Encuentros

El encuentro de dos almas rotas. Podrán arreglar sus vidas juntándose, o el futuro tiene una amarga sorpresa al final?

ENCUENTROS

Era un lunes como cualquier otro. Bien aburrido. Desde que me separé de mi novia mi vida había dado un giro de 180 grados. Todo iba bien en nuestra relación. Parecíamos la pareja perfecta. Todos sentían envidia de lo que teníamos. Pero las cosas no siempre son como aparentan. Y nosotros, como cualquier pareja, también teníamos nuestros problemas. No había nada que pudiera joder nuestra relación… ¡Hasta ese día! ¡El día que todo acabo!

Se lo que pensarán. Ella te corneo. Tú no lo soportaste. Y rompieron, ¿no? Pues déjenme decirles que están muy lejos de la realidad. Nuestra separación se debió a nuestros propios trabajos. Los horarios hicieron que nuestra relación se enfriara con el tiempo y los viajes constantes de ella al exterior, al igual que los míos, hicieron que la misma pareja terminará abruptamente. Aún tengo muy buenos recuerdos de esa relación.

Pero ese lunes, algo cambió. Todo pasó en el momento en que entre, como todas las mañanas hacía desde un tiempo, al bar de mi mejor amigo. Fue cuando la ví. A ella. La mujer mas bella que jamás había visto en mi vida. Si, lo sé. Pero, para mí, todas las mujeres son bellas. Pelo ¿morocho? ¿Castaño? No sabría decirles. Lo que sí les podría decir era que era hermoso. Lacio. Muy lacio. Sus ojos, eran dos perlas marrones, los cuales estaban delineados de tal forma que la hacían ver más hermosa de lo que era. Y eso labios rojos. Me quedé embobado por casi media hora. Y su piel… era de un color algo trigueño. Ese día ella usaba unos lentes que le ocultaban los ojos. Pero al sacárselos fue cuando me quedé maravillado con su mirada. Mi amigo me sacó del estado de ensueño en el que estaba diciéndome que mi pedido estaba listo. Agarro mi café con leche y mi tostado de miga de jamón y queso y me dirijo a la mesa de siempre.

Al pasar por al lado de la chica, lo único que pude hacer fue sonreírle tímidamente mientras bajaba mi cabeza en modo de saludo. La chica me miró y me saludo de la misma manera, pero cuando nuestros ojos se encontraron, ella como que bajo la mirada de una forma tímida. Me gusto lo que vi en ese momento y casi me tropiezo con una silla, lo cual provoca la risa de ella. Me encojo de hombros y sonrió tímidamente y me siento. El resto de la mañana me la pase en silencio disfrutando del desayuno y de la hermosa vista que tenía a unas mesas de distancia.

A partir de ahí y todos los días de ese primer mes, el ritual era el mismo. Llegar al bar, pedir lo de siempre. Un café con leche y un tostado de miga de jamón y queso y sentarme en la mesa de siempre. Y obviamente, saludar a mi misteriosa y hermosa mujer que siempre paraba para hacer el mismo ritual que el mío. Pero conforme pasó el tiempo pude ver algo en su mirada. Como si estuviera dañada. Como si hubiera tenido una vida difícil.

Al segundo mes tomé el coraje necesario y me acerqué finalmente a su mesa. La salude y le pregunte si podía sentarme con ella. Ella me miro, sonrió y me dijo que enhorabuena. Si, finalmente había tomado el coraje para iniciar un acercamiento. No pude salir del asombro de su comentario. Pareciera que ella había esperado a que yo me decidiera a hablarle.

