Encuentro en el parque

Una tórrida sesión de sexo homo, tras una corrida en el parque...

ENCUENTRO EN EL PARQUE

Era un caluroso domingo del verano pasado. Como era habitual salí a correr un poco por el parque cercano a mi domicilio. En el trayecto para corredores me encontré con un muchachito casi de mi edad, con el cual intercambiamos algunas palabras sin dejar de correr.

Un rato después, paramos para descansar bajo la hermosa arboleda y nos fuimos enterando mutuamente de nuestros gustos. Compartimos una gaseosa pero yo no dejaba de admirar (disimuladamente) su hermoso bulto.

La conversación fue desandando hacia otros campos hasta que llegamos al del sexo. Nos confiamos nuestros gustos en ello y cuando advirtió que no dejaban de mirarle la entrepierna, me sorprendió preguntándome si me agradaba. Le respondí que hasta donde se podía imaginar era muy interesante lo que poseía. ¿Vives lejos?, me preguntó, y al responderle que era cerca me propuso ir y que allí podría ver lo que al parecer me interesaba en grado sumo.

Llegamos a casa (vivo solo), y lo invité ducharse cosa que aceptó poues adujo estar muy transpirado. Cuando escuché el ruido de la ducha, me desnudé hasta quedarme en slip y decididamente entré al baño. Él estaba de espaldas a mí y pude apreciar su hermoso cuerpo, y para cuando giró lo que pude ver era justamente lo que deseaba:

una hermosa pija, blanca, cabezona y aunque mustia, bastante larga. Me miró, se sonrrió y me invitó a ducharnos juntos. Me quité el slip y ya bajo la lluvia propuso enjabonarme, lo cual hizo de maravilloso masaje. Se detuvo en mis tetillas, y eso me sobresaltó, me hizo girar y se dedicó a la espalda hasta llegar a mis nalgas, pasaba la esponja suavemente sobre ellas hasta que se adentró entre los glúteos y acarició mi hueco. Dí un respingo pero él se hizo el distraído y siguió su tarea hasta llegar a mis partes delanteras, a las que masajeó suavemente.

Cuando fue mi turno, lo hice en especial a su entrepierna y así fue como la pija comenzó a levantarse. Interrumpí la tarea pues no deseaba hacerlo acabar allí y así, por lo que tras secarnos lo conduje a mi dormitorio.

Me tendí a lo largo del lecho, pero él permaneciendo de pie al borde me pidió me sentara. Cuando lo hice quedé frente a su pija semi erecta. Acercó sus caderas hacia mi rostro y tomándola por el medio con dos dedos me la pasó sobre los labios. Abrí mi boca y en la siguiente caricia me pidió la chupara. Saqué la lengua ensalivada y humedecí el glande por delante y por detrás, tras lo cual poniendo mis labios en "o" sorbí ese glande anhelante.

Lo acaricié con los labios y lengua y poco a poco fui introduciéndolo en la boca y seguí hasta tener ese precioso instrumento hasta la mitad. Succionaba con ganas lo que hacía que él gimiera y empujara sus caderas hacia adelante y atrás alternadamente, logrando con ello que la pija no saliera de mi boca.

Por momentos la quitaba y un fino hilo de saliva colgaba desde el glande hasta mi boca y volvía a deglutirla hasta donde me era factible pues, había comenzado a ponerse rígida y su largo aumentaba igualmente como su grosor.

Cuando estuvo bien dura, me pidió ponernos en "69", y mientras yo me deleitaba con su trozo, él me lamía los testículos y el tronco, para ir adentrándose lentamente hacia mi huequito al cual dedicó tremendas lamidas que me hicieron poner altamente exitado. Un rato después ente gemidos me pidió penetrarme para lo cual quiso que me colocara en "cuatro patas".

Ubicado así dejé en exposición mi orto al que lamió para humedecerlo aún más y ubicando su cuerpo percibí la punta en la puerta de mi culo.

