Engañando a mi tío
Mi tío sigue en el trabajo de feminizarme, pero me le escapo por un momento.
Al levantarme y mirarme al espejo otra vez, vi a una chica hermosa. Todavía podía ver mi cara de chico debajo del maquillaje, pero mi tío dijo que ese día me cambiarían, ese día me transformaría. En ese momento no pensé en lo que implicaría para mi vida, creo que de alguna manera toda la situación se había salido de control y ya no estaba pensado bien. Pero sería uno de los días más felices de mi vida.
Mi tío se vistió y me tomó de la mano y se dirigió a la puerta. Yo casi sin pensarlo lo seguí, hoy tranquilamente no sé cómo me atreví. Supongo que todo el ambiente, el carácter de mi tío simplemente evitó que en ese momento pensara bien lo que hacía. Porque estaba saliendo al mundo vestido como mujer. Pero lo hice.
A mi tío no le iba mal y me abrió la puerta de su coche, un bonito deportivo. Me ayudó a subir, cerró la puerta después. Me gustaban todas estás atenciones. Me hacían sentir cuidada y protegida. Mi tío subió por el otro lado y encendió el coche. —¿A dónde vamos?— le pregunté. —No te preocupes muñeca—, me dijo. Arranco y colocó su mano sobre mi pierna.
Así avanzamos algunas cuadras en silencio, el tocándome y yo mirando las calles pasar. Luego el tomó mi mano y la llevó a su cabello, comencé a acariciarlo, como una mujer lo hace con su hombre. No con un fin sexual en sí, pero sí de forma romántica. Pero fue entonces cuando empecé a ponerme nervioso. Intenté no mostrarlo, seguí acariciando el cabello de mi tío, pero cada momento temblaba más y mi respiración se hacía entrecortada, no podía evitarlo. Miré las calles por las que nos movíamos, y sabía que nos acercábamos al centro comercial. Pero no dije nada y eso me aterraba todavía más.
Sólo cuando mi tío metió el coche en el estacionamiento del centro comercial fue cuando no pude más: —¡No!— le pedí. —¿No qué muñeca?— me dijo mirándome, con una media sonrisa en el rostro. —Me da miedo—, solo eso pude decir. —No te preocupes princesa—, me dijo a modo de cerrar el tema. Yo intenté hacer caso pero no podía dejar de preocuparme.
Estacionó el coche, se bajó y dio la vuelta, abrió la puerta y me ayudó a bajar del coche. Me tomó de la mano y me llevaba, me guía un paso siempre por delante de mí. Yo caminaba detrás de él, un poco escondiéndome de la gente, un poco buscando poder leer sus reacciones. Sé que es contradictorio, pero me daba miedo toparme con alguien que me conociera, pero al mismo tiempo me daba curiosidad ver si las personas hacían gestos al mirarme, si verían una chica o un hombre vestido de mujer.
En realidad algunos me miraban pero no parecían extrañados o no extrañados por ver a un chico vestido de mujer, sino más bien por ver a un hombre mayor, con una chiquilla que apenas superaba los 20 años. Alcance a escuchar a una señora copetona de unos cincuenta años decir algo así, como “Debería darle vergüenza, con una chiquilla que todavía ni limpiarse saber”. Me excitaba que pensaran que era una chica y que era la mujer de mi tío. La que le daba placer. Llegamos a un spa, o bueno una clínica de depilación. Mi tío me dijo que me sentará y el fue al escritorio ahí platicó unos minutos con la chica detrás del mostrador, luego vi como sacaba un fajo de billetes y se lo entregaba a la chica. Se giró hacia mí y me levantó. Me dio un beso en la boca, un beso atrevido y apasionado, yo me puse colorada de saber que la chica nos estaba mirando, pero respondí el beso de mi tío. Cuando terminó, me puso frente a la chica y me agarró una nalga —Haz todo lo que está chica te diga corazón, ¿si?— —Claro— le dije, cuando noté que se iba a ir le dije —¿A dónde vas?— Se rió, —no te preocupes aquí voy a estar voy a comprarte unas cositas—. —Ok— le dije. Me giré y la chica me dijo —Por aquí por favor—. Me pasó a la parte de atrás del local, ahí de inmediato vi una cama o una silla como de dentista, de esas que se reclinan mucho. Junto a ella había una gran máquina eléctrica, supuse que era la maquina que se usaba para la depilación, pero no estaba segura. —Por favor, en este cuarto te desnudas, dejas toda tu ropa y todo aquí y te pones esta bata—. Me dijo la chica, yo la miré por un segundo. —Descuida, tú novio me explicó tu caso y no pasa nada, yo no veo nada ni digo nada—. El comentario de la chica me calmó un poco, pero sólo un poco. Pero creo que no tenía más opción que hacerle caso, así que entré. El cuarto era un pequeño baño, solo un cambiador. Me desnudé, tal y como la chica me lo pidió. Puse mi ropa en la bolsa que la chica me dio y me puse la bata. Sin la ayuda de la ropa me volvía a ver extraño. Pero no le di mayores pensamientos. Salí del cuartito y la chica me esperaba sentada junto a la silla.
