Enfermera para todo. la finca.

Me llevo a la enfermera a la finca de mi padre, donde organizamos una fiesta de cumpleaños, allí podremos descubrir la viciosa que lleva dentro.

ENFERMERA PARA TODO. LA FINCA.

El viernes llegó rápido, a la 15:15 estaba en el portal de Mercedes y me esperaba en la puerta, tenia una maleta en su mano, era mediados de mayo y en Madrid los termómetros llegaban a 30 grados, ella vestía muy sexy para ir al campo, llevaba una minifalda blanca no muy ajustada y una camisa negra con volantes, abrí el maletero del coche, dejo su maleta y se subió delante.

M.- Hola Javier.

J.- Hola ¿que tal?.

M.- Bien.

J.- Venga vámonos.

M.- ¿Y tus amigos?

J.- Ellos van luego.

Durante el trayecto la conversación era fluida, habíamos conectado bastante bien, en el primer silencio quise dejarle claro a que venia a la finca el fin de semana.

J.- El martes cuando subiste a casa, el cornudo de tu marido, ¿te pregunto donde habías perdido el tanga?

M.- No, no se entero, por suerte me fui rápido a la ducha y no sospecho nada.

J.- Este fin de semana tampoco usarás ropa interior, así que si llevas algo debajo de la ropa ya te lo puedes quitar.

Mercedes me miro pensando que era broma, pero al ver mi cara desabrocho su camisa y saco su sujetador, después metió sus manos bajo la falda y se quito unas bragas blancas de encaje.

J.- Déjalo ahí atrás.

Miré a Mercedes con deseo, la camisa de volantes no era transparente, pero dejaba intuir unos pezones enormes y muy oscuros, estaban completamente erizados, y dije:

J.- Desabróchate otro botón.

Mercedes quedó con la camisa muy escotada, dejaba ver su canalillo. Llegamos al pueblo y paré en el primer bar que había.

M.- ¿Esta es la finca?

J.- No, es el bar donde estará el guardés, no tengo llaves llevo años sin venir por aquí. Bájate conmigo.

Entramos en el bar, era el típico asador segoviano, con paredes de piedra, una barra grande y de madera, una puerta donde había un comedor, y al fondo 4 mesas ocupadas por hombres entre los 50 y 80 años que jugaban al domino y a las cartas. Como en la mayoría de los pueblos todos los ojos se dirigieron a nosotros, en especial a Mercedes, que con esa camisa se adivinaban todas sus tetas y por allí las mujeres no vestían así, tras devorarla con la mirada el camarero dijo:

.- Buenas tardes, ¿que van a tomar los señores?

J.- Buenas tardes, quería saber si está por aquí el Chato.

El Chato era el guardés de la finca, siempre trabajó para nosotros desde los 16 años, le recuerdo siempre liado con los caballos y el campo, presumía de beber y fumar y no conocer un médico. Era alto y delgado muy moreno de piel y con una nariz grande, por eso el mote del Chato, el camarero me miró fijamente y dijo.

.- Yo te conozco, ¿eres de aquí?

J.- Si, pero llevo tiempo fuera.

.- El Chato esta en aquella mesa.

Cogí de la mano a Mercedes y nos dirigimos a la mesa, pude reconocer al Chato de espaldas, esa voz eran inconfundible y dije.

J.- Chato.

El hombre se giró y al verme, sus ojos se llenaron de lágrimas, se levantó de la mesa y me dió un fuerte abrazo y dijo:

Ch.- Que ganas tenía de verle, cuanto me alegro que vuelva por el pueblo.

J.-Gracias Chato, vendré más a menudo.

El Chato miro a Mercedes, alucinó con su indumentaria, clavo sus ojos en esos pezones oscuros, que se adivinaban bajo la camisa, y dijo.

Ch.- ¿Es su novia?

J. - No, es una amiga que ha venido a pasar el fin de semana a la finca.

Ch.- ¿Han comido?

J.- No, aún no.

Ch.- Vamos a casa y preparó algo.

J.-No te preocupes, terminar la partida, comeremos algo aquí y luego nos vamos.

Nos sentamos en la mesa de al lado del Chato, ellos  jugaban al dominó pero no perdían detalle de Mercedes, nos pusieron vino en cantidad, buen queso y embutidos, mas una carne buenísima, Mercedes y yo hablábamos de nuestras cosas, le conté anécdotas de mi infancia donde aparecía el Chato, nos pusieron café y copa, en ese momento la conversación entre nosotros se calentó y tras ver que los vecinos de mesa no dejaban de mirar, dije:

J.- Quiero que abras tus piernas, que vean tu coño esos tipos.

Mercedes muy obediente, movió su silla y abrió sus piernas, yo no podía ver su coño pero si las caras de los lugareños.

Me levanté, cogí de la mano a Mercedes y tome una silla, pedí que hicieran un hueco entre el Chato y otro tipo que rondaba los 70 años y dije:

J.- Cuidarla bien, voy al baño.

El Chato me miró con una sonrisa pícara y respondió.

Ch.- Siempre fue el mejor Javier, nunca tuvo nada suyo.

Le devolví la sonrisa y mirando a Mercedes y le dije al oido:

J.- .Pórtate bien con mis amigos, hace mucho que no ven algo así.

Fui al baño y tras un rato mi intención era ir hacia la mesa, pero cuando vi que el tipo de 70 años, tenía la mano bajo la blusa de Mercedes  y el Chato buscaba bajo su falda, les deje un rato más mientras fui a la barra a pagar la cuenta.

El camarero y el resto de los clientes miraban alucinados, ya los botones de la camisa estaban desabrochados y sus tetas a la vista de todos, el camarero declinó cobrarme las comidas y dijo.

