Enfrentarse al pasado

Relato de LucíaMisterio. Varios autores de TR hacen una incursión en el género literario del relato fantástico. El ejercicio tiene como argumento obligado una biblioteca.

LOS RELATOS FANTÁSTICOS DE LOS AUTORES DE TR.

LA BIBLIOTECA

Enfrentarse al pasado – por Lucía Misterio

Ese día llovía, hacía frío y Luis no tenía nada en la nevera. Cinco minutos más.

Cuando sonó el teléfono se dio por vencido y se levantó para ir a atender la llamada tapándose con el batín que Clara había olvidado cuando se marchó de casa hecha una furia la última - y parecía que definitiva - vez.

¿Diga?Luis, soy Leonardo, te tengo que pedir un favor.

Acabo de levantarme, por si no lo has notado está lloviendo, hoy no me pienso alimentar con tal de no salir de casa y tengo que poner en funcionamiento la neurona si quiero cobrar a final de mes. Si puedo hacer algo por ti desde casa dímelo y si no llama a tu vecino.

Bien, bien… déjate de historias. No te revuelques más en la miseria, vístete y plántate en mi casa en 15 minutos. – Y colgó.

Luis no sabía cómo lo hacía su amigo de la infancia pero tenía un poder sobre él, siempre tan resuelto y decidido con los demás, que era digno de ser estudiado, analizado, embotellado y patentado. De todos modos Leo jamás le pedía nada y su estomago comenzaba a reclamar alimentos.

Dejaremos el ayuno para cuando me haga practicante

En 20 minutos se encontraba llamando al telefonillo de su mejor amigo, en una finca de principios de siglo remodelada hacía un par de años.

Llegas tarde.

Abre, capullo. – gruñó.

Leonardo le tenía preparado un desayuno que ya quisieran los hoteles de cinco estrellas.

Estás perdonado – le dijo con la boca llena de la inusitada mezcla de cereales smacks y crepes de chocolate.

Leonardo le miraba entre divertido y preocupado. Respiró hondo y se preparó para pedirle a su amigo el favor del año. Sabía que no le iba a hacer ni pizca de gracia. Lo sabía. Pero no tenía más remedio; después de todo Luis era el único ser vivo capaz de controlar a Eliza; o al menos de aguantarla. Y él no tenía tiempo, tenía que terminar de documentarse para la exposición de gastronomía extremeña de la Edad Media.

Leo era lo que conocemos comúnmente por un culo inquieto. Había estudiado un poco de casi todas las carreras que se ofrecían en la ciudad; era como una esponja, lo absorbía todo, y luego en su cabeza forjaba ideas, para otros descabelladas, que en sus manos resultaban finalmente de lo más "chic". O algo así decía el articulo que salió en el dominical de hacia 3 semanas que hizo comprar a todos sus amigos en el que le dedicaban página y media.

Es Eliza . – Soltó a bocajarro.

¿Eliza? ¿Qué pasa con Eliza? – Se atragantó Luis.

Viene a pasar una semana a la ciudad. Sabes que no tiene a nadie aquí, y sabes mejor que nadie que esta semana es crítica, no puedo dedicarle un minuto. – Le dijo acercándole la jarra de zumo de naranja recién exprimido.

Luis cerró los ojos. Vio a una niña pecosa e impertinente diciéndoles "llevadme con vosotros a la feria" y ante su negativa gritando "¡Mamá! Leo y Luis se han saltado las clases hoy". "Quiero ir al cine" y cuando ellos le dijeron que habían quedado con otros amigos…"¡Mamá! ¡Leo y Luis han quedado con dos guarras de la ciudad!". "Quiero dar un paseo en la moto", "Eres muy pequeña Eliza", "Si no me llevas le diré a mi madre que emborrachaste a Leo el viernes pasado".

Volvió a abrir los ojos y se encontró los de Leonardo clavados en su cara. No podía decirle que no pero ya hacía tiempo que había conseguido desligarse de todo lo que le recordaba al pueblo y aunque aguantar a Eliza unos días podía ser exasperante lo que más miedo le daba era afrontar sus recuerdos del pasado. Sacudió la cabeza quitándose los recuerdos de golpe y antes de que su amigo interpretase el gesto como una negativa musitó:

De acuerdo… ¿Cuándo viene?

