Yo: Creo que tienes claro que puede pasar, veo que vas completamente equipada para la guerra...

Carla: No seas injusto... tú sabes tanto como yo lo que puede suceder, solo no quiero que me tome desprevenida y principalmente para ser sincera nuevamente no quiero que por algún inconveniente tenga que volver con alguna seña de lo que ha sucedido... Creo que eso te pondría muy mal... Además no estaba previsto que esto suceda, yo esperaba que puedas salir con Lorena esta misma noche, para que así tengas compañía y principalmente no estés pensando en lo que esta sucediendo entre nosotros...

Yo: No te niego que por un lado me da bastante cabreo, pero ya lo habíamos hablado antes y por tanto no creo que tenga nada que reclamarte... Más bien es un poco de incertidumbre y celos... para que negarlo, no sé qué va a pasar entre ustedes y realmente eso me hace sentir mal...

Carla: No se si esto te pueda tranquilizar o no, pero ten en cuenta que lo que fuera a pasar entre nosotros no es nada que no haya pasado antes... Incluso yo trato de verlo como algo mas común, sin dejar que pueda llegar a ser especial, ya que los momentos especiales solo los tengo contigo...

Yo: Bueno, no me tranquiliza saber qué es lo que tu ex y tu van a hacer, pero el amor entre nosotros es lo importante y que sepamos que juntos podemos seguir adelante.

Mi amada esposa me abrazó muy fuerte nuevamente y nos besamos con pasión, con lujuria y deseo... Nuestros cuerpos reaccionaron y se excitaron, nuestras manos recorrieron el cuerpo del otro y de no ser porque no teníamos tiempo, habríamos podido intimar ese mismo momento... La excitación se notaba el momento de despedirnos para ir a nuestros respectivos lugares de trabajo, por lo que hasta el medio día una sensación entre angustia y exaltación recorría mi cuerpo. Quería volver a estar con mi esposa para terminar lo que empezamos en la mañana, pero por otro lado el saber que cuando vuelva a estar con mi esposa, ella habrá venido de estar con su ex me producía una irritación tan grande como... mi erección

Pasaban las horas y no tenía ni tranquilidad ni noticias de mi esposa... Por momentos me llegaban oleadas de desazón y nerviosismo y otros momentos llegaba a excitarme y empalmarme de una manera hasta dolorosa... Era un manojo de nervios y excitación difícil de describir... Hasta cerca de las 6 de la tarde, mi esposa me llama al celular.

Carla: Hola mi amor... como estas...

Yo: Pensando todo el día en ti...

Carla: Yo también he pensado en ti todo el tiempo... Estos momentos han sido más difíciles de lo que pensé...

Yo: Porque? Ha pasado algo malo...

Carla: Pues sí... Me pasa algo extraño, antes, cuando me encontraba con Santiago las cosas eran muy fluidas y naturales en la relación con él... como te lo podría explicar... creo que existía química entre nosotros... Pero ahora cuando estoy cerca o cuando hablo con él, me siento mal, me siento como si te estoy fallando y que no debería estar haciendo eso...

Carla: No puedo negar que él me ha tratado como siempre, no sospecha que las cosas han cambiado entre tú y yo, pero para mi se me ha hecho realmente difícil llevar el paso... Los días anteriores han sido un poco más fáciles porque estaba en la oficina y únicamente conversando e incluso él solo me había coqueteado un poco, pero hoy cuando estoy frente al abismo creo que mi fuerza empieza a fallar.

Yo: Piensas dejarlo plantado?

Carla: No lo sé y es por eso que te llamo... Estoy completamente indecisa, me siento extraña e indecisa y quería llamarte, quería oírte y saber que cuento contigo... Que no me abandonarás...

Yo: No te abandonaré... siempre y cuando sigas siéndome leal, aunque por lo que estoy seguro pasará dejarás de serme fiel...

Carla: Yo te soy leal, fiel e incondicional; aunque esté con otro, eso no hará que mis sentimientos hacia ti cambien...

Yo: Yo también te soy leal, fiel e incondicional; y aunque me acueste con tus amigas, mi amor hacia tía permanecerá siempre en mi corazón...

Carla: Te amo...

Yo: Y yo a ti...