—Ohh lo siento te debías desmaquillar también—, yo dudé un segundo. —No te preocupes, siéntate enseguida lo arreglamos—. Ella se levanto tomó un pequeño embace y una bolsita de torundas. Yo me senté y la chica se sentó junto a mí. Puso el botecito y la bolsa de torundas en una mesita que tenía junto a ella y me miró. Me tocó por la barbilla e hizo que girara mi cabeza, primero al lado izquierdo, luego al derecho. —Muy bien—, tomó una torunda y puso un poco del líquido desmaquillante y comenzó a desmaquillarme. Lo hacía con mucho cuidado y con mucha ternura. —Listo, muy bien, ahora déjame verte—. Se levantó y comenzó a abrirme la bata. La bata se amarraba por delante. Hice un gesto por detenerla pero rápida lo evito. —Tranquila, tengo que revisar, no pasa nada—. La dejé. Bajo la bata estaba desnudo. La chica no hizo ningún comentario o gesto. Como una profesional evaluaba lo que había que hacer. De la mesita junto a ella, tomó unas tijeritas y comenzó a cortarme el pelo púbico. Empezó a hablarme y a preguntarme algunas cosas, pero la verdad, la situación era extraña y sentir sus manos y las tijeras sobre mi cuerpo me dio un sopor muy extraño. Contestaba en la medida que podía, pero creo que en un momento me quede dormida. Entre sueños, sentía como me seguía recortando el bello en aquellas áreas donde necesitaba recorte. Luego empezó a afeitarme. —A la próxima necesito que vengas afeitada—. Me dijo con un tono profesional que me sonó un poco molestó. —Ok—. Volví a dormitar un poco mientras terminaba.
Luego un zumbido que no había notado cambio en la habitación. —Esto quizá te duela un poquito—. De la maquina junto a ella era donde surgía el zumbido. Me dio unos lentes de color azul y comenzó. Tomó una especie de pistola, o manija, no sé cómo llamarla y la colocaba en mi piel, tenía como una luz roja de laser y luego “disparaba” escuchaba un tronido y la luz se intensificaba por un instante y cambiaba de lugar. —Esto va a hacer que el bello te deje de salir—. Me dijo. —Pero bueno tardará un poco, un par de sesiones—. Creo que al escuchar eso mi cerebro se puso a trabajar, lentamente. Y tras un análisis de unos cuando segundo me di cuenta de que estaba jodido. “¿Qué había hecho? Me estaban depilando”. “ohhh por Dios, después de esto no había vuelta atrás” y ya había comenzado. Antes de que pudiera seguir pensando en las consecuencias de lo que acababa de pasar, empecé a sentir un importante ardor en mi entre pierna. Le dije a la chica, me dijo que era normal, que debía evitar rascarme, pero que en un tiempo todo estaría bien. La sesión continuó por un rato más y finalmente terminó.
La chica me ayudó a levantarme, me habían depilado todo el cuerpo, incluso la cara. Al levantarme estaba algo entumecida por el tiempo y el sueño. Despacio fui al pequeño cuarto que era el cambiador. Al mirarme en el espejo, casi caigo desmayado. Me habían recortado las cejas, ahora tenían un inconfundible rasgo femenino. No había marcha atrás. Me seguí mirando, ahora salvo los hombros un poco más anchos de lo normal, podría pasar por una chica de entre 17 y 21 años.
Me puse la misma ropa con la que llegué. La pantyblusa negra y el pantalón de mezclilla apretado. —¿Es todo?— le pregunté a la chica al salir del cuartito. —Si— me dijo mientras arreglaba o limpiaba la maquina. —En la salita de espera esperaba ver a mi tío, sin embargo no estaba. Volví sobre mi pasos —Mi tío— dije sin pensar, —mi novio, me refiero—. La chica notó la corrección y entendió la situación, pero no dijo nada. —No sé dijo que aquí te quedabas y el volvía después—. Miré a mí alrededor y me senté. La sesión había durado casi dos horas. Estaba incomoda y quería irme a casa. Tomé un par de revistas y las estuve mirando unos quince minutos hasta que harta me levanté. No le dije nada a la chica y salí. La chica notó que me salí pero no dijo nada. Empecé a buscar a mi tío, caminaba por los pasillos, mirando a la gente y mirando las tiendas. Notaba que algunos chicos me miraban, algunos hombres. Como una chica algo guapa, pero no demasiado. Le di una gran vuelta a todo el centro comercial y no vi a mi tío por ningún lado.
