Enculada a ciegas y atada

A una casada le dan por el culo sin poder ver y atada

Llevaba unas semanas chateando con Mar, una mujer liberal que había conocido por las redes sociales, pero nuestras apretadas agendas no habían permitido que tuviésemos todavía una cita. Por fin el día llegó,  acordamos tomar algo en una céntrica cafetería, nada que pudiese hacer sospechar que una mujer casada como ella estuviese haciendo algo fuera de lo común.

Sólo un encuentro casual en mitad del bullicio urbano. Sólo una charla para ver si realmente lo que parece existir entre nosotros también se traslada al mundo real.

Aunque era la primera vez que nos veíamos en persona, ya había cierta confianza entre nosotros tras varias llamadas telefónicas e interminables conversaciones por mensajes de texto.

Habíamos acordado vernos cerca de un parque, mientras me acercaba, trataba de buscarla con la mirada según las fotos y la descripción que me había dado, hasta que mi vista logró dar con ella; una mujer un tanto intranquila que parecía esperar algo o a alguien, de media melena rizosa y rellenita.

-          Mm…así me gusta, que haya donde agarrar – me digo mientras acelero el paso –

Al llegar a su altura, ladeo la cabeza intentando encontrar su cara, que mira en la otra dirección y tras decir un: ¿Mar?  para captar su atención, su mirada se clava en mí; no hay duda, es ella. Un par de ojos verdes profundos me miran con curiosidad.

Sin casi tiempo para dejarla saludar, un pensamiento sale por mi boca

-          Soy Isaac, tenías razón al decir que te lo decían muy a menudo, tienes unos ojos realmente bonitos.

La curiosidad de su mirada desaparece durante unos segundos y arquea las cejas sorprendida, supongo que piensa que la estoy adulando, aunque lo cierto es que realmente la mezcla de visualizar el cuerpo de toda una mujer con mirada de niña pícara me gusta.

Tras los clásicos primeros minutos en los que estamos algo cortados, decidimos ir a tomar algo como habíamos acordado y, rápidamente, el poco hielo que podía haber se funde: la conexión entre ambos es evidente; un simple café termina por alargarse más de 3 horas entre risas y momentos que dejan entrever la complicidad que está naciendo entre ambos.

La mañana se consume y debemos despedirnos, la acompaño hasta el mismo punto donde nos habíamos encontrado y paso mi mano por su cintura para darle dos besos, nuestras mejillas se rozan y dudamos.

La acción parece transcurrir muy despacio, noto como los besos son casi en tierra de nadie, ni mejilla ni labios, una sensación eléctrica recorre mi espalda hacia los brazos; nos separamos levemente y nos quedamos mirándonos, algo serios, sin decir nada. Por fin, reacciona y con una sonrisa se despide, hago lo mismo y quedamos en hablar después.

Por la tarde Mar se pone en contacto conmigo, le apetece que nos veamos por webcam, dice que tiene algo que decirme.

Al acabar la tarde, cuando ambos podemos, iniciamos la conversación virtual, parece algo nerviosa, y al poco tiempo, comprendo por qué.

-          A mí me gustas – dice en un tono juguetón entrelazando sus manos mientras inicia una mirada ascendente hacia la cámara

-          A mí también – respondo con una sonrisa que me llena la boca

La semana pasa y decidimos cambiar el día por la noche. El lugar de la cita cambia a pocas horas de vernos, ya que está algo intranquila por si algún conocido pudiese verla con un chico.

-          No te preocupes, ¿prefieres algo más discreto?, ¿libre de miradas?

-          Si, sería mejor, llevamos un tiempo hablando y ya sabes mi situación, me quedaría más tranquila ¿te importa?

-          No digas tonterías Mar, no pasa nada, podemos vernos en mi garaje si te parece mejor idea. Solos los dos.

Parece que se relaja y mientras ultimamos los detalles del encuentro, termino de preparar una mochila con algunas sorpresitas para ella.

Por mayor discreción, la espero a la puerta del garaje a la hora acordada y desde la rampa de acceso superior, escucho unos tacones bajar hasta el subterráneo.