Mi esposa cortaba, dejándome una sensación entre tranquilidad y nerviosismo. Seguramente ya se había encontrado con su ex, estarían saliendo para cenar o tal vez a tomar algo en un bar. No saber qué estaba haciendo Carla era lo que principalmente me producía esa sensación de angustia y ansiedad. Pasaban las horas y yo ya desde nuestra casa, contaba los minutos frente a un televisor que no me decía nada; mi mente volaba lejana a la programación que mis ojos veían.

Cerca de las 11 de la noche mi corazón comenzaba a latir cada vez más fuerte, mi ansiedad aumentaba y ni siquiera las tres rebosantes copas de vino habían calmado mis nervios, sabía que a esa hora ya mi esposa solo tenía una hora más para regresar a casa en un tiempo prudencial como para que yo no sospeche; considerando que Santiago no sabía nada del acuerdo al cual llegamos, ese tiempo ya solamente podía dedicarse a una cosa en especial; si la situación seguía los parámetros normales, mi esposa para esos momentos debía haber estado follando con Santiago en algún motel de la ciudad.

Cada minuto que pasaba se me hacía eterno, miraba por la ventana de vez en vez, buscando tras cada sonido la figura de mi esposa que regresaba a nuestro hogar. Siendo a un cuarto para las 12, un taxi llegaba a nuestra puerta y tras dejar a mi esposa se marchaba con otro pasajero en el asiento de atrás. Carla salió vestida con su abrigo, venía con tacones y sin medias, su pelo había sido cepillado pero se notaba demasiado arreglado como para haber pasado por un agotador día de trabajo, tomo la llaves e ingresó a nuestra casa, sabía que estaba despierto por lo que no se cuidó en guardar silencio mientras subía a nuestro dormitorio, pero no pasó directamente a verme, apenas masculló detrás de la puerta un saludo y entró directamente a la ducha.

Pasaron cerca de 15 minutos tras lo cual salió mi esposa únicamente cubierta por su albornoz, su rostro apenas ingresó denotaba miedo; pero tras un breve repaso de mi rostro y mi actitud se tranquilizó y pudo entrar y sentarse en la cama a mi lado, toda su ropa había quedado atrás, venía a mí, libre de todo; de su ropa, de su aroma, de sus pecados.

Carla: Hola mi amor.

Yo: Hola preciosa, como estas...

Carla: Bien... bien, y tú... como estas?

Yo: He tenido noches mejores... Pero creo que sobreviviré.

Mi esposa no me dijo nada mas, se dio cuenta que yo esa noche no quería hablar, no quería dar ni recibir ningún dato más, me contentaba con verla a mi lado y nada más. Me besó cariñosamente, sentí el frio de sus labios sobre los míos denotando esa muestra de cariño que a veces nos hace siempre tanta falta.

Pero se equivocó con mis sentidos, trató de transformar ese beso en algo más apasionado, pero yo sabía que no conseguiría nada de mí esa noche. Trató de encender mi corazón y mi sexo con besos y caricias; pero no consiguió nada más...

Yo: Tal vez mañana... esta noche no.

La rechacé, por primera vez había rechazado el acercamiento de mi esposa, no debía hacerlo, pero no pude hacer una cosa diferente. No podía follarla, mucho menos hacerle el amor, esa noche no.

La abracé y juntos así nos adormilamos. pero fue esos sueños intranquilos y ligueros, que realmente no se descansa bien, por lo que tras unas horas me desperté, pero no me moví, permanecí inmóvil frente a la oscuridad de mi habitación cuando un pequeño sonido me agudizo el sentido para poder darme cuenta que la mujer a mi lado estaba sollozando.

Carla lloraba en silencio, descargaba su frustración como tantas mujeres lo hacen de corazón; en la noche, en la soledad de su cama, tal vez incluso junto al hombre causante de esas lagrimas, porque yo entendí que esas lagrimas no eran de arrepentimiento, de vergüenza o de ira, esas lagrimas eran de dolor tras mi rechazo, pero eso era algo que yo no podía evitar, yo no podía consolarla, incluso tal vez no quería hacerlo.

La mañana nos llegó con los ojos cerrados aunque el cuerpo estaba despierto desde hace horas, Carla se levantó primero y tratando de no despertarme fue directamente al baño se duchó nuevamente y salió con un esbozo de maquillaje, supuse para quitar los efectos de esta mala noche. Mientras ella se duchaba yo bajé a preparar café y algo de desayuno, no quería verla a la cara, pero tampoco quería que ella se sintiera mas mal aún.

