Engañado por mi hermana
Conocí a una chica en una fiesta que me lo puso todo en bandeja para echar un polvo. Tras haber follado a oscuras y encender la luz descubro que mi polla se está corriendo dentro de mi hermana.
Parecía una noche normal como otras tantas, una fiesta en casa de un amigo y luego saldríamos a la discoteca o a la zona de pubs para tomar algo, con un poco de suerte tendría algún encuentro en la fiesta y me llevaría a alguna chica a la cama.
Tengo una hermana dos años menor que yo, a mis 21 años pensé que ya no tendría que cuidar más de ella, capricho de la naturaleza, que hizo que mi hermana fuera una chica bastante guapa y perseguida por muchos jilipollas, de los que yo conocía sus intenciones. No podía evitar enfadarme viendo como la zorra de mi hermana se vestía provocativa y pasaba de mis consejos, siempre iba a buscar a mis amigos. Juraría que incluso se me había insinuado unas cuantas veces pero eso siempre lo achaqué a las hormonas descontroladas típicas de su edad. Era mi hermana y por muy buena que estuviera nunca me la follaría…. ¿nunca?.
La fiesta era en casa de Richi, el niño rico y, por suerte para nosotros, consentido en lo que a fiestas sociales se refiere. Su madre le permitía todo desde que su millonario padre había fallecido. Ese fin de semana la madre de nuestro amigo se fue a ver a unos familiares, escusa perfecta para hacer una fiesta en mi lugar favorito, la casa de Richi significaba que no faltaría de nada para beber ni comer. Ahí estábamos los 4 de siempre, poco a poco fueron llegando mas invitados, los invitados traían a amigos y amigas y fueron llenando el jardín de la casa de mi colega. Había un barril de cerveza como en los bares, un par de cubos de sangría y una gran mesa entera llena de patatas, frutos secos, embutidos… Incluso se permitió el lujo de poner una barbacoa. Las fiestas en casa de Richi siempre eran las mejores porque no escatimaba en gastos a la hora de satisfacer a sus amigos.
Me dejé llevar por la emoción de estar rodeado de tanta gente, bebí bastante cerveza y no comí gran cosa, por lo que el alcohol no tardó en hacer su efecto. De pronto Toni, mi vecino, me viene riendo y diciendo que dos chicas querían conocerme. Miré a donde señalaba y una chica empezó a saludarme, le levanté la mano devolviendo el saludo y se acercó hacia mí con una copa de whisky con cola, mi “cubata” favorito. Me tomé ese vaso casi de un trago, la chica que se llamaba Patricia empezó a retozar conmigo y me trajo otro cubata. Había ligado y sin tener que trabajarme a ninguna chica. Creo que me tomé unos cuatro cubatas mientras Patri no paraba de rozarse conmigo bailando, pegaba sus pechos a los míos, me daba piquitos en los labios, apretaba su culo contra mi polla. Yo estaba totalmente borracho pero consciente de que esa chica quería echar un polvo. Qué casualidad, yo también quería. De pronto Patricia desapareció y tras cinco minutos volvió con su bolso, me preguntó si yo estaba en condiciones de echar un polvo, me sorprendió que fuera tan directa a pesar de lo salido que me estaba poniendo sus continuos roces. Por supuesto que le dije que sí, así que me llevó de la mano hasta las habitaciones de invitados.
Mi amigo Richi siempre dejaba esas habitaciones para las parejas que conseguían triunfar en sus fiestas. Con la borrachera que tenía me estaba costando trabajo seguir a su ritmo, pero llegamos a la habitación sin problemas, cerró la puerta por dentro para que nadie nos sorprendiera y empezó a desnudarse. Se quedó en ropa interior mientras yo, con una cara de tonto, la miraba. Empezó a reírse y me tiró a la cama para desnudarme, se dio cuenta de que yo no estaba en condiciones de valerme por mi mismo. Me tumbó boca arriba en la cama y como si fuera una profesional me quitó toda la ropa en dos minutos. Se tumbó encima mía y empezó a comerme la boca, yo aún tenía los calzoncillos puestos y ella su ropa interior. Con torpeza acerté a desabrocharle el sujetador y sus tetas se presentaron ante mis ojos. Parecían dos grandes naranjas, redonditas y firmes. Me apoderé de ellas y empecé a manosearlas mientras ellas movía sus caderas encima de mi polla, los calzoncillos no me dejaban penetrarla y me moría de ganas por hacerlo. Patricia empezó a besarme la boca repetidas veces, de pronto paró y me quitó los calzoncillos. Vio que mi polla no estaba totalmente empalmada así que empezó a lamerla y luego se la metió entera en la boca. A pesar del alcohol que corría por mis venas mi polla no era ajena a lo que estaba viviendo, no tardó mucho en empalmarse debidamente. Patri se me volvió a tirar encima y dándome un beso me dijo que quería follar a oscuras. Yo le respondí que quería follar, me daba igual con luz o sin ella así que entre risas se levantó y apagó la luz.
