Encuentro en la oficina

Sexo en oficina con reponedor de máquinas.

Normalmente empiezo a trabajar a las 8 de la mañana en unas oficinas situadas en la octava planta de un céntrico edificio de Madrid. Pero aquella mañana tuve que ir una hora antes para poder adelantar el trabajo que había quedado retrasado por baja de una compañera.

Me senté en mi sitio y encendí el ordenador, en la oficina no había nadie más que yo y la chica de la limpieza. Me acomodé en la silla y observé la pila de papeles que había en la bandeja. Me sentí cansada, ese trabajo me llevaría todo el día, además de tener que hacer el mio.

Se escuchó de fondo la puerta del ascensor abrirse y supuse que la chica de la limpieza era quien lo iba a utilizar.

-Buenos días.

Una voz masculina resonó en la sala, levanté la cabeza por encima de la pantalla y logre ver a un chico alto que avanzaba por el pasillo rumbo a la máquina del café.

Me levanté presa de la curiosidad, pues no se esperaba a nadie antes de las ocho. Me encaminé hacia la zona de cafetería y vi con perplejidad que no era otro que el chico que reponía las máquinas de café y refrescos.

-Buenos días – le dije- no sabía que veníais tan temprano?

El chico se giró y me miró sorprendido.

-Es la primera vez que veo a alguien de la oficina a estas horas, vengo temprano sabiendo que está la chica de la limpieza, es uno de los pocos sitios que me permiten venir pronto.

Me quedé anonadada, era un chico alto, moreno con un cuerpo de espanto. Tenía unos ojos negros que quitaban el hipo.

Apenas balbucee dos palabras más y me fui a mi sitio.

-Vaya pedazo de hombre- pensé.

Empecé a introducir datos en el ordenador, aquello tenía que acabarlo ese día y no podía pensar en nada más.

Imprimí el resultado de aquella pantalla, pero paf!! La impresora se quedó atascada. No podía creerlo, intenté abrirla y sacar el papel, pero no tenía ni idea.

-Necesita ayuda?

Miré a aquel chico como mi salvador,.

-Por favor.

Se puso de cuclillas junto a mi y empezó a mover palancas hasta que logró sacarlo. Yo allí, al lado de él estaba como en el paraiso, emanaba de su cuerpo un aroma delicioso, algo que no había olido nunca.

-muchas gracias, me has salvado, eres todo un manitas, tu mujer debe estar contenta.

-Si- sonrió – lo estaría si la tuviera, la que está contenta es mi madre.

Se levantó sin más y se dirigió hacia el ascensor.

-Adios buenos días- dijo mientras cerraba la puerta.

Y allí me quedé yo de cuclillas al lado de la impresora.

No pude parar de pensar en él durante el día y aunque el trabajo lo pude sacar decidí volver al día siguiente a la misma hora.

Cuando sonó el despertador a las 6 ya estaba despierta, me había duchado y estaba sentada al borde de mi cama pensando que ropa interior debería ponerme, el sólo echo de pensarlo me ponía muy cachonda.

Al final decidí ponerme un tanguita de algodón con el sujetador a juego. Me puse un vestido blanco con cremallera en un lado. Y me dirigí hacia la oficina.

Allí esperé impaciente a que apareciera, pronto escuché el sonido del ascensor subir. Y como no a los pocos segundos ya salía él hacia la máquina de café. Llevaba en las manos una caja con latas de refrescos.

Me levanté y lo seguí en silencio hacia la zona de cafetería.

-Hola, buenos días- le dije

El dando un respingo me miró y sonrió.

-Otra vez aquí? Debe de tener mucho trabajo.

El corazón me iba a mil por hora.

-La verdad es que venía para ver si me podías ayudar a reparar algo.

-Se ha vuelto a enganchar?

-No exactamente.

-Bueno pues vamos a verlo.

Me dirigí hacia la sala que tenemos de reuniones y entré en ella. Encendí las luces, le hice señal de que pasara y cerré la puerta tras de mi.

-No veo que puedo arreglar aquí- me dijo confuso.

Mientras se giraba yo ya estaba bajandome la cremallera del vestido.

-Es algo que enseguida vas a ver.

Me quité por completo el vestido, quedandome en prendas menores.

Al principio se quedó muy desconcertado y el pánico empezó a apoderarse de mi.Y si sale corriendo? Que vergüenza!

Pero me tranquilicé al momento cuando vi que su paquete empezaba a abultarse. Tomé paso decidido y me acerqué a abrazarlo.

-Crees que podrás arreglarlo?- le dije mientras bajaba lentamente mi mano por su pecho hasta llegar a su polla.

Puso sus manos sobre mi cuerpo y me subió encima de la mesa. Sin mediar palabra bajó sus pantalones y se quitó su camiseta.

Me quitó el tanga mientras yo me deshacía de mi sujetador.

-Solo queda una cosa- me dijo mientras me bajaba de la mesa y se dirigía con suavidad hacia el suelo.

Le quité los calzoncillos con ansía de verle la verga.

-Dios mio- no pude evitar exclamar.

Estando ahí de rodillas delante de semejante verga no pude contener mis ganas de chuparla y así lo hice.

Empecé lamiendo suavemente desde el tronco de su verga hasta el mismo glande, me deleitaba lamiendo aquella verga que se hacia por momentos más grande y roja.

El gemía apoyado sobre la mesa. Introducí su miembro en mi boca saboreando aquel tronco que era todo para mi.

Sus gemidos subieron de tono y empezó a moverse de atrás hacia delante, me estaba follando la boca. Acabó con su leche en mi boca, aquel calentor recorrió mi barbilla y mi pecho, seguí lamiendo aquella verga hasta que él me levantó. Me movió para que me volviera a poner encima de la mesa. Me abrió de piernas. Empezó a lamerme alrededor de mi vagina y poco a poco se fue hacia mi clitoris. Jamás había experimentado tanto placer. En seco se paró, yo levanté la cabeza para protestar pero enseguida noté su polla dentro de mi vagina, estaba erecta y dura como hacia apenas unos minutos.

Empezó con un vaiven suave que me deshacia y poco a poco empezó a embestir más fuerte. Notaba como sus huevos daban contra mi culo, era excitante, estaba totalmente ida. Y al fin acababamos en un increible orgasmo los dos.

Estaba sobre la mesa con su semen resbalando por mi vagina, cuando me dio la vuelta.

Empezó a tocarme el agujerito del culo, al principio me asusté, nunca antes había tenido sexo anal. Pero aquellos dedos hicieron que mi agujerito poco a poco se fuera dilatando. Pronto sentí el glande caliente sobre el y como poco a poco lo fue introduciendo en mi ano. Que goce era tenerlo dentro! No paraba de tocarme las tetas y de manosearme el clitoris. Volvía a estar otra vez fuera de mi y esta vez fui yo la que empezó el vaiven con mi culo. No podía resistir el gusto que me proporcionaba aquella polla dentro de mi culo. Me corrí tres veces hasta que se vino el. Extasiados descansamos encima de la mesa.

-Deberíamos irnos antes de que llegue la gente- le dije mirando el reloj.

Faltaban sólo un cuarto de hora para que empezara a llegar el personal.

-Claro –dijo el- me llamo Manuel y espero verte muchas mañanas por aquí.

-Yo me llamo Claudia y no dudes que tendrás que arreglar muchas veces este aparato.

Le besé tiernamente en los labios, nos vestimos y cada uno siguió con lo suyo.

Muchos fueron los encuentros que hubieron en esa sala, hasta el día que nos sorprendió la chica de limpieza… pero esa será otra historia.