Engañada 2
Mi tío, es mi primer hombre.
Mi tío, durmió la siesta. Yo estuve, mirando el reloj de continuo. A las 6 en punto, estaba contemplando a mi tío como dormitaba. No sabía exactamente que hacer, aunque su orden había sido taxativa. A las 6 y con la boca, me había dicho. Me arrodile, baje su bragueta, y saque su pene, que estaba en un tamaño mucho menor de como lo había saboreado ese mediodía. Lo introduje en mi boca y comenze el movimiento de masturbarle con mis labios. Su sabor no era desagradable, me recordaba a la mamada que le había dado una hora antes.
Poco a poco, su vigor fue creciendo, gracias a mi boca y a las caricias que le proporcionaba con mi lengua. Mi mirada, solo contemplaba, aquel aparato enorme, no me atrevía a mirar en la dirección del rostro de mi tío. Sabía que gracias a lo que le estaba haciendo, se tenía que haber despertado. De todas formas y al contrario que en la otra ocasión, ni una palabra salía de su boca. El tiempo pasaba, y lo único que me demostraba que lo estaba haciendo bien, era que su respiración se oía cada vez más fuerte. Al poco, note, como sus músculos se tensaron, su pene pareció crecer más, y volvió a eyacular en mi boca. Su cantidad, volvió a ser considerable. Eso me hizo pensar que mi tío, no había tenido relaciones con nadie desde hacía mucho tiempo.
Segui lamiendo y chupando, hasta que su pene, fue perdiendo su dureza, ni un rastro de lo que le había echo, quedó en su cuerpo. Note como se incorporaba, guardaba su pene en su bragueta y se fue. Ni una palabra, salió de su boca, yo tampoco le dije nada. Simplemente, al igual que habia venido, había desaparecido.
Los días que transcurrieron, hasta que mi familia volvió a casa, fueron los más nerviosos de mi vida. Lloraba arrepitiendome de lo que había sucedido, y al momento quería que se pudiera repetir.
Y llegó el sábado, el día que mi tío, venía a comer a casa, como siempre. Ayude a mi madre, limpie la casa, y me entraron unas ganas terribles, de ponerme guapa y sexy. Quería y no quería, que mi tío viera, como me había arreglado para él. Mis sentimientos eran contradictorios. Dejé mi pelo suelto, un top corto y de color rosa, tapaban mis incipientes pechos, me puse un short extremadamente corto, mis nalgas se veían casi a la mitad, y aprovechando que su corte era bajo, me coloque un tanga color blanco. Quería que en cualquier movimiento, mi tío viera que aquello era por él.
Al mediodía, mi tío apareció. Y como siempre y hasta entonces, ni una palabra de su boca, salió hacia mi. Yo intentaba, llamar su atención de cualquier manera, pasaba a su lado, hacia cualquier ruido para llamar su atención, intentaba participar en las conversaciones que mantenía con los varones de mi casa, pero, el me ignoraba, yo había vuelto a ser invisible para él. Comimos, yo no tenía apetito, al contrario mi estómago se había cerrado, y unas ganas enormes de llorar me invadían. Mi madre, se percató de mi estado y enseguida lo achaco a mis revueltos hormonales. Ayude a mi madre, a recoger la mesa, y después la cocina. Me dijo que sirviera el café a los hombres que seguían haciendo su tertulia. Era mi último intento. Serví el café, y delibedaramente roce con mis nalgas un par de veces a mi tío. Todo siguió igual, mi tío me ignoraba, no existía para el. Me excuse de todos y me fui a mi habitación a llorar. Pasó media tarde, y decidí reunirme otra vez con la familia. Mi tío estaba ya en disposición de irse, se despidió de todos, y cuando salía por la puerta, se volvió, y me miró, sonrió, de esa manera, tan especial que tenía y me dijo:
" A ver si te operan pronto, que ya tenemos ganas todos"
Yo me quedé a cuadros. Me había echo esperar todo el día, y única frase, hacía mi, fue para hacerme recordar, su promesa. El sería mi primer hombre.
Termine mis clases, el verano transcurría, y todos los trámites de mi operación se completaron. Ingrese en el hospital un lunes, la operación estaba programada para el día siguiente. Ya entrada la tarde, recomendé a mi madre que se fuera a casa, que descansará, el día siguiente me sería de más ayuda. Cuando, ella se disponía, a abandonar mi habitación, llego mi tío, mi madre se sorprendió, nunca mi tío se dejaba ver entre semana y jamás hacía visitas a hospitales. El ignoro a mi madre, y vino hacia mi. Un suave beso en la frente, y muy bajito al oído me dijo... "recuerda quien te estrenarà". Apenas, cruzó cuatro palabras más con mi madre y se fue.
La operación fue larguísima, pero fue un éxito. Mis postoperatorio, cumplió todos los pasos, cumplía los plazos previstos, mis dilataciones cada vez me producían cada vez menos molestias y apenas tenía dolores.
Mis clases universitarias, comenzaron de nuevo y me pude incorporar casi desde el inicio. Mi vida había cambiado, y aunque ya antes me sentía mujer, el serlo plenamente era haber cumplido mis sueños. Durante el tiempo que había pasado desde mi operación, la actitud, de mi tío había sido como anteriormente. Para el no existía prácticamente. A mi no me dirigia prácticamente, no solo la palabra, sino la mirada siquiera.
