Encuentro con mi Señor (IX)

Continua...

Tras esa escena de cliché de él estar trabajando y yo chupando su pene, para luego estar yo moviéndome para que su pene estuviera dentro de mi acabe algo cansada, estaba en sus brazos, acurrucada, no me quería mover.

  • Ay, ¿mi perrita ya está cansada? Creía que decías que yo iba a estar agotado y tú como una flor.

  • La inesperiencia Señor, es la primera vez que hago tanto ejercicio en menos de 24 horas, seguro que usted por ser más viejo está más habituado

  • Mira niña, como vayas por ese camino te dejo el trasero morado eh, venga vete a la cama antes de decir alguna tontería o que me arrepienta.

  • No soy ninguna niña, no me puedes enviar a la cama, no es hora de dormir.

  • Pues deja de comportarte como tal, te quiero en la cama.

  • No quiero, es muy pronto.

  • Bien, pues si tanto insistes te vas a poner a limpiar mi casa mientras yo trabajo, cuando acabes vienes.

  • Joooo, eso es muy aburrido

  • No tengo tiempo para lidiar contigo ahora mismo, te he dado la opción de irte a la cama, pero no has querido, así que calla y haz lo que se te ha ordenado.

  • Mierda

  • Ya sabía yo que el azúcar te iba a poner tontita - me dice mientras en un rápido movimiento me deja sobre su regazo, y empieza a azotarme - vas a obedecer, y espero que esto se te quede grabado, a tu Amo y Dueňo se le obedece, nada de poner pegas. Vas a estar sin azúcar ni dulces hasta que yo decida, espero que hayas disfrutado esta mañana.

  • Auuu, perdón, lo voy a hacer

  • Claro que lo vas a hacer, pásame la zapatilla, te comportas como una niña malcriada pues como tal te voy a tratar, se te va a quitar la rebeldía.

  • Señor, prometo ser buena, no me castigue con eso

  • No, y dámelo ya.

Cojo la zapatilla que se ha descalzado, le entrego lo que va a ser el instrumento de tortura, la suela de goma pica, no me había recuperado todavía lo de ayer y ya volvía a tener el trasero al rojo vivo, se nota que está enfadado, sólo se escucha los zapatillazos sobre mi trasero y mi llanto, pierdo la noción del tiempo, algún momento para, me incorpora, yo me llevo las manos al trasero.

  • Manos en la nuca y piernas separadas.

Le obedezco de inmediato, deseo aliviar el dolor de mi culo, pero así no puedo, y además lamento que no voy a poder comer en su presencia nada de azúcar ni dulces, siendo yo tan golosa. Él sigue con su trabajo, pero al de un rato se vuelve a mi.

  • ¿Qué voy a hacer contigo? A la mínima eres rebelde, no sé qué pensar de ti, quieta - me dice mientras  recorre con la punta de la zapatilla por mis muslos, recorre por los labios de mi coño, y lo aparta - mira cómo está mi zapatilla, me lo has dejado perdida con tus jugos, mira este hilo, te gusta que te castigue, lo buscas, no puedes mantenerte un día sin castigo. Pues para niñas no hay premio, eso sólo es para buenas sumisas. Ahora vete a limpiar la casa.

Me parece una tontería limpiar una casa ya limpia, pero voy barriendo y quitando el poco polvo que puede haber. Al de poco ya he terminado, me dirijo a su despacho, me quedo de pie, a la espera de sus instrucciones. Él se detiene, me hace el gesto de que vaya a donde él, ya estoy ante él, me indica que quiere ver cómo tengo el culo.

  • Creo que le falta un poco más de color, me gusta el color rojo intenso, este está un poco apagado. - dice mientras me vuelve a colocar sobre sus rodillas, y vuelta a empezar con la mano, me duele muchísimo el trasero, no hay forma de que pare ni aún con las súplicas, esta así por minutos.- Bueno, ya tiene un tono aceptable, ahora te quiero como una niña obediente dentro de la cama.

  • Sí Señor

  • Mira cómo al final si que vas a la cama aunque bien calentita.

