Encuentro en el gimnasio (visto por ella)

¡Qué buena a-cogida me dispensan en la escuela!. Así da gusto ir a y trabajar.

Hola, me llamo Luisa, soy profesora de primaria, tengo 24 años, estoy actualmente trabajando como interina en sustitución a una compañera de baja por maternidad. Me encanta estar con niños pequeños enseñándoles música y artes plásticas que son mi especialidad.

Soy una mujer muy dinámica que disfruta haciendo deporte, escuchando música, bailando y sobre todo charlando con mis amigos. Tengo un carácter alegre y festivo, me gusta mucho reír, hacer bromas y disfrutar de la compañía de quién quiere vivir una vida feliz.

Físicamente tengo un cuerpo bonito y esbelto, mido 1,75 y peso 55 kg, soy muy flexible porque he hecho gimnasia rítmica casi toda mi vida lo que me ha mantenido en buena forma. En ocasiones, según la ropa que elijo, echo en falta que mis curvas sean mas llamativas. Tengo una talla 80 copa C y 85 de cadera. Yo me veo muy bien y sobre todo muy cómoda para poder tirarme por el suelo mientras juego con mis alumnos.

Esta es mi tercera semana en el colegio que me ha asignado. A pesar de se novata se me da muy bien y estoy muy bien avenida con el resto de profesoras. Desde los primeros días vi que el profe de gimnasia era muy popular, a mí también me pareció simpático y atractivo, y pronto tuvimos ocasión de charlar en la sala de profesores y en el comedor.

Es un poco casanova y zalamero, no tardó en lanzarme insinuaciones que evidentemente esquive, no porque no me atrajera o porque  yo sea demasiado recatada, sino porque no quería meter la pata en el primer empleo.

Cuando lo conocí mejor y me aseguré que era lo suficientemente discreto, deje que se acercara un poquito para ver de que pie cojeaba.  Le gusta la broma, es respetuoso y atrevido a la vez, a pesar de estar casado no se reprime lo mas mínimo. A mi me gusta su carácter, es un hombre maduro (me dobla la edad) que se mantiene en forma y que tiene una experiencia que me atrae.

Pronto le deje entrever que si se “portaba bien”, era discreto y nada fanfarrón podríamos ir juntos hacia otras relaciones. Soy una mujer liberal y liberada… se lo que me gusta y no tengo ningún problema para ir a cogerlo. Si a Chema no le importa ponerle los cuernos a su mujer, a mi menos todavía. Por lo que lo voy conociendo estoy convencida que debe ser un buen amante, es atento, se fija en los detalles y recuerda lo que le digo que me gusta.

Tiene un buen cuerpo, que sin ser atlético, es varonil y atractivo. Me he fijado que cuando se sienta el pantalón del chándal le va algo estrecho y se le marca un buen paquete. Vaya que me apetece ver lo que me puede dar.

Podría decir que mi vida sexual ha sido bastante rica hasta ahora, durante los estudios he tenido varias parejas con las que he practicado bastantes cosas, incluso  he tenido alguna experiencia con chicas, pero creo ha llegado el momento de disfrutar de un buen maduro que me sepa complacer plenamente.

Hace unos días que empezó el cortejo de forma mas clara, me toca las manos, me coge de la cintura y me pone la mano sobre la espalda de una forma muy inocente…esto cuando estamos en presencia de otras personas. Cuando estamos a solas… me da palmadas en el trasero, me roba algún piquito… y sobre todo me llena los oídos de palabras sucias que me hacen estremecer.

Si puede hacerlo, se acerca a mi y me suelta frases que despiertan mi deseo de una forma muy intensa

-        “Ese guardapolvo te sienta estupendamente…lástima que mi polvo no te caiga bien”

-        “cuando te inclinas para levantar a un crio, pones el trasero a punto de caramelo”

-        “hoy he hecho levantamiento de peso…me gustaría levantar tu cuerpo”

-        “Después de la clase me voy a duchar….¿sabes lo que voy a pensar?”

