Encuentros de Tinder

Rafa y Tania se conocieron en Tinder y a la semana de hablar decidieron quedar para conocerse y lo que surgiera. Y aquí la historia del encuentro.

Se conocieron en Tinder, llevaban una semana hablando aunque hablaron de poco, por no decir que solo hablaron de sexo, pero fue suficiente para saber que se tenían ganas. Por parte de Tania, que llevaba desde que lo dejo con Robert sin echar un polvo, las ganas eran mayores, pero lo disimulaba muy bien. Rafa, sin embargo, estaba muy acostumbrado a pasar cada noche con una diferente, por lo que se movía como pez en el agua, y eso a Tania era algo que la intimidaba, así que pidió a sus compañeras de clase que la acompañaran a la cita por si la tenían que echar un cable para salir corriendo.

Tania no era precisamente una persona vergonzosa, es más ella suele decir que su madre se dejó olvidada su vergüenza en el paritorio. A ella la gustaba sentirse poderosa al lado de un hombre y estaba acostumbrada a intimidarlos. ¿Pero sabéis lo que es eso de dar con la horma de tu zapato? Pues eso le pasó a ella, dio con Rafa que era un chico muy seguro de sí mismo y le hizo sentirse pequeñita e insegura.

En un principio la cita se concretó para el jueves a las nueve de la noche. Digo en un principio porque Rafa cambió así como tres veces de hora, cosa que hizo pensar a Tania que la iba a dejar más tirada que una colilla. Por supuesto esto no la iba a dar más seguridad, ella ya le había explicado que era la primera vez que iba a quedar con alguien que había conocido en Tinder y él la contestó que no solía hacerlo mucho. ¡JA! Eso no se lo creía ni él.

Al caso, que me desvío del tema, quedaron a las nueve, luego a las diez y por ultimo a las once porque él estaba muy ocupado en el trabajo. Tania había quedado con sus amigas para tomar algo y la verdad que no tenía muchas esperanzas de ver a Rafa después de eso. Pero mientras Tania, Alexia e Inés estaban tomando unas cervezas en el tigre de la calle Hortaleza, Tania recibió un WhatsApp, que la preguntaba por dónde andaba.

Tania miró al WhatsApp con cara de: ¡No me creo que me siga escribiendo después de esto! Contestó a su pregunta y le invitó a unirse a ellas, le dijo: una cerveza, nos conocemos y si todo va bien y nos gustamos, vamos a tu casa o a la mía. Pero Rafa era la puta contradicción humana. Primero ella tenía que ir al museo del jamón de Atocha porque él vive en Antón Martín. Lo siguiente era ir directamente a casa de Tania. Luego, que él se acercaba al tigre de Hortaleza donde ella estaba con sus amigas y luego se iban a casa de Rafa los dos. Vamos que se estaba haciendo la picha un lío (y ¡valga la redundancia, porque con esa picha se podían hacer muchos líos!) y a Tania la estaba mareando.

Tania ya muy cansada de que cada cinco minutos cambiara de opinión, le dijo: vale, voy a ceder, voy a bajar al museo del jamón de Atocha, nos conocemos y ya que todo surja, no me gusta planear nada por la cosa de que no salga después como hemos planeado. Tenía miedo de que ella no le gustase a él y por eso pasaba de planear si en una casa o en la otra. Tania se infravalora mucho, es una chica guapa, pero tiene el cuerpo como la carretera de la ruta de la cruz verde, todo curvas. Y a Rafa os lo podéis imaginar, un chico delgado pero no tilillas, alto con sus buenos abdominales y una cara muy dulce.

Alexia, Inés y Tania bajaron desde Hortaleza hasta Atocha. Mientras tanto, ellos dos estuvieron escribiéndose todo el camino y pasándose ubicaciones. Ellas se pararon en el McDonald de Atocha y planearon una jugada. Si levantaban las cejas, era el visto bueno. Si por el contrario había un pellizquito en el culo, mala señal. Rafa volvió a escribir a Tania y la dijo que estaba llegando a la altura de Kapital. Ellas subieron para encontrarse con él cerca de aquella famosa discoteca.

Alexia avisó a Tania de que un chico bajaba solo mirando el móvil. Cuando Tania lo vio, solo se le ocurría criticar la chaqueta de portero de Fabrik que llevaba. Era una de esas de The North Face , negra y le llegaba casi por encima de las rodillas. Inés y Alexia iban un poquito adelantadas y se cruzaron con él antes que ella. Ella solo pensaba: ¡tierra trágame! No sabía cómo reaccionar, así que hizo como que no lo había visto y él, cogió a Tania del brazo cuando pasaba por su lado. Se saludaron con dos besos y se preguntaron qué tal, pero en el ambiente se respiraba tensión y Alexia decidió romper un poco el hielo.

Alexia: ¿A qué te dedicas? ¿Eres de Madrid?

Rafa: Soy policía nacional. Y no, no soy de Madrid, soy de Córdoba pero estoy destinado aquí.

