Encuentro en Escocia (1)

Es una pequeña historia de amor y sexo que poco a poco se va calentando. Espero que os guste.

Es una pequeña historia de amor i sexo que poco a poco se va calentando. Espero que os guste.

ENCUENTRO EN ESCOCIA ( I )

Emma no podía creérselo, siempre había soñado con viajar a Escocia. Y allí estaba, en la Hihglands, en la ciudad de Inverness, muy cerca del lago Ness.

Era primeros de julio, un mes antes terminaba la carrera de Filología Inglesa con éxito. Pero, un encontronazo unos meses atrás, de su casi marido haciéndoselo con otra mujer en su propia cama, le hizo dar un vuelco en su rutina y replantearse sus prioridades.

Las Highlands, son las tierras altas del norte de Escocia. De donde tienen origen la mayoría de los tópicos escoceses como los clanes y tartanes, el whisky o las gaitas y el Brezo.

Pues bien, allí estaba Emma dispuesta a todo.

Días antes de empezar las vacaciones, había hablado con la familia McGilligan del pueblo de Durness. Era la primera vez que se ofrecían para acoger estudiantes extranjeros durante verano.

Al salir de la estación de ferrocarril, pasada la hora de comer, a su izquierda vio un cartel que ponía "McGilligan". Lo sujetaba un hombre mayor pero atractivo, con el pelo gris brillante, ancho de espaldas y hombros, y vestía con ropa de trabajar el campo.

Con una sonrisa y muy nerviosa, se dirigió hacia él.

A medida que se acercaba, se distinguía una sombra igual de alta detrás. Era un chico guapísimo, más o menos de su edad, con el pelo largo castaño, vestido de lino pero informal. Éste, se mantenía cabizbajo detrás del hombre mirándola fijamente con ojos oscuros.

Ella quedó hechizada durante un instante por aquella mirada. Conforme se acercaba, el iris de los ojos del chico se volvía de un color almendra cálida.

Eran perfectos, todo él era perfecto.

Rápidamente pasó la vista al hombre que estaba sonriendo feliz con el cartel, y cuando llegó, se presentó.

Buenas tardes. Soy Emma Vila. ¿Es usted Augus McGilligan? – Preguntó animada.

Si, muchacha – dijo el hombre contento ofreciéndole la mano para saludarla – y este es mí hijo...

Aedan ¿No? – Le cortó la palabra Emma mirando al chico.

Si – respondió otra vez el hombre dando una palmada al chico en la espalda al ver que no articulaba palabra.

Emma se quedó inmóvil de vergüenza, al ver que el Aedan no contestaba ni se movía, pero continuo hablando con el padre.

Bien, vamos al coche, que todavía nos quedan unas horas hasta llegar a casa - dijo finalmente el Augus.

Primero, la idea de tener una chica en casa todo el verano no le entusiasmaba. Aedan era muy tímido y no sabía como actuar frente a una mujer.

Es verdad que continuamente pensaba en como sería tener junto a él una mujer a quien amar y proteger, evidentemente ya no era un niño y sus sentimientos y necesidades habían cambiado. Seguramente era eso lo que le faltaba para ser feliz, pero no sabía como hacerlo.

I ahí había estado, esperando a la muchacha que dormiría en la habitación de al lado.

Pero cuando la vio salir de la estación, una preciosa chica con el pelo liso casi rubio, vestida con una camiseta y pantalones tejanos ceñidos a un cuerpo lleno de curvas perfectas, deseó que fuera ella y por un momento todas las preocupaciones se desvanecieron. Volviendo a aparecer segundos después cuando descubrió que efectivamente era ella y se acercaba a paso ligero.

De repente sus miradas se cruzaron.

Tenía los ojos color verde claro y una mirada penetrante que le atrapó durante unos segundos. No podía apartar la vista, y cuando ella llegó y se presentó, no fue capaz de articular ni una sola palabra. Que estúpido era, si empezaba a comportarse así, luego no habría remedio.

Al rato, llegaron a Durness.

Emma miró las highlands. Inmensas tierras donde siglos atrás se vertían batallas de clanes escoceses entre grandes montañas, castillos, bellos paisajes y ropas medievales. Donde William Wallace y Robert the Bruce habían luchado por la independencia de Escocia, y ahora las podía ver con sus propios ojos.

Pensó en Aedan. Tenía el cuerpo de un guerrero escocés. No había dicho ni una sola palabra en todo el viaje, pero era el chico más guapo que creía haber visto jamás.

Emma ya había visto antes su habitación al dejar las maletas, estaba en el piso de arriba, junto a otras tres y un baño.

