Encuentro en el ascensor (16)

Te encontrarás con más de un trillón de estrellas en el universo, pero solamente hallarás una luna en él.

Estrella me hizo una revisión rápida y se marchó corriendo porque la llamaron por una urgencia, no pude hablar con ella sobre lo de anoche, esperaba que luego se pudiera quedar un rato más largo conmigo...

Después de comer vino de nuevo a ver cómo me encontraba.

Estrella: ¿cómo estás?

Iris: me encuentro muy bien.

Estrella me revisó rápidamente y estaba dispuesta a marcharse cuando yo la detuve.

Iris: espera Estrella.

Estrella asomó la cabeza por la puerta.

Estrella: ¿sí?

Iris: me gustaría hablar contigo sobre lo de ayer.

Estrella: respecto a lo de que me gustas o a lo de Luna.

Iris: respecto a lo de Luna, lo de que te gusto ya me quedó claro, si quieres también podemos hablar sobre ello.

Estrella: ahora tengo mucho trabajo Iris.

Iris: lo entiendo, pero...

Estrella: y luego por la noche no tendré mucho tiempo para hablar, estoy muy cansada, así que tampoco podré quedarme.

La maquina comenzó a pitar.

Estrella: vale, a media tarde sobre las seis, tengo una hora libre, podemos hablar entonces.

Iris: me parece bien.

Estrella: pues nos vemos a las seis, no me eches mucho de menos.

De nuevo su sonrisa, esa sonrisa perfecta que tanto me gustaba de ella, pero que me estaba pasando, quiero a Luna, la quiero, lo sé, sé que no es un simple capricho porque está con Celeste y no conmigo, estoy segura.

En realidad no lo estaba y mi interior me lo decía.

A las seis, Estrella pasó por la puerta, me gustaba su puntualidad, en ese aspecto se parecía a mí.

Estrella tomó asiento en la butaca.

Estrella: cuéntame.

Me quedé mirándola.

Estrella: ¿y bien?, eras tú la que quería hablar conmigo.

No podía dejar de mirarla, era hipnotizante.

Estrella: bueno pues si no quieres hablar, me marcho.

Iris: espera.

Estrella me miró.

Iris: soy tu paciente, no podemos tener ningún trato, ya me entiendes ¿no?

Estrella: sí, eres mi paciente aquí en el hospital, cuando estés fuera ya no lo serás, ¿qué quieres?

Iris: quiero que me demuestres que la Iris infiel sigo siendo yo.

Estrella: ¿por qué quieres que haga eso?

Iris: para no hacer más daño a Luna, ella no es una simple muñeca con la que puedes jugar un rato y luego abandonarla.

Estrella: ¿y que gano yo con hacer eso?

Iris: ganas acostarte conmigo.

Estrella se empezó a reír.

Estrella: ¿y eso es suficiente?

Iris: ganas que yo ya no le vuelva a hacer daño a tu hermana.

Estrella: es decir, ¿quieres que te tiente tanto que no te puedas resistir a mi?

Iris: sí.

Estrella: y si yo gano, entonces me acuesto contigo y te apartas para siempre de Luna.

Iris: eso es.

Estrella: y si tu ganas, intentas volver con Luna y estás con ella para siempre.

Me quedé en silencio.

Estrella lo supo al instante.

Estrella: no sabes si es para siempre, ahí veo a la Iris infiel.

Seguí en silencio.

Estrella: sabes Iris, creo que necesitas tratamiento psicológico, tu antes no eras así, te convertiste así, porque Celeste te engañó con otra y todo tu concepto sobre el amor se derrumbó.

Iris: lo sé.

Estrella: pero no quieres tratamiento.

Iris: no, puedo arreglar yo sola ese problema.

Estrella: ya veo, y ese sola es conmigo tentándote cómo si fuera la manzana prohibida que no has de comer.

Iris: creo que sí.

Estrella: ya, veo que tu plan carece de absoluto sentido, pero si quieres hacerlo, cuenta conmigo, deseo probar tus labios tanto que te será imposible rechazarme.