Poco tardó en volver hacia mí, a tientas me encontró tumbado en el centro de la cama, noté como sus manos tocaban mi cuerpo buscando primero mi polla y luego mi boca. Empezó a besarme con una pasión que antes no había, sus labios fueron bajando hasta mi polla. La tomó con su mano y le dio un suave masaje, luego la empezó a lamer despacio, sólo por fuera. Yo seguía bajo los efectos del alcohol que me había tomado, pero notaba esa agradable sensación de unos labios carnosos tocando mi rabo. Los labios de aquella mujer se abrieron dejando entrar a mi polla, tenía la lengua empapada en saliva y estuvo lubricando todo mi prepucio. Sus labios se vieron acompañados de su mano, me brindó una paja placentera acompañada de continuas mamadas. Estuvo así un buen rato, bajando y subiendo la cabeza, pajeando mi polla con sus labios y su mano, haciendo que yo disfrutase, un poco inhibido por el alcohol pero sólo me provocaba que mi eyaculación se atrasara aún más. El placer era igual sentido.
Sin decir nada dejó de comerme el rabo y se sentó encima mía, noté como agarraba mi polla con sus manos y dejaba la punta justo entre los labios de su coño. Poco a poco empezó a bajar, hasta que la tuvo entera dentro, luego agarró mis manos y las llevó a sus pechos que ya estaban mas tiernos, me gustaban mas así, podía manosearlos a mi antojo. Empezó a moverse haciendo que mi polla entrara y saliera de ella, al principio era un movimiento suave pero no tardó en acelerarse. Mis manos bajaron de sus pechos a su culo, acompañaba sus movimientos de cadera para hacer más fuerte las penetraciones, el ritmo iba subiendo cada vez más, mis manos la agarraban con fuerza y cada vez que ella bajaba yo subía mis caderas de golpe. La estaba penetrando con dureza aunque ella parecía no quejarse, por el contrario sujetaba mis manos contra su culo para que la agarrase más fuerte. También ella hacía por aumentar la violencia de las penetraciones, se subía y se dejaba caer con fuerza, parecía que eso le gustaba. A pesar de mi borrachera estaba empezando a llegarme el orgasmo, los movimientos de aquella zorra estaban haciendo que mi polla disfrutara de lo lindo.
Empecé a gemir y mis gemidos fueron ahogados por los suyos, estaba a punto de correrse ella también. La escuchaba jadear mientras apretaba con más fuerza mis manos contra sus caderas, parecía que no quería que la soltase nunca. Mi respiración se estaba acelerando, estaba a punto de correrme. Noté en mi polla como el coño que me estaba follando empezaba a humedecerse más de la cuenta. Sus gritos me sonaban familiares aunque era la primera vez que follaba con esta tía. Empecé a correrme y cuando ella notó la primera oleada de leche en su coño gritó entre gemidos: “¡ahora!”.
Es verdad, mi semen se estaba esparciendo por dentro de ella pero ese grito no se refería al anuncio de mi corrida. La voz que gritó me resultó muy familiar, de pronto un fogonazo me cegó, se había encendido la luz. Parpadee varias veces y a los pocos segundos cuando pude ver en condiciones sentí como si un rayo atravesara mi polla. Aquella tipa que me estaba follando no era Patricia, la que tenía encima mía cabalgando como una salvaje y follando como una loca era mi hermana. La muy cabrona no soltaba mis manos, las seguía apretando contra sus caderas mientras se seguía moviendo su coño de arriba abajo, exprimiendo mis huevos que no paraban de derramar toda la leche dentro de su coño.
Patricia nos miró desde donde estaba el interruptor de la luz, había sido ella quien se había puesto de acuerdo con mi hermana para que me la follase. La puta de mi hermana no paraba de moverse con mi polla dentro. La miré con cara de odio y ella me miraba mordiéndose los labios con una cara mezcla de placer y maldad. Me saludó diciéndome “hola hermanito” mientras seguía apretando mis manos contra sus caderas al ritmo de las penetraciones. No me lo podía creer, me habían engañado como a un tonto, había pasado de estar acostado con una chica bastante guapa, hasta que apagó la luz y entró mi hermana, supongo que estaría escondida en el armario. La muy cabrona me había comido la boca como si le fuera la vida en ello, me había hecho una mamada increíble y echado un polvazo bestial. Estaba sorprendido y enfadado, aún tenía a mi hermana encima, aunque ya se había corrido y había parado de saltar. Estaba cansada y se dejó caer sobre mi, me abrazó y quiso darme un beso pero en vez de eso lo que hice fue darle una hostia con el revés de la mano en su cara.
