Encuentro con una amiga de la juventud 2

Dos amigas se encuentran después de varios años; ambas casadas y sucede lo que no habían pensado jamás; se intrecambian sus parejas

Una vez en el restaurante, la cena transcurrió entre conversaciones calientes, habituales entre los cuatro, pero tal vez más que nunca, y con miradas más que insinuantes de unos a otros, lo que hizo que yo sufriera un calentón terrible.

Una vez que terminamos, Ana María nos dijo que esa noche iríamos a otra sala distinta a la de siempre; una sala que es frecuentada por parejas de edades comprendidas entre los 20 y los 60 años, con música siempre lenta, luces tenues y casi completa oscuridad en los divanes que rodeaban las mesas en los laterales, aunque no era era difícil de distinguir las caras tanto de los que bailaban como de los que estaban sentados, perfilándose claramente sus siluetas y los movimientos de sus cuerpos.

Nada más entrar y localizar una mesita libre, pedimos las consumiciones correspondientes, y mientras Ana María y yo nos quedábamos sentados, para que no nos hurtasen nada, mi mujer y Antonio salieron a la pista para donde se abrazaron y pusieron en contacto sus cuerpos en una imitación a un baile y pude comprobar que mi mujer rodeaba con su brazos el cuello de Antonio y éste la tenía abrazada por detrás, pero mucho más abajo de su cintura, por sus nalgas, y las caras de ambos iban unidas mejilla con mejilla y me pareció ver que Isabel en un momento determinado bajaba una de sus manos hacia la entrepierna de su pareja, retirándola posteriormente y volviendo a su posición inicial, y dirigió su mirada hacia nosotros, sonriendo con complacencia y haciendo un gesto con sus labios como lanzándome un beso; en tanto Ana María sentada a mi lado, se arrimó tanto que su muslo chocaba con el mío; tomó con su mano derecha la mía del mismo lado y la llevó hacia su teta izquierda que pude sentir a través de la tela de la blusa y susurrándome cosas al oido. En la siguiente pieza las dos mujeres se fueron a los servicios mientras Antonio y yo nos quedamos sentados a la espera de su regreso, un poco más largo de lo normal y en el momento de la vuelta mi mujer me dio un paquetito envuelto en una toallita de las que se usan en los baños, para que se lo guardase en el bolso y al abrirlo, por curiosidad, vi que era el sujetador que ella se había puesto en casa; la miré y acercándose me dijo que nuestra amiga común le había dicho en los servicios que se lo quitase, que se marcarían más los pezones y que Antonio se iba a excitar más de lo que estaba y que ella también se había despojado de él amén de su diminutas braguitas, por si yo quería acceder a su peludo y también recortado chocho; ella también guardó las prendas en su bolso mientras me miraba fijamente y se pasaba la lengua por el borde del labio superior.

No pude resistir la tentación de mirar hacia las tetas de mi mujer y en efecto, estaban que reventaban la blusa que con tres botones desabrochados dejaban ver gran parte de sus pechos y las de Ana María parecían dos pitones a punto de taladrar la delgada blusa de blonda , dejando ver claramente sus melones; sonriendo y mirando hacia su marido,que estaba muy pendiente de nosotros, tomó mi mano y la llevó a su entrepierna, haciéndome que tocase con mis dedos su mojada vagina. No podía ya más, así que tomé a Ana María de la mano y le dije a Antonio que aquello no podía seguir así, que nos íbamos a casa, y que no me importaba que se acostase con mi mujer, pero que yo follaría con la suya hasta que nuestras fuerzas pudiesen aguantar. Ellos se levantaron rápidamente y salimos los cuatro. En el camino de regreso a nuestros domicilios, tanto en el coche como en el ascensor, con la alteración que llevábamos, los sobeteos fueron constantes, y Ana María, que es la que dirigía el cotarro decidió que Isabel y Antonio se quedasen en mi casa, mientras nosotros nos iríamos al otro. Nada más entrar en el ascensor, me abalancé sobre ella dirigiendo mi boca hacia la suya, que me recibió entreabierta, y nuestras lenguas se mezclaron y así hasta la Planta 11ª. Y mientras ella abría la puerta de su domicilio mis manos la iban sobando su trasero y mordisqueando su nuca; nada más cerrada la puerta tras nosotros mis manos como dirigidas por un ser maligno, tomaron su blusa y de un fuerte tirón hicieron saltar los botones de la misma, quedando a mi vista sus preciosos globos, para mi gusto casi tan grandes como los senos de mi mujer, pero más bonitos en su forma de pera, sobresaliendo en ellos sus divinos pezones de un color marrón oscuro y unas areolas levemente sonrosadas; siguieron mis manos quitando la blusa y su mini que cayeron al suelo, quedando la hembra ante mi solamente con sus medias de rejilla y sus altísimos tacones, y mientras tanto ella hacia conmigo la misma función y sin dejar prenda alguna sobre mi cuerpo, puesto que el slip que llevaba lo quité yo mismo así como los zapatos y calcetines. Sin dejar que nuestros labios se separasen nos dirigimos hacia el dormitorio y allí nos dejamos caer sobre el tálamo matrimonial. Mis labios empezaron a recorrer toda su anatomía, deteniéndose en principio en sus pezones que se erizaron notablemente, siguiendo posteriormente hasta encontrar su vagina, donde empezaron a juguetear con sus labios mayores y buscando su gran clítoris para hacerla gozar de nuestra sexualidad, en tanto que mis manos habían sacado sus medias y zapatos. No paraba de gemir a cada lametón mío, sus manos y boca tampoco dejaban de explorar mi cuerpo que cada vez estaba más ardiente, hasta que dándose la vuelta con una habilidad extraordinaria quedaron nuestros sexos frente a frente a nuestras respectivas bocas, pidiendo que hiciésemos un 69. Al ver mi miembro viril en plena erección no pudo por menos que asombrarse del tamaño del mismo diciendo :

