Encuentro de lo mas cosmopolitafinal
Despidiendo la tarde esta nos deparo un final apoteósico con expectores de lujo
La tarde iba a ser más relajada que lo que había sido esa mañana y el medio día, pues los cuerpos pagaban factura por aquel tremendo desgaste con la consiguiente pérdida de líquidos que estábamos sufriendo, y en especial Anna que tardo más en tomar color y recuperar el aliento, como digo después de un merecido descanso repuesto con comida y bebida y casi llegando el final de la tarde, la cosa comenzó otra vez a ponerse caliente.
Anna pasado su desplome físico, parecía ahora una chavala de 20 años, pues había acaparado a mi marido y a su esposos para ella sola, Paco estaba lamiendo aquel anteriormente dilatado conejito alemán y que ahora parecía haber vuelto a su estado normal, a la vez ella sobaba y lamia con un hambre descomunal la enorme polla de su Hansen, parecía como si jamás la hubiese tenido en su boca, este no había tardado mucho en ponerla en su estado más esplendoroso, y con leves movimientos de cadera la introducía en su boca cuando esta estaba en posición de entrar, Paco seguía en los bajos fondos comiendo e introduciéndole algún dedo por el otro agujerito que por la forma de entrar estaba bastante dilatado.
Yo miraba absorta ese trio cuando Robert bajo de la parte de arriba de su Dúplex y me dijo, puse conectado el Jacuzzi, ¿te apetece un baño en él?. Mire a su polla que andaba colgando como un péndulo en estado morcillón pero con ánimo de revertir este, y claro una no puede negarse a estos placeres y afirmándole con una sonrisa picarona y una vista a ese miembro .
Le dijimos a los otros que estábamos arriba, dejando a ese trio en un estado de trance sexual que casi ni nos escuchan, subimos y rápidamente se metió el dándome la mano como un caballero ayudarme a entrar, me tomo y me abrazo sentándose en uno de los lados y comenzó un juego de beso y caricias propios de la adolescencia más que de nuestra edad, yo agradecí eso de momento pues mis agujeros andaban aun medio doloridos, mi mano bajaba cuando podía a tocar aquel mástil que asomaba de vez en cuando la cabeza del agua como si fuese un submarino sacando el periscopio, por el tamaño el submarino seria seguro nuclear, pues el enorme glande se veía algo rojo pero lustroso y brillante, como diciendo cómanme.
Mis manos rápidamente se agarraron a esas tremendas bolas que colgaban un poco esa tarde noche por las descargas que ya habían tenido anteriormente pero que estaban apetecibles para comer y chupar, y a dicha tarea me puse rápidamente mientras mi mano recorría pajeando esa tranca francesa que miraba hacia el techo esperando ponerle bandera, mientras mi boca sobaba uno a uno cambiando con frecuencia sus dos enormes huevos.
Robert estaba echado para atrás ahora gimiendo ante mi acoso con la boca y manos no sin dejar que la suya que sigilosamente se había deslizado por debajo del agua, acariciaba mi empapado sexo por los jugos internos que ya afloraban como lubrificando el camino a la embestida que le esperaba.
Así estuvimos un largo periodo pues vi que disfrutábamos los dos como locos, al rato Robert me tomo y en la posición que se encontraba me monto sobre aquella enorme sujeción que al entrar me dio la sensación de estar anclada y sujeta hasta media barriga.
Con sus fuertes brazos y manos sujetos a mi cintura comenzó a subirme y bajarme sobre aquel monstruo marino que para mí era como una bendición, ya llevábamos largo rato con los preliminares de caricias y comidas por lo que mi sexo estaba a explotar y sus huevos se le habían contraído un poco como preparando la suelta de aquel preciado líquido que a mi tanto me gustaba recibir, me dijo que aguantara un poco más, y cuando veía que yo me aceleraba en las pulsaciones, sabiamente dejaba los movimientos, trasladándolos a besos, al ver que me calmaba volvía a retomarlos, yo le pedía que me dejara correrme pero el insistía, y me decía, veras que orgasmos para fuerte vas a tener después, yo estaba sintiendo unos deseos tan grandes de explotar que para mí esta espera era algo novedoso pues siempre había dejado mis instintos fluir, y jamás me había retenido así tanto tiempo, no se el tiempo que paso pues era tanto el gozo que no mirábamos hora.