Ahora, después de cenar, al estar sola y tranquila, la miró con detenimiento y la apreció de verdad. Todo tenía un toque femenino y rústico.

Junto a la ventana había una puerta que daba a un balcón, salió fuera a tomar el aire. La vista daba directamente a una playa blanca, con un camino que llevaba directamente hacia ella.

El balcón pertenecía a dos habitaciones continuas en la parte trasera de la casa, una era la suya.

Se apoyó en la barandilla delante de su puerta. Que bien se estaba. Se quedó pensando en el día que había pasado.

De repente, de la habitación contigua, salió alguien al balcón. Era Aedan.

Cuando la vio, se quedó inmóvil casi sin respiración y otra vez no pudo articular palabra.

Buenas noches Aedan – le dijo Emma.

Primero a él le costó un poco entablar la conversación, pero poco a poco se soltó.

Aedan se alegró de que a Emma le interesaran las estrellas y supiera algunas constelaciones. Sin darse cuenta habían estado hablando un buen rato, no solo de Astronomía, un mundo que le apasionaba, sino también de otros temas interesantes, y se intercambiaron opiniones e historias.

Además era muy guapa, y no podía dejar de mirar su pelo ondear al viento, como movía los labios cuando hablaba. Se fijó en que se había cambiado la camiseta, esta era como la de un pijama y le caía ligeramente de lado dejándole el hombro al descubierto. Que sexy, pensó. De repente, se percató de que no llevaba sujetador, el hombro desnudo lo dejaba bien claro. Sin poder evitarlo miró sus pechos. La respiración se le paralizó y un ligero cosquilleo le invadió la entrepierna, cuando vio resaltados en la camiseta los duros pezones femeninos.

Hace frío – dijo ella sin darse cuenta.

Entonces sin pensárselo, él entró en su habitación, sacó una pequeña manta y se la puso a ella en los hombros.

Muchas noches de verano, las paso aquí a fuera mirando las estrellas y oyendo las olas del mar, entonces cuando hace frío me tapo con esta manta ¿Estas cómoda? – Preguntó.

Mucho, gracias – le agradeció – ¿Tú no tienes frío?

Como podía tenerlo, si estaba pasando la mejor noche de su vida, al lado de la mujer con la que había soñado desde siempre. Lo que deseaba, era poder abrazarla entre su calor corporal, notar los pequeños pezones erizados en su pecho, y besarla hasta que saliera el sol. Se imaginó tan realmente que la abrazaba y besaba, que en su ingle empezó a arder un volcán. Si volvía a tener otra vez esta sensación, pronto se le notaría una protuberancia en el pantalón. Relájate, pensó.

No, ya estoy acostumbrado al clima escocés. Aunque ayer si que hacia frío – comentó él.

Entonces, ella se acurrucó en la manta tapándose bien el cuello hasta las mejillas, y sintió un ligero olor masculino. El de Aedan, pensó. Se puso la manta más hacia arriba tocando la nariz y aspiró profundamente. Era tan sensual. Se le volvieron a erizar los pezones, pero esta vez no era por el frío.

Quédate la manta esta noche por si tienes frío – le ofreció él – y si necesitas alguna otra cosa me llamas – le dijo deseando que así fuera.

Emma la aceptó encantada i se fueron a dormir.

Ella se quedó dormida enseguida, tapada con la manta por supuesto.

Pero Aedan Poco a poco empezó a fantasear. Se acordó de su pelo, del hombro desnudo, de los duros pezones clavados en la tela de su camiseta, de sus labios.

Se volvió a imaginar besándola otra vez mientras sus lenguas se fundían en una sola, con una mano enredada en su pelo y la otra sujetándole el perfecto trasero, lamiéndole el cuello y las orejas mientras ella gemía de placer.

"Sintiendo los duros pechos femeninos pegados en su cara mientras él lamía los cálidos pezones".

Cuando se dio cuenta, estaba completamente excitado y tenía el miembro tan duro como una piedra. La deseaba. Solo de pensar que la tenía al otro lado de la pared, se ponía más caliente.

Se empezó a masajear la enorme erección, y siguió imaginándose a Emma. Esta vez.... "...ella entraba en su habitación pidiéndole calor, porque tenía frío. Se desnudaba completamente poco a poco delante de él, dejando sus llenos y redondos pechos al descubierto.

...Tenía ganas de tocarlos, de lamerlos. De notarlos en su piel. Ella siguió quitándose los pantalones del pijama. No llevaba braguitas, así que enseguida pudo ver el vello púbico. Era de color miel".