Estaba enfadado con ella. Me la quité de encima y cayó a mi lado entre risas y lágrimas. Yo estaba preso de la ira y me puse encima de ella a gritarle lo zorra que era, la insulté con todas las palabras y sinónimos de puta y zorra que se me habían ocurrido. Sus risas me ponían nervioso así que la agarré por las muñecas y empecé a gritarle si sabía lo que acababa de hacer. - “Si, echar un polvazo contigo, reconoce que te ha gustado”.
No mentía, había disfrutado desde la primera mamada, pero estaba muy enfadado con ella así que le sacudí otra bofetada con la otra mano. En vez de llorar empezó a reírse así que me puse de rodillas delante de ella, que estaba tumbada boca arriba y le dí otro par de bofetadas. Patricia se llevó las manos a la cabeza al ver aquella escena pero mi hermana, en vez de llorar lo que hizo fue abrir sus piernas y atraparme entre ellas. Estaba claro que quería follarme otra vez. Mi odio fue mayor, pero en vez de seguir abofeteándola lo que hice fue penetrarla, penetrarla una y otra vez mientras la agarraba por las caderas. Tuve que levantarla un poco para poder follármela pues yo tenía las rodillas entre sus piernas. La agarré por la cintura y llevé su cuerpo hasta mí una y otra vez, intentando hacerle todo el daño posible. La estaba penetrando con dureza y ella se quejaba entre gemidos de placer.
De buenas a primera elevó su cuerpo hasta pegar su pecho con el mío, me encontré que mi polla se había quedado dentro de ella hasta el fondo y no podía sacársela, tenía el cuerpo de ella encima mía y la cabrona empezó a besarme. Le dí un empujón con las manos y la caí a un lado boca abajo, escuchaba sus gemidos, entre placer y dolor, mientras me decía que yo sabía tratar a una mujer. Tenía la cara pegada a las sábanas, pude ver como su culo subía y bajaba al ritmo de sus respiraciones. Era hora de castigarla de verdad.
Miré su culo, estaba mojado con sus propios flujos y el resto de la corrida que le solté antes. Me escupí en la mano y lubriqué mi polla con mi saliva. Tomé a mi hermana por las caderas y me puse detrás de ella. Sabía qué era lo que iba a pasar y empezó a forcejear conmigo, logré meterle la punta de la polla pero ella con un grito se echó para adelante. Eso me enfadó aún más y lo que hice fue tirarme encima de ella. Estaba boca abajo y no tenía escapatoria, puse la punta de mi polla en su culo y empecé a empujar mientras ella, que la tenía atrapada con mis manos y mi cuerpo, intentaba en vano evitar ser follada por su culo.
Poco a poco mi verga se fue introduciendo dentro de su agujero trasero entre gemidos de dolor. Mi hermana dio un grito cuando se la metí entera hasta el fondo y yo le respondí dando un azote en sus nalgas. Patricia nos miraba desde su sitio en una mezcla de excitación y susto por la escena violenta que estaba presenciando. Me estaba follando a mi hermana por el culo contra su voluntad. “Ahora no te ríes eh zorra”, empecé a moverme poco a poco, metiendo y sacando mi polla de su culo, al principio intentaba evitar que la penetrara pero cada gesto que hacía era respondido con un azote en sus nalgas, al final terminó cediendo entre lágrimas, tenía el culo rojo por los golpes que yo le estaba propinando. Le estaba dando su merecido a aquella zorra, así aprendería a no engañarme como a los tontos.
Me cansé de hacer flexiones sobre mi hermana mientras la penetraba, así que la agarré por las caderas y tiré de ella hasta ponerla a cuatro patas. Mi polla volvió a entrar en su culo y otra vez volvió a gritar de dolor, grito que fue respondido de nuevo con un azote bastante fuerte. Empecé a moverla para adelante y para atrás, mientras mi polla entraba y salía de su culo, un culo que ya no ponía impedimentos a la follada que estaba recibiendo. Miré a mi hermana y vi como lloraba mientras sus tetas bailaban al ritmo de las embestidas que yo le estaba dando. Agarré sus tetas y pegué mi pecho a su espalda, luego tiré de ella para arriba mientras la seguía penetrando por el culo. Le di un beso en la oreja y le susurré algo que nunca olvidaría.
“Esto te pasa por engañarme, zorra, la próxima vez que quiera echar un polvo contigo más te vale estar dispuesta”.
Seguí bombeando mi polla una y otra vez dentro de su culo hasta que mis huevos vaciaron su cargamento dentro de ella. Dejé de tocarle las tetas y la lancé boca abajo contra la cama. Se giró y me miró con los ojos empapados en lágrimas pero sonriendo. Había comprendido que no tenía que engañarme, pero sobre todo había comprendido que esta escena algún día se repetiría. Por lo menos cuando me apeteciera echarle un polvo a la zorra de mi hermana.