Encúlame mi niño

Dame por el culo, me dijo la hermana de mi padre, en su propia casa, sin importarle que su marido estuviera en la habitación de al lado.

Encúlame mi niño.

Mis primos no se daban cuenta de nada. Ni se enteraban que su mamá, mientras yo los visitaba, aprovechaba cualquier oportunidad para tocarme la verga, o para dejar que yo le manoseara las nalgas y las tetas.

Si teníamos algún momento solos, cosa que casi nunca sucedía, yo aprovechaba para dejar al descubierto sus chiches y lamérselas, mientras ella metía mi mano en mi pantalón para agarrarme la verga y subir y bajar su mano en ella, haciéndome una paja. Me costaba no correrme, porque sentir su mano tibia en mi palo y estar mamándole esos melones carnosos me ponía apunto de terminar y yo sabía que no debía hacerlo, porque en cualquier momento podría llegar mi prima, mi primo o su esposo.

Una vez mi tía, que es hermana de mi padre, traía un pantalón deportivo y me atreví a meter mi mano en su raja. Nos habíamos estado besando y ella tenía totalmente mojada la pucha. Dos de mis dedos entraron en su pepa; sentí cómo se hundían fácilmente en su humedad, mientras yo oía sus jadeos. En eso estábamos cuando, de repente, escuchamos que llegaba alguien. Nos separamos bruscamente y acomodamos nuestra ropa lo mejor que pudimos. Era mi prima de quince años. Nos miró y comenzó a contarnos de la escuela. Preguntó por su hermano, y mi tía le dijo que él se estaba bañando y que yo esperaba mientras tanto, porque saldríamos al cine mi primo, algunos amigos y yo. No pude contenerme y mientras mi prima hablaba, comencé a oler los dedos con los que, hasta unos momentos antes, yo había estado penetrando a mi tía. El aroma me excitó y muy disimuladamente comencé a chupar mi dedo índice, que aún tenía algo de los jugos de mi la hermana de mi padre. Mi tía se dio cuenta de lo que yo hacía y vi las ganas enormes que tenía de coger. Dijo que debía hacer algo en su cuarto y se despidió de mí con un beso en la mejilla, mientras arrimaba sus tetas a mi cuerpo. Por supuesto que yo sabía que ella a lo que iba era a meterse el dedo y acabar.

-Soy una puta caliente y me gusta que me den verga.

Eso me decía ella, cada vez aprovechamos los instantes en que ni mi tío ni mis primos estaban en casa. Eso decía y sin embargo nunca había dejado que me la cogiera, hasta una vez en que ya no pudo contenerse más. Aquella primera ocasión no nos importó que mi tío durmiera en su habitación y nosotros comenzamos a calentarnos.

Llegué a su casa con el pretexto de esperar a mi primo Alfredo, quien igual que yo tiene catorce años. La hermana de mi padre platicaba con mi tío en la cocina. Después de un rato, él dijo que se sentía cansado e iría a dormir. Se despidió y salió. Apenas iba subiendo las escaleras, cuando ya mi tía me tenía tomada la verga y yo le tocaba las chiches metiendo mi mano entre su vestido. Una de sus tetas pronto estuvo afuera y yo comencé a pasearle la lengua desde abajo, llenándole de saliva ese carnoso pecho, mientras veía como se ponían cada vez más duros sus ricos pezones.

-Espera –me dijo-.

Salió para ver si mi tío estaba acostado ya y mientras tanto yo me masajeaba la verga fuera del pantalón, totalmente excitado en espera de que volviera. Regresó después de un rato para decirme que él estaba acostado y que ya dormía.

Nos besamos llenándonos mutuamente con nuestra saliva y ella metía su lengua en mi boca, paseándola con mucha lujuria, mientras yo comenzaba a apretarle las nalgas y a atraerla hacia mí. Ella llevaba vestido y yo se lo estaba manchando con los flujos de mi verga, pues movía mi pito hacia delante y lo tallaba contra la tela de su ropa. Le di la vuelta para poder mirarle el culo. Ella recargó sus manos en la estufa y estaba un poco inclinada hacia al frente. Le levanté el vestido y me agaché para quedar ante sus enormes nalgas. Un instante quede así, mordiendo sus nalgas y después me levanté para sacarle el vestido. Ya únicamente llevaba las bragas. Cuando subió a ver si mi tío dormía, se había quitado el sostén.

-Quítame las pantis y mámame el culo –me dijo ya fuera de sí por la excitación.

Me puse frente a su cueva para olerla. Esos olores del culo de mi tía son para volver loco a cualquiera y lo único que yo deseaba era meterle la verga. Se agachó aún más y comencé a buscarle el hoyo con la lengua. Le separaba sus grandes nalgas y metía a más no poder mi lengua, lubricándoselo todo con mi saliva, mientras por delante dos de mis dedos le abrían la pucha y le rozaban los labios. Ella gemía.

-Ay Marcos –decía- vas a hacer que tu tía se chorree. Huy que rico, nadie antes me había comido el culo. Chúpamelo así cabrón. Mámamelo todo. Cómetelo hasta que oigas que tu tía grite como una puta sin importarle que arriba duerma su marido.