Me senté enfrente de ella y me presenté. Le dije mi nombre, mi edad y ella hizo lo mismo, pero… no me dijo su nombre. En su lugar, me dijo que le diera uno yo. Asiqué le puse Celeste. Ella se rió del nombre que elegí, pero no dijo nada de que fuera feo. Y comenzamos a charlar. Me contó que venía de un país del norte del continente americano. Si, no les diré de donde, prometí guardar muchos secretos que me fueron revelados. Sepan entender. También me contó que había venido a Argentina a despejarse de unos acontecimientos recientes de su vida. Al parecer estaba tramitando un divorcio y este era bastante complicado. Digamos que el hombre que fuera su marido, influenciado por algunas personas, le recriminó a Celeste algo imperdonable, y eso, junto con otros problemas que ya venían teniendo, provocó la ruptura de la pareja. Ella me pregunto a mí sobre mi vida y le conté prácticamente toda ella a lo largo de los dos meses siguientes.

Mientras la relación con ella iba creciendo, un sentimiento raro comenzó a aparecer en mí. Luego me enteraría que en ella también. Nos contamos nuestros más íntimos secretos, y siempre hablábamos con doble sentido, provocando situaciones que rayaban en el histeriqueo romántico. Ante cualquier persona que nos viera conversar desde afuera de nuestro espacio, parecíamos una pareja de novios, pero la realidad era que ninguno de los dos daba ese paso. Por miedo al fracaso, miedo a salir heridos, o simplemente por pelotudos. Pero la verdad era que, no importaba por que no éramos una pareja, ambos estábamos rotos por lo que vivimos en nuestras vidas. Pero cuando estábamos juntos, toda esa vida sufrida que habíamos tenido, desaparecía. Se esfumaba. Solo éramos ella y yo.

Hubo un día, en una de nuestras conversaciones con doble sentido, que le pregunte sobre que me haría de invitarla a pasar la noche a mi departamento y su respuesta usando un modismo de su país me dejó descolocado. Me pasé toda una semana pensando que me quiso decir con eso. Finalmente me saque la duda cuando contacte a una amiga mía por Facebook y que era de la misma nacionalidad que Celeste. Y si, me quedé totalmente sorprendido. Me acuerdo que me había dicho que de si llegaba a invitarla a mi departamento … no me la acababa.

Le conté como era yo en mis primeros años, en la primaria y secundaria, como me trataba el sexo opuesto en ese entonces, incluso le mostré fotos mías de esas épocas. Ella se reía y me hacia bromas inocentes. Y no tan inocentes. Y también desperté en ella un sentimiento de que me quisiera proteger de las cosas que me hicieran mal. Y me juró que jamás haría algo que me lastimara.

Pero hubo un día que en cuanto me acerque lo primero que me dijo era que me alejara de ella. Que no la merecía. Que ella se sentía una mala persona. Yo la mire a los ojos y le dije todo serio que no me importaba lo que haya pasado en su pasado para que se sintiera así. Que me dejara juzgar a mi si era o no merecedora de mi amistad y mi cariño. Yo sabía que en el país de donde ella venía, a las mujeres le dan unos valores muy religiosos y que cualquier cosa que jodiera eso, las hacia considerarse unas malas personas. ¿Pero saben una cosa? A mi esa forma de crianza me parecía muy tonta. Incluso hoy en día sigo pensando así. ¿Y quieren saber por qué? Muy sencillo. Por que el ser humano no es perfecto. Siempre, en algún momento de su vida, cometerá errores. Y eso no te hace mala persona. Solo no te hace perfecto. Y a mi el estar con ella era todo. Me sentía muy bien a su lado. Mi alma, cuando estaba con ella, se curaba de sus roturas. Y creo que la suya también estando al lado mío.

Y bueno… llegó el día en que finalmente quedamos fuera de ese ambiente de bar de la mañana. Tome valor y la invite a mi departamento. Ella aceptó inmediatamente y se la veía contenta por eso. Incluso me volvió a decir eso de que me vaya preparando por que esta noche no me la acababa. Yo la miré y le dije lo mismo a ella. Y se marchó hasta la noche.

