Enculado por un primerizo

Hay épocas en las que estoy como un perro en celo y necesito sexo homo. Esta vez encontré a un primerizo que nunca ha probado un culo... y no se le ha dado nada mal

En el sexo estoy abierto a todo, me encantan las mujeres, pero también me gusta mucho el sexo con hombres. No es que me atraigan, pero me da mucho morbo el sexo homosexual y las pollas… joder como me ponen las pollas. También me pone mucho que jueguen con mi culo, lo hago yo solo cuando me hago una paja algunas veces, metiéndome dildos, o también, si se da la circunstancia, me mola que me folle un buen macho.

Por épocas suele buscar sexo con hombres, sin compromiso, solo morbo, sexo y semen. Nada más. Para ello utilizo chats de contactos.

Hace un tiempo contacté con un tío casado que quería probar con otro tío, no tenía experiencia y le ponía el tema. Lo que quería probar era el roce de otro hombre, tocarle la polla, le molaría chupársela (aunque no sabía si se atrevería), y estaba dubitativo.

Me pilló en una semana muy cerdo, llevaba días fantaseando con hacerme algo con un tío, chateando por internet y rebuscando en contactos antiguos, pero nada. Solo pajas yo solo, alguna por cam viendo al otro… joder que calentones, cada vez a peor J.

Estuve chateando con el tío un buen rato, diciéndonos las cosas que nos haríamos, qué nos da morbo, cómo éramos… hasta que se decidió y quedamos.

Era un día por la tarde después de comer, yo no tenía nada especialmente importante en el trabajo, así que me podía escapar. Quedamos en vernos cerca de su casa para ver si seguíamos adelante o no.

Allí me fui, caliente como un perro. Llegué a la hora convenida y le pegué un toque por skype. Él estaba llegando ya.

Le vi acercarse, un hombre de unos 40 años, buena planta, de 1,80 más o menos (como yo), pelo corto y barba. Venía en vaqueros y camiseta de manga larga, no hacía frío. Me fijé en su paquete por si podía distinguir su tamaño (me había dicho unos 17 cm). Marcaba paquete, lo normal, pero hizo que me relamiese.

Yo en aquella época llevaba perilla. Yo iba en traje y corbata, y de lo cachondo que estaba tenía un cierto bulto en mi entrepierna (que venía también de estar tocándome la polla en el coche mientras venía de camino jeje).

Nos saludamos y nos estrechamos las manos:

  • Juan: Hola tío, ¿cómo estás?
  • Yo: Bien, y tu?
  • Juan: Bien, algo nervioso.
  • Yo: Claro, yo también lo estoy.
  • Juan: ¿sí?, pensé que con tu experiencia ya estarías acostumbrado.
  • Yo: No te creas, esto me sigue poniendo nervioso y (baje la voz) cachondo.

Y nos reímos del comentario.

Este tipo de situaciones son incómodas, pasas de chatear con un tío contándote guarradas que te gustan, o pidiéndole que te deje chuparle la polla, a encontrártelo en persona y nos volvemos todos tímidos. Supongo que es lo normal hasta que empiezan los magreos y nos quedamos desnudos, entonces todo fluye.

  • Yo: entonces, ¿te apetece probar conmigo?
  • Juan: Buff, tío, estoy muy nervioso.
  • Yo: lo entiendo. Si quieres nos vamos y empezamos, si ves que no te gusta o quieres parar, ok.
  • Juan: Vale, ven conmigo.

Y dicho esto, se puso a andar por donde había venido, yo fui andando a su lado. No dijimos nada en los siguientes minutos mientras cruzábamos una calle y nos metíamos entre unas casas, hasta que llegamos a un portal.

  • Juan: aquí es, dijo sacando unas llaves.

Era una casa normal, abrió y le seguí hasta un ascensor. Entramos y marcó el cuarto piso.

Yo estaba excitado, tenía la polla medio dura y aproveché para recolocármela. Esto no pasó desapercibido a Juan, que se quedó mirando mi paquete.

  • Yo: Lo siento, pero estoy muy excitado y la tengo medio dura desde hace un rato. ¿quieres comprobarlo?. Le dije.

Él me miró dubitativo mientras el ascensor subía, hasta que movió su mano hasta mi paquete y la puso encima. Notó mi dureza creciente.