-        “Tu cuerpo y el mío juntos serían como un hot-dog, la carne sobresale del pan”

Hoy a primera hora, antes de empezar las clases me dio la sorpresa, y me citó en el gimnasio a la hora del recreo. Me he pasado las dos horas con una expectación que no recordaba, me siento gratamente estimulada, deseosa de descubrir lo que me tiene preparado…es tal la excitación que he mojado las bragas. Espero que no se de cuenta puesto que si lo hace sabrá que me tiene a su merced, y no es eso lo que quiero que piense de mi.

Nos encontramos en la puerta de la sala, Chema mete la llave y pone cara de extrañeza al comprobar que la puerta está abierta. Entramos y ahora si se asegura que se cierra con llave. Inmediatamente después me asalta dándome un beso en la boca, profundo y apasionado. Yo le correspondo dejándome invadir por su jugosa y carnosa lengua.

Envuelve la mía al tiempo que me abraza y me acaricia de forma desenfrenada la espalda y el trasero.  A trompicones me lleva hasta una esquina de la sala donde se almacenan los diversos equipos deportivos, un potro, unas colchonetas y unos balones medicinales.

Lo percibo ansioso por tenerme, lo había imaginado más dulce, más templado…quizás apremia el poco tiempo que tenemos disponible y Toni no se anda con rodeos. Yo le sigo la corriente y le facilito la tarea desbotonándome todos los botones delanteros del guardapolvo. Antes de venir ya me había quitado la faldilla por lo que solo queda entre su mano y mi húmedo sexo una pequeña braguita que a estas alturas ya está bien mojada.

Nos besamos y nos metemos mano como dos posesos. A él le gusta toquetearme las tetillas y me las saca fuera del sostén blanco con encajes que me he puesto para la ocasión, sin apenas mirarlo ni tan siquiera deshacer el cierre. Aunque son pequeñitas se vuelve loco chupeteándolas y sorbiendo mis pezones que están tiesos como dos garbanzos

Yo le pongo la mano sobre el paquete, comprobando que ya la tiene bien gorda y dura, por lo que me lanzo y de un tirón le echo el chándal y el calzón a los pies. A pesar de que mi cuerpo puede dar aspecto de fragilidad, no me corto nada y no me asusta ningún hombre.

A ambos nos corre la adrenalina por las venas, y como caballos desbocados, nos echamos en brazos del otro para complacerlo dejándonos llevar por nuestra lujuria.

Tras besarnos apasionadamente, me obliga a ponerme apoyada sobre los antebrazos sobre el plinto,  con las piernas ligeramente separadas y el culo en pompa. Tengo las piernas largas y estilizadas, con un culito muy lindo. Tengo el pubis bien rasurado, con unos labios vaginales muy finos y largos que se sitúan en una estrecha zona donde los muslos se unen al pubis.

De reojo veo como se masajea intensamente para ponerla mas dura si eso es posible, observo emocionada como se unta de saliva la punta dejándola bien brillante. Apoya su mano sobre la parte baja de mi espalda obligándome a inclinarme mas sobre el plinto. Cuando ya me tiene en la postura deseada me frota la raja una y otra vez con su dura verga.

¡¡¡Uhmmm!!! esto me está gustando cada vez mas.

Me coge por las caderas con fuerza para dar un fuerte e inesperado empujón que me hace estremecer. Me ha sorprendido, he sentido como si me rompieran el coño y he necesitado dar un paso al frente para aliviar la presión. El muy cabrón, sin esperar a que me recupere, da otro empujon, y luego otro…hasta que me la mete hasta las mismas bolas. Mi coño está ardiendo, me escuece…me quema…es muy duro…hasta me duele…pero también… me hace feliz, me gusta.

No puedo evitar lanzar un alarido como una perra callejera, siento su miembro entre mis carnes, abriéndose hueco, caliente y duro, como una barra de hierro al rojo. Cuanto mas grito y mas me muevo, mas aprieta él y mas fuerte me sujeta. No me puedo escapar de su abrazo…aunque tampoco deseo hacerlo.

