Encuentro en el gimnasio (visto por él)
Una joven y novata maestra hace una sustitución en mi escuela.
Tras el subidón, lo que ha sucedido en el gimnasio me pasa factura en forma de preocupación y de incertidumbre. No puedo quitarme de la cabeza lo que ha pasado, puede tener consecuencias negativas, tanto para Luisa como para mí. No sabemos quién era la que nos estuvo observando, ni cuál será su reacción, ni que hará a continuación.
Necesito averiguar quién es y según de quien se trate, tratar de convencerla para que nos guarde el secreto… es una prioridad.
Hace un rato…
Los niños están en el recreo, algunos maestros vigilando el patio, el resto en la sala de docentes relajándose tomando café y charlando. Luisa y yo hemos optado por hacer una visita al gimnasio del colegio donde podremos disfrutar de un ratito de intimidad.
Luisa es una joven maestra de primaria que está haciendo la sustitución de otra compañera que está de permiso. Es una joven bastante alta y espigada, muy guapa de cara y pocas curvas. Tras unas semanas en el colegio hemos sintonizado perfectamente y hoy ya es la primera vez que nos hemos citado, vamos a encontrarnos como dos adolescentes en mi escondite secreto.
Me llamó la atención su carácter alegre, su simpatía y su risa fácil. Allá donde va cambia el ambiente, lo hace entrañable y divertido, los niños la adoran. Tiene un cuerpo muy delgado y con el guardapolvos del colegio parece bastante más alta.
Yo soy el profe de educación física, cuarentón pero en buena forma. Llevo bastantes años de docencia a las espaldas y conozco bien el colegio y al personal. Debo reconocer que he tenido mucha suerte en la vida, doy clases a los niños y eso me encanta.
Además, no me han faltado las oportunidades con las maestras presentes y otras que ya se fueron. Con toda ellas me he entendido bien y con algunas he podido practicar mis habilidades especiales en la sala de deportes.
He tenido aventuras con varias, con toda la discreción ha sido una máxima irrenunciable y sigo siendo un buen compañero de todas. Algunas se han casado después, otras ya lo estaban antes de conocerme y creo que todas lo pasaron bien conmigo por lo que me tienen mucha estima.
A los pocos días de llegar Luisa al colegio le tire el guante que no tardo en recoger. Enseguida hicimos buenas migas, y desde entonces buscamos las oportunidades para relacionarnos. Hace un par de días, nos encontramos en una clase a solas y ambos comprobamos nuestra atracción mutua. La besé, la abracé y sentí que tenia tantas ganas de follar como yo. Así que hoy lo he organizado todo para encontrarnos durante la hora del recreo.
He cerrado con llave las puertas de acceso, he cogido de la mano a Luisa y me la he llegado a un rincón de la sala donde recogemos los aparatos gimnásticos: el potro, el plinto, el trampolín y las colchonetas.
A resguardo de miradas indiscretas nos ponemos a besarnos. Sabiendo que no tenemos mucho tiempo mientras la beso se deshace los botones del guardapolvo mostrándome su cuerpo semidesnudo cubierto con un sostén blanco de encaje que recoge su pecho pequeño como una manzana. Su vientre termina en una diminuta braguita tanga que apenas cubre un pequeño triangulo de su pubis.
Luisa es muy joven, acaba de terminar sus estudios y este es su primer trabajo. A pesar de su juventud eso no la merma en su apasionamiento y sus caricias me demuestran que en el arte del amor no es tan novata.
Se apodera de nosotros un intenso deseo carnal, ella se muere por que la posea y yo estoy impaciente por descubrir como será el abrazo de esta guapa y primeriza maestra. Su cuerpo delgado y aparentemente frágil se pondrá a prueba conmigo.
Tras besarnos apasionadamente, la pongo con el culo en pompa, apoyada sobre los antebrazos sobre el plinto y con las piernas ligeramente separadas. Tiene el culito chiquitín y sus piernas dejan una separación de tres dedos entre ellas para dejar que su rajita quede bien expuesta.
Me bajo el pantalón del chándal y el calzón y los dejo caídos alrededor de mis tobillos. Le doy una palmadita en el cachete, me escupo en la mano y me reparto la saliva por la punta del capullo para que este bien mojada para se pueda deslizar suave entre los labios de Luisa.
Me la cojo y froto intensamente sobre la raja. Quiero que note el calor de mi capullo enrojecido e inflado por la sangre que se concentra en la punta. Si mas preámbulos, la apunto y doy un apretón. Luisa da un respingo pues no se lo esperaba tan pronto. Vuelvo a empujar y esta vez si que me abro paso en su estrecha conchita.
Se le escapa un gemido intenso consecuencia de sentir la rotundidad de mi miembro entre sus carnes, y sobre todo por la sorpresa. Vuelve la cara para mirarme y darme licencia para que continúe. La sujeto firmemente por las caderas para que al empujar de nuevo mi miembro la penetre bien profundamente.