Iris: eso ya lo veremos.

Estrella: nadie me ha rechazado hasta ahora Iris, y no he tenido que poner empeño para que se acuesten conmigo.

Iris: conmigo tendrás que poner mucho empeño.

Estrella: ¿cuánto fue la última vez que te acostaste con Sol, el día de la boda?

Iris: ¿por qué lo preguntas?

Estrella: ¿no tengo límites para tentarte?

Iris: ningún límite.

Estrella: ¿y de tiempo?

Iris: una semana desde que me des el alta, es decir, una semana a partir de mañana.

Estrella: tiempo suficiente para que caigas y degustes mi fantástico cuerpo.

Iris: no lo haré.

Estrella sonrió, pero esta vez de una manera retadora.

Estrella: eso ya lo veremos, adiós.

Iris: adiós.

No tenía nada claro si era una auténtica locura el plan que había trazado, pero me parecía convincente, si aguantaba una semana sin probar su cuerpo, tan sensual y sus pechos tan bien definidos, sus labios, tan carnosos, "mierda, Iris", concéntrate, ahora veía que el plan había sido una completa estupidez por mi parte, "fuerza de voluntad, fuerza de voluntad", eso era lo que necesitaba, y cómo conseguirla, pensando en Luna, no puedo vivir mi vida sin ella, me acordé de la primera vez que nos vimos, de ese beso en el ascensor, todavía siento vibrar todo mi cuerpo, oler su perfume, su pelo, esos recuerdos me servirían para evitar la tentación, por muy buena que esta estuviera.

Me  quedé dormida al pasar un rato pensando después de que se fuera Estrella.

Luna: Iris.

Iris: Luna.

Intenté acariciarla con la mano, pero no pude, estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos.

Luna: ¿todavía sigo en tu mente?

Iris: sí, no ves que hasta en sueños me apareces.

Luna: no me olvidas.

Iris: no quiero olvidarte.

Luna me mostró su sonrisa, estaba preciosa cómo siempre.

Luna: inténtalo.

Iris: no quiero.

Luna: en vez de intentar olvidarme, vas haciendo apuestas estúpidas con mi hermana.

Iris: parece estúpida la apuesta, pero no lo es.

Luna: ¿acaso te crees lo que me estás diciendo?

Luna siempre sabía lo que pensaba, no sé cómo lo hacía, pero daba en el clavo.

Iris: si ella gana te perderé para siempre y no lucharé más por ti e intentaré olvidarte.

Luna: mi hermana siempre ha conseguido lo que se ha propuesto Iris, perderás y lo sabías tan bien cómo yo cuando de tus labios salió esa apuesta.

Iris: ¿me quieres?

Luna: a qué viene eso de repente.

Iris: dime que sí, y eso me será suficiente para ganar la apuesta.

Luna: ¿por qué no te quieres olvidar de mí?, ¿qué es lo que me hace tan especial?

Iris: Te encontrarás con más de un trillón de estrellas en el universo, pero solamente hallarás una luna en él.

Luna: ¿yo soy esa única luna de tu universo?

Iris: sí.

Iris: Luna, por favor, no hagas esto más doloroso de lo que está siendo ya para mí, dime que me quieres.

Luna: no te quiero, quiero a Celeste.

Iris: ¡Eso es mentira!

Luna: no lo es, que pasa, ¡te crees tan buena que no te puedo rechazar!

Iris: puedes rechazarme siempre y cuando sea verdad lo que me dices.

Luna: te odio Iris, y quiero que desaparezcas de mi vida.

Iris: ¡nunca!, mi vida sin ti no es vida.

Luna: haces una apuesta conmigo de por medio cómo si fuera un mero objeto con el que puedes jugar, ¿eso es querer para ti?