Volví a la clínica de depilación, pero no entré, me senté en una banca desde la que se podía mirar la entrada de la clínica para ver si mi tío llegaba. Llevaba unos cinco minutos mirando a la gente que entraba y salía, que caminaba por la plaza cuando algo sucedió. A mi espalda sonó mi nombre: Lalo. Mi nombre de hombre, con el que toda la vida me han conocido. Sin pensarlo y de forma instintiva miré hacía donde me llamaban. De inmediato me arrepentí, pero ya era tarde. —Ves te dije que si era— escuché. Los reconocí de inmediato, eran tres compañeros de la universidad. Giré mi rostro al frente y esperé que no me molestaran, pero eso ni iba a pasar. De inmediato escuche las risas y las palabras acercándose a mí. Antes de decidirme a levantarme llegaron hasta donde yo estaba. Me rodearon y empezaron a molestarme. —Yo sabía desde que te vi que eras puto—. Dijo uno, —lo has de mamar bien rico—. Dijo otro mientras se tocaba, mirando un poco a todos lados para que no le fueran a llamar la atención. —Oye, pero mira, donde te hiciste esto— me dijo y me tocó el rostro, justo al inicio de mi ceja. Uno de ellos se sentó junto a mí y puso una de sus manos sobre mi pierna. Yo intenté quitármelo de encima pero me sujeto. Forcejeé un poco y logré liberarme, me levante y empecé a caminar. Trataba de distanciarme de ellos, pero me seguían. Me decían cosas y yo iba a entrar a una tienda cuando escuche otra vez. —Eii déjenla en paz—. Me giré, primero pensé que podría ser mi tío, pero no era su voz. Era un muchacho también de la universidad, lo había visto varias veces, pero no lo conocía de nombre, solo de vista. Los muchachos se alejaron sin oponer resistencia, aunque me miraron de forma extraña y se fueron. El chico que me ayudó se acercó y me preguntó si estaba bien. Si le dije.
—¿Por qué te molestaban?— me preguntó. —No sé—, le dije —gracias— continué, pero en realidad me quería ir. “¿Dónde demonios estás tío?” me pregunté. —Ei, espera— me dijo el chico, porque me alejaba. —Mandé—, le dije sin mirarlo. Él hizo que me girará y me miró. Yo bajé la mirada, con un poco de vergüenza. Él me miró en silencio. Luego de un segundo sólo dijo: —Mírame—, yo lo hice, todavía con miedo. —Eres muy bonita—, me dijo. Dudé si mentía, si se burlaba o si no había notado que era un chico. No se burlaba, no parecía mentir, y no sabía si se daba cuanta que yo era un chico. De todas formas me sentí alagada por sus palabras.
—¿Estás sola?— me preguntó. —No, estoy con mi tío— “pendeja” pensé, otra vez dije la palabra tío antes de pensar. —Y ¿dónde está?— —Bueno es que estaba con él, pero ahora no lo encuentro—. Él muchacho miró para todo lados, como si lo buscara, pero no creo que conociera a mi tío. —¿Hace cuanto tiempo lo viste por última vez?— —¿Hace como dos horas o dos horas y media?— —¿Dos horas y media?— se sorprendió el chico —¿Cómo que hace dos horas y media no lo ves? Ya no debe estar aquí— —Es que, entré a un… bueno me estaba depilando— me avergoncé un poco más —y se tardó un poco la sesión—. El chico mi miró de abajo hasta arriba. Su mirada no parecía cargada con mala intensión, me hizo sentir linda otra vez. —¿Quieres que te ayude a buscar a tu tío?— —No, está bien gracias—. —OK— dijo el chico.
Yo empecé a caminar, buscando a mi tío. Caminé unos 10 minutos y nada, me senté nuevamente en otra banca y empecé a evaluar que hacer. Pensaba y el chico nuevamente llegó. —No hay suerte ¿verdad?— Me asustó y me halagó que se haya quedado cerca, posiblemente me estuvo siguiendo todo el rato. —No, creo que ya se fue—. —¿Tienes dinero para el taxi? O ¿el camión?— me preguntó. —No—. —MMM— se quedó pensando. —Si no vives muy lejos, puedo llevarte a tu casa, si quieres—. Se ofreció. Me encantó la idea, pero no quería mostrarme ansiosa. —No gracias, pero si me prestas un poco de dinero para el taxi, luego te lo pago—. Él me miró como evaluando que hacer. —No digas tonterías, mira te llevó a tu casa, aunque vivas lejos y ya—. —No te quiero molestar—. —No es molestia te estoy diciendo, es más para mí es un placer llevarte—. Sonreí, —está bien—.