A un par de metros donde estamos hay una puerta con un rotulo que dice: “Material deportivo. Solo personal autorizado”, a pesar de que debería estar cerrada con llave está abierta unos centímetros, los suficientes para que alguien nos pueda ver desde el interior del cuarto. Varias veces, de soslayo, vigilo por si aparece alguien que nos pueda pillar in fraganti.
No veo a nadie y eso me anima a continuar dándole duro para hacerla gemir de placer. Sin embargo, en una ocasión veo durante un instante el pico del guardapolvo de una maestra con sus típicos cuadros de colores azules y grises.
Después vuelvo la cabeza con disimulo varias veces pero no consigo descubrir a nadie. Estoy casi seguro que alguien nos observa discretamente, la puerta entreabierta se mueve casi imperceptiblemente, pero se mueve, hay alguien detrás.
Estoy cautivado por el lujurioso encuentro con Luisa, en medio de un intenso mete y saca, por lo que no me preocupa que alguna profesora curiosa quiera pasar un buen rato viendo lo que hacemos, es mas…siento una estimulación muy especial al sentirme observado.
Mi vanidad ha recibido un buen incentivo. Me gusta pensar que nos está mirando, que quizás desea cambiarse por Luisa, y que quizás sus bragas ya estén bien húmedas.
Luisa no deja de gemir a cada embestida, parece como si la fuese a romper por dentro. Tengo un miembro de buenas dimensiones y ella es muy estrecha, a pesar de ello cada gemido que parece de dolor lo acompaña de otro de placer.
Le doy unas diez culadas seguidas, con vigor e intensidad, luego me detengo, me echo atrás para sacarla completamente, la froto entre sus muslos y por encima de su culo, para luego meterla de nuevo con un empujón seco y enérgico.
Repito otras diez culadas fuertes y así varias veces, como si estuviese haciendo series de ejercicios gimnásticos. En medio de cada serie, me separo lo suficiente para que nuestra secreta observadora pueda ver bien los efectos que producen en Luisa. Quiero que lo vea, que disfrute en su escondite, que tenga motivos para darse un íntimo placer o para que vaya ardiente a casa en busca de su pareja.
Mi joven maestra jadea sin parar, ondula su espalda para acomodar mejor mi miembro en sus embestidas, lo está disfrutando mucho. Cuando me separo de ella, tanto la mirona como yo, podemos ver su chocho completamente roto, enrojecido y rezumando sus fluidos.
Mi polla esta imponente, grande, se le señalan las venas y está bañada en un rico aguamiel. Me afirmo bien para dar los últimos empujones, ahora no me paro a los diez empujones, ni en los siguientes…la serie no tiene límite…Luisa me acompaña incrementando sus gemidos, al mismo tiempo que yo voy subiendo el ritmo y la intensidad e mis culadas.
Se le escapan unos gritos de placer que me conmueven, inmóvil dejo pegado mi pubis a sus nalgas, espero a que las contracciones de su vagina que acompañan a su orgasmo dismunuyan en intensidad. Con las manos acariciándole la espalda y las caderas dejo que mi polla se vaya escapando lentamente de su abrazo.
Cuando Luisa se recupera un poco, se da la vuelta y se pone en cuclillas frente a mi. Me mira, esta muy complacida, abre la boca y me muestra lo que le apetece… quiere mi leche.
Miro hacia la puerta para asegurarme que nuestra espía lo pueda ver todo bien. Me doy unos meneos, enseguida me viene mi orgasmo y de entrego mi leche alrededor de su ansiosa boca.
Ufff, que corrida mas brutal. Creo que el sentirme observado me ha dado un aliciente extra.
Una vez que ambos hemos quedado satisfechos, nos vestimos y regresamos a las zonas comunes del colegio con el resto de profesores como si nada especial hubiera sucedido.
He dejado la puerta abierta para darle un escape a nuestra secreta observadora. No le he dicho nada a Luisa para no causarle inquietud mientras lo hacíamos, pero después he reflexionado un poco y me han asaltado las dudas. Nuestro secreto ¿está a salvo?¿debo preocuparme?
Tras hacer algunas indagaciones entre los maestros y maestras he llegado a la conclusión que nuestra observadora furtiva es la señorita Patricia, que da clases de primaria. La tengo vista aunque apenas la he tratado.
Patricia es una mujer de aspecto muy amoroso y dulce, pero muy escurridiza, En cuanto termina las clases sale disparada y no se le conoce vida social en el entorno del colegio. Tengo que encontrarla y hablar con ella.
Durante la mañana se me ha ocurrido una idea mucho mejor, enviare a Luisa como emisaria para que investigue lo que piensa Patricia. Confío en sus tremendas dotes y simpatía, es una joven que contagia alegría y buen humor, la mejor tarjeta de presentación para que podamos solucionar nuestro tema en común.
Deverano.