Yo me dirijo a la cama, no me puedo apoyar el trasero en la cama, escuece, lo mismo con la sabana, por lo que me tumbo boca abajo y sin sábanas, me quedo enseguida dormida, me despierta unos toquiteos en la zona castigada, es mi Amo, que pasa sus dedos por donde han pasado sus temibles manos.

  • Venga dormilona, hora de comer.

  • De acuerdo Señor

Nos vamos a la cocina, mi Amo ha cocinado mientras yo me he quedado dormida. Le ayudo a colocar la mesa, cuando veo que es pure lo que ha hecho tuerzo los labios, no me gusta para nada, y mi Amo lo sabe. Nos sentamos a la mesa, y cuando él se gira aprovecho para echar el pure de nuevo a la cazuela.

  • Muy rico Señor.

  • Me alegra - me dice mientras se gira y ve que todavía estoy echando parte del puré a la cazuela - pero bueno, ¿qué haces?

  • Es que era mucho, y así queda para otro día

  • Cuando hemos hablado ¿qué te dije sobre comer todo lo que tuvieras en tu plato?

  • Que lo tenía que hacer.

  • ¿Y qué has comido?

  • Más o menos la mitad

  • ¿Y por qué?

  • Era mucho y no me va mucho esto

  • Así que tengo una sumisa caprichosa que se permite el lujo de rechazar algo que le ofrece su Amo, y que le ha costado hacer.

  • No es eso, usted sabía que a mi no me gusta, además esto comida de cumpleaños no es, si me lo hubiera ordenado preparar la comida en vez de limpiar la casa lo habría hecho, y le aseguro que no habría sido puré.

  • Pues mira por donde, a mi me gusta el puré, y hoy es mi día de cumpleaños, así que a quien le debe gustar el menú de la comida es a mí. Ahora mismo te vas a volver a poner puré en tu plato, y te lo vas a comer.

  • No, no me gusta

  • ¿No habías dicho que hoy te ibas a comportarte? Pues ya te digo que no lo estás haciendo, ya te he castigo una vez y creo que te voy a tener que castigar otra vez.

  • es que lo ha hecho a propósito, sabía que no me gusta, no voy a comer, prefiero no comer hoy, me visto y me voy a la reunión.

  • No, vas a comer, pero como no lo quieres por las buenas será por las malas, si el único lenguaje que entiendes es el de castigos como las niñas malcriadas - dice serio mientras se levanta, y se dirige a mí.

  • Vale, me lo como - digo rápidamente, no creo poder aguantar más castigo.

  • Claro que si, pero no sentada en la mesa - coloca en mi cuello un collar, hay una cuerda - Te quiero de rodillas, te queda bien este collar perita, ahora a comer, agradece que te permita usar la cuchara, terminarás de comer así.

Me arrodillo, mi Amo ata la cuerda a una pata de la mesa, es tan corta que no me permite incorporar, así que no me queda más remedio que comer así, es tan humillante estar comiendo así mientras él está en la mesa, cuando termino el pure pienso que me permitirá ya incorporarme.

  • Señor, ya he terminado de comer el puré, ¿Me deja estar con usted en la mesa?

  • No, falta el segundo plato, y tú como postre tienes que chupar mi pene mientras como una tarta deliciosa.

No digo nada, sé que me lo he ganado el castigo, así que el segundo plato también me lo como en el suelo, una vez que lo termino saco el pene de mi Amo para así poder meter bien, lo hago despacio, juego con mi lengua con parte de sus huevos, al de poco dejo en paz sus huevos para centrarme en su pene, cambio la velocidad del ritmo, unas veces rápida y otras más despacio, al final se corre en mi boca, yo sabiendo lo que desea me lo trago entero. Me quita el collar, es un alivio volver a sentirse libre.

  • Bien, te voy a dar probar un poco de tarta, pero tienes tajantemente prohibido tomar más dulces durante 2 semanas.

  • Sí mi Señor, y muchas gracias.

Tras comer un trozo de tarta me apremia para que me duche, y me vista, me indica que debo volver a llevar el plug durante la reunión y nada de ropa interior.

  • Muy bien perrita, esto está llegando a su fin, pero antes de que partas tenemos que ajustar cuentas pendientes, te esperaré en la habitación, prepárate. - con estas palabras me despide mi Amo en la puerta de su casa.