Encuentro con el Vendedor de Sueños

¿Crees que sabes todo sobre los sueños? Sigue leyendo, te sorprenderás...

ENCUENTRO CON EL VENDEDOR DE SUEÑOS

¿Crees que sabes todo sobre los sueños? Sigue leyendo, te sorprenderás...

Conocí al Vendedor de Sueños en un lugar bastante inesperado – la barra de un Bar de mala muerte en la Ciudad de México – pero supe inmediatamente que mi vida no volvería a ser la misma. Tal como todos los de su gremio, el delgado y pálido hombre vestía un sobrio y bastante anticuado traje gris Oxford; lo encontré reclinado, mirando al infinito mientras bebía lentamente una Cuba Libre.

Dudé durante largo tiempo en acercarme, casi todos los escritores – aficionados o no – saben lo peligroso que es acercarse a un Vendedor de Sueños si no se está debidamente preparado o si éste se encuentra trabajando; temiendo por mi cordura si dejaba pasar tan rara oportunidad y deseoso de obtener aunque fuera un breve vistazo de los miles de sueños que uno de ellos guarda en su maravilloso y raro catálogo finalmente me animé, con paso vivo y sonrisa alegre me acerqué a él y tomé asiento a su lado.

Sin siquiera voltear a verme y entre pequeños sorbos a su bebida, me hizo un breve y conciso resumen de mi propia vida y de la multitud de ocasiones en que él o alguno de sus colegas me visitaron – algunas de ellas en vano, otras con fructíferos resultados que cambiaron el curso de mi vida – finalizando con la temida pregunta ¿Qué deseas de mi?

Le conté sobre mis breves intentos de escribir, la frustración ante una página en blanco y la satisfacción de haberla llenado con una creación original, sobre mi deseo de dejar que el mundo supiese de su existencia y mi deseo secreto de conocer el origen de su existencia.

Apenas el asomo de una sonrisa cruzó por su rostro pálido y me dijo que realmente no debería contarme nada, que en el fondo de mi corazón se hallaban todas las respuestas, pues cada ser humano tenía la capacidad de convertirse en un Vendedor de Sueños, pero que casi ninguno aceptaba la carga que ello suponía.

Pero también me contó sobre un asunto ya muy viejo, sobre un ángel Gris – el único que no tomó partido en la guerra entre el cielo y el infierno – que al terminar la guerra ambos bandos rechazaron y de mutuo acuerdo – el último acuerdo al que el Creador y el Adversario lograron llegar – condenaron a vivir en la Tierra convertido en guardián de los sueños; consciente de su gran falla, el ángel se dedicó con ahínco a cumplir cabalmente con los términos de su condena, hasta que conoció a una mujer que le hizo conocer todo aquello de lo que tanto ángeles como demonios se ven privados: la bendición del amor terrenal.

A pesar del tremendo descubrimiento de que sus miles de años de existencia habían sido vacíos y sin sentido hasta que la conoció, descubrió con horror que su deseo no podía hacerse realidad; nunca podría convertirse en pareja de la mujer, porque la esencia angelical que aún corría por sus venas lo hacía tan frágil que cualquier toque más rudo que la suave caricia del viento lo destruiría.

Solicitó por ello audiencia al Creador y su Adversario, para suplicar clemencia a ambos y lo transformaran en humano; trabajo arduo en verdad, ya que los milenios de continuas batallas habían provocado que tal audiencia sólo pudiese llevarse a cabo en el lugar mas puro de la existencia, que al mismo tiempo es el mas corrupto; la ubicación y nombre de tal lugar me causó tanto pavor que prefiero no nombrarlo.

Cuál no sería su sorpresa cuando sus antiguos verdugos le dijeron que aunque tal portento era posible no estaba en sus manos ayudarlo - pues para hacerlo tendrían que tomar su esencia – lo cual rompería el delicado equilibrio del universo y provocaría la destrucción de toda la creación. Así pues le dieron el único camino de escape posible, tomarían a la mujer y la mantendrían congelada en el tiempo hasta que él hubiese repartido su esencia a un grupo de humanos seleccionados para convertirse en los creadores y guardianes de los sueños, hecho lo cual él se transformaría automáticamente en un humano cualquiera y le sería entregada su prenda amada, para que con ella viviera hasta el fin de su existencia terrena.

De ello hace más de 6 mil años y el ángel Gris sigue esperando el día anhelado de volver a ver a la dama que ama, y mientras tanto, sigue creando Vendedores de Sueños. Este gremio es singular no sólo por el difícil trabajo que desarrollan, sino porque muchos de los mas capacitados y talentosos de los humanos destinados a ello no logran unirse a éste, debido a una condición singular: al Vendedor de Sueños le está prohibido ser correspondido en el amor; cada vez que una mujer se enamora de un Vendedor de Sueños, éste pierde todo poder y es expulsado permanentemente del gremio.

Esta única restricción que a primera vista puede parecer extremadamente cruel tiene una razón de ser: el ángel Gris no tiene permitido lograr su objetivo privando a los humanos del único bien que se les permitió conservar al salir del paraíso, el Amor.

Dicho lo anterior, el Vendedor de sueños apuró su bebida, se levantó y dirigiéndose a la salida me dijo a guisa de despedida que nos volveríamos a ver muy pronto. De ello hace diez años y permanezco esperando día y noche por su regreso en este mismo Bar, a pesar de que todos me llaman el loco Comprador de Sueños.