  • Juan: tío, tienes la polla morcillona. No apartó la mano y empezó un leve movimiento.
  • Yo: sí, estoy muy cachondo, con ganas de guarrear.

Y dicho esto, fui yo el que extendió mi mano hasta tocarle su polla por encima del pantalón vaquero. No dijo nada, pero sí noté un leve respingo por su parte, no sé si de sorpresa o de excitación, pero me dejó hacer.

Así estuvimos unos segundos, con nuestras manos en el paquete del otro hasta que sonó el característico ruido de que el ascensor ha llegado a su piso y se van a abrir las puertas. Nos soltamos al unísono.

Se abrió la puerta, no había nadie en el pasillo. Juan salió y yo detrás, siguiéndole por el pasillo. Después de unos pasos giramos a la derecha y llegamos a una puerta. Sacó las llaves de nuevo y abrió. Entré detrás de él.

Me llevó hasta el salón.

  • Juan: tengo una hora o algo más como mucho, después tengo que salir a buscar a mi mujer.
  • Yo: claro, yo tampoco tengo más tiempo.
  • Juan: de acuerdo… por donde empezamos.

No le contesté, ya estaba bien de cháchara. Le volví a poner la mano en la polla, se la apreté y empecé a frotársela de nuevo.

  • Yo: ¿empezamos?
  • Juan: sí, tío, estoy nervioso, perdona.
  • Yo: no te preocupes, yo también. Déjame empezar a mí.

Me puse frente a él, le cogí el cinturón del pantalón y se lo desabroché. Dejó que le hiciese sin problemas. Se lo abrí y metí la mano dentro.

Tenía la polla ya bastante dura, y me gustó mucho tocársela y sentirla por encima del calzoncillo.

Juan estaba excitadísimo, se notaba. Yo también.

Le bajé los pantalones un poco y froté su polla con las dos manos, notando su dureza. Él me volvió a coger mi paquete, magreándomelo. Yo también estaba duro ya y repitió la misma operación que hice yo, desabrochándome el pantalón y dejando el calzoncillo al aire y magreándome la polla con la mano por encima de la tela.

En un par de minutos estábamos los dos preparados para desnudarnos, a mi no cabía ya la polla, y a él tampoco.

  • Yo: ¿nos ponemos cómodos?
  • Juan: sí tío

Yo me acerqué a la mesa del salón y me quité la chaqueta, la corbata, la camisa, el pantalón y, enseñándole mi culo velludo, me bajé los calzoncillos despacio para que me viese bien.

Me quedé totalmente desnudo, solo con los zapatos.

Me di la vuelta y él me estaba mirando. No se había movido de su sitio, no se había desnudado ni hecho nada, solo mirarme. No se había perdido nada de lo que yo había hecho, y ahora me miraba de arriba abajo, y me miraba la polla, alucinado creo.

Yo estaba muy empalmado ya. Tenía mis 18cm duros, mirándole.

Me acerqué a él:

  • Yo: ¿no te desnudas?, le pregunté.
  • Juan: sí, perdona. Menuda polla tienes. Es enorme.
  • Yo: ¿me la quieres tocar?, le dije inocentemente.

No dijo nada pero alargó la mano y empezó a pajearme, despacio, disfrutando del tacto suave de mi piel, sin prisa.

Me dejé hacer un rato, sin perder de vista su rabo. Al cabo de un rato, le bajé su calzoncillo liberando su polla, que saltó como un resorte hacia arriba.

Su polla no era muy grande, descapullada y de estas que apuntan hacia arriba. Quería chupársela. Y eso hice.

Me puse de rodillas y me la metí en la boca. Hasta el fondo. Quería sentir su dureza llenándome la boca, y también quería lamer su líquido precum que estaba soltando.

Empecé una mamada lenta, sin manos, solo boca, agarrándome a sus piernas. Apreté ligeramente mis labios para suavemente rozar su polla y sentir su piel en mis labios, su capullo en toda mi boca, en el fondo de mi garganta.

Juan estaba en la gloria, intentaba ahogar gemidos, pero no podía, se le escapaban. No parecía que me fuese a durar mucho.

