Engaño 3

Me invitan a un fin de semana de sexo y no se porque.

Así que una vez que nuestra Ama nos dejó en la cocina y los hombres se fueron por la puerta por la que entramos, nosotras, pues al vernos no podíamos llamarnos de otra forma, nos miramos unas a otras en silencio.

Todas teníamos gafas, uniformes cortos de sirvienta francesa y zapatos de charol negro con tacones muy altos. Solo eran diferentes el color y la forma de nuestras pelucas.

No nos dijimos nada, nos miramos durante unos segundos que fueron eternos y enseguida cada una se puso a buscar aquello que nos había mandado el Ama.

Calentamos café y té, encontramos galletas en varios tarros de cristal y los colocamos en una bandeja de plata. Y así en fila india y con todo lo necesario sobre las bandejas que llevábamos sobre una mano fuimos saliendo de la cocina al encuentro de nuestra Ama.

Al salir de la cocina entramos en un gran Hall con el suelo de madera muy pulido, crei que me caeria porque resbalaba bastante, En el centro del Hall arrancaba una gran escalera como la que había visto en películas como “Lo que el viento se llevo”, era enorme y tenia tantos escalones todos forrados en una gran alfombra roja que tardaríamos un monton de tiempo y esfuerzo subir por ella con estos tacones y llevando las bandejas.

Poco a poco subimos por ella sin perder la fila india que llevábamos y por fin estábamos en la primera planta donde habían varias puertas cerradas y solo una en nuestro frente abierta donde se oian voces femeninas, allí nos dirijimos.

Hicimos nuestra entrada a la habitación y las señoras se callaron. Todas estaban sentadas en sillones y nos miraban como si fueramos un espectáculo.

Si, allí estaba Sandra, mirándome y con cara de estar calculando algo.

Una vez que estuvimos las cuatro en línea como en la cocina y con una bandeja sobre la mano derecha, el Ama dijo.

Ama: Niñas, empezad a ponerlo todo en la mesa, cuando sirvais el Café y el Te, siempre por la derecha, preguntad con vuestra voz mas femenina ¿que es lo que desea señorita?.

Asi lo hicimos y yo que iba con los terrones de azúcar fui la ultima que iba preguntando “¿Señorita desea uno o dos terrones?”, cuando llegue a la altura de Sandra y le hice la pregunta yo medio inclinada hacia delante, ella se me quedo mirando muy alegre.

Sandra: Estas muy guapa, dime ¿como te llamas?

Elisa: Yo… yo me llamo Elisa, señorita.

Sandra: Estas muy bien educadita.

Sandra acerco su mano por mi pierna y la fue subiendo lentamente sin llegar a tocar mis genitales.

Sandra: Elisa, un terroncito cariño.

Asi lo hice y volvi con mis compañeras, muy ruborizada y humillada.

El Ama y las señoras, que por cierto eran en total seis empezaron a charlar como si hubiésemos dejado de existir.

Ama: Bueno queridas, como las veis?

Sandra: Nunca crei que pudieses dar un cambio tan drástico al chico que traje, verdaderamente Elisa es todo un logro.

Ama: Bueno eso es algo que aun debemos ver durante todo el fin de semana. Tranquilas porque disfrutaremos de ellas estos tres días.

Y todas se rieron.

Una de las señoras, con unas gafas con montura y algo mas mayor que las demás, nos observaba con atención y parecía no prestar mucha atención a lo que decía el Ama. Al el Ama se dirigio a ella.

Ama: Dime Mariela, ¿Cuál es tu evaluación hasta ahora?

Mariela: Es pronto para lanzar una evaluación concluyente, pero creo que dos de ellas tienen potencial y las otras dos, quien sabe.

Siguieron hablando entre ellas durante un par de horas que fueron eternas sobre los zapatos que llevábamos y después se retiraron indicándonos el Ama que Veronica y Monica recogieran la mesa y que Andrea y yo las siguiéramos sin las bandejas.

Asi las seguimos por los pasillos, mientras el Ama les iba repartiendo las habitaciones a cada una de las señoras, después nos indico que asistiéramos a las señoras en lo que necesitaran y se fue hacia el piso de abajo.

Asi que se fue el Ama, una de las señoras llamo a Andrea y esta fue para la habitación desde la que la llamaban, yo fui llamada por Sandra, que enseguida me dijo que la ayudara a desnudarla, yo dude un momento y me acerque enfadado.

Yo: Sandra, que es esta locura, ¿donde cojones me has traido?

