Encuentros fugaces al salir de fiesta
Os cuento como un día al volver a casa de fiesta me demoré más de la cuenta por unos jóvenes que se pusieron en mi camino
Esto que os cuento me pasó hará unos meses, en Agosto. Soy de Madrid y por el COVID las discotecas y bares de ocio seguían cerrando a las 2 o 3 de la madrugada. Un día mis amigos decidieron ir a un bar gay del centro para tomar algo, bailar un poco y si surgía, volver acompañado a casa.
Dentro del local nos lo pasamos muy bien, bebiendo, bailando lo poco que dejaban e intercambiando miradas cómplices con el resto del local. Incluso alguna visita al baño para comerte la boca con alguno de los que ya habías fichado en la sala, puesto que en la pista no podías salirte de tu zona "reservada". Fue pasando el tiempo y a la hora de cerrar prácticamente todo el mundo nos quedamos en la calle, hablando unos con otros para intentar rematar lo que las miradas deseaban dentro del local. Mis dos amigos ligaron con unos chicos que eran compañeros de piso y les invitaron a su casa para follar los cuatro juntos así que yo me quede solo entre tanta gente y es aquí donde empezó mi aventura.
Alberto, 28 años:
Después de que se fueran mis amigos, yo me fui andando dirección a la parada del bus nocturno para volver a mi casa, pero al poco de marchar me paró uno de los chicos con los que me había liado en los baños. Se llamaba Alberto, 28 años (2 más que yo), 1'75m, delgado, llevaba un croptop que dejaba ver su abdomen plano y fibrado al igual que una fina línea de pelo que bajaba desde el ombligo hasta el interior del calzoncillo. Al girarme me preguntó por qué me iba, que quería estar un rato más conmigo y que si era necesario me acompañaba a la parada de bus. Acepte y a los pocos minutos ya nos estábamos liando de nuevo per esta vez con muchas más ganas y deseo. Yo notaba cómo empujaba su cuerpo contra el mío haciéndonos notar nuestros penes erectos. Seguidamente, y tras comprobar que no venía nadie, Alberto se agachó para desabrocharme el vaquero y empezar a lamerme el calzoncillo, recorriendo desde mis huevos hasta mi grande. Pasados unos segundos me sacó el rabo para metérselo en la boca sin pensárselo dos veces. Me encantaba sentir su boca y su lengua por toda mi polla y se lo demostraba dando pequeños gemidos de placer. Al cabo de unos minutos mamando mi polla y lamiendo mis huevos vimos que se acercaba un grupo de personas y por miedo a que nos vieran me guardó la polla y con un beso de despedida se marchó por donde habíamos venido.
Daniel, 32 años:
Yo seguí camino a la parada de bus, pero esta vez mas cachondo que antes, con una erección que se me iba a salir del pantalón y un calzoncillo muy humedecido por la saliva de Alberto y mi precum.
Cuando ya mi erección bajo y yo estaba mas calmado vi a lo lejos de la calle a un chico iluminado por la farola sobre la que estaba apoyado, vistiendo unos pantalones pitillo negro y una camisa casi desabrochada por completo. Según me acercaba a él pude intuir mejor sus músculos bien desarrollados y su pecho cubierto de bello cortito, como recién recortado. Cuanto más me acercaba, más giraba su cabeza para mirarme hasta el punto de estar a escasos metros de él, momento en el que empezó a manosear su paquete, yo no pude resistirme a mirarlo e inconscientemente me recoloqué el mío puesto que se estaba poniendo dura. Tras esto, y ya al nivel del chico, me sonrió y yo le aparté la mirada tímidamente y seguí mi camino. Noté que él empezó a seguirme y con cierto miedo en mi cuerpo me dirigí a un portal haciendo el amago de entrar para ver qué hacía, y al girar mi cabeza vi que se paró en seco en mitad de la calle y se sacó la polla, dejándome ver su rabo gordo y peludo, con un prepucio que me dejaba ver su glande mientras que Daniel se pajeaba lentamente.
Ante esta situación y con el corazón a mil por la adrenalina me acerqué a él y sin mediar apenas unas palabras me agaché para mamársela. Era tan gorda que no me cabía del todo en la boca e iba notando cómo se ponía completamente dura hasta alcanzar casi los 20cm. Notaba cómo le palpitaba la polla mientras se masajeaba los pezones. No tardó mucho en correrse, apartándome en el último momento para no correrse en mi boca y con la misma sonrisa del principio, se guardó la polla aun dura en los pantalones y se marchó.