Aproveché para hacer una parada. Me saqué la polla de la boca y le lamí el capullo suavemente mientras le cogía la polla con una mano. Con la otra busqué sus huevos, y empecé a acariciarlos también. Bajé mi boca a ellos y los lamí con delicadeza, aspirando el olor de la polla, de macho en celo… Juan estaba limpio, olía a recién salido de la ducha, pero el olor del sexo masculino excitado ya había aparecido, y es algo que me pone mucho.

Paré un momento y me levanté hasta ponerme de nuevo erguido a su altura. Toda esta maniobra me había excitado más todavía y mi polla estaba enorme, muy grande, así que sin darme cuenta nuestras puntas rozaron, cosa que me dio pié a juntarlas con una mano y frotar la una con la otra.

  • Yo: ¿qué?, ¿te gusta lo que te hago?
  • Juan: sí Víctor, como la chupas. Lo haces mejor que mi mujer.
  • Yo: ¿será que me gustan más las pollas que a ella?
  • Juan: yo creo que sí. Se rió. No hay duda que disfrutas comiéndote un rabo.
  • Yo: sí, ya te lo dije, me encanta comer polla. ¿quieres probar tú la mía?, le dije.
  • Juan: sí! Ahora quiero yo. Ya sabes que no tengo experiencia, así que ten paciencia conmigo.
  • Yo: no te preocupes, la tendré.
  • Juan: ven, vente al sofá mejor, estarás más cómodo.
  • Yo: vale.

Y nos fuimos al sofá. Me senté en él y abrí las piernas para dejarle espacio. Se arrodilló delante de mí y me cogió la polla. Me la meneó un poco, dubitativo de cómo empezar. No le metí prisa, le deje hacer.

Se acercó a mi polla y pasó la lengua por mi tronco hasta mi capullo, no empezaba mal. Lamió mi capullo hasta que se lo metió en la boca y empezó a chupar, metiéndose más rabo cada vez, hasta que llegó hasta el fondo de su boca.

A partir de ahí me relajé y disfruté. No es que la chupara de maravilla, se notaba que era su primera vez, pero el morbo era tremendo.

Juan se estaba poniendo a cien comiéndome la polla, se notaba porque cada vez se movía más, me apretaba las piernas y hasta gemía de placer. Se estaba llenando de polla.

  • Yo: cómeme los huevos, venga.
  • Juan: voy!

Y se puso a chuparme los huevos, mientras mi polla, libre, rozaba su cara. Le molaba sentirla dura y mojada en su cara, claro, a mí también, es de lo más excitante.

Me comió los huevos con ansia, tanta que pensé que terminaría haciéndome daño, pero no, lo hizo bien. Yo tenía la polla muy tiesa de la excitación, muy gorda, y sentía ganas de soltarle ya un lefazo en la cara, pero me contuve, esto tenía que durar más.

Juan no paraba de sobarme las piernas y los huevos mientras me comía, y, no sé si a propósito o fue casualidad, pasó un dedo un par de veces por debajo de mis huevos, cerca de mi culo… esto me encendió totalmente y me dio una idea que no tenía en mente hasta este momento… ¿le gustaría jugar con mi culo?.

  • Yo: joder Juan, lo haces muy bien, mira como me has puesto el rabo!
  • Juan: gracias Víctor, me encanta tu polla, es enorme!
  • Yo: gracias tío, como todo lo que quieras.

Me levanté y me volví a pegar nuestras pollas, las cogí con una mano y empecé a pajearlas, empecé a sentirme muy cerdo, con ganas de ser poseído por un macho, así que empecé a tocarle los pezones y a sobarle el pecho.

Le gustó, y me imitó. Me pasó la mano por el pecho, se paró en mi pezón derecho y lo pellizcó, se me puso duro al instante, yo le pasaba la mano por su brazo, sintiendo sus músculos tensos, que morbazo.

Cada vez estábamos más cerca el uno del otro, con los cuerpos casi rozándose, yo me tuve que morder el labio para no gemir de excitación, nos mirábamos a los ojos… y me plantó un morreo. Yo abrí la boca para recibir su lengua y nos comimos la boca como posesos, llenos de vicio y lujuria.

Solté su polla y me junté a su cuerpo, le agarré el cuello con una mano para maniobrar mejor el morreo y él me agarró el culo, ya estaba, no había vuelta a atrás. Empezó a sobármelo, a agarrármelo, le molaba mi culo musculoso, seguro. Quería que me follase.

