Encuentro en el vestuario

Un dia en el vestuario me encuentro a un compañero de clase. Hablaremos y nos ducharemos. ¿Qué pasará?

Encuentro en el vestuario

Era un caluroso día de verano y decidí ir a la piscina con una amiga. Llegada la tarde y después de estar nadando y riendo todo el día, era hora de ir recogiendo. Fuimos a los vestuarios para cambiarnos y quedamos en vernos en la puerta. Ella entró al de mujeres y yo al de hombres.

Era martes, por lo tanto, el gimnasio estaría lleno de corredores y musculosos, y el vestuario con suerte también. No me equivoqué mucho. Había unos cuantos hombres mayores vistiéndose para ir al gimnasio, unos chicos que venían de la piscina como yo y unos cuantos hombres paseándose con la toalla y sin ella.

Fui directamente a los bancos que hay enfrente de las duchas, para así poder vigilar las cosas. Saqué la toalla y el jabón. Colgué la mochila en la percha. Al hacerlo tuve que levantar la mirada y vi que alguien se había puesto enfrente. ¡Era David!

David ha sido compañero mío desde el colegio, pero cuando acabamos el instituto ya no supe mucho más de él. No éramos amigos, pero nos llevábamos bien y nos defendíamos si teníamos que hacerlo. Recuerdo que me ponía mucho porque en el instituto marcaba mucho paquete. Siempre. Y en el colegio teníamos que ducharnos en educación física y recuerdo que éramos los únicos que en sexto ya teníamos pelo por el cuerpo (bueno, quizás no los únicos, pero si de los pocos que teníamos). ¡Cuántas pajas me habré hecho pensando en él!

-Uy, Hola – dije yo mientras colgaba la mochila.

-Hola! Cuanto tiempo, ¿qué tal todo? – dije David sorprendido.

-Bien, pasando el día en la piscina.

-Guay, yo en el gimnasio. Estoy reventado y sudadísimo.

-¡Pues a la ducha se ha dicho! – dije yo riéndome.

-Si jajaja – dijo él mientras se quitaba la camiseta. No había cambiado casi nada desde que lo vi en el instituto. Seguía teniendo un poco de barriguita (que siempre me puso mucho) y más pelo. Mientras yo hacía como que buscaba algo en la mochila vi cómo se quitaba los pantalones.

Tenía buenas piernas, peludas y una buena polla. Bastante gorda para estar flácida. Justo como la había imaginado. Ese rabo gordo estaba situado encima de unas bolas redondas y peludas y debajo de un matojo negro y espeso. Se me empezó a poner morcillona y me esperé a que se girara para quitarme el bañador e ir a la ducha.

David cogió la toalla, se enrolló con ella y se fue a la ducha. Aproveché y me quité el bañador, lo metí en la bolsa y cogí el jabón. Me dirigí a la ducha de la izquierda, la más oscura y la más grande (era la de discapacitados). Abrí la puerta y me llevé una sorpresa: David estaba allí.

-Anda mira, qué bien me vienes, porque no llevo jabón y tú sí – dijo él mientras yo miraba el jabón – así que si quieres podemos compartir la ducha que esta es más grande.

-Jajaja vale, ya que no te importa – dije yo cerrando la puerta.

Los dos nos pusimos debajo del chorro y nos pasamos la mano por todo el cuerpo, para asegurarnos que todo nuestro cuerpo estuviera mojado. Yo había dejado el jabón en la repisa que hay junto a la ducha y los dos fuimos a cogerlo. Nuestras manos se tocaron e inmediatamente nos miramos.

-Jajaja pues ya que quieres cogerlo enjabóname la espalda, que estoy muy cansado – me dijo David girándose. Los dos nos pusimos jabón en las manos: él para ir enjabonándose el torso y sus partes y yo para enjabonarle la espalda. Me puse muy nervioso. Siempre había soñado con este momento. Inspiré y me puse a ello.

Le pasé las dos manos por la espalda mientras él se frotaba lo suyo. Me puse a observarle y vi que estaba jugando mucho con su polla. Estaba toqueteándosela mucho. Y la mía crecía poco a poco.

-Buf, que bien lo haces, parece un masaje – dijo antes de girarse – ahora te toca a ti, gírate.

Me giré mientras el cogía un poco de gel. Empezó a masajear mis hombros y toda la espalda.

-Tu tampoco lo haces nada mal – dije yo totalmente relajado y con los ojos cerrados.

  • Gracias jaja, pues a ver qué te parece esto.

Y se juntó a mí por detrás. Pude sentir su la punta de su rabo medio duro en mis nalgas y sus manos por mi torso. Me puse casi duro.

-¿David? – dije yo confundido.

-¿Qué? ¿no te gusta? – dijo mientras seguía acercándose a mí.

-Claro que sí, pero…

-Tú relájate. Sé que llevas esperando esto tanto como yo, así que disfruta.

Me giré y nos quedamos mirándonos el uno al otro. Él me volvió a poner como estaba antes, dándole la espalda. Se juntó más aún y su polla estaba prácticamente entre mis nalgas. Bajó sus manos y empezó a enjabonarme la barriga. Juntó su cara a mi espalda y me la besó al mismo tiempo que me agarró la polla.

-Vaya, mmm, veo que si que te gusta – me dijo al oído.

-Y a ti también, pillín – le contesté yo mientras me giraba y le cogía del culo para acercarlo a mí.

Él dio el paso y nos fundimos en un beso. Fue pasional y erótico. Nuestros cuerpos se tocaban y pude ver cómo le excitaba esa situación tanto como a mí. Bajé mi mano hasta su rabo: estaba duro, mojado por el agua y por precum. Era bastante gordo y de tamaño normal. Al mismo tiempo él fue a por mi culo y me lo agarró.

-Tienes buen culo, eh, mmm- dijo al darme un azote. Al hacerlo yo le apreté la polla y el gimió. Seguimos besándonos y decidí cumplir mi sueño: chupársela. Me arrodillé y me la metí en la boca.

-Bfff, qué tío, métetela toda – me dijo él mientras empujaba mi cabeza contra su pubis y se cogía los huevos y la polla. No me soltó la cabeza y empezó a mover la cadera. Suspiraba mucho y su polla soltaba mucho líquido. Me estaba follando la boca. Me puse muy duro, la tenía muy mojada de precum. Empecé a pasar mi dedo por el glande y decidí agarrarla y pajearme.

Ahí estábamos los dos: el tío con el que había soñado desde siempre me estaba follando la boca. Buf, nunca lo habría imaginado. Cada vez me ponía más. Sobre todo cuando nuestras miradas se cruzaron. Después de sacármela y pegarme en la lengua con ella, se pajeó y se corrió en mi cara. Yo me había corrido cuando hizo lo de la lengua, pero no se dio cuenta.

-Buf, no ha estado nada mal. De las mejores mamadas. Quién lo diría, ¿eh? – dijo el mientras se ponía debajo del chorro del agua y yo me levantaba y hacia lo mismo.

-Sí, nunca me lo habría imaginado – dije mientras nos enjabonábamos. Nos duchamos y salimos al vestuario: yo desnudo y morcillón y el tapado con la toalla. Fuimos al banco y nos secamos. Solo había un hombre que iba a ducharse.

-Pues tú también tienes buena polla – me dijo mientras me la miraba y se secaba.

-Puedes probarla cuando quieras – dije yo mientras cogía la toalla.

-A ver si es verdad.

Nos secamos y nos vestimos. Me dio una palmada en el brazo, me dijo ‘’hasta luego’’ y se fue. yo recogí lo que me quedaba y salí a esperar a mi amiga.