Carla bajó puesta ropa de casa, pero traté de evitar encontrármela directamente; el desayuno estaba puesto y mientras ella se acercaba silenciosa a la cocina, yo me oculté a sus espaldas para poder sorprenderla. La abracé por la espalda, cruzando mis brazos por su vientre y posando mis labios en su nuca; quería oler su aroma, sentir su piel, morder su carne, penetrar su cuerpo...

Pero no era el momento, tenía un trabajo por hacer hoy en la tarde, con una mujer diferente, con un cuerpo que no he explorado, y con una boca que aun no he besado... Todo eso no me permitió seguir adelante, tan solo volteé a Carla para besarla, mientras que tras recuperarse de la pequeña sorpresa, me devolvía el beso, de forma intensa y apasionada. No había sentido en hacer las paces con palabras, habíamos estado de acuerdo en esto y no debía haber reproches; tal vez rabia y resentimiento, pero no reproches.

Yo: Que tal tu noche...

Carla: He tenido mejores... más bien dicho, no he tenido peores...

Yo: Lo sé, te escuché anoche... No te sentías bien, verdad?

Carla: No, lo que pasó anoche me afectó mucho.

Yo: Tan mal estuvo con tu ex?

Mi esposa me miró con cara de que me deje de hacer el estúpido. Los dos sabíamos que se refería a lo que sucedió entre nosotros después de su llegada, pero no iba a ser yo quien lo dijera.

Carla: Tú sabes porque fue... tú nunca me habías rechazado, nunca me habías dejado a un lado. Eso dolió... me dolió mucho.

Yo: Lo siento, pero no me nacía... Yo también quiero ser sincero y francamente no podía tocarte, en mi mente pensé que encontraría algo diferente en ti, tal vez un aroma, un sabor, una textura diferente. Conscientemente puede sonar ridículo, pero mi mente no lo pensó así ese momento.

Carla: Y ahora?

Yo: En este momento tal vez siga sintiendo igual, pero mi conciencia y mi cuerpo también necesitan de ti. Necesitaré tu aroma, tu sabor y tu piel... pero anoche todo fue distinto.

Carla me abrazó nuevamente, nos dimos un beso corto y hicimos las paces; no es que no existiera cosas de que hablar, no habíamos quedado satisfechos con las cosas que queríamos decir, pero estábamos firmando la paz. Al menos momentáneamente, ya que la otra mitad de la batalla sería librada a mi regreso de mi cita con Lorena...

Charlamos de todas las cosas y de nada importante, divagamos entre conversación circunstancial, sin topar lo de fondo. Carla no quería tocar el tema de que esa tarde me encontraría con su amiga, en una reunión de mucho más que amigos... La veía tensa y nerviosa; de igual forma que estaba yo... Un hombre no tiene una cita en planes románticos con una mujer diferente a su esposa todos los días. Me preparé casi después del almuerzo, me vestí de forma casual, me perfume con un aroma normal, no me apliqué con el mayor empeño en mostrar mi mejor perfil, pero tampoco descuidé detalle en mi preparación.

Carla: ... te... vas ya?

Yo: Si, no quisiera hacerla esperar sin razón... no creo sea cortes.

Carla: ... si, si, tienes razón... Y bueno donde van a ir?

Yo: No lo sé, tal vez a comer algo y después no lo sé... Debería estar aquí antes de las 8, ya que Lorena me dijo que podría salir hasta esa hora más o menos, aunque su esposo está de viaje, me dijo que siempre la llamaba a esa hora aproximadamente.

Carla: claro, claro... siempre es algo complicado...

Yo: Claro tú sabes lo complicado que puede ser...

Mi esposa sintió el puyazo, no dijo nada, pero lo sintió, en su rostro pude ver como hacía efecto aquel comentario. Salí de mi casa dejando a mi esposa en la puerta, tras un liguero beso y un hasta pronto forzado. Dejar a Carla en casa, mientras yo salía a una cita con su amiga, me produjo algo increíblemente placentero, no creía que pudiera sentirme tan bien sabiendo que mi esposa en este momento estaba sufriendo la misma angustia que yo había sentido la noche anterior.

Seguro que hoy en la noche conversaremos, trataremos el tema y seguro lo superaremos; pero desde este momento en igualdad de condiciones, bajo reglas nuevas, con conciencia de que lo que estamos haciendo nos abre puertas que hasta entonces estuvieron cerradas...