.- No le cobro, primero porque trayendo mujeres así, esta es su casa y segundo por ser hijo del Coronel.

J.- Gracias, a partir de ahora vendré mas por aquí.

Me acerqué a la mesa, Mercedes estaba espatarrada y con los ojos cerrados, mientras aquellos hombres la sobaban a su antojo, los otros dos miembros de la mesa sólo miraban y dije rompiendo la situación.

J.- ¿Te gusta Chato?

Ch.- Si Javier, mucho.

J.- Vámonos tengo ganas de llegar a la finca, ¿has venido andando?

Ch.- Si.

J.- Pues vente con nosotros.

Nos despedimos de los allí presentes, Mercedes intento colocar su ropa dentro de lo posible, salimos, Mercedes se subió en el asiento trasero y el guardés de copiloto. Le pregunté:

J.- ¿Que te parece Mercedes?

Ch.- Una mujer de bandera, lo único que a mi me habían contado, que las de Madrid no tenían ya pelo hay abajo.

Sonreí ante el comentario y Mercedes se puso colorada, le dije:

J.- ¿A ver que lo vea yo?

Mercedes abrió sus piernas, mientras coloqué el espejo retrovisor para ver su coño. Se adivinaba una vagina con los labios gorditos que tenía el bello púbico arreglado.

J.- Si la quieres afeitada, ahora lo solucionamos en la finca.

El Chato riendo me dio un golpe en el hombro.

Llegamos a la puerta y el Chato se bajo a abrir el enorme portón, tras unos kilómetros por la finca llegamos a la casa. El nos cogió las maletas y pasamos dentro, el tiempo no había pasado por alli estaba todo igual, Mercedes miraba alucinada el casoplon que tenía allí mi padre y el Chato pregunto:

Ch.- Que habitación les preparó señor Javier.

J.- Una de matrimonio, Mercedes y yo dormiremos juntos.

Ch.- Perfecto, les dejo sus maletas en la habitación principal.

Mercedes me sonrió y agradeció el gesto, se acercó a mí y me dijo:

M.- Que casa tan bonita.

J.- Si que lo es.

En esto volvió el Chato y me dijo:

Ch.- La piscina está limpia y hace una tarde muy buena, también puedo prepararles un caballo.

J. Iremos a la piscina.

M.- Yo no he traído bikini, no sabía que había piscina.

J.- Bueno pues iras desnuda, o con bragas y sujetador.

Mercedes avergonzada, miró al suelo.

J.- Por cierto Chato, ¿tu aún te afeitas con navaja?

Ch.- Si claro, esas cuchillas que venden son una mierda.

J.- Ve a por los utensilios, Mercedes necesita un arreglito en el coño. No quiero que le quede ni un pelo.

El Chato se marcho del salón, cogi de la mano a Mercedes, la lleve hasta la mesa grande, metí mis manos bajo sus axilas y la levante hasta hacerla sentar en la mesa.

J.- Túmbate hacia atrás.

Mercedes se tumbó y dejó su espalda apoyada en la mesa, yo comencé a besar su boca, mientras desabrochaba los botones de su camisa, cuando tuve sus tetas a mi disposición, empecé a pellizcar sus pezones, mientras el Chato subió la minifalda de Mercedes hasta su ombligo, dejando ver todo su coño al guardés, este hizo abrir las piernas de la enfermera y comenzó a dar espuma sobre su vagina, después con su navaja afeitaba los pelos del coño de Mercedes, cada vez que oia el movimiento de esa navaja en su coño, ella se excitaba y yo más aún.

Una vez que él Chato había terminado su faena me dirigí a él:

J.- ¿Cuanto llevas sin follar?

Ch.- Mucho Javier. Se reiría de mi si lo supiera.

Saqué de mi bolsillo un condón y se lo entregué al Chato.

Este se lo puso con dificultad, por la falta de costumbre, antes de follarla el guardés se agacho y empezo a lamer el coño de Mercedes, yo un metro más arriba lamía sus pezones, de sus tetas iba a su boca, y nuestras lenguas se entrelazaban, la enfermera estaba muerta de gusto con dos hombres para ella, saque mi polla y la puse a la altura de su cara, la enfermera se giro sobre la mesa y empezó a chuparla con deseo, el Chato cogió su polla y la coloco en el coño de la enfermera y se la fue metiendo poco a poco, note como Mercedes aprovechaba como su cuerpo se movía con las envestidas del Chato, para mover su boca a la vez y hacerme una mamada espectacular, la cogí de la nuca y apreté su boca con dureza contra mi polla, sus ojos se habrieron más aun, e intento seguír mamando, mientras recibía las duras embestidas del Chato, tras un gruñido enorme del guardes me di cuenta que este se había corrido, era cierto que llevaba mucho sin follar porque apenas duro 3 minutos, a mi me vinieron unas ganas enormes de correrme en aquella boca, pero lo quise dejar para mas tarde, le retire mi polla y la dejamos allí sobre la mesa, con un calentón enorme al no haber podido correrse por la rapidez del guardes.

El Chato me miró agradecido mientras se retiraba el preservativo, una vez tenía el condón en las manos, el guardés derramó el contenido del preservativo en el ombligo y coño de Mercedes, después escondio su polla cada vez mas flacida, y se empezó a vestir. Mientras yo le di un clinex a Mercedes, para que se limpiara la enorme corrida que tenía en su tripa, bajando ya hacia su coño, unos segundos después la tome de la mano, bajó de la mesa y dije:

J.- Chato prepara un caballo, vamos a salir.

CONTINUARÁ.......