Una vez que nos hemos acomodado uno al otro, Chema empieza a balancear las caderas tropezando una y otra vez contra mi culito. Hace un mete y saca lento pero muy intenso, en cada empujón lleva su verga hasta lo mas profundo de mi conchita y luego prácticamente la saca por completo.

Vuelvo la cabeza para ver la cara que pone y me vuelvo satisfecha pues creo que lo esta pasando también como yo, y seguro que esta vez no será la ultima que estemos juntos.

Me da unas cuantas culadas seguidas, con vigor e intensidad, luego se detiene,  se echa a tras y la saca completamente. Noto como la restriega entre mis muslos y por encima de la raja del culo. Espero que no se le ocurra intentarlo por ahí pues ese agujero todavía es virgen.

Mi querido profe de gimnasia tiene muy interiorizadas las series de ejercicios, así que me da una serie de unos diez o quince empujones, luego se detiene, espera un poco y repite la acción. A mi me gusta que lo haga pues me da tiempo a sentir sus embestidas, cuando ya no puedo mas me deja descansar un instante y cuando vuelve la intensidad de mis sensaciones ha subido un escalon.

Me ha extrañado un par de veces en que se ha detenido en medio de la serie, he notado como si algo le perturbara impidiéndole continuar. Por suerte, para ambos luego ha vuelto con mucho mas ímpetu…con mas ganas…como si quisiera regodearse con los empujones.

No dejo de jadear y de mover mi cuerpo para acomodarlo al trozo de carne que me esta perforando el coño. Tal y como lo siento, debe estar al rojo vivo, roto y mojado como nunca. Vuelvo otra ver la cabeza para ver la expresión de su cara y lo veo un poco distraido mirando hacia el rincón donde hay una puerta con un rotulo que dice: “Material deportivo. Solo personal autorizado”.

Creo que debería estar cerrada pues es donde se guardan bajo llave las pelotas y el resto del material deportivo. Sin embargo, está abierta unos centímetros. Sinceramente a mi no me importa nada y me concentro en tener un buen orgasmo gracias a los duros empujones de mi profe preferido.

El sigue con su rutina dándome fuertes culadas en series de diez en diez, hasta que algo parece que le anima de forma especial comenzando a alargar el número de empujones y la velocidad de los mismos.

Yo no dejo de gemir como una perra y de animarle a que culmine de una vez su cabalgada contra mis nalgas. Por fin, se afianza sobre mis caderas para dar los últimos empujones, ahora no se para a los diez empujones, ni en los siguientes…la serie no tiene límite…

A mi se me escapan unos gritos de placer que estremecen. Se queda inmóvil, pegado a mis nalgas, y espera a que las contracciones de mi vagina que acompañan a mi orgasmo disminuyan en intensidad.

Siento como me acaricia la espalda y las caderas, y como su verga se va escapando lentamente de mi abrazo. Cuando logro recuperar el aliento, me doy la vuelta, me pongo en cuclillas, y mirándole a los ojos le pido que me de su lechecita.

Toni mira a un lado y a otro, también hacia la puerta entreabierta, tras dudar un instante se la coge con una mano y se pajea intensamente hasta que una buena andanada de lefa cae junto a mi barbilla.

Ufff , ¡qué corrida tan brutal! Incluso le tiemblan las piernas.

Una vez que ambos hemos quedado satisfechos, nos vestimos y regresamos a las zonas comunes del colegio con el resto de profesores como si nada especial hubiera sucedido.

Al salir veo que no cierra con llave la puerta del gimnasio, lo cual me extraña un poco, porque se que Toni es muy cuidadoso con estas cosas.

Por la tarde, poco antes de terminar las clases hemos coincidido por el pasillo. Con mucho disimulo me ha abordado y me ha dicho que tenemos que hablar de un asunto muy importante que nos afecta a ambos.

Al principio me he asustado un poco, pero luego he pensado que se trata de alguna treta o juego que ha inventando para captar mi atención y así poder repetir otra aventura como la vivida en el gimnasio esta mañana.

Con calma me ha explicado lo que yo me he perdido durante nuestro encuentro en el gimnasio, lo que ha averiguado sobre quien a podido ser y lo que me propone que hagamos.

Deverano