Engañados en la piscina-CFNM
Unos chicos se presentan en la fiesta de chicas sin saber que acabarán en pelotas.
Relato de otro autor y yo lo público aquí para compartir.
El relato que os voy a contar tuvo lugar en mi pueblo, en una fecha cercana a la fiesta mayor del mismo. Coincidía que por esos días era el aniversario de una chica, amiga del grupo de gente con la que salíamos, y ésta había decidido dar una fiesta nocturna para celebrarlo, invitando únicamente a mujeres, cosa que en un principio nos sorprendió y disgustó a los chicos un poco.
Llegó el día en cuestión, cayó la noche, y la verdad es que para los que no habíamos sido invitados pintaba bastante mal; además, sin mujeres aquel día, la cosa estaba bastante decaída. Pero de repente, a uno de nosotros se le ocurrió presentarse en la fiesta. Unos a otros nos fuimos animando, así que, armados con un par de botellas de whisky, nos plantamos en la puerta de la invitada.
La homenajeada nos abrió la puerta y, al vernos, puso una cara de sorpresa enorme. Felicidades!!, dijimos los cuatro al unísono, y sin darle tiempo a decir nada, nos metimos adentro. Accedimos a la terraza donde estaban celebrando la fiesta, al parecer llegamos al punto, acababan de sacar el pastel, así que acomodamos sobre la mesa las botellas que traímos y nos dedicamos a saludar a todas. A parte de la cumpleañera, Laura, había cuatro chicas más que conocíamos, Eva, Sandra, Cynthia y Susana, y dos chicas más que se presentaron como Lucía y Marta.
La velada transcurría con normalidad, hasta que una de ellas dijo “bueno, qué, nos damos un baño?”. Todas se animaron, la verdad es que hacía bastante calor y apetecía, aunque ya era bien entrada la noche, sobre las dos o las tres de la madrugada. Se acercaron a la piscina, una de esas de plástico azul, de un metro de alto y tres de diámetro, y ante nuestra atenta mirada empezaron a quitarse la ropa. Ya debían tener planeado el baño, porque para desilusión nuestra, todas llevaban traje de baño. Por mi parte, había empezado a notar una presión en mis pantalones pensando que vería alguna de mis amigas desnudas. Sin más, se metieron en el agua y nosotros, que evidentemente no llevábamos bañador, nos las quedamos mirando a un metro de distancia.
-“Qué pasa, que no quereis bañaros, vosotros?” – dijo Eva. Este comentario hizo que el resto de chicas se acercase al borde la piscina y se nos quedasen mirando. -“Sí, claro.”- contestamos prácticamente al unísono. Cualquiera decía que no a estar en una piscina más bien estrecha con siete chicas de muy buen ver…
-“No hemos traído bañador, pero podemos bañarnos en ropa interior…” – dijo Pedro. “De eso nada…” – cortó Laura, y tras un pequeño silencio, añadió – “…Ya que habéis tenido el morro de presentaros sin permiso, u os bañáis en traje de baño, o lo hacéis sin nada”. Un leve murmullo, entre comentarios y risas contenidas, se escuchó desde la piscina, mientras nosotros nos miramos, decidiendo qué hacer. No desnudarse implicaba quedar como un estúpido delante de todas aquellas chicas, pero por otro lado, hacerlo implicaba que todas verían perfectamente nuestros miembros en aquella bien iluminada terraza. Particularmente, a mi aún no me había bajado el hinchazón de imaginarlas desnudas; qué lejos quedaba aquel pensamiento, cuando estaba a punto de darse justo lo contrario, apenas unos minutos después…
-“Bueno, qué, os decidís?” – dijo Cynthia, con un hilo de picardía en su voz. Poco a poco nos fuimos despojando de nuestra ropa, hasta quedar completamente desnudos. En este punto, los murmullos y las risas de las chicas ya no eran tales, sino que eran perfectamente audibles. -“Va, tontos, dejad que os veamos más de cerca”- “Mirad, Carlos la tiene empinada!”- Efectivamente, Carlos, colorado como un tomate, trataba sin éxito de disimular su erección, delante de aquellas chicas que le escrutaban de arriba a abajo. Bajo esta lluvia de comentarios nos metimos todos en la piscina. Una vez dentro me sentí más protegido, ya no estaba directamente al alcance de miradas indiscretas. Además, la temperatura del agua invitaba a la relajación, se estaba en la gloria. Las chicas también se lo estaban pasando bien, jugamos con un balón entre todos, fue muy agradable. En un momento me dio la sensación de que una de ellas le hacía una especie de señal a Laura, la cumpleañera, pero no le di mayor importancia. Por otra parte, por causas del juego, nos rozábamos con las chicas, cosa que hizo que mi pene alcanzase su máxima expresión; incluso alguna se tuvo que dar cuenta, porque diría que Susana me rozó con sus nalgas, y tuvo que notar algo duro. Así que esas “señales” que creía ver se desvanecieron de mi cabeza.
De repente, Laura gritó – “Mierda, qué tarde es, mis padres están a punto de regresar!”. Pareció que hubiesen soltado un resorte, salimos todos de la piscina de un plumazo. Me dirigí rápidamente donde estaba mi ropa, pero estaba chorreando, no me podía vestir así, al igual que mis compañeros. Cuando de pronto, escuchamos unas risas, y una luz blanca nos cegó; las chicas, envueltas en sendas toallas, nos habían tomado una fotografía. Entonces nos dimos cuenta de la situación: todos estábamos empalmados, se habían dedicado a ponernos calientes en la piscina para hacernos salir rápidamente y tener un “recuerdo” de la velada. -“Sorpresaaa!! jajaja”- gritaron, mientras nosotros nos tapabamos como podíamos. Después de varias instantáneas, decidieron dejar que nos secasemos y vistiésemos por orden de tamaño del pene, de menor a mayor.
Recuerdo esa noche con especial cariño porque a mi me dejaron secarme el último.
Si les ha gustado, por favor, escríbanme y publicaré más.
Muchas gracias.