Iris: no he apostado a quedarme contigo si gano, sino a tener la oportunidad de decirte todo lo que siento, la elección de quedarte conmigo es tuya, si gano es porque puedo merecerte, sino gano, es porque te mereces algo mejor que yo, he apostado a perderte, tú crees que soy completamente idiota, porque si te quiero, ¿por qué apuesto si te puedo perder?

Luna: porque si pierdes aún así sabrás que seré feliz, y eso es lo único que te ha importado al hacer la apuesta, mi felicidad.

Iris: ahora lo ves cómo lo veo yo.

Luna: Iris yo...

Pipipipipipipi

Me desperté sobresaltada

Iris: ¡tú que!...¡noooooooooooooooooooooo!

Me levanté de la cama, me quité todo lo que estaba conectado a mi cuerpo, incluida una aguja que iba al suero, me dolió, pero me dolió más no saber que era lo qué me tenía que decir Luna, al quitarme la aguja, comencé a sangrar, Estrella vino a socorrerme.

Estrella: ¿qué haces, Iris?

Cogió varias gasas y me taponó la herida.

Iris: necesito irme de aquí, me estoy volviendo loca aquí dentro.

Estrella: hoy era el último día que tenías que estar aquí, mañana te iba a dar el alta.

Iris: no puedo más Estrella, por favor, dámelo hoy, por favor.

Estrella: no puedo.

Iris: sí puedes, otra cosa es que no quieras.

Estrella: mira ya casi es de noche, pasas aquí la noche y mañana por la mañana te doy el alta y te vas a reposar a casa.

Iris: no puedo permanecer aquí, entre estas cuatro paredes blancas ni un segundo más.

Estrella: no se me ocurre otra opción, bueno...

Iris: bueno...

Entonces me miró a los ojos, se la veía preocupada.

Estrella: yo salgo en un par de horas, hoy duermo en casa, a no ser que te vengas a mi casa, necesitas todavía estar en observación, pero yo te puedo observar durante toda la noche en casa.

Iris: sí, sácame de aquí.

Toma sujeta la gasa, dentro de poco parará de sangrar, aguanta aquí dos horas y vendré a buscarte, ¿vale?

Iris: confío en tu palabra, pero si en dos horas no estás aquí, me visto y me voy por mi cuenta.

Estrella: estaré aquí.

Iris: vale.

Se fue.

Yo intenté tranquilizarme durante esas dos horas, creo que lo conseguí, pero lo consiguió del todo Estrella cuando vi que a las diez de la noche exactamente, aparecía por la puerta.

Estrella: hay que recoger tus cosas.

Iris: ya lo he hecho yo hace exactamente diez minutos antes de que vinieras (la señalé la maleta de la puerta)

Me miró cabreada.

Estrella: Iris, pero que te dije.

Iris: que descansara.

Estrella: vale me escuchas, pero no me haces caso, ya sé cómo solucionar eso.

Iba a coger la maleta, pero no la cogió.

Estrella: ¿cumples lo que prometes?

Iris: sí...¿por?

Estrella: en mi casa, descansas y haces lo que yo te diga que es mejor para ti, sino me haces caso esta noche en mi casa, mañana te vuelvo a traer y te vuelvo a hospitalizar, ¿de acuerdo?

Iris: de acuerdo.

Estrella: mírame, ¿de verdad que lo has entendido?

Iris: sí, Estrella, sí.

Estrella: muy bien, pues entonces vámonos, cogió la maleta, ¿te ayudo?

Iris: puedo andar, estoy bien.

Estrella: cualquier cosa, me dices.

Iris: sí, no te preocupes.

Cuando me senté en el asiento del coche de Estrella, me sentí libre, cerré los ojos, respiré.

Cuando Estrella se montó en el asiento delantero a mi lado, me miró y se asustó.

Estrella: Iris, ¿estás bien?, si es que no te tenía que haber hecho caso.

Entonces la miré, si Estrella, estoy bien, ahora me siento bien, libre, muchísimas gracias por todo lo que haces por mí.

Estrella me sonrió.

Estrella: de nada.

Arrancó el coche y nos fuimos para su casa.