Cuando se iba acercando la hora del encuentro, preparé todo para cuando llegara mi invitada. Hice un Lomo de Cerdo Caramelizado como plato principal y unos bastoncitos de mozzarella con salsa de tomate y una hoja de albahaca, como entrada. Y de postre llamé a una heladería y pedí 1 kilo de helado. También, puse unos candelabros en la mesa con unas velas largas y las prendí llegando el horario de llegada de ella. Coloque algo de música romántica preparada en mi aplicación de Spotify y me senté a ver algo de televisión mientras esperaba a que se hiciera la hora de la cita.

Celeste, finalmente, llego alrededor de las 21 horas. Cuando le abrí me quedé boquiabierto por la vestimenta que traía.  La hice pasar, le saqué el abrigo y lo colgué en el perchero destinado a los abrigos. Luego le hice un tour por mi departamento. Cuando llegamos a la parte donde dormía yo, me mira y me dice pícaramente que esta noche no me iba a salvar nadie de lo que pase a partir de ahora. Yo me reí nerviosamente ya que sabía que lo que decía venia con mucha seguridad.

A los pocos minutos, y cuando ya estaba la comida, nos sentamos en la mesa y comenzamos a comer la entrada y luego fuimos a por el Lomo de Cerdo. El tiempo parecía detenerse mientras los dos comíamos y hablábamos de cosas banales. Si, hablamos de puras tonterías, pero estábamos cómodos el uno con el otro. Luego vino el postre y quedamos demasiado llenos.

Para hacer la digestión, salimos al balcón, con una copa de vino cada uno y viendo al horizonte nos fuimos acercando más y más, hasta que no pudimos evitar lo que venía a continuación. Mientras se oía una música romanticona desde el interior del departamento, finalmente, nos comenzamos a besar. Fue un beso muy tierno y dulce. Nos miramos a lo ojos y ahí lo supimos. De esa noche no pasaba. Nos volvimos a besar y esta vez fue mucho mas extenso y duradero. Nuestras copas se cayeron al suelo y se rompieron. Nos abrazamos con tanta fuerza que no queríamos separarnos por nada mientras nuestro beso comenzaba a ser mas y mas pasional. Nos separamos y viéndola a los ojos es cuando me percato de una cosa, veo por primera que le cae una lagrima por su mejilla. Se la limpio y la vuelvo a besar tiernamente en sus labios.

La levanto como un novio levanta a una novia el día de su casamiento y cruzamos el umbral de la ventana del departamento. La llevo a mi habitación y la deposito en mi cama dulcemente. Ella y yo nos miramos a los ojos. Me acerco a su rostro y le vuelvo a besar. Ella me corresponde el beso.

Nos empezamos a sacar la ropa mutuamente, mientras nos besábamos. Fue cuando me asombré por ver su cuerpo desnudo frente al mío. Era una belleza de mujer. Unos pechos no tan grandes, ni tan chicos, solo justos y hermosos. Una cintura hermosa. Todo su cuerpo era muy armónico.

