Enculando a melissa
La corrupción de Melissa a iniciado y no se detendrá. Su cuerpo y su alma serán el escenario de todas mis perversiones. Aquí comienzan sus desventuras como puta, esclava y enamorada.
Enculando a melissa
Esa noche la esperé en la ducha. Mientras el agua caliente bajaba por mi cuerpo tenso, me hacía la paja imaginándome como un protagonista de cualquier película de Marc Dorcel.
Al entrar Melissa al apartamento encontró una nota que le corroboró su destino: ser la perra que obedece todos mis deseos.
-"Quítate esa ropa y ponte lo que está tirado en el piso. Te espero en el baño. Entra gateando." decía el papel en tono impositivo.
(Advertencia: si quiere hacerl@ suy@ sin restricciones, no titubee, sea firme y categóric@ con lo que quiere que haga. No pregunte, por ningún motivo; un@ esclav@ sexual no merece nuestra duda).
Unas panty medias negras transparentes, burda y premeditadamente rotas para dejar al descubierto su chocha y su culo, se complementaban con unos tacones de esos de actriz porno: 15 cm de tacon y como 3 de plataforma. Así llegó al baño; como se lo ordené, obediente y dócil gateo hasta la regadera. La recibí con una bofetada mientras el agua ya la empezaba a mojar. Pude escoger otro baño pero ese era perfecto: pequeño e incómodo; Melissa, mi puta personal, estaría atrapada sin comodidad alguna.
Embutí mi verga ya durísima en su boca, de un solo empujón. La puta seguía a allá abajo, en cuatro, yo le alzaba la cara del mentón bruscamente para que el agua le cayera en el rostro mientras me la mamaba, se ahogaba. La tuve así un buen tiempo, mamando y nalgueándola con vigor. El azote manual ya empezaba a dejarle roja la piel de su delicioso y vulgar culo.
Pegué en la pared el acostumbrador anal de chupa, justo al la altura de su culo y le ordené que se abriera las nalgas y las empujara hacia atrás. Lenta e incomodamente la gruesa goma penetró su ojete. Liberé momentáneamente su boca de mi verga para oir sus gemidos de perra.
El agua le caía sobre la espalda y se le resbalaba por sus pequeñas y duras tetas, yo bajaba la mano y le retorcía los pezones con fuerza.
-“Date la vuelta gran puta, quiero ver como va tu puerco culo”, le ordené.
Melissa intento pararse para darse la vuelta pero jalándola del pelo la devolví a su posición natural: en cuatro. La puse a lamer la pared mientras le metía el dedo gordo de mi pie en su cuca; cuando empecé a notar que lo disfrutaba deje de hacerlo. Le empujé varias veces el tapón del culo y finalmente se lo saque lentamente para que sintiera todo lo que tenía adentro. El ojo del culo estaba listo: rojo y dilatado. Le ordené que se metiera un dedo mientras seguia lengüeteando la pared.
- “Puedes pararte perra, pero sin voltear a mirarme. Pega bien esas putas tetas a la pared y abre al máximo tus piernas”
Me tumbé al piso, boca arriba, seguía haciéndome la paja. El agua ahora caía sobre mi cuerpo, desde abajo y con mi mano libre le apretaba uno de sus tobillos -justo el que lleva la esclava que le di como símbolo de mi posesión sobre ella-; melissa hacía esfuerzos por no resbalar, los altos tacones y el piso mojado no la dejaban tener equilibrio. Le exigí que empezara a bajar lentamente, sacando el culo, justo sobre mi verga dura. La muy puta intentaba desesperada como rasguñar la pared mojada con sus largas uñas para no caerse hacia atrás. Yo le apunte directo a su ojete con mi glande rojo e inflamado.
Finalmente sucedio lo que yo quería: perdio el equilibrio, el peso del culo le ganó y se me vino encima, yo aproveché la caída y hasta las güevas se lo meti. Chilló como una condenada e intentó liberarse.
- “Quieta malparida” le grite y la apreté de la cintura hacia abajo para mantenerla enculada.
Lo que siguió fue una fiesta para mi y un sufrimiento para su culo. Un sube y baja infernal y casi eterno en el que sentía que la piel de mi verga se despellejaba con cada penetración. Los gritos desesperados de Melissa contrastaban con la deliciosa sensación que sentían mis manos al tocar sus medias veladas empapadas y sus empeines muy arqueados.
- “ahh empiezas a gozar zorra asquerosa?” le dije, y entonces me la quite de encima tirándola hacia una lado, quedo en el piso sentada de medio lado sobre sus piernas, como se sientan las sirvientas en la cama. Cerré la llave del agua, volví a tomarla del mentón para que mirara a su amo y le descargué toda mi leche en su cara de puta. Le restregué el sobrante de semen en su cuello y me fui a dormir.
Por: KGB