Abro el portón y dejo sobre una pequeña mesa la mochila. Saco del maletero del coche un cojín que coloco en el asiento de una silla y por fin la veo aparecer por uno de los callejones del garaje, con unas medias negras, una faldita del mismo color y una blusa que resalta el verde de sus ojos.

Levanto el portón de mi garaje y la invito a pasar con un gesto. Mientras lo cierro con llave y me giro veo como se apoya en el coche y me mira expectante.

-          ¿Sabes? el otro día me quedé con ganas de algo – le digo mirándola de arriba abajo mientras me acerco a ella –

-          ¿Qu…Qué?

Mientras hablo con ella no puedo evitar que mis dedos comiencen a acariciar sus brazos y mi mirada se detiene en sus labios

Me acerco hasta su cuello y la huelo hasta llegar a su oído, siento como su respiración se agita y mientras le susurro: - Me encanta tu boca - , giro su cara hacia mí y nos besamos.

Continúo dándole besos mientras charlamos y mis manos siguen acariciando sus hombros, su nuca, sus brazos…noto como sigue agitándose y casi responde a lo que le digo con monosílabos.

Mis roces hacen que se le entrecorte la respiración totalmente, momento que aprovecho para darle la vuelta y apoyarla contra el coche, y en esa posición, vuelvo a apoyar mi cabeza en su hombro susurrándole.

-          ¿Confías en mí?

Mar responde con un: - “Aha” a la vez que echa su cabeza hacia atrás mientras inicio una caricia desde su cuello a su escote

Sigo acariciando todo su cuerpo, notando como se excita, mi mano recorre su espalda hasta llegar a su nuca y se estremece.

Me separo unos centímetros de ella y tiro de la cremallera de la mochila, sin parar de acariciar su nuca y juguetear con sus rizos con mi mano izquierda, introduzco la derecha y saco una venda.

-          ¿Confías en mí? – Le repito volviendo a pegarme a ella por detrás –

-          Mucho – me responde tragando saliva mientras su pecho sube y baja agitado –

A la vez que responde, separo sus piernas metiendo mi pie entre los suyos y tapo sus ojos.

Apoyo sus manos en el techo del coche y mis caricias bajan hasta sus piernas. Mientras, sigo susurrándole cosas, mis manos terminan por colarse por debajo de su falda lentamente, sólo subiendo hasta la línea dónde las medias terminan para dar paso a la piel de sus piernas.  En una de esas subidas de caricias, sigo hasta volver a sus brazos,  desde esa posición trasera en la que me encuentro. Despacio, subo su blusa y la dejo en sujetador. Ya no ve nada, así que aprovecho y saco otra venda de mi mochila.

Bajo y llego a sus manos y de nuevo muy lentamente, se las junto a la espalda jugando, pero en realidad lo que pretendo es atárselas a la altura de su culo, lo que parece ponerla aún más cachonda si cabe.

La siento en la silla y por su respiración, parece entender que va a empezar un juego súper morboso en el que le toca sólo ‘sentir’.

Separo sus piernas con mis manos y vuelvo a pasar las yemas de mis dedos por sus medias mientras Mar hace gestos con la boca. Cada vez aproximo más mis caricias hacia el final de sus medias y mientras la beso, paso las yemas de mis dedos por sus ingles.

Debe de estar bastante excitada, ya que noto el calor que emana de entre sus piernas. No puedo resistirme más y paso mi dedo índice por encima de su tanga, comprobando su humedad.

-          Vaya, parece que alguien está muy mojada – le susurro al oído –

Mar lanza un suspiro que se entremezcla con un jadeo. Por mi respiración debe de estar notando que yo también estoy disfrutando este momento,

Separo la tela de su tanga al tiempo que introduzco dos dedos por debajo de la tela y en un gesto fuerte y profundo, los introduzco en su vagina mientras mi lengua hace lo mismo en su boca.

La mezcla de ambas cosas hacen que Mar de un fuerte gemido, que se ahoga en un beso húmedo.

Repito el gesto de los dedos varias veces, haciéndola gemir más fuerte. Hasta que me paro y me aparto, contemplándola, totalmente excitada, respirando de forma muy agitada y expectante, sin saber por dónde voy a tocarla ni qué voy a hacer.