Yo tenía la polla que me iba a explotar después de estos dos momentos, así que me la saque ahí mismo y me hice una paja entre dos coches, mi lefa estalló de tal manera que la ventanilla de uno de los coches quedó cubierta de chorretones de semen, que tras un rato tirado en la acera por lo exhausto que estaba, limpie y me dispuse a seguir mi camino.
Víctor, 26 años:
Ya en el bus, casi a las 5 de la mañana yo seguía un tanto cachondo pensando en lo que me había sucedido y en ese momento entre calentura aburrimiento y cansancio, me metí en grindr para ver quien seguía por ahí conectado a esas horas. Después de hablar con varias personas di con Víctor, un chico de 26 años que también volvía de fiesta y que vivía cerca de mi barrio. Tras una conversación subida de tono en la que me pasó fotos de su cuerpo le dije de quedar dos paradas de bus anteriores a la de mi casa, puesto que era un punto intermedio entre ambos. Él accedió y hasta llegar yo me pasé todo el tiempo contemplando sus fotos, tenia un cuerpo normal, algo definido, pero no fuerte, era guapo, con barda corta y su polla tendría unos 17cm, fina pero aun así apetecible, con un glande rosadito asomando por su prepucio y unos huevos enormes.
Cuando llegué a la parada ya estaba él allí esperándome y fuimos andando y hablando un poco hasta un parque cercano, y así estar más tranquilos y ocultos. Una vez allí, nos sentamos en un bando y empezamos a liarnos, tocando nuestros cuerpos, notando como nuestros rabos se endurecían y pedían salir. Yo fui el primero en meter la mano bajo su pantalón, agarrando con mi mano polla venosa que ya choreaba precum. Seguidamente me puse de rodillas en el suelo y bajándole un poco los pantalones pude ver bien de cerca ese rabo con el que había fantaseado en el bus. Era más grande y gorda en persona, aunque tenia un tamaño normal, se le marcaban mucho las venas y el grande que parecía rosado en la foto, ahora tenia un color intenso y humedecido. Sin pensarlo me la metí en la boca mientras le hacia una paja, pasando mi lengua por cada centímetro de piel y degustando su rico precum a la vez que masajeaba sus huevos.
Pasado un rato en el que Víctor no dejaba de gemir, se levantó y cambiamos posiciones, era su turno y casi de manera mecánica repitió cada uno de mis movimientos haciendo que mi polla chorreas, a excepción de una cosa, él dio un paso mas metiendo su mano entre mis piernas llegando a mi ano, dándole pequeños toques como queriendo entrar, pero yo no estaba preparado para que me penetraran así que se lo comunique y en un abrir y cerrar de ojos se bajo los pantalones y se sentó encima de mí, balanceándose como si le estuviera follando. Yo estaba a mil, así que le di la vuelta para comerle el culo y hacerle unos buenos dedos para ir abriendo su culito bien depilado y hambriento.
No hizo falta mucho tiempo para que su ano empezara a dilatarse y fue Víctor quien con total decisión me puso un condón, se puso a cuatro en el banco, me escupió la polla y me dijo que se la metiera de golpe. Sin dudarlo, le embestí con mi rabo y pude sentir el calor de su ano. Me quedé unos segundos dentro, dejando que su culo se adaptara a mi polla y seguidamente me empecé a mover lentamente hasta que pidió mas y mas fuerte. Víctor no dejaba de gemir, yo de resoplar, su polla chorreaba y se pajeaba con todas sus fuerzas, contrayendo y relajando constantemente el ano, cosa que me daba muchísimo placer. Al cabo de un buen rato la saqué y me quité el condón para correrme y él inmediatamente se tumbó en el banco bocarriba pidiendo mi leche en su pecho. Tal y como me lo pidió no pude aguantar mucho más y me corrí en su pecho dejando unos buenos chorretones de semen a pesar de haberme corrido antes, y él inmediatamente se corrió tras soltar unos gemidos intensos de placer.
Cuando acabamos ya estaba amaneciendo, nos vestimos y nos despedimos con un buen beso largo. Cada uno se fue a su casa, pero nos dimos el teléfono para volver a quedar, y desde ese día hemos quedado varias veces.
Si queréis que os cuente más experiencias con Víctor, escribidme en los comentarios 😉