JODER, VAYA POLLÓN QUE ME HE ENCONTRADO, QUE CALIBRE TIENE DIOS MIO, NO SÉ SI ME CABRÁ EN LA BOCA PERO... ALLÁ VOY, TE LA TENGO QUE MAMAR CUESTE LO QUE CUESTE

. Inició entonces ella una soberbia y excitante felación de mi cipote mientras yo realizaba una profunda exploración de su vagina con mi lengua y a los pocos instantes sentí que sus muslos se cerraban fuertemente sobre mi cabeza, signo inequívoco de que estaba llegando al orgasmo que no ocultó y dejando por un momento su mamada, con una fuerte exclamación dijo :

YA, YA ME VOY; SIGUE, SIGUE AMOR MIO QUE ME CORRO, NO PARES POR FAVOR; AAAHHH QUE GUSTO, QUE CORRIDA MAS DIVINA ME ESTAS HACIENDO TENER.

Cayó exhausta sobre mi, introduciendo aún más mi polla en su boca y cuando al momento se recuperó, dejó mi rabo libre y me preguntó

¿NO TE HA GUSTADO COMO TE LA HE CHUPADO ? VEO QUE NO TE HAS CORRIDO.

Y yo le contesté diciéndole que ella sabía que yo podía retardar bastante mis eyaculaciones, porque en varias ocasiones habíamos hablado los cuatro sobre estos temas, pero que ya me iría en cuanto lo creyese oportuno. Ella me dijo que había gozado como hacía mucho no lo hacía

y que iba al baño a limpiarse sus partes íntimas de los flujos que le habían sobrevenido, y levantándose completamente desnuda se dirigió con movimientos sensuales y volviendo su cabeza hacia mí al lugar indicado. Una traspasada la puerta rápidamente entré tras ella en el habitáculo, comprobando que estaba sentada en el bidé, lavándose sus partes; me arrodillé delante de ella y dos de mis dedos se introdujeron sin esfuerzo en su coño, llegando a rozar su clítoris y realizando pequeños y suaves movimientos circulares observé que sus cara se tornaba en una amplia sonrisa de satisfacción, y musitaba

ME VAS HACER QUE ME CORRA OTRA VEZ; PREFIERO QUE ME LA METAS QUE QUIERO SENTIR ESE POLLÓN DENTRO DE MIS ENTRAÑAS

. La levanté sin esfuerzo e hice que sus piernas se enroscasen tras mi cintura, quedando mi polla a la entrada de su vagina, sin llegar a introducirla, y de nuevo la llevé al dormitorio, dejándola caer suavemente sobre el colchón, ya que las sábanas estaban por los suelos; me separé de ella y me dirigí a mi pantalón, extrayendo del mismo un preservativo que cuando me lo iba a colocar Ana María se levantó apoyándose en sus rodillas y me lo quitó de las manos diciendo :