Debimos estar así un par de minutos, yo notaba mi polla apretada contra su vientre, y polla a la altura de mis huevos dura y mojada, bajé a comerle los pezones mientras él hacía esfuerzos por seguir sobando mi culo.

Me di la vuelta para sentir su polla contra mi culo, la coloqué entre mis nalgas y me pegué a él, juntando los cuerpos y sintiendo su rabo pegado a mi, él me agarró por el pecho, abrazándome y empezó a moverse como si estuviese bombeándome. Yo empecé a jadear un poco, una mezcla entre lo excitado que estaba y lo que quería provocarle, y él siguió el juego.

Me empujó hacia adelante, para que me doblase, yo me dejé hacer poniendo mi culo en pompa, ofreciéndolo. Me lo sobó con ganas, me dio un par de cachetes e imitó una follada, yo encantado.

  • Juan: Víctor, tío, que culazo tienes, te lo follaría ahora mismo!
  • Yo: sí, me gustaría que me metieses esa polla.
  • Juan: joder, que maricón estás hecho!
  • Yo: claro que sí!, ¿tienes lubricante y un condón?
  • Juan: ¿lubricante?, joder, no lo sé!. Condón sí!
  • Yo: ¿no tienes lubricante?, ¿cómo le follas el culo a tu mujer?
  • Juan: Mi mujer no se deja follar por detrás ni de coña.
  • Yo: y ¿has follado por detrás alguna vez?, ¿no me digas que sería tu primer culo?
  • Juan: sí, tío, no veas lo que me gustaría hacértelo!
  • Yo: ok, entonces tendrás que trabajármelo primero para que me entre sin lubricante.
  • Juan: vale tío! Vuelvo ahora.

Y Juan se fue a por un condón a otra habitación, volvió antes de que diese cuenta, casi corriendo de lo excitado que estaba.

  • Yo: siéntate en el sofá y dame tu polla.
  • Juan: vale, ¿cómo lo hacemos?.
  • Yo: tú siéntate y acaríciame el culo.

Se sentó en el sofá, yo me puse de rodilla a su lado para comerle la polla y con el culo a su alcance, lo entendió enseguida. Mientras yo se la chupaba, el me rozaba el ojete con los dedos. Noté un dedo húmedo pasando por mi culo, supongo que se lo debió de llenar de saliva, y empezó a acariciarme el ojete… joder!!! Qué placer.

Noté como intentaba abrirme el culo con la punta de un dedo y empezaba a entrar, qué bueno, mi culo estaba ansioso de que lo penetrasen.

  • Juan: qué culo tienes Víctor, quiero follártelo.
  • Yo: sí, quiero que me metas tu polla.

Seguimos así un poco más, él concentrado en mi culo y yo en su polla.

  • Yo: así que tu mujer no te deja follarle el culo.
  • Juan: ni de coña, no me deja ni tocárselo por ahí!
  • Yo:, ¿no?, ¿ni siquiera comérselo?
  • Juan: joder, ni de broma me deja que se lo coma. Ella es así.
  • Yo: vaya, una pena, comerse un culo es un placer, y q te lo coman claro!
  • Juan: joder tío, que vicio tienes.
  • Yo: jeje, hay que aprovechar ¿no?
  • Juan: sí tío, esto mola.
  • Yo: déjame hacértelo ya verás como flipas.
  • Juan: ¿quién?, ¿tú a mi?, no tío….
  • Yo: venga, ya verás el placer que te doy.
  • Juan: no sé…
  • Yo: tú déjame, y si no te gusta me paras.

Dicho esto me bajé del sofá y me puse de rodillas entre sus piernas, se las empujé un poco hacia arriba y entendió lo que pretendías, así que se quedó apoyado en su lumbar, levantando el culo y con las piernas abiertas, dejándome el ojete a tiro.

No perdí un segundo y me fui a por él con mi lengua. Lo primero que hice fue pasar mi lengua por su ojete, lentamente, trazando un círculo por el anillo hasta que metí mi lengua en el centro, sin presionar, solo lamiendo.

Juan se estremeció de placer. No me extraña, yo estaba a punto de correrme sin que nadie me tocase solo de hacerlo. Y empezó a gemir mientras yo seguía comiéndole el culo, cada vez más rápido y más a fondo.