Sandra: Tranquila, mira Elisa te dije que estaríamos el fin de semana juntos, si te relajas veras que puedes llegar a pasarlo bien.

Mientras decía esto se acerco a mi y empezó a tocarme la pierna mientras con la otra mano me tocaba los labios suavemente, poco a poco fue introduciendo su dedo gordo dentro de mi boca. Tarde unos segundos pero aparte su mano de mi cara y la otra de mi pierna, la empuje suavemente.

Yo: Sandra no juegues conmigo, estos juegos mariquitas no me van. Asi que diles que nos vamos.

Sandra se quedo seria por una vez y me miro pensativa.

Sandra: Mira Elisa, ahora mismo ni yo podría sacarte de este sitio y si la dueña de la casa te ve sacando algún atisbo de agresividad te castigara de tal forma que vendrás suplicando que te hagan mas femenina si aun cabe. Asi querida que mas vale que te relajes y hagas lo que se te diga. Ahora ayúdame a desvestirme, y después me ayudaras a ponerme el vestido para esta noche.

Yo no sabia que decir, pero Sandra me saco de mi paranoia dándome una torta.

La ayude a desvestirse, fui a otra habitación y ayude a otra de las invitadas y después fui ayudando junto con Andrea a vestirse y arreglarse a todas y cada una de las señoras.

Despues por indicación del Ama, que también se había cambiado, Andrea y yo bajamos a ayudar a Veronica y Monica a preparar el comedor.

Las chicas habían preparado una larga mesa para una docena de invitados con todo lujo de detalles, flores, copas de todos los estilos, platos de porcelana y cubiertos de plata. Ademas habían estado preparando la cena.

El Ama nos había ordenado que fuésemos abriendo la puerta a los invitados, cogiéndoles los abrigos y que una de nosotras fuese con una bandeja y varios vasos sirviendo bebidas en el hall.

Asi fuimos haciéndolo con los caballeros que fueron llegando, todos iban con trajes de pingüino y gorros de copa, en total llegaron seis.

Las señoras empezaron a bajar por las escaleras, hubo un silencio en el Hall y los caballeros miraron vaso en mano como las señoras iban bajando por las escaleras.

Las señoras iban vestidas de época, con largos vestidos del siglo XIX, faldas que eran muy aparatosas y escotes generosos, parecíamos estar en la época Victoriana.

Asi uno a uno los hombres fueron acercándose a las señoras al pie de la escalera y estas se cogían de su brazo.

Cuando todas estuvieron abajo, el Ama dijo que fueran llendo al comedor para empezar la cena.

Durante toda la cena estuvimos sirviéndoles en todo lo que solicitaban, acabada esta fueron saliendo hacia el salón donde un equipo de música, que debía de estar escondido en algún lugar tocaba vals, las parejas bailaban o hablaban entre ellas y nosotras debíamos estar atentas por si pedían algo.

Poco a poco se fueron llendo a sus habitaciones, yo veía como Sandra se iba con alguien que me parecía muy familiar pero que no reconoci.

Las sirvientas recogimos todo y al acabar los hombres de gimnasio que no habían estado toda la noche por allí, aparecieron de nuevo y nos llevaron a una habitación que había en el sotano. Nos dijeron que nos desnudaramos, cosa que hicimos después de llevarnos varios puñetazos en el estomago y depues nos esposaron unas con otras y cara con cara, Veronica conmigo y Andrea con Monica. Despues nos llevaron a habitaciones donde una laga cadena con dos argollas colgaban del techo y nos colocaron las argollas al cuello. Uno de ellos nos dijeron que debíamos besarnos entre nosotras. Asi lo hicimos, pero no debio gustarles porque se acercaron y nos acercaron nuestras caras. Asi que Veronica y yo nos besamos mas apasionadamente por temor a represalias, los hombres querían ahora que mientras nos besaramos debíamos acariciarnos, asi lo hicimos.

Empece a sentir calor y me excitada mas y mas, pero mi pene no reaccionaba. Seguimos durante una hora y cuando nos dimos cuenta los hombres se habían ido. Veronica y yo nos dimos cuenta que estábamos encadenadas la una a la otra sobre un colchón en el suelo, en una habitación de ladrillo, y solo iluminado por una vela.

No sabíamos como pero empezamos a besarnos otra vez y a tocarnos repetidas veces pero no conseguíamos corrernos, quedamos abrazadas y extenuadas de tanto esfuerzo.