Nos fuimos acostando, mientras nos seguíamos besándo. Mis manos comenzaron a pasear por todo su cuerpo haciéndole caricias muy suaves por todos lados. Por sus hombros, sus pechos, su estómago, su cintura, su cola, y sus piernas y brazos. Ella hacia lo mismo conmigo, me pasaba sus manos por todo mi cuerpo acariciándolo completamente y sin dejarse ningún sitio sin acariciar. La miro a los ojos y noto que su respiración se vuelve mas agitada por los nervios que tiene. Le digo que si esta lista y ella me responde que sí. Le empiezo a acariciar las piernas lentamente y a separárselas poco a poco mientras la besa dulcemente en sus labios. Con mi mano, que acariciaba sus piernas, comienzo a pasársela por su vagina, primero paso por los mismos labios vaginales y luego voy pasando mi mano de abajo hacia arriba, entro un dedo y comienzo a masturbarla lentamente. Luego de estar excitándola poco a poco saco el dedo de su vagina y lo dirijo a su clítoris logrando que salga un leve gemido de sus labios y comience a retorcerse. Cuando siento que ya está lista, me empiezo a acomodar arriba de ella. Me mira a los ojos y me dice que quiere sentirme dentro. Y sucede. Comienzo a entrar mi pene en su vagina. Primero muy lentamente para que ella se acostumbre al largo y grueso del mismo. Una vez dentro comienzo un bombeo lento y suave al principio, y luego voy subiendo la intensidad y velocidad del mismo. Estamos como media hora dándonos placer mutuamente mientras nuestros cuerpos se mueven como si fuéramos una sola persona. La coordinación que tenemos es algo mágica. Nuestras respiraciones se hacen mas y mas agitadas, nuestros gemidos no tardan en aparecer. Ella me pide que lleguemos juntos, que quiere sentirme como me vengo. Y se lo concedo. Al cabo de unos veinte minutos de estar haciendo el amor, llegamos juntos al orgasmo, vaciándome en su interior.  Ambos quedamos muy agitados. Me muevo a un costado y volteamos nuestras cabezas mirándonos a los ojos. E inmediatamente nos damos un beso tierno. Ella comienza a llorar y me dice agradece el momento que pasamos juntos. Me agradece la forma en que la trate. No como si fuera una cosa. Sino, como una princesa. Luego acerca su cuerpo al mío y apoya su cabeza en mi pecho quedándose dormida inmediatamente, sintiéndose segura en mis brazos.

A la mañana siguiente me levanto y ella ya no esta a mi lado. En su lugar veo una carta. La leo e inmediatamente me visto, bajo al garaje, agarro el auto y me voy en dirección al Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Deberé de cometer mas de mil infracciones con la velocidad con la que fui al mismo, más tarde me preocuparía por pagar dichas multas. Al llegar al mismo aeropuerto, la buscó por todo el lugar y finalmente la encuentro minutos antes de que entrara a la zona de embarque. Grito su verdadero nombre. Si. Su verdadero nombre. Finalmente lo conocía ya que la carta que leí tenía escrito su nombre real. Ella se da vuelta y al verme no puede creer lo que ve. Da un paso para atrás del impacto de verme ahí parado. Corro a su lado y le doy un beso en sus labios. Ella suelta el bolso de mano que tenía y me abraza mientras nos fundimos en un beso eterno.

Después de un tiempo que pareció eterno, separamos nuestros labios y le pregunto que qué significa esa carta. Ella me dice que la deje ir, que necesita regresar a su país. Que, aunque ese momento que pasamos fue muy hermoso no se siente digna de tanta felicidad.  Yo le vuelvo a decir que no me importa su pasado. Que quiero hacerla feliz. Ella me mira y con ojos llenos de lagrimas de felicidad y tristeza me dice que me olvide de ella. Acto seguido se da media vuelta y la veo marcharse de mi vida.

De esos hechos han pasado ya dos o tres años ya. El mundo en la actualidad está sufriendo una pandemia. En estos momentos, los médicos no tienen un diagnostico bueno para mí. Si, efectivamente, me contagie de Coronavirus y mi estado es terminal. Los médicos me dijeron que hicieron todo lo posible, pero mi caso es algo raro, y no me daban mucha esperanza de vida. Si lograba sobrevivir esta noche de seguro que viviría, pero lamentablemente me dijeron que lo mas seguro sea que no pase de la misma. Sabiendo que tan solo me quedaba hasta el día siguiente de vida, mis pensamientos fueron dirigidos a las dos personas que amé. Mi novia, que ahora sabía que había rehecho su vida con alguien que la quiere mucho, y la chica del bar, mi misteriosa mujer latina del norte del continente americano.  Hacía unos días atrás había recibido un mail de ella. Dicho mail venía acompañado de una foto de ella con un niño de unos 2-3 años aproximadamente. Se parecía a mi ese niño. Y ella se veía feliz junto con la criatura.

Recordando a ambas mujeres cierro mis ojos para nunca más volverlos a abrir.

FIN.