Yo era el primero que le comía el culo; a sus treinta y nueve años, nadie le había chupado ese hoyito tan rico, ni siquiera mi tío. Y por supuesto nadie le había dejado ir la verga por ahí.

Mi palo estaba a todo y comencé a pasearlo por sus nalgas, ella sentía cómo la rozaba con la cabeza de mi pito y eso, al igual que a mí, la tenía a instantes de estallar. Coloqué la punta en su hoyo y estaba a punto de empujar, y entonces me dijo que esperara. Pensé que se arrepentiría, pero no fue así.

-Ven, vamos arriba.

Me tomó de la mano y subimos. No nos importó dejar la ropa tirada en a cocina, era mucho lo caliente que estábamos y no deseábamos otra cosa, sino coger.

Pasamos frente al cuarto de mi tío y se cercioró de que él dormía con la televisión encendida. Ella tenía llaves de los otros cuartos y abrió el de de mi prima. Saber que me tiraría a la puta de mi tía en el cuarto de al lado, de donde dormía su marido, era para ponerme tan caliente como nunca lo había estado.

La hermana de mi papá estaba desnuda y caliente frente a mí y sin esperar más se puso en cuatro sobre la cama de mi prima.

-Encúlame mi niño, anda, reviéntale el hoyo a tu tía. Cógeme por detrás para que no me pueda sentar mañana. Chíngame hasta que me arda el culo.

Ni siquiera tuve que ponerle algo para lubricar, porque los chorros de su pepa le tenían también lubricado el ano. Me puse detrás de ella y sin esperar más le dejé ir la verga hasta el fondo de su culo. Mi tía tuvo que aguantar un grito y volteaba a mirarme mientras yo arremetía con fuerza, mientras mis guevos se estrellaban contra sus nalgas cada vez que la penetraba. Me di cuenta que sentía dolor, pero también que estaba sintiendo un placer como nunca lo había tenido.

-Huy, qué bueno que seas tú el primero mi amor –decía- te estuve guardando este culo para que me hicieras tu mujer.

-Me encanta que seas tan puta tía y te voy a chorrear todo el culo con mi leche.

La cabalgaba dándole toda mi verga y mientras cogíamos, la nalgueaba y de cuando en cuando le atrapa esas chiches gordas que se bamboleaban mientras le reventaba el hoyo. Se escuchaba el ruido de mi pito entre su culo, sus jadeos y los míos, pero además yo podía escuchar la tv encendida y me imaginaba a mi tío que, mientras yo me tiraba a su mujer, él dormía sin enterarse.

-¡Qué dirían mis hijos si vieran a su madre coger contigo. Que dirían si supieran que su madre es una putona! – Decía ella mientras yo le encajaba una y otra vez la verga.

-¿Quisieras que nos vieran coger tus hijos… mis primos? ¿Eso te excita aún más?

-Sí –decía ella-. Huy, cómo quisiera que estuvieran aquí y se dieran cuenta de la puta que tienen por madre. Ellos entrarían y se quedarían sorprendidos, enojados, y yo me pondría aún más golfa y en lugar de avergonzarme, te pediría más verga papacito.

Oír ese deseo de boca de mi tía me encendió mucho más; estábamos muy calientes y a punto de chorrearnos.

Yo sentía lo apretado del culo de ella. Era su primera vez por el ano y el roce y la presión en mi pito eran para no poder aguantar.

-¡Dame tu leche ya mi amor. Córrete en el culo de tu tía. HUY, me arde. Qué rico mi vida. Qué rico te estás enculando a esta puerca en celo! - Casi gritaba y sus gemidos aumentaban.

Di un último empujón y sentí cómo salían de mi verga chorros de leche, mientras ella se corría también.

-El culo de tu tía está ahora lleno con la lechita de su sobrino preferido –dijo ella-.

Saqué mi verga y aún le salpiqué la espalda y otro chorro fue a caer en la sábana de mi prima.

Ella volteó y notó que había salpicado la cama.

-Huy –exclamó-, tengo que limpiar todo esto.

Y comenzó a lamer todo el esperma que había quedado regado sobre la sábana.

-Hum, qué rica lechita. Debo limpiar bien para que no se le vaya a antojar a la putita de tu prima.

Todavía con uno de sus dedos quitó algo de esperma de la punta de mi verga y comenzó a paseárselo por el coño y lo hundió en esa pepa que por su excitación estaba muy abierta. Cerró los ojos, se metió el dedo varias veces en la concha y después lo sacó y me lo ofreció. Lo hundí en mi boca y lo chupe deseoso. Después de eso nos besamos, sintiendo nuestros cuerpos, que no dejaban de estar muy calientes.

-Has hecho muy feliz a tu tía cabroncito – me decía mientras nos besábamos-. Pero mejor ahora nos despedimos.

Nos tocábamos y yo quería seguir cogiendo, pero ella me pidió que no comiera ansias y me despidió diciéndome:

-Desde ahora, mi amor, tienes a esta puta para ti solo y ya otro día habrá tiempo para mucho, mucho más.

Si alguna mujer desea escribirme, mi correo y mi Messenger son: leternidad@hotmail.com

Josué.