Mucho más tranquilo, el joven cocinero pasó a dar un detallado informe sobre lo que pretendía Eliza en la ciudad.

Dos días después Luis se encontró a sí mismo tratando de imaginarse a una Eliza adulta. ¿Cuántos años debía tener ahora? Si cuando ellos tenían 15 ella tenia 8 ahora debía rondar los 25. Hacía más de 10 años que no la veía y la última imagen de ella que tenía era la de una pelirroja con aparatos que comenzaba a maquillarse a escondidas de sus padres para tapar sus numerosas pecas.

Por favor – suplicó en silencio – que me deje algún minuto de tranquilidad .

La recordaba muy habladora y exigente. Había utilizado la mayor parte de las últimas 48 horas para relajarse. Había dejado de lado su novela y mintió a su editor esa misma mañana al decirle que tenía la cabeza llena de ideas y la historia en plena acción.

Una multitud de gente se acercaba arrastrando maletas con ruedas y buscando la mirada en dirección a Luis; él, a su vez, hizo otro tanto al contrario, pero no veía a la muchacha por ningún lado. De pronto alguien le tocó el hombro y se encontró frente a frente con una sonrisa cansada.

Hola, cuánto tiempo – Al mismo tiempo que se inclinaba hacia el a besarle en las mejillas.

Un momento, un momento , - pensó Luis – ¿Eliza?

Sus ojos le mostraban a una bonita chica de melena corta y lisa de un pelirrojo oscuro, rostro pálido y cansado, con unos ojos grandes de un marrón oscuro que hacía recordar una tableta de chocolate que parecían esconder una gran tristeza. De pronto se olvidó de la inquieta y frívola niña y se encontró con una mujer que parecía haber vivido más de lo que le correspondía.

Hola Eliza – la voz le salió falsamente alegre, se sintió pillado en falta tras guardar unos segundos de incómodo silencio.

Muchas gracias por ofrecerte a ayudarme estos días, creo que sin ti iba a estar perdida – Luis se sintió culpable por haber accedido a ayudarle solo tras un chantaje estomacal.

No tiene importancia, estaré encantado de ser tu guía turístico, la lástima es que llevo dos inviernos sin paraguas y no sé si podrás seguirme

Habían roto el hielo y todo pareció mucho más fácil desde ese momento. Fueron a dejar la maleta al piso de Leonardo (Luis tenía una llave que para tal fin le había dejado su amigo). Y una vez acomodadas las pocas ropas que había traído la joven, salieron dispuestos a aprovechar el día a tope. Eliza parecía llena de energía y él se alegro al pensar que su imaginación se había desbordado al recibirla, simplemente estaba cansada, no triste.

La tarde fue divertida aunque en los planes de Eliza solo entrase comprar, comprar y comprar en los Centro Comerciales de la gran ciudad. Hicieron un alto para merendar en una hamburguesería llena de quinceañeros, y Luis se complació en regalarle un muñequito desmontable que regalaban con el menú para niños, y más aún al ver como éste no acababa olvidado en la bandeja o tirado en algún cubo de basura, sino en el bolso que llevaba en bandolera la chica. Hablaron sin cesar y Luis se sorprendió a sí mismo cantándole el argumento de su próxima novela y revelándole que se había estancado por falta de datos. Ella le animó y le dijo que precisamente ella estaba deseando conocer la biblioteca del centro histórico, pues según tenía entendido era una maravilla arquitectónica, así que con un poco de suerte podía encontrar información detallada sobre los piratas de las islas del mediterráneo a lo largo de los tiempos.

¿Dónde estaba esa Eliza caprichosa como la que, de joven, se auto-implantó una z en su nombre con aires de grandeza? No tenía claro si ella siempre había sido así y él había actuado como un adolescente creído al ignorarla y tratarla como una cría o algo había sucedido para convertirla en esa criatura dulce, perspicaz y divertida con la que se estaba divirtiendo como hacía tiempo que no lo hacía.