Cuando Tania escuchó eso de que era policía, se quedó anonadada y le dijo que no habían hablado nada más que de cochinadas. Rafa le dirigió una mirada tímida y sonrió. Pero lo cierto es que a Tania se le habían pasado un montón de guarradas por la cabeza al escuchar que él era policía. <>. Ella ya solo tenía fantasías en la cabeza y era porque en persona el chico ganaba. Tania no paraba de mirarlo a la boca, le encantaban esos labios tan carnosos y estaba deseando de pegarles un mordisco. El chico a Tania le parecía muy atractivo. Mucho más que en las fotos que él le había pasado. Rafa ya se lo había dicho todo, él quería con ella.

Fueron a un bar cerquita de la parada de metro de Antón Martín. Ellas pidieron un tubo de cerveza y él una fanta de naranja, porque es muy deportista; no fuma, no bebe, pero se hincha a follar, el deporte favorito de Tania. Mientras se lo tomaron, hablaron de música, un poco de la carrera que ellas estudiaban y del trabajo en la oficina y por las calles de Madrid de Rafa.

Y llegó el momento en el que se terminaron los dos las consumiciones y se miraron a los ojos, diciéndoselo todo. Rafa se levantó, fue a la barra y pagó la ronda. Mientras tanto Alexia, Inés y Tania se reían con ese levantamiento de cejas que daba la aprobación. Cuando volvió de la barra le dijo a Tania con tono de media afirmación medio pregunta que si se iban a su casa. Tania solo asintió. Sobraban las palabras, había demasiada tensión sexual.

Anduvieron un par de minutos hasta su casa. Y el momento ascensor se les hizo un poco incómodo. Pero cuando él abrió la puerta de su piso, Tania sintió alivio. Menos entre las piernas que estaba frustrada y muy cachonda. Ella se fue derecha al gran sofá cama que había en el salón y se empezó a quitar las botas. Él se sentó a su lado, la imitó y en el momento en el que ella se incorporó, se miraron y se fundieron en un beso en el que solo había lenguas y labios. Acabado ese primer beso, bastante largo por cierto, ella le careó y le mordió el labio inferior y lo único en lo que pensó fue que se le había hecho eterna la espera, porque desde que se han conocido no había parado de pensar en otra cosa que no fuera en esos labios.

Los pantalones de Tania volaron como por arte de magia, aterrizando en el suelo. Había deseo, mucho deseo y unas ganas tremendas de aquello que era evidente que se avecinaba. Ella estaba un poco tímida y él le agarró la mano y se la puso sobre su pecho. Tania aparte de notar que el corazón se le iba a salir del pecho, notó sus pezones erguidos y la tentaron tanto que tuvo que pegarles un pequeño pellizco. Él gimió. Tanía sonrió para ella, era señal de que lo estaba haciendo por lo menos bien. Él sólo pensaba en el momento de meterla en caliente.

Fuera lencería fina, el tanga también voló y se quedó en el reposabrazos a los pies de ella. No fue más lejos porque pesaba al menos un kilo de lo mojado que estaba. Rafa se sorprendió cuando tocó el punto en el que se unían los muslos de Tania. Ella no dio el primer paso por no ser atrevida, pero solo tenía ganas de meter la mano en el bóxer de él. Aquí vino la sorpresa para ella, sorpresa por cierto muy grata. En el momento en el que metió la mano se le escapó un ¡AY MAMA! En la vida había palpado tales medidas. Rafa al oír la expresión de Tania sonrió de lado. Él sabía demasiado bien que tenía un buen instrumento.

Tania se deleitó haciéndole una buena paja, pero quería más, quería sentirla en su boca, saborearla. Así que, muy decidida, le bajó los calzoncillos y en dirección descendente, empezando por sus pezones, fue mordisqueando y chupando cada centímetro de su cuerpo, hasta que cerca del ombligo, se dio con el enorme bulto. Lo cogió por la base y empezó a chuparlo lentamente en sentido ascendente, desde los huevos hasta la punta de la polla. Ella se explayó, haciéndole la mejor comida que él había podido disfrutar en su vida. Ella solita se folló la boca. Aunque Rafa tampoco se quedó corto, el mismo placer que ella le estaba transmitiendo a él con la mamada, fue recompensado con uno de los mejores dedos que la han hecho en su vida, lo que coloquialmente se llama un spiderman o en otras palabras, un “ squirt ”. Y ella se corrió muy escandalosamente. Fue escandaloso no solo por los gritos de placer de ella, sino por su gran corrida.

Ipso facto, él la quitó de encima suya y la pidió que se pusiera a cuatro patas. Ella solo tenía que ser obediente, después de aquello qué menos. Pero vamos, tampoco tuvo ningún problema, porque a ella lo que la gustaba era que la dieran fuerte desde atrás.

Rafa: ¿Tienes preservativos?

Tania: Sí, en mi bolso, en el bolsillo pequeño. Saca la bala también.

Rafa la miró sorprendido y volvió a sonreír.

Rafa: Eres una caja de sorpresas eh! No dejas de sorprenderme.

Tania lo miró coqueta y se creció mucho. Solo necesitaba que le dieran un poquito de alas. Y por lo que ella había leído entre líneas, la mamada le había gustado a la par de sorprendido.

