Encuentro casual con David

Un encuentro casual en el cine porno terminó con algo más a la salida del mismo.

ENCUENTRO CASUAL CON DAVID

Lo conocí en un cine porno de una Ciudad del Caribe colombiano, estábamos en la barra del fondo, me acerqué y lo saludé con los típicos saludos de un encuentro.

Hola, qué te gusta hacer?

Nada, sólo estoy mirando – me mintió.

Podemos hacer mejores cosas – le dije.

Eso depende- me contestó.

Vayamos a las sillas de allá adelante.

Esta bien, sigue tú y me esperas.

Era un muchacho de apenas 18 años, en la penumbra del cine se alcanzaba a observar su eterna juventud, vestido con jeans, suéter y lucía una gorra.

Nos sentamos uno al lado del otro y no perdimos tiempo alguno, en caricias y más caricias, luego le abrí la cremallera y pude apreciar un pene hermoso y dispuesto a recibir todo el cariño del mundo.

Lo besé y luego lo chupe como un manjar de dioses y él sólo suspiraba y suspiraba. Lo miré a los ojos y pude notar que había algo más que el deseo por una simple mamada. Lo besé en lo labios y él me correspondió con un beso infinito y lleno de lujuria. Nos entregamos el uno al otro sin importar dónde estábamos y quién nos observaba en la sala de cine.

Por qué no nos vamos a otro sitio? Le pregunté.

Como quieras – respondió- conoces alguno?

Sí claro, vamos.

Tomamos un refresco en la cafetería del cine y salimos a la calle en búsqueda de un taxi para llegar al lugar.

Luego que el taxi no dejó cerca del Motel caminamos un rato y entramos a la habitación. Un TV, radio y lo mínimo para pasar un buen momento era lo que teníamos para los dos. Pedí dos cervezas a la recepción y empezamos la función.

Se llamaba David y apenas estaba con ganas de iniciar la universidad, había hecho otras cosas pero lo que más deseaba era poder estudiar.

Nos comenzamos a besar apasionadamente como sólo lo pueden hacer dos machos de verdad. Nos fuimos despojando de la ropas una por una y comiéndonos a besos el uno al otro y por todas las partes posibles del cuerpo.

Recorrí su juvenil cuerpo una y otra vez como quien explora nuevos territorios y me entregué a una mamada deliciosa que lo hizo gemir como nunca. Su verga hinchada y perfecta había alcanzado el máximo de extensión y la estaba disfrutando como nunca.

Hagamos un 69- le propuse.

No me gusta. Respondió.

Ven hagásmolo y si no te gusta no seguimos.

Nos entregamos el uno al otro y el 69 se prolongó más de lo que yo pensaba.

Luego le mamé su verga con frenesí y terminó entre gritos en mi boca. Leche abundante y espesa que saboree y compartí con él en su rostro y boca. Él también la disfrutó y saboreó al igual que yo. Éramos felices!

Nos fuimos a la ducha y nuestros cuerpos se juntaron en un frenesí de besos y caricias infinitas, en medio del chorro fresco de agua como dos mozuelos disfrutando una pilatuna.

David me comentó sus vivencia en el mundo de la bisexualidad, su primera experiencia con un primo y los escasos encuentros en el mismo cine pero sin llegar a mayores cosas como las de ese día.

Le comenté que la bisexualidad no podía mirarse como una carga sino como una oportunidad para disfrutar la vida de todas las formas posibles. Que si le gustaba, lo disfrutara tanto con mujeres como con hombres.

Creo que entendió mi mensaje y eso aumentó las ganas de seguir la fiesta entre los dos. Nos seguimos besando y nuevamente su verga alcanzó proporciones deseables y le di una mamada fenomenal.

Me gustaría penetrarte- me dijo.

Soy virgen- le comenté.

No importa, quiero tu chiquito.

Me da miedo. Le dije.

Pudo más nuestros deseos y accedí a sus anhelos. Se colocó el preservativo y me coloqué en posición de ser penetrado, él comenzó a lubricarme con su saliva y el dedo en el ano, yo empezaba a disfrutarlo aunque con un poco de dolor. Intentó penetrarme poco a poco pero yo apretaba los labios y medio gritaba de dolor, fue poco introduciendo su verga en mi chiquito, éste se resistía a ser violado y se cerraba con cada embestida de David. Lo intentamos de muchas maneras y posiciones, pero mi ano se negaba a ser torturado de esa bella manera.

Comprendimos que no podía ser posible de esa manera. Espero que en otra oportunidad con un poco de vaselina y mejor predisposición podamos vencer el miedo y complacerlo a plenitud.

Le pedí que se masturbara y me bañara la cara con su leche, inició un pajazo frenético, luego lo interrumpía por cansancio y nos besamos hasta asfixiarnos... hasta que por fin se vino en mi cara y lanzó metrallazos de leche por todo mi rostro, unté su cara con su propia leche y nos las bebimos sedientamente en un largo beso.

Nuevamente nos bañamos y nos vestimos, salimos del motel y nos despedimos con la esperanza de volvernos a ver algún día... día que sé no estará lejos.

Para contactos: antoniocorona35@yahoo.es