NI SE TE OCURRA PONERTE EL CONDÓN; QUIERO QUE ME FOLLES A PELO COMO A UNA PERRA, QUE SEA TU VERGA LA QUE SIENTA EN MIS MUSCULOS VAGINALES Y NO EL PLÁSTICO, Y QUE ESTA VEZ NO ESPERES A NADA, QUE TE CORRAS DENTRO DE MI, Y SI ME QUEDAS PREÑADA MEJOR QUE MEJOR, PUESTO QUE SI ANTONIO NO QUIERE HIJOS YO SI QUIERO TENER UN JUANITO EN MI BARRIGA; UN JUANITO QUE QUE CUANDO LO MIRE ME RECUERDE LA GRAN NOCHE QUE ME ESTÁ HACIEDO PASAR SU PADRE, AUNQUE AL PRINCIPIO DE LA MAMADA ME HAYA COSTADO METERLA EN MI BOCA. ¡¡¡ POR FAVOR, NO ME HAGASA ESPERAR MÁS; CLÁVAMELA HASTA LOS COJONES Y LLÉNA CON TU VERGOTA MI COÑO ANSIOSO Y CÚBREME COMO UN SEMENTAL A SU YEGUA VACIANDO DENTRO DE MI TODA ESA CANTIDAD DE LEFA QUE DEBEN TENER TUS HUEVOS!!

..

Hice caso a su petición y me acosté sobre ella, colocando mis piernas entre las suyas, que las tenía abiertas casi al máximo, apoyando mis manos abiertas sobre el colchón a cada lado de su torso, quedando mi pene a la altura justa de su vagina, introduciendo suavemente mi glande en la misma y comenzando un lento movimiento de mete y saca del mismo, pero sin profundizar. Ella gemía dulcemente al notar en sus labios vaginales el roce de parte de mi polla, y me pedía que la penetrase del todo, que la estaba haciendo gozar pero al mismo tiempo sufrir pues quería sentir como mi tranca, aunque creía que por el grosor de la misma iba seguramente a sentir dolor hasta que se acomodase a ella; me mantuve en ese ritmo un ratito, y cuando sentí que se contraían sus músculos, signo inequívoco de la proximidad del orgasmo, me retiré y oyendo sus insultos por haberla dejado a medias, le hice dar la vuelta a todo su cuerpo quedando sus trasero frente a mi rabo, y con mis brazos conseguí que se pusiese a cuatro viéndose claramente como su vulva estaba rezumando flujos por lo que sin aviso alguno, la penetré bruscamente, salvájemente, sin delicadeza alguna al mismo tiempo que le decía :

no querías que te jodiese como una perra, pues te voy a follar sin contemplación alguna, vas a saber lo que es sentirte mujer de verdad, lo que un macho puede hacerte gozar,reventarás del gusto y comprobarás dentro de tí toda la leche que en mis cojones tengo acumulada para tí para este momento dichoso; Ana María, cariño mío, disfruta conmigo como yo lo estoy haciendo contigo, goza de estos instantes que estaba deseando llegasen desde el día que te conocí.

Tomé con mis manos sus adorable senos y todo el grosor de mi picha se incrustó de un sólo empellón en el adorable conejo de Ana María que gritó:

BESTIA, ANIMAL, ME VAS A DESTROZAR CON ESE MONSTRUO QUE ME HAS METIDO, SÁCALA QUE ME HACES DAÑO.

No cesé en mis bombeos y en los masajes de sus tetas y a los pocos segundos cambió el tono de su voz y con una vocecita sugerente y mimosa la oigo decir:

NO LA SAQUES CARIÑO, SIGUE FOLLÁNDOME, MÉTEMELA HASTA DENTRO, TE DESEO MÁS Y MÁS AHORA Y NO CREO QUE JAMÁS PUEDA IGUALAR ESTE MOMENTO DE ESPLENDOR, ERES LA REOSTIA, QUIERO QUE SEAS MI SEMENTAL Y YO TU PUTA SUMISA; ESTO ES UN POLVAZO Y NO LOS QUE HE RECIBIDO HASTA HOY, ESTOY A PUNTO DE CORRERME, ¡¡OOHHH,OOOHHHH, AAUUGGG, AAAUUUGGGG, ME MUERO MADRE MIA ¿QUE ME HAS HECHO?!!

A notar que se estaba corriendo nuevamente, aceleré mis embestidas consiguiendo derramar toda mi leche dentro de ella, pero no por ello dejé de bombear, sino que continué hasta que pude comprobar que ella no podía seguir y que podía desmayarse del placer que estaba recibiendo y que se reflejaba en sus convulsiones, cesando el ritmo de mis embates y quedé sobre su cuerpo, no cansado, pero si sudoroso, pasando a besar todo su cuerpo desde la nuca hasta la cintura, extrayendo mi todavía erecto pene, y dejándome resbalar hacia un lado de la cama quedándome mirando su modelada silueta que se giró de costado buscando con su boca la mía e introduciendo su lengua hasta el fondo. No dijimos nada, sólo nos mirábamos, nos besábamos y nuestras manos recorrían con infinito placer mutuamente los sudorosos cuerpos, sin importarnos nada más.

CONTINUARÁ