En la realidad, Aedan cada vez estaba más excitado. Se masturbaba sin pausa, pero tampoco muy deprisa, quería gozar un buen rato, porque hacía mucho que no se ponía tan caliente.

Siguiendo al tema, "...Aedan, levantó las mantas que lo tapaban y ella entró. Él estaba completamente desnudo con el miembro muy erecto. Se juntaron al máximo y se besaron profundamente mientras los dos sexos se tocaban.

...Ella levantó la pierna y la puso encima de la cadera de él, dejando que la enorme verga se posara junto a su vagina. Con movimientos sensuales de cadera, Emma deslizó su pubis sobre la húmeda polla de Aedan, haciendo que este se deleitara con su vaivén. Se puso tan caliente que se humedeció y endureció aún más.

...Mientras, Emma besó húmedamente los labios de Aedan, profundizando con la lengua y buscando la de él. Lamió con desenfreno su labio inferior i chupó su lengua como si le estuviera haciendo una felación.

...Los dos jadeaban profundamente y se sentían los alientos.

...Aedan estaba enloquecido de placer, tenía el miembro totalmente mojado. Con su mano cogía la nalga de ella e incrementaba su movimiento de balanceo, queriendo follarla con desesperación.

...Entonces Emma envolvió la dura verga con la palma de la mano, y deslizó el hinchado glande en círculos, por su clítoris.

Hooomm...... – le gimió ella en el oído.

...Poco a poco, sin dejar de mantener el contacto, dirigió la palpitante polla hacia el íntimo agujero de su vagina, y Aedan ya no pudo más. La introdujo con un energético empujón, hasta tocar el útero. Sintió como el glande se deslizaba y se abría paso a través de la húmedas paredes femeninas."

En la realidad, imaginarse eso, a Aedan le puso a cien. La masturbación pasó a ser más rápida. Tenía el falo, enormemente duro y lubricado. Sentía su mano apretada deslizarse rítmicamente por su miembro y no podía dejar de gemir.

Y en su imaginación "...Enseguida ella se puso encima de él y con un profundo vaivén saciaba el ardiente miembro. Aedan, le cogió las perfectas nalgas, llevándolas a un ritmo cada vez más enérgico, a la vez que hundía sus manos entre las carnes de estas, deleitándose con su tacto.

...Veía como los pechos se movían balanceándose, se incorporó como pudo para poderlos chupar. Le volvían loco, tan blandos y delicados. Los lamió desesperadamente apretando los pechos contra su cara, mientras la cogía por la cintura.

...Entonces Emma aceleró el ritmo de las caderas. Aedan estaba muy excitado y necesitaba eyacular. Lamía los pechos femeninos mientras se dejaba follar por ella, sentía su miembro hinchado con ganas de explotar, nunca lo había tenido tan duro y caliente como ahora, y temía que no se podría controlar."

En la realidad otra vez, Aedan, se masturbaba con extrema rapidez. Ya faltaba poco. Gemía sin darse cuenta, y ni pensaba en que ella le podía oír desde la otra habitación. Tenía las piernas rígidas y había bajado las mantas hasta los pies porque le molestaban. Estaba sudando.

"...Cambiaron de posición. Ahora era él quien se puso de rodillas, con los muslos femeninos alrededor de sus caderas, ya que Emma estaba sentada a horcajadas encima de él, dejando que éste le sujetara las nalgas y la penetrara con lujuria hasta que llegó al éxtasis, inundándola con una gran cantidad de semen. La abrazó mientras eyaculaba y la besó con pasión entre gemidos y contracciones. Finalmente ella también se corrió envolviendo su miembro entre los espasmos vaginales y extrayendo de él hasta el último gemido que pudo emitir."

Ya no pensaba en nada más que en correrse, y en su imaginación ya lo había hecho.

Aedan, jadeaba continuamente de placer mientras se masturbaba. El momento estaba a punto de llegar, ya no podía esperar más. Y de repente, notó una rigidez en los testículos, la caliente verga se le alargó y endureció dejando atrás el fino prepucio. Una tirantez a la altura del escroto, dejo salir una enorme cantidad de semen por el conducto seminal hasta la punta del capullo, y entonces.... sintió el gran orgasmo y explotó.

Aedan, ahogó un gran gemido en el cojín, mientras con la mano hecha un puño guardaba el hinchado glande, intentando controlar el semen que derramaba. Se había corrido por fin, y como nunca.

Se limpió como pudo con un papel que tubo que buscar, ya que no estaba preparado para esta situación. Y con una tranquilidad extrema se durmió.