A mediodía de un día de mediados de Octubre, llovía, salía de la Facultad, con mis compañeras, y antes de llegar a la parada de Autobús, alguien me llamó, al girarme vi a mi tío. Casi me caigo al suelo de la impresión. Me dijo que había hablado con mi madre esa mañana, y que le había informado de que yo ya estaba recuperada. Me indicó que subiera a su coche, que él me llevaba. Sin atreverme a mirarle a la cara, hice lo que me dijo.
Arrancó, y pronto me percaté, de que no íbamos en dirección a mi casa, sino a la suya. Me dijo, que llamará a mi madre y la dijera que me iba a retrasar, por tomar algo con mis compañeras. Lo hice sin cuestionarle.
Entramos en su casa, yo andaba detrás de él, sabía que iba a ocurrir, y se mezclaban sentimientos de deseo y de temor.
Se giro hacia mi:
" Supongo que no te habrá tocado nadie, no?"
No, tío.
Realmente aquel hombre me causaba temor, pero volví a ver en sus ojos, la misma mirada que el día en que me hizo comer su miembro.
Abrió, una cerveza, se senti en un sofá, y me dijo que ya sabía lo que tenía que hacer. Yo le había observado, quieta, paralizada, sujetando mi carpeta contra mi pecho. Comprendí, que tenia que volver a arrodillarme delante de él, y volver a consumir su pene. Lo hice, temblando. Desabroche su pantalón, y emergió aquel objeto de deseo. Aún así no quise demostrarle ansiedad, y empeze a lamerlo muy despacio, dejaba transcurrir el tiempo, quería, deseaba, necesitaba llevarle al máximo deseo, hacerle pagar así sus desprecios de estos meses de atrás. Le notaba excitarse por momentos, se tensaba, su respiración se hacía más densa. Empeze a engullir aquella espada, me la introducía tanto como podía, mi garganta se abría cada vez un poco más. Controlaba mis arcadas, tenía sensación de mareo por la ausencia de aire. Pero estaba dispuesta a conseguirlo. Mi mente, de vez en cuando me decía, que ese era el día, que por fin seria lo qye que perseguia desde niña. Y me iba a hacer mujer mi tío. Quien lo diría.
Al rato, se incorporó.
"Me quieres hacer correr con la boca"? No, me voy a correr en tus entrañas, hoy lo vas a recordar por siempre. Cuando más tíos te foyen en el futuro, siempre pensaras que el primero fui yo. Tumbate.
Yo no había hablado aún nada. Pero tampoco le había cuestionado. Saque de mi bolso, un tubo de lubricante, si tenía que pasar al menos que no fuera doloroso. Mí tío simplemente me observaba, acariciaba su gran aparato, y veía como me iba quitando mi pantalón y mis braguitas, de minnie mousse. No me planteé, tan siquiera quitarme la camisa y el sostén. Mi tío no iba a hacerme el amor, mi tío me iba a follar sin mas.
Unte con mis dedos, mis virginales labios de mi virginal vagina. Fui generosa con la cantidad de lubricante, el más grande de mis dilatadores, era la mitad en tamaño de la verga de mi tío. A él, le excito aún más, verme hacer aquellas maniobras. Cuando me vio, terminar, vino hacia mi. Se acomodo entre mis piernas, y apuntó su aparato a mi coño. Yo cerré los ojos, y el me sorprendió besandome en los labios. Note, como su polla, s escurrio entre mis labios, debido al lubricante. Le frene, y mi mano bajo hasta agarrarlo, para dirigirlo a su destino. Lo apunte hacia mi interior, y le dije que fuera poco a poco. Su verga rompió el primer escollo, y fue avanzando hacia mi interior, lo que yo suponía que iba a ser un dolor tremendo, apenas era una molestia. Notaba que aquel aparato inmenso, seguía penetrando sin pausa. Al fin me note llena, mi tío estaba dentro de mi, intenté besarle yo ahora, pero me esquivo. Y volví a ver en su mirada algo siniestro. Cuando se percató de que la tenía toda dentro, paro un instante. Sonrio. La sacó hacia atrás, y la volvió a meter con rabia. Empezó a bombearme, con frenesí, notaba en sus arreones como mi cuerpo entero se movía. Empeze a sentir, algo completamente nuevo, su roce, su calor, en mi interior, me producían un principio de placer desconocido. Cuando me peneteaban por el culo, me corría con el roce de la próstata, eso lo sabía. Esto era diferente, era como una corriente eléctrica que subía de intensidad muy poco a poco. Me di cuenta de que gemia, había abrazado a mi tío con mis piernas y le obligaba a entrar más en mi. Mis brazos lo atraían hacia mi. El, creo, que no esperaba mi reacción. Pero seguía apretando con toda su alma. Estaba rojo, las venas de su cuello parecían a punto de estallar, resoplaba por el esfuerzo. Mi orgasmo estaba cerca, lo presentía, y esperaba que el suyo también. Y así fue, en un último arreon, en el que puso toda su fuerza, note como se corría, todo lo dentro de mi que podía. Yo notaba esa corriente eléctrica en todo mi ser, el placer era inmenso,, desconocido. Chillaba, no podía evitarlo. Poco a poco, recuperamos la respiración normal, mi tío, después de haber caído sobre mi, se fue incorporando despacio, y se puso de pies. Estaba sudando, por todos sus poros.
"Me voy a la ducha, el autobús sale de la esquina"
Se dio media vuelta y se fue.