Encuentro pasional
Del amor entre dos, surge la pasion y el desenfreno de los sentidos. Dedicado a tí,que siempre pienso en vos.
ENCUENTRO PASIONAL
Estaba sentado en su mesa de trabajo, ella entró tan sigilosamente que no la oyó entrar. Se acercó a él y le besó en el cuello, el hombre se sobresalto, pero se calmó al instante conocía esos labios de sobra, el solo roce le ponía duro, a si que cerró sus ojos y se dejó sentir. Le besaba tierno, despacio, jugando con la puntita de su lengua. Soplando. Sintiendo sutilmente el cosquilleo como si sedosa pluma lo acariciase. Le giró el sillón, y se sentó encima de sus rodillas. Le besó en los labios, largo, húmedo, los dedos de ella se mezclaban con las lenguas, las saliva, Les gustaba el juego de los dedos, las sensaciones que se creaban. Se calentaban. Se excitaban.
La mano varonil, se enredó en los rizados cabellos de ella. La mordió la barbilla, resbaló hasta la nuez, percibió su olor. Olía rico. Y ese perfume mezclado con su aroma le volvía loco, todo ella le volvía loco, así que aspiró profundamente embriagándose de su dama. El deseo le llenó todas las partes de su cuerpo, y en un arrebato la besó bruscamente, la obligó a incorporarse y la llevó hasta la pared, donde la levantó los brazos, se los aprisionó con fuerza, y comenzó a besarla salvajemente. Quería hacérselo ya mismo. El deseo en la cara de ella, le excitó más. La comía deprisa, hambriento, el pecho de ella subía y bajaba acelerado, los senos duros, los pezones hinchados, la respiración jadeante, el sexo húmedo, el olor viciado. Ni se entretuvo en desabotonar la blusa botón a botón como a él le gustaba, esta vez les apremiaba, a si que de un tirón rasgó la prenda dejando al descubierto los pechos que deleitó con ansia, la subió la falda y una mano viajó hasta la humedad, estaba muy mojada, le retiró la braga y perdió sus dedos entre ese mar de pasiones y profundidades que manan los flujos y el olor del deseo. Bajó la cabeza y saboreó con su lengua esa concha rebosante en líquidos que enloquecían sus sentidos. Las manos de ella sobre su cabeza le guiaban, y dependiendo de la intensidad con que apretaba los dedos en el cuero cabelludo del amante este sabía lo que ella demandaba. Tenía la cara mojada por flujos y el olor a sedimentos vaginales le excitaba sobremanera. Lo tenía muy duro, tanto que le dolía. Deseaba que ella se apiadase de él y le deleitara con una comida de su polla. La miró suplicante. Ella entendió, y con una sonrisa de niña mala llevó la mano al duro paquete que abultaba entre los muslos sobresaliendo por el pantalón, asió todo el bulto con la mano y se la apretó hasta hacerlo daño a la par que se mordía el labio inferior. La sonrisa burlesca y la cara de lujuria que tenía ella casi le llevó a eyacular sin haberla siquiera gozado. Le miraba. Se llevó a la boca los dedos índice y corazón, e inicio un mete y saca lento y húmedo. Sonreía maliciosa.
_ ¿Es esto lo que quieres? , le dijo sensual y susurrante al oído, a la par que con la otra mano le abría el cierre y le bajaba los pantalones. Le miraba divertida, pícara Continuaba mordiéndose el labio inferior. Él se calentaba cada vez más.
Tomó en sus manos la enorme piga y se la llevó a la boca comiéndola profunda, ensalivándola para que quedara escurridiza, y se deslizara con mas facilidad entre sus labios. El glande descapulló, quedando al descubierto gordo y rosado, rozaba la puntita de su lengua por todo el. Bajó hasta los testículos, los lamió y se los metió en la boca, estaban llenos de esperma, esperando descargar toda la leche blanquecina El gemido del hombre la calentaba, y llevó hasta sus pechos las manos del hombre para que acariciara sus senos y pezones y así calmar el calor que por ellos recorrían. Hundió los dedos en su sexo, se frotó y sintió la necesidad ya. Lo mismo que él. Querían hacerlo ya, necesitaban sentirse dentro.
