Encuentro mágico

Se encontraron en el ascensor a la salida del trabajo y fué el mejor polvo de sus vidas.

ENCUENTRO MÁGICO

Eran las dos de la tarde del viernes y el trabajo había terminado, Jorge se dirigió al ascensor después de terminar con su labor en la oficina, estaba situada en un séptimo piso, recogió todas sus cosas y esperó al ascensor.

Se montó y cuando iba a cerrar la puerta oyó una voz de mujer que le conminaba a que esperase, él esperó con la puerta entreabierta hasta que llegase ella, era la secretaria de la oficina de al lado.

Se llamaba Ana, era una chica de aproximadamente metro sesenta de estatura, pelo castaño por los hombros, ojos marrones, por esta descripción pasaría por cualquier chica de cualquier ciudad, pero parecía tener como un aura que la hacía más atractiva sobre todo a los ojos de sus compañeros. Empezaron a bajar en el ascensor, se miraban y cuando hubieron llegado a la altura del segundo piso él pulsó el stop del ascensor.

Ana le miró al principio como aterrada porque aunque su coño la indicaba que quería quedarse a solas con él y entregarse completamente a él bien podía ser un psicópata asesino y más valía tener cuidado. El sin darla opción pulsó el botón del último piso, allí sólo estaba el piso del conserje y como el titular estaba de vacaciones nadie iba a ese piso.

El ascensor comenzó la subida y Jorge cogiendola como si fuera una pluma la levantó estampándola contra la pared mientras comenzaba a besarla sujetándola de las nalgas, ella respondía al beso apretando su lengua con la de él, sus labios se rozaban, los de él atrapaban el inferior de ella mientras la soltaba la blusa liberando las tetas bajando las copas del sujetador.

Llegaron al último piso y Jorge puso su mochila entre el quicio de la puerta y el tope con lo que el ascensor estaba ocupado. Los dos de pies se miraron, eran como dos perros en celo, ninguno de los dos daba el primer paso hasta que acercándose se besaban con dulzura lamiendo sus lenguas mientras con las manos se desnudaban mutuamente, Ana le soltaba todos los botones de la camisa y cuando los hubo quitado le comenzaba a morder los pezones. Las manos bajaban y le soltaban el cinturón, él por su parte la había desnudado de cintura hacia arriba y cuando ella terminó de desnudarle la dio la vuelta con ímpetu y poniéndola contra la pared la bajó los jeans de un golpe y la arrancó el tanga dejándola los pantalones en los tobillos.

La observó haciéndola girar como si fuera una muñeca, los pechos medianos con dos pezones como dos pequeñas montañitas rosas, el culo respingón duro y que repuntaba hacia arriba y el pubis recortado, la quiso volver a dar la vuelta pero ella se arrodilló entre sus piernas y le dio un lametón en el perineo y se metió los huevos en la boca como dos pequeños bombones a los que había que saborear mientras él gemía y la acariciaba el pelo, luego le fue dando lamidas en sentido longitudinal como animando a la verga a ponerse erecta cosa que fue consiguiendo con el tiempo.

La polla cada vez estaba más dura, ella se ayudaba de las manos y notaba como su coño se estaba empezando a encharcar, cuando tuvo la polla a punto puso la boca como una pequeña o y la colocó lentamente sobre el glande pasando a penetrarse con ella mientras la rozaba con los dientes y la daba pequeños golpes con la lengua en el frenillo y en el agujerito de la uretra.

Jorge la cogió del pelo y la levantó, puso una de las piernas de ella contra la pared del ascensor y la penetró con fuerza mientras la daba un gran y apasionado beso, ella le apretaba las nalgas y le acariciaba el ano con sus yemas haciéndolo masajes circulares que hicieron que el culo se fuera lubricando lentamente y con mucha suavidad le fue metiendo un dedo, él entonces gimió y cogiendola de las caderas la fue follando con más fuerza, el chico fue bajando por su cuello con la boca dándola suaves y procaces besos a los que ella respondía gimiendo cada vez más fuerte mientras le follaba el culo con dos dedos que entraban y salían sin dificultad.

Ana estaba muy cerca del orgasmo, Jorge la comenzó a lamer los pechos en torno a los pezones pero sin tocar estos haciendo círculos hasta que le mordió uno estirándolo e hizo el efecto de un interruptor porque ella chilló teniendo un gran e inmenso orgasmo que hizo que apretase todos sus músculos y consiguiese que él sacándola la polla se corriese en sus pechos después de haberla hecho arrodillar.

Habían terminado un asalto pero no el combate, él la cogió toda la ropa y ella como embobada le siguió, ya se oían algunas voces reclamando el ascensor.

La subió al cuarto del ascensor y la ató a la reja que evitaba que la gente se pudiera caer por el hueco. La ató en forma de x de pies y de espaldas a él, Jorge se colocó detrás tapándola los ojos con un pañuelo de seda negro que solía llevar la muchacha al cuello.

La fue besando en las orejas, bajaba por el cuello mientras se iba masturbando y acariciándose la polla para que volviese a crecer, la fue lamiendo la espalda en pequeños besos dibujándosela con caricias, amasando la piel y realizándola pequeños masajes muy sensuales y descendiendo cada vez más hasta llegar al comienzo de las nalgas para entonces pasar la lengua por la hendidura de sus nalgas y descender a su agujerito y empezar a haciendo círculos lamérselo y darla pequeñas estocadas en él.

Ya tenía la polla dura y el ano estaba lubricado, ella comprendió sus intenciones y se quiso negar.

No, por favor, te deseo y haremos lo que quieras pero no me sodomices que soy virgen por ahí---- le suplicó.

El agarrandola del pelo la susurró al oído:

Estas muy guapa cuando protestas, pero esto no va a hacer que te haga caso, además ya verás como te gusta y cuando acabemos te invito a pasar el fin de semana en mi casa.

Cuando la estaba diciendo esto la penetró analmente introduciendo el glande y sacándolo varias veces hasta que estaba tan caliente que se la metió por completo de un golpe.

Ella se quejaba pero al final los quejidos de dolor se transformaron en gemidos de placer y cogiendola de las caderas la fue follando con suavidad primero y luego con más violencia hasta que se corrió en su interior.

La liberó, se adecentaron, se vistieron y se dirigieron a la casa de Jorge a pasar el fin de semana.

Este es un relato imaginario pero va dedicado a una chica que ella ya sabe.

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Picante100@hotmail.com