Su culo se empezó a abrir ante mi lengua, Juan no paraba de gemir, y yo estaba muy caliente. Llegó un momento que tenía la punta de la lengua metida en su culo, cuando quiso moverse.

  • Juan: para, tío, para, que me corro.
  • Víctor: vale, como quieras, pero si me dejas un poco más te meto la lengua entera, y si quieres te meto mi polla también.
  • Juan: no tío! no creo q me guste, además, no me cabe! Joder, qué grande la tienes!

Y me fijé y, efectivamente, como cada vez que le como el culo a alguien, se me había puesto el rabo enorme, largo y gordo, se me notaban todas las venas en el tronco y me chorreaba la punta de líquido preseminal.

Me levanté y acerqué mi polla a su boca, se la tragó entera, hasta que no le cupo más. Estuvo chupándome la polla un poco mientras con un dedo buscaba mi ojete y me metía un par de falanges, me dejé hacer, estaba deseando que me follase como a una puta.

Saqué mi polla, me subí al sofá de rodillas y puse mi culo en pompa…

  • Yo: ahora te toca a ti lubricarme el culo antes de follarme.
  • Juan: sí Víctor, te voy a follar.

Se puso detrás de mí y hundió su cara en mi culo, y empezó a comérmelo. Se notaba la excitación que tenía, me comió el culo sin piedad, lamiendo mi ojete ya abierto, metiendo su lengua y soltando un montón de saliva en él.

Oohhh, qué placer. Yo ya estaba totalmente descontrolado, sintiéndome una putita a la que van a taladrar. Estuvo lamiéndome el culo, metiéndome la lengua y algún dedo un rato. Yo hacía esfuerzos por no retorcerme de placer. Qué bueno.

Mi culo estuvo listo en nada.

  • Yo: va Juan, ponte el condón y métemela. Despacito al principio.
  • Juan: buff, sí, voy.

Juan estaba más emocionado que yo, su primer culo. Se puso el condón y acercó su capullo a mi agujero, despacio. Noté la presión en el ojete, la diferencia de tamaño y dureza respecto a su lengua. Empezó a empujar despacio.

  • Juan: así?, va bien?, dime si te hago daño.
  • Yor: sí, tío, jadeé, sigue así despacio.

Siguió metiéndome su capullo hasta que lo tuve dentro de mi culo, un poco más, un poco más y, ya, su capullo estuvo entero en mi culo, y noté cómo se relajaba mi ojete por la diferencia de circunferencia. Le paré.

  • Yo: quieto así, le dije jadeando. No te muevas.
  • Juan: vale, ¿te hago daño?
  • Yo: no, espera a que se acostumbre mi culo… me muevo yo.

Y me moví lentamente hacia adelante, sacando su polla lentamente de mi culo hasta que volví a notar la presión del capullo en mi esfínter, un poco más, y vuelta a adentro. Qué placer…

Repetí la operación varias veces, concentrándome en sentir su virilidad en mi culo, disfrutando de su dureza, acelerando a cada envestida, cada vez más a fondo, hasta que noté su cuerpo junto al mío, sus huevos contra mi, hasta el fondo. Volvía a salir un poco despacio, vuelta a dentro hasta el fondo, y él terminó agarrándome por el culo y empezó a moverse siguiendo el ritmo que yo había marcado. Yo me paré y dejé que siguiese él.

Y me folló. Me folló bien. Me taladró el culo, me imagino que pensando que era el de su mujer, gimiendo de placer, como yo.

Yo notaba mi polla dura, balanceándose sin parar mientras sus huevos chocaban con los míos, cerré los ojos y disfruté como nunca.

En unos minutos me empezaron a doler las rodillas de la posición y me moví.

  • Yo: cambiemos de posición, ¿te mola?
  • Juan: joder Víctor, que culo tienes, como me mola.
  • Yo: ¿no quieres que te folle yo a ti?, seguro que te gusta.
  • Juan: no tío, a lo mejor otro día, déjame volver a metértela.

Yo me tumbé en el borde del sofá abriendo las piernas, él se puso entre ellas y metió su polla otra vez, despacio, hasta el fondo. Tenía el culo bien abierto ya. Y siguió follándome mientras me aguantaba las piernas abiertas, metiendo toda su hombría dentro de mí.

