Encuentro primero

Dos desconocidos conciertan un encuentro para ....

Encuentro I

La mujer yace tendida en la cama, desnuda, boca arriba, con un cojín debajo del culo y una venda negra en los ojos. Y está atada a las patas de la cama, una cuerda parte de la pata izquierda del mueble y se une al tobillo izquierdo, de la misma forma otra cuerda inmoviliza el tobillo derecho. Análogamente ocurre con sus muñecas, por lo que la mujer parece una gran equis sobre la colcha de la cama.

Lleva así unos minutos, desde que ella misma ha pasado la mano derecha por el nudo corredizo correspondiente. Está algo nerviosa, y para mitigar los nervios se pone a recordar cómo ha llegado hasta aquí.

Tiene 32 años, está separada desde hace más de un año tras varios años de matrimonio. Siempre la ha gustado el sexo, y con las parejas que ha tenido ha disfrutado y aprendido mucho. Ahora que está sola desea repetir una experiencia que tuvo hace varios novios. Con uno que le duró poco, practico un juego sexual en que él la ataba y la follaba así, nunca sintió mayor placer pero, por desgracia, ninguno de sus otros novios ha querido hacerlo así.

Por eso, cuando tras una tarde aburrida, encontró una web de contactos especializada en sexo alternativo, no se pudo resistir. Se inscribió con el nombre de “maravillosa”. Ojeando las categorías, no podía dar crédito a la amplia variedad que existía: desde las clásicas de sadomasoquismo, dominación y sumisión, relaciones con travestis y transexuales, etc hasta algunas más raras. Ella se suscribió a la categoría bondage. Al pulsar la opción de búsqueda de posible parejas, el sistema le dio tres candidatos. Les escribió a los tres. Se entrevistó con ellos.

El llamado “Encantador” resultó el mejor. Vivía, según dijo, en una ciudad no muy lejana. Era alto y apuesto, de una edad parecida a la suya, y transmitía confianza. Se vieron y le dió confianza.

De aquello hace ya un mes, acordaron verse una vez cada mes o dos meses, en lugares variables, no siempre en la ciudad de ella o en la de él. En realidad él decidía donde, propondría una fecha y ella sólo tenía que decir que si.

Hace una semana llegó el mensaje: Hotel Husa, en Córdoba, sube a la habitación 305 el sábado a las 8 de la tarde, la llave estará asomando por debajo de la puerta. Entra en la habitación, desnúdate y deja toda la ropa en la silla. Sobre la cama encontrarás una cuerda atada a cada pata y con un nudo corredizo en el extremo libre, siéntate en la cama sobre el cojín, pasa cada uno de tus pies por los nudos correspondientes, luego ponte la venda que hay encima de la cama de forma que no veas nada. Luego túmbate boca arriba, pasa cada mano por el correspondiente lazo, una vez que estires de cada lazo, éste se cerrará. Yo llegaré a las 8 y media. Allí te veré.

Y allí está, esperando. No esperará mucho. La puerta se abre y entra el hombre.

  • Hola Maravillosa, veo que has seguido las instrucciones.

  • Hola Encantador.- Dice la mujer, aguzando el oído para deducir qué va a hacer el hombre. El frufrú de ropa le dice que se está desnudando. Ahora empezará lo bueno, piensa.

  • ¿Estás nerviosa?.- pregunta él.

  • Si, un poco.- Se sincera ella.

  • Tranquila, relájate y disfruta.

La mujer siente entonces que el hombre la acaricia por el pie derecho, mezclando las manos con la boca ¿y la lengua? Siente que avanzan las caricias combinadas por su pierna, primero por el tobillo, las pantorrillas, la rodilla, la cara interna del muslo, se acerca a sus labios y los roza. Para entonces está concentrada en las sensaciones que recibe y excitada por lo que vendrá. Se siente ya mojada por dentro.

El hombre sigue las caricias por el lado derecho de la mujer, subiendo por el cuerpo de ella hasta llegar al seno derecho, allí se detiene. Para centrarse en acariciarlo, con las manos, con la boca, con la lengua, por el pezón, en círculos amplios y estrechos. Para entonces la mujer jadea de gusto.

