Encuentro
El que se va sin que lo echen...vuelve sin que lo llamen. Pasaron los meses y algunos veranos desde que terminamos la relación que teníamos. Nunca dejamos de vernos y aunque cada uno había tomado su camino siempre estaba sobrevolando entre nosotros un halo de lujuria, que se traslucía en las pupila
El que se va sin que lo echen...vuelve sin que lo llamen.
Pasaron los meses
y algunos veranos desde que terminamos la relación que teníamos. Nunca dejamos
de vernos y aunque cada uno había tomado su camino siempre estaba sobrevolando
entre nosotros un halo de lujuria, que se traslucía en las pupilas al mirarnos.
Yo había dejado aquellos tiempos en que andaba en busca de nuevas
experiencias. Pero la naturaleza femenina hizo que renaciera en mí con más
fuerza una sensualidad radiante que como una flor en su esplendor necesitaba de
más cuidados.
Así fue como él regreso a mi jardín.
Él seguía siendo tan
sensual para mí que me provocaba al verlo, era como esas tentaciones que tenemos
las mujeres y siempre están al alcance de nuestros dedos, que un simple gesto de
nuestra parte hace que empiecen a cobrar vida las fantasías que nos rodean.
Ese viernes al salir de la oficina llovía y hacia mucho frio, tenía que
pasar a comprar algunos víveres para el fin de semana y no estaba con muchas
ganas, pero finalmente termine en un supermercado de una cadena francesa que
esta al costado de la autopista.
Di varias vueltas por el estacionamiento
hasta encontrar un lugar disponible, cuando lo vi. Tan guapo e irresistible como
siempre y estaba solo como yo. Me lo quede mirando. Con esa tardecita lluviosa,
me dio ganas de jugar como en los viejos tiempos y sabía que él no se iba a
resistir si lo buscaba.
Tenía que estar preparada para la acción así que
hice unos pequeños cambios de vestuario, detalles que son el anzuelo en estos
casos, imprescindibles antes de ir en busca de mi presa. Me mire en el espejo
antes de bajar, arregle mi cabello y una sonrisa picara término por coronar mis
pensamientos pecaminosos.
No me había visto así que fui detrás de él hasta
entrar en el salón. Había mucha gente, tenía que hacer que por casualidad nos
encontráramos.
Después de pasado unos minutos estaba en la sección de los
vinos, cuando me vio.
- ¡Holaaa!... ¡este sí que es mi día de suerte! - me
dijo. Se acerco y me dio un beso muy efusivo, al que yo respondí de la misma
forma.
Hola cariño, que sorpresa. ¿Qué tal estas? – le dije
Viéndote
a vos muy bien. Porque hoy no he hecho otra cosa que pensar en ti.
-Ah sí… ¿y
eso por qué?
- ¿no lo imaginas? … Con este día lluvioso me recordó lo que
sabíamos hacer. ¿Recuerdas? -
- Ohhhh siiiii... como olvidarlo...éramos tan
locos los dos. Sabíamos inventar alguna excusa para escaparnos del trabajo e
irnos a un motel.
- Y vos te ponías esos conjuntitos de ropa interior que me
volvían loco! ...y hoy me la he pasado pensando en ello y no he podido
concentrarme en nada. Parece que te atraje con el pensamiento.
Reímos los
dos. Yo pensaba lo mismo al verlo en el estacionamiento. Ahora que me lo decía
me excitaba muchísimo la idea de salir de ese lugar para irnos a un motel a
recrear aquellos encuentros. Por eso le dije:
- Y que casualidad… justo ahora
tengo puesto uno de esos, tal vez podría mostrártelos.
Me miro con ojos de
lujuria.
- No me digas eso… ¿no tienes nada mas debajo de la gabardina?
Yo solo sonreía... dejándolo imaginarme y sabía que eso lo estaba calentando
más.
- ¡Eres terrible!!! ¬– dijo – Sabes que no puedo mas tenerte aquí
frente a mí y no poder hacerte nada. ¿Te gustaría que fuéramos a un lugar más
tranquilo y hablamos? Yo tengo tiempo... ¿y vos? –
Podía haberme hecho la
difícil y hacerme desear un poco más. Pero noooooo… eso no es para mí. Con ese
bombón que se ofrecía no lo iba a rechazar.
- Si... un poco también. –
dije. Y su cara se ilumino de alegría al escucharme.
- Entonces vamos a mi
auto - me dijo
Dejamos lo que estábamos comprando en el lugar y salimos
rápidamente. Nos llevaban las ganas. Fuimos bajo la lluvia tomados de la mano
como dos adolescentes.
Al entrar al automóvil comenzamos a besarnos,
desesperadamente, ansiosos de esos besos que hacía tiempo no nos dábamos. Me
encantaba saborear sus besos y el frio del agua de lluvia se mezclo con el calor
de nuestros cuerpos provocándome escalofríos. Abrió mi abrigo y comenzó
acariciarme.
- Ohhh me vuelves loco así vestida... como podría olvidarte! -
me dijo.
Yo solo me había quedado con la ropa interior y las medias que
cubrían mis piernas, sus manos ardían sobre mi piel y bajo hasta mi sexo para
tocarme suavemente... uyyyyyy siiiiiiiiii…. cuanto lo deseaba.
Yo gemía
entregada a sus besos y esas caricias que me habían hecho que me mojara toda.