Y llegó el momento preservativo. Rafa rajó el papel plateado con los dientes y no creáis que se lo puso en la punta y lo deslizó, no. Con los dedos índice y corazón lo abrió y estiró para colocarlo sobre su capullo y a continuación, lo fue abriendo y deslizando hasta abajo con los pulgares y los dedos índices. Tania no salía del asombro, ¡Qué pollón! Pensaba.

Se acomodaron, ella a cuatro patas al filo del sofá cama y él desde el suelo. Tania encendió el vibrador y se lo colocó sobre el clítoris y empezaron las embestidas. Rafa le empotraba todo lo fuerte que daba de sí, con intención de que doliera, pero no fue solo que no la dolía lo que le dejó pasmado, sino que ella quería y rogaba más fuerza y más velocidad en sus embestidas. El sueño de todo hombre, pensaba él. Se estaba follando a la puta Afrodita.

Tania estaba demasiado abierta. Su coño se adaptaba a la perfección a las medidas de Rafa, y entre el preservativo y la humedad de ella, en esta posición Rafa sentía muy poco.

Rafa: Colócate en posición fetal.

Tania se incorporó y se metió en el centro del sofá. Se puso de lado con las rodillas abrazadas por los brazos y expuesta directamente para él. Rafa de rodillas e inclinado un poco para delante se la metió.

Rafa: ¡Ahora sí, puf!

Ahora sí que él sentía cómo el coño de Tania devoraba su erección. En esa posición lo notaba ajustadito. Tania lo cogió la mano con la que se estaba apoyando en la pared y se la colocó sobre el pliegue de sus labios.

Tania: Haz que yo también disfrute de esto.

En el momento que Rafa empezó a tocarle el clítoris, o el famoso “botón”, como lo llamaba ella, volvió a estallar en un orgasmo. Cambiaron de postura. Él se arrodilló y ella se tumbó boca arriba. Rafa le cogió las piernas y se las juntó, apoyándolas en su hombro y le puso un cojín debajo del culo para facilitarle el empotramiento. Solo buscaba que estuviera estrecho porque ella estaba demasiado lubricada y abierta. Yo lo describiría como empapada, incluso en las embestidas más flojas, salpicaba.

Rafa estaba disfrutando mucho del polvo, pero por una parte quería correrse y culminar ya, y por otra quería seguir disfrutando hasta quedarse sin aliento, de esto último estaba a muy poco. Ambos estaban sudados, como si acabaran de correr la san silvestre, pero también estaban muy excitados, casi desbordados.

Rafa se echó para atrás y la dejó que estirara las piernas. No estaban a gusto en esa postura.

Rafa: Quiero que me des culetazos. Ponte encima de mí.

Tania: Nunca te verás en otra, este culo vale incluso más que el de la Kim Kardashian.

Tania sabía muy bien de lo que hablaba. Siempre le habían dicho que tenía el culo perfecto.

Ella muy decidida se puso en cuclillas frente a él, que se encontraba sentado y lo único que le pidió es que estimulara sus pezones.

Tania: lo dejo a tu elección: boca, manos o ambas cosas… y sonrió picarona.

Lo cabalgó. Lo dio culetazos como él pidió. Y cuando intuyó que él estaba llegando al orgasmo, se acercó a su oído y gimió, le mordió la oreja y se unió a él. Rafa se quedó pegado al pezón de Tania y sin intención alguna, le hizo un chupetón. Ambos cayeron en la espiral del orgasmo y no sé quién gritaba más de placer.

Tania entonces, se dio cuenta que aquello de mearse de gusto se dice por algo. Y es que ella hizo todo un charco. Se desplomó en el pecho de Rafa y se quedaron un rato sin moverse y callados entre fluidos y sudor, hasta que sus corazones se adaptaron a un ritmo normal.

Ella se incorporó y mirándolo a los ojos le preguntó: ¿Y tu nota es…?

Rafa: te lo diré después del segundo, que este me ha sabido a poco.

Omitió el dato ese de: ha sido increíble pero me cuesta reconocértelo a cara.

Hubo segundo asalto. También fue salvajemente increíble para ambos. Yo me atrevería a decir que estos dos se acoplan mejor que las piezas de un puzle, aunque solo en la cama.

Rafa acompañó a Tania al metro. Y allí se despidieron. La intención de él era darle dos besos pero ella se le adelantó y le plantó un buen beso en los morros.

Cuando Tania ya estaba fuera de la vista de Rafa, miró su móvil y sonrió. Tenía como 80 mensajes de WhatsApp, todos ellos de un grupo que había hecho Alexia, en el que estaban Inés, Tania y ella. Las tres cerditas por nombre. Aparte de guarradas varias, preguntaban que qué tal. Tania les dijo que una imagen valía más que mil palabras y que juzgaran por ellas mismas. Hizo un collage con una foto que se había hecho antes de salir de casa y otra en el momento mientras esperaba el metro y lo pasó al grupo con título: Mi cara de bien follada.

FIN.