Cuando llegamos a su piso, nada más entrar me señaló el sofá y me instó a que me sentara en él.

Estrella: voy a preparar algo para cenar, ¿vale?, tu descansa en el sofá.

Iris: de acuerdo.

Cenábamos sin hablar, cada una concentrada en su plato, hasta que Estrella habló.

Estrella: ¿quieres hablar de lo que ha pasado esta tarde?

Me mantuve en silencio, no sabía si quería hablar sobre ello, al cabo de un rato decidí que no.

Iris: no.

Estrella: mañana serás libre, ¿iras a ver a Luna, o prefieres ver antes lo que pasa con la apuesta?, respecto a eso Iris, puedes cancelarla si quieres.

Iris: esperaré a hacer la apuesta durante esta semana, luego la iré a ver, no quiero cancelarla, ¿tu quieres seguir?, porque obviamente, si tú no quieres seguir, ya no hay apuesta.

Estrella: yo quiero seguir siempre y cuando tú quieras ¿entendido?

Iris: sí.

Estrella: ¿tanto si ganas cómo si pierdes la iras a ver?

Iris: sí, si gano iré a recuperarla, y si pierdo, le desearé la enhorabuena y que sea lo más feliz que pueda.

Estrella: eso será duro.

Comencé a reírme.

Estrella: ¿qué pasa?

Iris: has dado por sentado que voy a perder.

Estrella: yo nunca he perdido ninguna apuesta, y he de decirte que he hecho varias, así que no voy a comenzar a perder ahora.

Iris: me sentiré afortunada porque va a ser conmigo con quien vas a perder tu primera apuesta.

Estrella: entonces no te vas a sentir afortunada, porque voy a ganar yo.

Cenábamos, nos reíamos, competíamos por decir quién ganaría, acabamos la cena y nos sentamos en el sofá, al cabo de un rato nos tumbamos, cada una para un lado, tras unos pocos minutos, noté que se me cerraban los ojos.

Estrella: eh Iris, eh Iris, despierta, venga vamos a la cama.

Yo me desperté, pero aún así estaba adormilada, me apoyé en su hombro con mi brazo izquierdo, al cabo de un rato, noté el mullido colchón en mi cuerpo.

A la mañana siguiente, cuando me desperté, Estrella se encontraba abrazada a mí, habíamos dormido en posición cuchara, intenté moverla el brazo, pero el simple hecho de rozarla con la mano la despertó y me susurró sensual al oído.

Estrella: ¿te pone nerviosa que te abrace?

Iris: Estrella para.

Estrella: parame tú.

Su mano comenzó a bajar por mi abdomen, pero cuando ya estaba casi rozando el límite, volvió a subirla despacio otra vez por mi abdomen, los deseos que estaba despertando en mí, eran alocados, salvajes...inapropiados.

Entonces cómo había planeado anteriormente para cuando esto sucediera, pensé en Luna, y en una mañana que me hizo volverme loca por ella, me había despertado justo en la misma posición en la que nos encontrábamos Estrella y yo, y en la que Luna me susurró tierna y sensual al oído, al igual que lo había hecho Estrella, pero no era ella y no me dijo lo que me ha dicho Estrella.

Luna: quiero encontrarme todas las mañanas de mi existencia abrazada a ti.

Puse mi mano en la de Estrella y la paré, la quité y me levanté de la cama.

Estrella: eres más fuerte de lo que pensaba.

Iris: no voy a ponértelo tan fácil (la sonreí)

Y me encaminé a la ducha con esa sonrisa triunfal, había superado el primer obstáculo, el más difícil, sé que lo conseguiré, los momentos que pasé con Luna, fueron tan intensos, tan profundos, aunque parte de mi mente estuviese entretenida con Celia, la otra parte estuvo completamente enamorada de Luna, lo sé, y ahora mi mente y mi corazón son totalmente de Luna, así que esta semana de retos va a estar chupada, o eso creía...

Lo primero, muchísimas gracias por leer mi relato otra semana más.

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