Encuentros con la bella Lita (2)
Lita se reencontró con una amiga del pasado, con recordó momentos felices que dieron paso a un delicioso encuentro entre nosotras
Encuentros con la bella Lita (2)
Lita y yo nos hicimos grandes amigas, salíamos casi a todas partes juntas. A veces nos sentábamos a conversar en la Plaza de Armas de la ciudad sobre nuestros proyectos, a veces en un parque, llevando a su lado a su fiel mascota, un perro pequeño y peludo muy quisquilloso. Me gusta verla sentarse con las piernas cruzadas subidas sobre la banca, como en actitud de meditación, súper informal, es adorable.
Hace unos días fuimos a un céntrico supermercado, ella usaba un jean azul y un polo blanco. Al sentarnos en la mesa a comer helados, ella se inclinó más de lo debido y pude ver sus increíbles y deseables pechos, realmente me excitaron verlos, y me empezó a gustar más aquella increíble mujer.
Cuando caminábamos por las calles de la ciudad siempre me gustaba ir un poco más retrasada, solo para admirar su gran trasero, creo que una que otra vez lo notó.
Un día nos fuimos de viaje, a una hora del centro de la ciudad, con una sexy blusa blanca, de mangas largas, semitransparente, que reflejaba su cuerpo y su ropa interior a la luz del sol. Se veía muy sexy y deseable ante mis ojos. Tratábamos de compartir la mayoría de cosas juntas, sin saber que me iba enamorando de aquella gordita encantadora.
Muchas veces un te quiero disimulado, o mensajes de amor subliminales, me invitaban a seguir admirándola más. Al estar solas y tomar sus manos, encendían mi cuerpo, al besar sus mejillas me hacía desearla más cada momento.
En un momento dado me habló de una amiga del pasado que había vuelto a ver hace unos días, sus miradas se entrecruzaron, sus sonrisas fueron atrayentes, hasta perderse en las miradas. Su cuerpo dio un giro, su excitación llegó a su cuerpo. La notaba tan deseosa de explorar el cuerpo de su amiga, que por todo el amor que sentía por ella, decidí ayudarla con tal de verla feliz.
Decidimos Lita y yo provocar un encuentro casual entre nosotras, le había dado unas señales sobre coqueteos de chicas, dada su inexperiencia. Después de los saludos y las presentaciones, decidí ausentarme por unos minutos para que pudieran conversar a solas, desde una distancia que podía ver lo que hacían, aunque no lo que conversaban. Pude notar el juego de manos de la chica, palmaditas en las manos de mi Lita, el acomodarle el cabello por los costados, las sonrisas cómplices; mientras estos coqueteos iban y venían, Lita la miraba y se mordía el labio inferior como si la excitación fuera subiendo por su cuerpo. Notaba que Lita la miraba, se mordía los labios y rehuía su mirada como toda chica tímida, y, en un acercamiento la increíble chica posó sus labios en mi bella Lita, ella se sobresaltó porque no estaba acostumbrada a caricias en público, pero le gustó aquel beso. Cuando me acerqué a ellas, ya estaban sonriendo, tomadas de la mano, lanzándose sonrisas coquetas.
Lejos de la ciudad, buscamos un restaurante cerca de un hotel, donde nos sentamos a beber algo, a mi amiga Lita le encantaba encenderse con el alcohol. Y después de más de una hora, nos fuimos a un cuarto de hotel las tres juntas. La amiga de mi Lita, era una morena, delgada, cabello corto y lacio.
Al traspasar la puerta del cuarto del hotel y cerrarla por dentro, la chica se lanzó a los brazos de Mi preciosa Lita, le comió la boca a besos, sus manos se fueron hacia el gran trasero de mi chica, las manos de ambas subían y bajaban tratando de darse caricias en todo su cuerpo.
En unos minutos, estábamos desnudas las tres. Lita se echó en la cama y sobre ella nuestra amiga, de inmediato sus labios se encontraron en un lujurioso beso, ella fue bajando sobre el cuerpo de Lita hasta encontrarse con sus pechos lamiéndolos y mordiéndolos con los labios y con los dientes; Lita acariciaba los brazos de su amiga y refregaba su coño en el cuerpo de su amiga, abriendo y cerrando las piernas. Mis manos acariciaban el cuerpo de la amiga y mis dedos buscaban su coño ardiente para penetrarla con ellos y sentir como se le iba humedeciendo por el deseo.
Nuestra amiga puso su boca en el coño de mi Lita, y yo la besaba apasionadamente. Ella lamía el coño de mi Lita de arriba hacia abajo, de vez en cuando abarcaba con toda su boca el coño de mi preciosa gordita bella, ya mis manos apretaban sus pechos y las manos de Lita acariciaban mi cuerpo. La mano de nuestra amiga acariciaba el coño de Lita, con el dedo medio entre los labios de su coño, subiendo y bajando, haciendo estremecer a mi Lita, luego dibujando círculos alrededor del coño de mi nena. De vez en cuando lo lamía nuestra amiga, de vez en cuando lo acariciaba para luego con uno de sus dedos buscar la entrada de su coño y meterle el dedo como queriendo escarbar algo ahí dentro. Uno de los dedos la penetraba y su lengua ya lamía su clítoris al mismo tiempo. Estando de pie en la cama quise explorar con mis dedos aún más el coño de nuestra amiga.
Lita arqueaba su cuerpo y levantaba sus piernas para dejar el coño lo más cerca de la boca de nuestra amiga, acariciando sus cabellos, sujetándola para tener su boca pegada a su coño. Luego pusimos a mi Lita al filo de la cama con las piernas abiertas, casi de rodillas con su cara frente al coño de mi nena estaba nuestra amiga, yo me subí en la cama y le ofrecí mi coño a Lita y las tres nos dimos un delicioso sexo oral. Intercambiamos posiciones a placer y en un momento, nuestra amiga estaba comiéndome el coño, yo sobre la cama y mi boca saboreando el coño de mi amada y deseada Lita, así hasta alcanzar un orgasmo que me hace vibrar de placer antes estas dos chicas maravillosas. Me salí de ellas, luego se entrecruzaron en un delicioso 69, Lita sostenía con cada una de sus manos las nalgas de su amiga que estaba sobre ella, y la amiga hacía lo mismo, ambas se movían de atrás para adelante con sus bocas pegadas a sus coños. Verlas lamerse penetrarse con sus dedos, me empezaban a excitar nuevamente, mientras ya dos orgasmos veían sobre mi Lita.
Nos confundimos muchas veces en este triángulo de deseo y lujuria, terminamos sobre la cama, desnudas y relajadas. Así nos fuimos al baño y nos duchábamos mientras nos acariciábamos locamente una y otra vez, nuestros pechos, nuestros coños, y nuestras nalgas, con besitos lujuriosos mientras el agua caía sobre nuestros cuerpos.
Ya en la calle Lita y yo caminábamos juntas por las calles de la ciudad, ella miraba el suelo sonriente, satisfecha por lo que habíamos hecho, esa sonrisa de gusto me iluminaba, la adoro y quiero verla feliz.
Lita: Nuestros pequeños momentos compartidos me han hecho feliz.