Me miro a los ojos y me dijo:
- Vamos a otro lado. Quiero hacerte todo.
Encendió el motor y salimos de ese lugar. A mí no me importaba donde
fuéramos, solo quería liberar lo que se sentía en ese momento. El comenzó a
conducir, mientras yo abría su pantalón para liberar su miembro que estaba a
punto de estallar, estaba lustroso e hinchado, deseando que mi boca jugara y eso
hice. Fui mojándolo con mi saliva hasta ponerlo entre mis labios y comenzar a
chuparlo. El respiraba profundo, tratando de concentrarse en el camino pero
notaba como a cada movimiento de mi boca se estremecía.
- Me vas hacer
chocar en cualquier momento si sigues así.
Me encantaba hacer esos juegos
previos. No sé cuantos minutos pasaron mientras yo continuaba mamando su miembro
cuando me dijo llegamos.
- Ahora veras lo que voy hacerte.
Mas me gustaba
la idea de tenerlo caliente y entregado a mis encantos.
Llego a un motel,
estaciono el auto en la cochera y entramos sin perder tiempo en la habitación.
Volvimos a besarnos mientras dejaba caer mi abrigo y me quitaba los zapatos. Fui
lentamente ayudándolo a quitarse la ropa húmeda. La música de la habitación nos
invita a bailar así que me di vuelta y comencé a fregar mis nalgas contra su
miembro al ritmo de la música mientras me besaba el cuello y su mano se
deslizaba por mi espalda. Él sabía lo que me gustaba. Fue bajando hasta mi sexo
y entro con sus dedos a frotar mi clítoris. Estaba deseando sentir su boca y eso
fue lo que hizo.
Me recostó sobre la cama y comenzó a explorar mi sexo con
su lengua…sí que lo hacía bien. Me enloquecía ese cosquilleo que subía por mi
cuerpo y ante mis gemidos el más me chupaba. Quería corresponderle, así que me
incorpore y le pedí que estuviera debajo de mí. Un rico 69 para disfrutarnos los
dos. Enseguida se ubico y continúo con más ganas, yo estaba encantada de ver
como su miembro brotaba en mi boca, para brindarme el placer de llenarme con él.
Continúe hasta no dar más de ganas, me di vuelta y tome su miembro con mi mano y
comencé a introducirlo lentamente mientras él besaba mis pezones…fui suavemente
meciéndome sobre su pelvis hasta sentir que todo estaba adentro y fue arrancando
en mí intensos gemidos de placer que fueron aumentando con mis movimientos hasta
sentir como en mis entrañas un estallido me iba dejando sin fuerzas.
- Dime
lo que sientes… quiero escucharte – me decía.
Y yo lo besaba más porque era
indescriptible el placer al que estaba llevando. Y quería más.
- Continua…
quiero verte gozar más... y más. Soy tuyo.
Claro que lo era e iba a
disfrutarlo todo lo que deseaba esa tarde. Una de las cosas que más me gustaban
de él era que me hablaba mientras lo hacíamos. Me estimulaba con sus palabras,
con sus gestos. En esos momentos me amaba como yo a él. Me lo decía y me gustaba
escucharlo.
- Ahora quiero darte más de lo que te gusta – me dijo –
arrodíllate - y obedecí.
Comenzó a chuparme nuevamente… sentí su lengua
caliente jugar en mi sexo y en mi ano.
Me estaba matando de placer. Hasta
que sentí como lentamente comenzó a jugar con el glande en mi vulva.
- Estas
tan mojada que me encanta.
- Sigue por favor. – le dije
Lo quería todo
adentro. Y así fue como comenzó a moverse suavemente para luego darme con todo
sin parar, sus movimientos eras rápidos e intensos que lo sentía golpearme y
excitarme más, me gustaba así mas fuerte hasta llevarme al éxtasis, me aferraba
a las sabanas y le pedía mas. Me dio hasta cansarlo… ya había perdido la cuenta
de mis orgasmos. Tenía mucho aguante para mí y eso me encantaba porque estaba
pendiente de mis necesidades. Ahora le daría su añorado premio. Le pedí que
tomara de mi bolso un frasco de gel que yo tenía, lo puse en mis dedos y comencé
a dilatar mi cola mientras jugaba en ella. El me miraba encantado con la imagen
que le estaba dando, su miembro se veía más duro, me acerque y comencé a
masturbarlo mientras le pasaba gel, lo estaba preparado para comenzar a
penetrarme. Volví a ponerme arrodillada en cuatro y le dije
- Soy toda tuya
ahora… quiero que me llenes toda.
Suavemente introdujo un dedo y luego apoyo
su miembro y me pidió que yo me moviera. No quería hacerme daño por eso dejaba
que yo fuera moviéndome despacio mientras su miembro iba entrando en mi. Así lo
hice mientras el tocaba mi clítoris y besaba mi espalda. Cuando me di cuenta
estaba moviéndome junto con él y empezó a embestirme con más intensidad… lo
sentía entrar y salir de mi disfrutando de ese placer de poseerme. Estuvo así
dándome sin parar hasta llevarme nuevamente al clímax…cuando sentí que me
anunciaba la llegada de su orgasmo que termino por dejar su cuerpo tendido sobre
el mío, extasiado y relajado.
Había sido uno de esos momentos intensos e
inolvidables que hacía tiempo no teníamos. Y queríamos mas de eso estábamos
seguros.