Los dos no parábamos de gemir, su polla entraba hasta el fondo, y la volvía a sacar hasta que su capullo encontraba la resistencia de mi esfínter, y la volvía a meter. Yo gemía del placer que me daba, con mi polla babeando mientras se balanceaba, dura, muy dura.

En esto él se echó hacia adelante para darme un morreo, abrí la boca y recibí su lengua, mientras sentía mi culo lleno y seguía moviéndose, y nos volvimos a comer la boca, poseídos por el deseo. Sentía mi polla atrapada entre nuestros cuerpos, y sentí ganas de explotar y lanzarle todo mi semen por encima.

Estuvimos follando y morreándonos un rato, ni idea de si fue mucho o poco, yo solo me dejaba ir, relajando mi culo y disfrutando de su rabo dentro de mí.

Noté cómo jadeaba cada vez más rápido, cómo aumentaba algo el ritmo de las embestidas y se iba poniendo cada vez más tenso. Se veía que intentaba durar más pero mi culo pudo más.

Se volvió hacia atrás, sacó su polla de mi culo, se quitó el condón…

  • Juan: me corro tío, no puedo más.
  • Yo: sí, córrete, dame tu leche.

Yo estaba tan caliente que quería sentir su leche en todas las partes de mi cuerpo, si me lo hubiese pedido me abría arrodillado y recibido toda su lefa en mi cara, en la boca… estaba perrísimo!

Se cogió la polla, se la meneó 2 veces y estalló. Yo cerré los ojos y empecé a sentir chorros de semen por mi cuerpo, en el pecho, en la cara, en mi barriga, mucha lecha, mucha. Mientras se corría gemía como un oso, y parecía no terminar nunca. Yo no me di cuenta pero debía de estar gimiendo de excitación también, con cada lefazo que sentía en mi cuerpo soltaba un gemido.

Él me cogió la polla y empezó a pajearme

  • Juan: joder tío, que polla tienes, ¿te vas a correr?
  • Yo: sí, hazme una paja que voy a soltar mi leche. Quiero correrme encima de ti para que sientas el placer del jugo de macho.
  • Juan: vale tío, dame tu leche

Se puso de rodillas y llevo mi polla a su pecho y siguió pajeando y me vine. No aguanté más. Me agarré a sus hombros para no caerme ya que me corrí con todo mi cuerpo, y solté leche como hacía tiempo que no lo hacía. Cerré los ojos y estuvo chorreándole el pecho un buen rato, hasta que vi que no salía más y mi polla no daba más de sí.

Me agaché y le planté los morros en su boca, metiéndole la lengua otra vez, y nos morreamos unos segundos.

Yo debía tener lefa suya en mi cara, cerca de mi boca, ya que me la lamió y, cuando se separó, vi en su lengua una mancha blanca que saboreó. Yo quise también, así que me puse de rodillas junto a él y le lamí el pecho buscando mi corrida que, si bien no era abundante ya que no soy muy lechero, sí era espesa y la lamí, sentí el líquido en mi boca y se lo enseñe antes de tragármelo y relamerme. Sabía amargo pero me encantó.

Nos reímos los dos y nos levantamos.

  • Yo: necesito lavarme bien, ¿puedo ducharme?
  • Juan: claro, ven por aquí.

Cogí mi ropa y le seguí hasta un baño. Me duché rápidamente, limpiándome bien del semen y el culo, que seguía abierto (comprobé como lo tenía y me entraron 2 dedos sin problemas!).

Cuando salí él ya estaba vestido terminando de recolocar el sofá. Olía a sexo de machos, a semen, iba a tener que ventilar la habitación.

  • Juan: Víctor, me ha encantado. Ahora, si nos vemos algún día no nos conocemos ok?
  • Yo: claro, yo también necesito discreción.
  • Juan: tenemos que repetirlo, a ver otro día que me quede solo, te aviso…
  • Yo: sí, avísame a ver si puedo yo y volvemos a hacerlo. Y si te animas te follo yo a ti.
  • Juan: buff, no sé, me da morbo pero no sé.
  • Yo: ok, ya lo hablaremos.
  • Juan: vale.

Nos dimos la mano y me fui satisfecho, con el sabor de su polla y mi semen en mi boca a pesar del enjuague. También notaba mi culo “extraño”, no dolorido, pero con la sensación de que había hecho algo diferente… que me encantaría volver a repetir.