Se incorporó y se miraron. El olor que despedían les enloquecía. La penetró de pie, con fuerza, pegada a la pared, levantaron los brazos, juntaron sus manos y enlazaron los dedos. La envestía salvaje, el roce del pene contra su clítoris, y la punta del glande entrado y saliendo de su vagina la sacudían las entrañas, provocando con ello un enorme placer que la humedecía constantemente. Estaban muy excitados. Se jadeaban cada vez más alto. El movimiento cada vez más salvaje. El orgasmo la llegó loco, intenso, instantes después le llegó a él de la misma manera, eyaculando en ella. Regándola. Dejándola preparada para la siguiente envestida. Se fueron parando poco a poco aún jadeantes. Las piernas les temblaban. Seguían con las manos enlazadas formando una cruz con sus brazos. Se besaron una vez más. Notó el pene erecto de su hombre. Y se rió.
_Quiero más. Le dijo. Me e quedado con ganas de más.
La volteó, la inclinó un poco hacia a delante y se la metió por detrás en la vagina, la pegó contra la pared y la envistió con fuertes sacudidas. La excitación les llegaba de nuevo. La colocó a cuatro sobre el piso e inició un mete y saca, los testículos golpeaban sus nalgas. La corrida anterior de ambos la había dejado empapada y notaba como el pene erecto y duro entraba y salía en ella, resbalando placentero, placiéndola a ella. Se dejaba envestir duro por él. Se apretaba contra él, quería sentirla toda dentro, profunda, rozando sus partes más ocultas. Notó que la invadía un enorme orgasmo, y no dejo de gemir y gozarlo hasta que extasiada cayó sobre el suelo y el peso del hombre encima de ella. Aún se retorcía gustosa. Si desde luego existía el punto G, ella le había alcanzado. Pasado un corto espacio de tiempo y notando que se relajaban sus músculos le preguntó:
_ ¿Cómo quieres acabar?
_Súbete a la mesa. La dijo.
Se incorporaron despacio, se habían quedado fríos, pero pronto se volverían a calentar, aunque ella no estaba segura de volver a tener otro orgasmo. Con el que había tenido se había quedado más que satisfecha al menos hasta dentro de bastantes horas.
Cogió a su hombre por el pene ya algo encogido y se lo llevó tirando de él a la mesa, antes de subirse se lo mamó de nuevo, y aquello comenzó a engordar considerablemente. Lo colocó entre sus pechos y apretándoselos con las manos le comenzó a masturbar. Su amado volvía a enloquecer.
Se acuclilló y se llevó los testículos a la boca, los lamió y mordisqueó, pasó la lengua por el pireo, y llegó al ano, lo humedeció con la punta de la lengua, y se lo acarició en círculos. Notó que le gustaba.
_¡ Uffff, que rico! ¡Que bien me lo haces!! Sigue así. Aahhhhhh ..
Aquello le excitaba mucho. Pero aún así el hombre la sacó la cabeza de sus bajos y la besó. Pasó la lengua por los labios lentamente, besó sus ojos, su nariz, su barbilla, mordisqueó el lóbulo, recorría el cuello de ella, mil sensaciones volvía aflorar a ella. Se calentaba. La sentó encima de la mesa y la abrió de piernas, su sexo quedaba al descubierto, expuesto a la vista de él, se agachó y llevó la lengua a su clítoris, un sonido gozoso se escapó de su garganta. Recorrió con la lengua las ingles, los labios, el vientre, metió la lengua en el ombligo, subió por el estómago, saboreó de nuevo los pezones, receptivos, las areolas contraídas, los senos duros. La respiración jadeante Notaba deseo. Ambos se acariciaban el uno al otro el sexo. De nuevo hambrientos. La puso casi al borde de la mesa y le penetró nuevamente, ella echó los brazos hacía atrás y abrazó al hombre con las piernas. Comenzaron a moverse, el con más intensidad que ella, cada vez más fuerte, hasta que le sobrevino el orgasmo, y mientras este le invadía por todo su ser, repetía una y otra vez el nombre de ella .También a ella le alcanzó el orgasmo, casi a la par que él, y aunque no tan intenso como el anterior, fue lo suficiente para placerse de sus entrañas. Y mientras él repetía su nombre y ella se corría, recordó aquella vez que leyó su nombre tres veces en su primer vuelo virtual.
Para mi Caballero Errante
Mi fuente de inspiración
Nadie como él, ha sabido llenar de sueños
A esta Dulcinea del siglo XXI.
Leganés a 28 de mayo de 2007