Jugueteo con mi dedo pulgar en su clítoris de una forma que la pone realmente caliente, ya que intenta decirme algo pero sólo logra decir palabras sueltas que se confunden entre jadeos.

La erección en mi pantalón comienza a presionar demasiado, así que decido quitarme el cinturón y el sonido de la hebilla al abrirse hacen que Mar abra la boca sorprendida, momento que aprovecho para subir su sujetador y pasar el cuero por sus pezones, grandes, morenitos y duros.

Les doy unos golpecitos para después lamerlos y comérselos muy despacio. Vuelvo a apartarme y rebusco en mi mochila el último de mis “juguetes”, apoyo en la mesa varias pinzas y con cuidado le coloco una en uno de sus pezones.

Mar vuelve a lanzar otro gemido y poniendo voz de guarra me pregunta que si tengo más pinzas.

-          ¿Es que quieres más?

-          ¡¡Sí!!

-          Pues pídelo, ¿Qué quieres?

-          Quiero más pinzas y las quiero en mi coño Isaac

Le quito el tanga  y comienzo a juguetear con los labios de su coño mientras le coloco alguna más y vuelvo a introducir mis dedos en su vagina, como si de embestidas se tratase, con cada una de ellas, Mar arquea su espalda en la silla y gime. La mezcla de dolor y placer se funden y realmente se ve que está gozando.

Al poco tiempo, retiro las pinzas y la acaricio suavemente para mitigar el dolor. La levanto de la silla y la dirijo hacia el capó del coche, con un gesto fuerte, bajo su espalda con mi mano haciendo que sus pezones contacten contra la fría chapa.

Vuelvo a separar sus pies con el mío y la observo así, abierta de piernas, ofreciéndome su culo y su coño.

Paso mi mano por toda su espalda de forma ascendente hasta llegar a su nuca y tras una leve caricia, agarro su pelo y con mi otra mano le doy un azote en una de sus nalgas.

Continúo intercalando azotes en su culo con mordisquitos, lametones y besos. No puedo reprimir más mi excitación y desabrocho el botón de mi pantalón, dejándolos caer mientras me pego a ella: quiero que me sienta cerca.

Me pego tanto que intenta mover sus manos buscando mi polla y consigue acariciarme. Le facilito el trabajo bajándome también los calzoncillos y  comienza  a acariciármela piel con piel, primero despacito, rozándome la punta del capullo con un dedo, alternando con movimientos de paja en toda regla. Se la acerco a su culo, frotándosela arriba y abajo y estimulando con ello su ano.

Después de un rato así,  empiezo a estar muy caliente y noto que pierdo el control de la situación, ahora es ella la que completamente cachonda dice que su culo tiene ganas de polla y que está preparado.

Con tanto movimiento y caricia, la venda de sus manos se deshace, momento que aprovecha para dejarse llevar por sus ganas y excitación y dirige mi polla directamente a penetrar su culo, mientras, con su otra mano aprovecha y se toca el clítoris.

En ese momento, entre gemidos y leves quejidos, acabo de acomodar mi polla y con un leve empujón siento como entra dentro de ella.

Comenzamos a movernos y noto como empieza a ponerse muy perra, ya que aumenta la velocidad con la que se estimula el clítoris y entre sollozos pide que le dé más caña, cosa que hago con mucho gusto.

Tras varias embestidas, Mar explota y entremezcla un grito diciendo que se corre con un gemido de placer, momento en el que tras darle otro azote a su culo, hace que contraiga todos mis músculos y con un suspiro le digo que no puedo aguantar más.

-          ¿Ah sí? ¿me vas a dar toda tu leche? ¿te vas a correr para mí? – dice con un tono de voz muy cerdo –

Escucharla hablar así hacen que reviente dentro de su culo y gimiendo como un animal me descargo dentro de ella entre jadeos.

Retiro lentamente mi polla de su culo y Mar se quita la venda de sus ojos, nos miramos, nos reímos y volvemos a besarnos.

-          Ha sido un gran placer jugar contigo – me dice poniendo cara de niña buena –

-          El placer ha sido mío – le respondo llevando un dedo a su boca y pasándolo por sus labios –