Presionó y lentamente inició la penetración entre medio de mis gemidos de goce (y algo de dolor dado el tamaño). Comenzó el mete y saca lo que me hacía estremecer y mi culo culebreaba tratando de retener cada milímetro de esa belleza cilíndrica.

Ahora nos habíamos acoplado a los movimientos, de manera que cuando él entraba yo empuja hacia atrás recibiendo casi todo su instrumento. La retiró, me hizo sentar nuevamente y acercándola a mi boca me requirió la ensalivara. Estaba mojada, pero era riquísima, bien dura, larga y gruesa; y eso me recalentaba.

Cuando me retiró el "juguete", me hizo colocar boca arriba, levantó mis piernas hasta por sobre sus hombros y apuntándome decididamente ingresó. Sentí como una fuerte corriente eléctrica desde la puerta del culo hasta la cabeza. Ningún macho me había penetrado de esa manera. en esta posición podía apreciar como esa tremenda pija entraba y salía, y me desesperaba por recibirla entera.

Como leyendo mis pensamientos, dio un suave pero firme empellón y me la enterró hasta los pelos. Exhalé un fuerte quejido y él me dijo:

"Aguantala guachita, aguantala porque sé que te gusta". "Sí, me gusta, me gusta toda", le respondí en un hilo de voz. Podía ver como sus pelos se pegaban a la puerta de mi culo y le crucé las piernas alrededor de su cintura y lo atraje hacia mí, haciendo que la penetración fuera total. Sentía que mi recto se estiraba para contener semejante pija y cada empellón del glande me hacía ver estrellitas de colores, pero él proseguía la faena cada vez con más ímpetu, logrando por momentos hacerme gritar tanto de dolor como de gozo, pero no iba a dejarlo sacar esa preciosura de mi culo.

Durante más o menos quince minutos me meneó semejante trozo y cuando sentí que respiraba entrecortadamente me preparé a recibir su ofrenda. Dio dos fuertes empellones y mientras le pellizcaba sus tetillas, bramó y me inundó el recto con una leche caliente. Acababa como un semental y durante unos cinco segundos me descargó su leche adentro. Cayó encima agotado y retirándola me dijo que deseaba la limpiara con mi boca. Tomé el troncó y la chupé con alma y vida hasta dejarla brillante y limpia.

Luego descansamos y tras al menos unos veinte minutos, mientras nos acariciábamos noté que la pija se ponía erecta. Me preguntó si había sentido dolor y le confesé que sí, pero que mayor había sido el goce que esa herramienta me había provocado. "Así que te ha gustado?", me preguntó. "Claro, ¿o no te has dado cuenta?". Sin responderme me rodeó con sus enormes y musculosos brazos, me colocó boca abajo, pasó sus manos por debajo de mi cintura, levantó mi culo, se ensalivó la pija, con dos dedos me abrió los cachetes, empujó y en la habitación se escuchó mi hondo gemido al recibir por segunda vez su aparato. Cuando la hubo enterrado hasta más de la mitad pegó su pecho velludo a mi espalda y mientras mordisqueaba amorosamente mi cuello me culeaba cadenciosamente. Un suave pero firme empellón y me depositó la pija hasta el tronco. Mis gemidos y sus bufidos fueron marco de un segundo polvo maravilloso. Si en el primero me había bañado, en este ¡me duchó!... Nunca sabré a ciencia cierta de donde sacaba tanta leche, pero eso no me importaba. Lo que importaba era que acababa bien, fuerte y con mucha leche.

Creo que no he repetido un encuentro con macho tan lechudo como este. Largo rato después de haberse ido, sentí deseos de ir al baño.

Al sentarme todavía me ardía la puerta del culo y al hacer fuerza un chorro, ¡sí, un chorro! de leche me salió... Se me paró la pija del gusto y en su nombre me hice la paja hasta bañarme los dedos con mi propio semen.

Si alguien desea más historias personales, puede escribirme a < lubasexo@hotmail.com

Luis