Pero el hombre sigue hacia arriba, primero el hombro, luego el brazo, codo, antebrazo, muñeca, mano, dedos. Luego realiza la misma acción desde la mano izquierda hasta el pie, con el parón en el seno izquierdo. Cuando acaba, la mujer está muy excitada, totalmente mojada, con los pezones erectos. Quiere más y más. Quiere ser ya penetrada, sentir al hombre dentro. Pero se contiene, pues ella está atada y el que manda es él.

No tiene que esperar mucho, ya que siente que se ha arrodillado entre sus piernas, y que algo está en la entrada de su cueva del placer. Con lo mojada que está, la polla entra sin dificultad. La mujer siente llena su vagina, y da un suspiro de placer. Entonces el hombre comienza a cabalgarla, en movimientos largos, la saca casi hasta la punta para luego meterla lentamente hasta el fondo, y luego otra vez. La mujer se agita en los nudos, está disfrutando como nunca. Paladea cada embestida sintiendo todo el placer de una buena follada.

Ahora el hombre incrementa el ritmo. La mujer jadea más rápido y con mayor profundidad, está cerca de orgasmo. El hombre ve que eso es así porque ella mueve más los miembros atados, y ladea la cabeza al tiempo que arquea el cuerpo.

En esos momentos el hombre sólo dice una palabra: “córrete, maravillosa”. Y ella acata la orden, dando un hondo suspiro, al tiempo que toda ella se agita. Luego no puede contener un gritito de placer seguido de otros. Y mientras el hombre sigue la cabalgada. Cada vez más rápida.

Entre los jadeos de placer de ella, en la habitación, cualquiera que estuviera oiría también el jadeo del hombre cuando se corre. Sin parar de acometer, mientras ella gime de placer, él también obtiene el suyo, que ella oye entre suspiros y lo siente en forma de chorros en su interior. Después él se detiene, y se desploma sobre ella para descansar un poco.

¿Descansar? Nada de eso, el hombre ahora está besándose con la mujer, la poya dentro de ella, quieta, las manos en sus senos, la lengua activa en la boca de ella.

El hombre saca la poya de la mujer, se levanta, se limpia un poco y limpia el sexo de ella con una toalla. Luego se arrodilla entre las piernas de ella para aplicar un tratamiento lingual al sexo de ella. Con lo mojado que tiene el coño, la lengua de él entra sin dificultad para lamer el interior, más tarde se dedicará al clítoris, para entonces ella se vuelve a retorcer de placer. Un poco más y alcanza otro orgasmo, se arquea, grita, jadea, se retuerce, pero él no ceja hasta sentir que se corre una segunda vez. Luego se aparta de la cama.

Al cabo de un rato, ella ha oído al hombre moverse por la habitación. Finalmente siente cómo le quita la venda de los ojos, ahora le ve desnudo, y le gusta lo que ve: el cuerpo que le ha dado tanto placer en este encuentro. Luego ve que él se dedica a desatar uno a uno los miembro de ella, y que, cada vez que desata una de sus extremidades, le aplica una pomada y le da un pequeño masaje en la zona donde la cuerda mordió la carne. Mientras hablan.

  • Maravillosa ¿te ha gustado?

  • Mucho Encantador

Han quedado en llamarse por los motes que usaron en la web de contactos.

  • ¿Era así como te imaginabas una sesión?

  • Si, has colmado todas mis expectativas, he disfrutado como nunca, me has dado mucho placer.

  • Me alegra, eso quiere decir que continuaremos, ¿no?

  • Claro, lo de hoy era como una prueba, si no me hubiera gustado, seguro que no habría una próxima vez. Pero me has hecho recordar un placer que ya casi no me acordaba.

  • Bueno, esto ya está. Las cuerdas han señalado un poco tus muñecas y tobillos, se te pasará en unos días, te voy a dejar esta crema para que sea más rápido. La próxima vez habrá que tener más cuidado, no quiero que te lastimes.

  • Gracias, Encantador.

  • De nada, ahora celebremos este encuentro.

La mujer está sentada en la cama, el hombre se levanta y ella descubre en un rincón una cubitera con una botella de cava y dos copas. “lo tenía todo planeado” piensa, y le agrada el detalle. El hombre sirve las copas y le acerca una.

  • Por nuestros encuentros -propone en brindis él.

  • Por ellos -brinda ella.

Algo más de media botella se beben entre los dos, luego él le dice que se quede en la habitación a dormir, está pagada y él tiene otra habitación en otro lado. Se vestirá, le dará un beso de despedida y luego se marchará.

Ana del Alba