El chico sonrió y me dijo —Vamos pues—. Me guió hasta una puerta, yo todavía buscaba a mi tío mientras caminaba, una parte de mí quería encontrarlo y otra parte no. No lo vimos hasta que llegamos al auto del chico. Era un auto, algo viejo pero bien cuidado. Me abrió la puerta del pasajero y me invitó a subirme.
Me subí y nos fuimos. Le dije donde era la casa y rápido ubico la zona. El viaje fue breve y en silencio. Pero mientras nos acercábamos a casa de mi tío yo me estaba excitando de manera extraña. Llegamos y el chico, me dijo —Lista, llegaste sana y salva—. El carro de mi tío no se veía por ningún lado. —¿Quieres un vaso de agua? O ¿café o algo?— le pregunté al chico. —No estoy bien gracias— luego de pensarlo un poco, —pero si me quieres dar tu teléfono para marcarte—. —Ok, te doy mi cel, pero ahorita no me acuerdo del número, pero está en la casa, acompáñame para pasártelo—. Él me miró extrañado, —¿no habrá problemas con tus papás?— —no no te preocupes—.
Me bajé rápido y él caminaba detrás. Entré a la casa. Al entrar, le dije que si quería algo otra vez. Él me dijo que nada. —Oye, es que quiero agradecerte por portarte tan bien conmigo—. El se rió y me dijo que no necesitaba hacerlo. Pero creo que no entendió que quería. Me acerque a él y puse mi mano sobre su miembro. Encima del pantalón. Traía un pantalón de tela casual. Y sentí que era algo grande. Me hinque de inmediato y abrí el pantalón. Bajé el calzón y empecé a masturbarlo. Él no me detenía, pero tampoco se movía, como que estaba sorprendido. Me lo llevé a la boca y empecé a mamarlo lo mejor posible. Como había hecho con mi tío. Su verga su puso ya dura, no era tan gruesa como la de mi tío, pero si del mismo largo. El chico empezó a gemir. En eso sonó el teléfono. Pero no podía contestar era casa de mi tío. Pero el chico creo que se desconcentró.
Luego mi celular empezó a sonar. Saqué su palo de mi boca y miré quien era. Era mi tío. Contesté, pero lo seguía masturbando. —Bueno— —Luna, ¿Dónde estás?— me preguntó mi tío, su voz sonaba a medias preocupado a medias enojado. Yo no dejaba de masturbar al chico y cuando podía le besaba la puntita y le sonreía, me excitaba estar así con él. —Estoy en la casa tío— —¿Qué?, ¿Cómo llegaste?— —En taxi— la mentira me salió casi sin pensar. Seguía escuchando a mi tío y mamando cuando podía, solo la sacaba para contestarle. —¿Y traías dinero?— —Un poquito—. —Bueno, que bueno y ¿estás bien?— —si tío estoy bien— Cuando dije esto le sonreí al chico que ya tenía los ojos un poco en blanco y me mordía el labio inferior. —Bueno cierra bien y llego a la casa en unos 15 minutos— —ok— le dije y pude colgar para poder concentrarme 100% en la verga que estaba mamando. Intentaba llegar lo más hondo posible y chupa apretadito lo mejor posible. Lo masturbaba y le acariciaba las piernas, los huevos. Me tomó de la frente y me intentó hacer para atrás. Me dijo —espera, ya me voy a venir—. Qué lindo, no quiere echarme su semen. Eso me excitó aún más y menos me quité, los quería en la boca. Me metí su verga lo más hondo posible y él empezó a gemir. Su verga vibró al interior de mi boca y escuche como lanzaba un quejido. Su leche calientita y espesa entró directo a mi garganta prácticamente. Yo me mantuve ahí sin moverme, tragando lo que me lanzaba. Hasta que su cuerpo se relajo. Saqué su verga de mi boca y lo miré. Él estaba abriendo los ojos. Su respiración lentamente volvía a ser la misma. Lo masturbe un poco más, las últimas gotas de semen salían, las recogía todas con la lengua. Tomé unas servilletas que estaban cerca y le limpié bien su miembro, para que no quedara nada. Al terminar de limpiarlo le subí el calzón y el pantalón. Y me puse de pie. Besé al chico en la boca, él ni se alejo, ni me correspondió el beso. Le apunté mi número en una hoja de papel y le dije que se tenía que ir. El chico seguía sin entender si iba a venia. “Ayy pero que bruto” pero me gustaba.
Se fue. Yo fui arriba y me miré al espejo. Era una chica linda. Me maquille para mí tío que llegó unos minutos después, pero luego les cuento que paso.