Encuentros I

Serie de relatos muy breves en primera persona.

¿Por qué siento tanto placer cuando su polla entra en mi boca? No la tiene muy larga pero, es muy gruesa. Con el capullo enorme, todavía más ancho, de color violáceo. Cuando se quita la ropa, después de haberle manoseado a gusto el paquete, todavía no la tiene empinada del todo. Entonces se la agarro fuerte mientras con la otra mano le acaricio los huevos, que los tiene bastante pequeños, por cierto. En seguida se le pone como una roca. Él me pajea también, masturba mi largo y delgado pene con fruición. Pongo las dos pollas, una al lado de la otra, y los dos nos turnamos para estrujarlas bien. Después de un buen rato de pie, machacándonoslas, me arrodillo y me la meto en la boca.

¿Por qué me gusta tanto? No paro de chupar y chupar. Me la trago entera, la vuelvo a sacar, relamiendo, y la vuelvo a succionar, una y otra vez, sin parar. Y me encanta. Mi polla rezuma gotitas transparentes de lo cachondo que me pone, y aprovecho esas gotitas para lubricarme la polla y pajearme mientras sigo chupando sin parar. Y mi culito empieza a palpitar. En serio que me palpita, noto el ojete abrir y cerrarse a espasmos, con un pequeño cosquilleo a modo de punzadas breves. Eso es que se está dilatando, de lo cachondo que me pone mamarle la polla, mi ano se dilata solo.

Lo curioso es que me vienen unas ganas locas que me penetre, que me folle bien follado. Que su polla me rompa el culo por enésima vez. Pero, no llegamos. Me como su polla con tanta dedicación y tanto esmero, que se acaba corriendo siempre. Él me avisa, me dice que se va a correr. Y yo, en lugar de parar y darle un respiro, para asegurarme un buen polvo, continúo mamando, con más frenesí si cabe. Y se corre, dispara su leche en mi boca y sigo chupando. Se llena mi boca de su semen, hasta la campanilla, goteando por la barbilla. Y sigo, y sigo, me encanta. El sabor viscoso y caliente de su lefa en mi lengua, mientras sigo lamiéndole el capullo, me vuelve loco.

Y mientras se limpia un poco la polla, que le tarda en bajar, yo me meto el dedo en en culo, solo la puntita, para darme un poco más de gustito. Y con solo acariciar un poco el glande, me sale disparado un chorro de leche alucinante, mientras no puedo reprimir un exagerado chillido de placer. Me gustaría que me hubiera follado pero, ahora habrá que esperar al siguiente encuentro.