Una vez en la biblioteca y aprovechando la poca gente que quedaba a esas alturas de la tarde se separaron, ella para curiosear a su antojo cada rincón y él para buscar documentación para su trabajo. El ambiente era relajado, se oía alguna risa proveniente de un par de mesas con estudiantes pero en general reinaba un recogedor silencio. Cuando Luis dio con un libro que podía servirle de ayuda y fue a cogerlo notó como una fuerza se lo arrebataba hacia otro lado; lo soltó entre sorprendido y asustado, pero no tardó en sonreír al ver por hueco dejado por el libro unos ojos conocidos que le hacían un guiño, siguió la estantería hasta llegar al pasillo y se encontró con Eliza que le tendía alegre el libro. Él sintió un vuelco en el corazón, y se ordenó a sí mismo serenidad.

Salieron de la biblioteca y ella le preguntó por algún lugar agradable para cenar, esperando que él se ofreciese a llevarla pero él le dejó las indicaciones y dándole un beso rápido en la mejilla le dijo que tenía que irse.

Al llegar a casa se acusó de cobarde, pero metiéndose en la ducha se pidió control. Lo que menos necesitaba ahora era líos con ninguna mujer. Y menos con Eliza. Se sintió culpable el resto de la noche por haberla dejado tirada así, y aunque sabía que Leo no se lo tiraría en cara, él mismo se sintió en deuda. A altas horas de la madrugada consiguió concentrarse en el libro que habían sacado de la biblioteca y al menos le sirvió de bastante provecho

A la mañana siguiente llamó a casa de su amigo sabiendo que le contestaría su hermana. Lo raro fue que no fue así.

Dime corsario, ¿qué tal la noche? – contestó Leo, que sin duda había visto su número en el teléfono.

¿Qué haces en casa? – inquirió sin saludar Luis.

Limpiar las cortinas, - contestó con voz irónica – me ha sentado mal algo y estoy en cama. Parece que tenía ganas de probar las dotes de enfermera de mi hermana, la he tenido toda la noche cuidándome, a falta de un plan mejor.

Sintió un nuevo vuelco en su interior pero esta vez en el estómago y se asemejaba bastante a un ataque de culpabilidad.

Deja de aprovecharte de tu hermana, cretino, y llama al médico. Pasaré en un rato a por ella, si no tiene nada mejor que hacer.

Y así fue. En media hora aparecía por la puerta del caro piso de su amigo, y nada mas ver los cansados ojos de Eliza sintió derrumbar todo el muro de fortaleza que había estado construyéndose la pasada noche.

¿Puedo recompensar tu noche en vela de alguna manera?

Mmm… podrías hacerme pasar otra noche en vela – ante la cara de aturullo del chico, ella sonrió - ¿Por qué no me enseñas las zonas de marcha?

No sé si estoy ya para estos trotes pero de alguna forma te he de compensar.

Pasaron otro estupendo día, con plan turístico que incluía fotos en los monumentos más conocidos de la ciudad. "Un poco más atrás… un poco más atrás… solo un poco más" ¡¡¡Plaf!!! Se chocó contra un abuelote sentado en el banco de delante de la fuente del Ayuntamiento.

¡Te voy a dar yo a ti un poco mas atrás!- salió corriendo tras Luis

Fueron a comer a un restaurante italiano de moda en la ciudad en el que podías servirte de lo que quisieras dentro de una gran variedad de pastas y ensaladas.

Sorpréndeme – sonrió Eliza tras sus pecas sentándose a esperarle.

Desde la cola del buffet Luis saludó con la mano a una Eliza que parecía ausente. Al volver junto a ella por detrás suyo le vio una nota de dolor en los ojos que le hizo recordar su primera impresión. Charlaron animadamente y ella le comentó que podrían volver a la biblioteca a buscarle información al enfermito. Después de comer, dando un paseo con la agradable luz del otoño por las tardes se acercaron otra vez a la biblioteca y tras separarse de nuevo, Luis esperaba ver una sonrisa tras cada libro que sacaba.

Cuando finalmente se encontraron a la salida de la biblioteca, cuando apagaron las luces, Luis le tendió un libro a Eliza sobre la arquitectura de la ciudad, pues había descubierto en esos dos días que Eliza era un chica inteligente y sensible interesada por el arte.