Lo que si escuchamos fue en la parte de abajo hacia rato una mezcla de gemidos y gritos de placer comenzando por Anna y después por los sementales que andaban con ella, nosotros por supuesto no vimos nada pero intuimos que habían vuelto a dejarla reventada. Yo andaba ahora besando a Robert con fuerza como pidiendo que me dejara correrme y el me inundara, pero el continuaba con su juego.
Mi gire y vi que teníamos gente en el palco de honor viendo ese polvo acuático, Anna dijo continúen que no queremos molestar, mi marido tenía el rabo todo rojo pero casi encogido y Hansen totalmente relajada aquella polla pero con su enorme cabeza fuera, y anna de su sexo asomaban gotas de leche de alguno de aquellos que al derramarse había quedado por fuera, cuando pensé que me correría en aquella posición, Robert pidió cambiar y poniéndome de rodillas dentro del agua y apoyada sobre el borde me tomo por detrás metiéndome aquel misil transoceánico, estando el con las piernas medio flexionadas, ahora me penetraba con una fuerza mayor que antes y mi escocido chochito recibía aquellos envites aguantando estoicamente pero en breves segundo mi espalda se puso tersa trasladando aquella tensión a todo el cuerpo, al llegarme un orgasmo que los gritos casi asustan a los presente.
Fue tremendamente explosivo, intenso, largo, placentero, único, genuino, colosal, y asi continuaría poniendo calificativos a aquella experiencia que tenía a los del palco con la boca abierta, entonces Robert dijo prepárate, prepárate que voy yo, y con unas embestidas de golpes secos y fuertes, comenzó a soltar su abundante semen dentro de mí, a la vez gemía casi llorando de placer, era impresionante ver aquel hombre de 60 años con esos gemidos tan tiernos y a la vez con esa fuerza bruta dentro de mí.
Continuo por lo menos un minuto aun con su rabo dentro de mi después de aquella corrida, como resucitando aliento, cuando Anna bromeando le dijo a Paco, este hombre te puso el listón muy alto, te vas tener que esforzar para llegar a esa altura, mi marido que siempre se caracterizó por ser sincero y de respuesta rápida, le dijo, si no puedes vencer a tu rival, lo mejor es ficharlo y que sea tu amigo.. Todos los presentes no echamos a reír ante aquella ocurrencia, pero yo en el fondo agradecí y deseaba que se cumpliese.
Ya el día y los cuerpos no daban para más, y los alemanes tenían que irse al norte de la isla donde estaba su casa, nos despedimos con unos efusivos abrazos, insistiendo todos que aquello había que volver a repetirlo o bien en su casa del Norte en otras vacaciones que hiciéramos nosotros a esa isla o igual nos daban la sorpresa y nos visitaban con Roberts en nuestra casa.
Roberts nos llevó al Hotel, dejando la despedida a la salida nuestra del Aeropuerto a los dos días de aquello, pues él tenía que volver a Salir la mañana siguiente a una cita con su abogado, y como buen amigo, allí apareció el día de tomar el vuelo, donde le agradecimos aquella hospitalidad y amabilidad, él dijo que no quería que aquello quedara en el olvido y como nosotros tampoco , les tengo que contar que los encuentros aún continúan, y la amistad más, pues la distancia no es problema para esto, aunque lo cierto es que, no con la frecuencia que nosotros queremos, pero eso si más adelante ya les contaremos alguno de esas aventuras ya en nuestra casa…