Decidieron ir a cenar junto a Leo, quien les agradeció que se ocuparan "de un moribundo en sus últimas horas". Entre risas prepararon algunos platos con parte de la cantidad de ingredientes que encontraron en la cocina. Pusieron la mesa en la salita de estar y bromearon sobre la "ultima cena".

¿Me acercas la sal maldón, tete?

No puedo estirar el brazo, me duele el estomago – gimió con voz dolorida Leonardo.

No seas maleducado friegaplatos de tres al cuarto – le regañó Luis y le acercó la sal a su amiga.

Y sin venir a cuento, la cara se le ensombreció a la joven.

Eres tan distinto a tu hermano

Se hizo el silencio absoluto – parecía que los perros que estaba discutiendo hace unos segundos se había callado por arte de gracia, la televisión enmudeció y Leonardo tragó saliva. Nadie mencionaba jamás al hermano de Luis, ni a su hermano ni a sus padres.

Años atrás, en el pueblo cuando aún vivía la familia juntos, hubo una terrible discusión en la familia, según habían deducido con el tiempo, se oyeron gritos en la casa una trágica noche y Cisco, el hermano de Luis mató a su padre con un cuchillo de cocina, delante de su hermano pequeño y de su madre, quien no pudo resistir el shock y cayó inconsciente en el suelo. El adolescente Luis, con los ojos abiertos como platos y sin poder emitir un sonido huyó de casa y se dirigió a casa de su mejor amigo, arrastró consigo al padre de este y lo llevo hasta su casa. El resto parecía confuso en su cabeza. Solo recordaba las investigaciones, el juicio a su hermano y cuando meses después sin poder superarlo murió su madre, no recordaba la versión oficial, porque el sabia que murió de pena. Después de eso vendió las pertenencias del pueblo y se fue a la ciudad junto a Leonardo.

El silencio se prolongó un par d minutos más hasta que Eliza con dos lagrimas surcándole la cara, haciendo camino hacia su barbilla dijo en un susurro.

Lo siento.

No pasa na - no consiguió acabar la frase parecía que su garganta se negaba a hablar de ello.

Yo confié en él – cuatro ojos se clavaron en su cara – Hace 3 años le dieron la libertad condicional a tu hermano, se había estado portando bien en la cárcel y pudo beneficiarse de unos cambios en el reglamento o no sé muy bien el qué. Me lo encontré en el pueblo, cerca del cementerio un día y lo reconocí, nos reconocimos. Se me acercó y me pidió que no me asustase, me dio su versión de los hechos, me pareció sincero y después de todo vosotros me habías abandonado hacia tiempo en el pueblo. Fui una tonta pero confié en el. Al cabo de poco tiempo, sin que lo supiesen los papás comencé a salir con él. Le costó tiempo ganarse la confianza de la gente del pueblo, seguramente no la terminó de ganar del todo pero las cosas mejoraron como para admitir abiertamente que estábamos juntos – A esas alturas de relato Luis sentía su corazón palpitar mas rápido que nunca y a la vez lo notaba como si lo tuviese a trocitos. – No hay mucho más que decir, la verdad es que me dio muy mala vida - No pudo acabar pues tenía un nudo en la garganta y el rostro inundado en lágrimas.

Leonardo salió al balcón furioso. Furioso por haber dejado a su hermana y no preocuparse por ella. Luis se levantó, dio un paso hacia la puerta, se giró y agachándose hacia Eliza le aparto las manos de la cara y bebió sus lágrimas amargas.

La acerco a su pecho y la medió hasta que dejo de hipar y alzó su mirada triste y cansada de la mala vida cruzándola con los ojos profundos, comprensivos y llenos de amor que le prometían cuidarle como debía haber hecho desde hacia años.

Aún tengo mi vieja moto

Este sería el final de la historia si no fuese porque Luis con el corazón oprimido no se estuviese preguntando que si Eliza había estado los últimos 6 meses con su hermano quien era el tipo a quien había atropellado "accidentalmente" a la salida de la cárcel 7 meses atrás cuando acudió a la llamada de su hermano mayor para hablar con motivo de su salida de prisión

© Lucía Misterio - 2005.